Desde el primer día en que partieron formalmente las negociaciones en las sedes del Congreso, la senadora PC Claudia Pascual participó activamente.
Sin embargo, el último día, el lunes 12 de diciembre, la legisladora no pudo estar en la cita en Santiago porque tuvo que partir a Valparaíso para cumplir con sus responsabilidades parlamentarias, por lo que no estuvo en la fase en que se selló el acuerdo.
Pese a ello, Pascual señala que el PC siempre actuó coordinado y desestima que el cambio de negociadores de su partido (debido a los problemas de salud de su presidente, Guillermo Teillier) haya afectado a su colectividad.
“Si les preguntas a las tres personas que estuvimos en estas conversaciones, durante estos tres meses por parte del PC, ninguno de los tres puede decir que esto es maravilloso o perfecto”, comenta, dando cuenta del estado de ánimo de su partido frente al acuerdo que esta vez, a diferencia del ocurrido el 15 de noviembre de 2019, el PC sí suscribió.
¿Usted tampoco quedó feliz con el acuerdo? La diputada Karol Cariola dijo que no estaba para celebrar.
Este no es un acuerdo que a mí me deje feliz, no es un acuerdo que yo pudiera calificar por emociones. Pero este es el acuerdo que se pudo lograr. Porque las fuerzas del Rechazo, en particular la derecha, se sienten muy dueñas de todo el proceso y del país que viene. Te hacen sentir en la conversación de forma constante que éramos las fuerzas perdedoras. Debatir así indudablemente cuesta. Arribar a mejores acuerdos también cuesta mucho. Este no es el acuerdo satisfactorio, este no es el acuerdo ideal, esto no es el acuerdo que representa todo y tal cual lo que queríamos que se representara. Es lo que se pudo lograr, pero al mismo tiempo yo quiero rescatar que aun con estas condiciones, que no son las que me gustan, quiero seguir bregando por cambiar la Constitución del dictador, por dejar hecho un cambio con una mirada sistémica de Constitución y no solo vía modificaciones y reformas de 4/7 (quórum para hacer ajustes a la Carta Fundamental), con la actual composición del Parlamento, que implica que se netean las posturas de un sector con las de otro . O bien el proceso iba a quedar abierto ad eternum o se clausuraba. Con todas esas, a mi juicio, peores alternativas que había, al acuerdo lo prefiero así, a sabiendas de que este no es el mejor, y seguir bregando por tener una nueva Constitución.
Pero también estaba la alternativa de no firmar. El alcalde Daniel Jadue planteó esa tesis, en un audio que circuló profusamente.
Pero él salió con un Twitter posteriormente diciendo otra cosa.
Pero la posibilidad de no firmar estaba sobre la mesa.
Bueno, pero ya los partidos concurrieron al acuerdo.
¿Y por qué era necesario firmar?
Como partido tratamos siempre de estar en el diálogo. Primero para no clausurar el proceso constituyente. Y en segundo lugar, para ver cómo garantizamos un nuevo proceso.
¿La decisión del PC de no firmar el 15 de noviembre de 2019 pesó? ¿Había una suerte de trauma?
No. Son procesos distintos.
¿Y la presión de La Moneda influyó?
Nosotros como partidos que apoyamos este gobierno, indudablemente siempre hemos querido tener una unidad como oficialismo. Por lo tanto, desde esa perspectiva, yo más bien lo asumo como fuerzas de gobierno, más que algo de La Moneda.
Ahí influyó la responsabilidad de actuar como oficialismo. Tal vez habría sido distinta la actitud si ustedes hubieran estado en la oposición.
Política ficción siempre se puede hacer, pero estas son las condiciones en las que estamos hoy día.
¿Las palabras del Presidente Boric ayudaron a destrabar las conversaciones o, al contrario, complicaron las cosas?
No tengo una valoración desde esa perspectiva. Todas las fuerzas del oficialismo hicimos esfuerzos sostenidos para mantener una conversación. Desde esa perspectiva, el gobierno también siempre empujó que se pudiera continuar en un diálogo. Creo que las valoraciones frente a este acuerdo las tenemos que seguir haciendo en el transcurso de los días. ¿Sabe lo que me pasa? Cuando analizamos estos procesos, suele colocarse a quienes fueron los dueños o las dueñas del proceso. ¿Quién es el que más influyó? A mí me parece que, en términos individuales, no tiene mucho sentido hacer eso. Hubo una representación colectiva de los partidos en esta conversación. Después se tendrá que ver quién cometió errores, pero esos son debates que, al menos yo, los doy en casa, no por la prensa.
En esta negociación la derecha quiso jugar en su cancha a través de los expertos designados y ustedes querían jugar en otra cancha: un órgano electo. Pero al aceptar las normas de elección del Senado, ustedes igualmente jugarán de visita en su propia cancha...
Bueno, son parte de las cosas que no nos satisfacen del acuerdo. A mí el tema del número no es lo que más me acomoda. No porque sea exactamente el mismo número del Senado y con el mismo sistema electoral, sino porque efectivamente no se va a representar la diversidad del país y que un número mayor sí lo permite. Entiendo la lógica del Senado, una visión más equilibrada entre regiones más chicas y más grandes. Pero para la redacción de la Constitución, necesitamos no solo tener un criterio en donde todas las regiones estén presentes y visibles y con un peso determinado, sino que también una proporcionalidad. Ese equilibrio no está garantizado.
¿Le afectó al PC haber cambiado negociadores por la situación de salud de su presidente, Guillermo Teillier?
En la primera reunión que se hizo en el ex-Congreso (el 7 de septiembre), estuvimos el compañero Teillier y yo. Desde ahí, estuvimos siempre juntos. Y cuando él no podía estar, yo le informaba, y cuando él no estaba, por supuesto me informaba a mí. Y cuando el compañero no puede sostener las reuniones producto de la situación de su licencia, se incorpora Lautaro Carmona y estuvimos viniendo a las reuniones por igual.
Pero en la última reunión donde se firmó el acuerdo usted ya no estaba.
Estuve a ratos, pero tuve que ir a comisiones ese día lunes.
Ese día lunes también llegó a las negociaciones Juan Andrés Lagos (miembro de la directiva del PC cercano a Jadue).
Yo lo vi llegar, efectivamente.
Pero, para despejar, ¿usted estuvo hasta el final en la negociación?
O sea, estuve parte del día lunes, pero no estuve en la tarde ni en la hora en que se firmó el acuerdo, porque yo estaba en el Senado en Valparaíso.
¿Pero eso fue un problema... o no? Usted tenía el hilo de la negociación.
Nosotros como partido, para los últimos días de negociación, hicimos reuniones de la comisión política, del comité central. Estuvimos yendo a las bilaterales con Lautaro. Y, por lo tanto, había un respaldo a quienes estaban en las conversaciones. Y se dieron también márgenes de flexibilidad táctica. Esto no es un problema de nombres. Era una posición que como partido se tenía.
No lo menciono no por un tema de egos. Alguien que está desde un principio, como usted, tiene un conocimiento distinto a quien se sumó a las últimas reuniones.
Las conversaciones siempre fueron informadas cotidianamente al partido.
¿Cree que será difícil convencer a las bases comunistas de este acuerdo?... Está la columna de Miguel Lawner en el diario El Siglo, que se titula “El acuerdo de la infamia”.
Indudablemente va a tener que haber un proceso de maduración para expresar todas las críticas. Pero el expresar dudas y críticas es una cosa. Y otra cosa es decir: bueno, yo no voy a concurrir a seguir promoviendo un cambio constitucional.
¿Usted confía en que los diputados comunistas van a apoyar el acuerdo?
Estamos conversando. Estamos en la fase de las dudas y por supuesto que vamos a seguir bregando por esas conversaciones.
¿Margen para intervenir en el acuerdo hay o no?
No sé, eso lo tendrá que decir el Parlamento, depende cómo ese acuerdo queda redactado. También la reforma electoral. Pero margen, por supuesto que hay. Le voy a poner solo un ejemplo. Paridad de entrada y de salida. ¿Cómo se redacta? ¿Cuál es el mecanismo?
¿Y corregir para que Santiago tenga más representantes, en vez de Aysén, por ejemplo. Para que Santiago tenga seis, siete u ocho representantes y Aysén uno solo?
No sé si hay margen para eso.
Esa sería una de las alternativas para que Santiago no quede subrepresentado.
O sea, por algo nosotros bregamos hasta el final porque el número no fuera 50 representantes. Eso es algo a lo que la derecha no quiso acceder. Ahora, a mí me gustaría dejar instalada una idea más general. Este proceso constituyente se abre con un estallido, una revuelta social con una profunda represión a los derechos humanos por parte del gobierno de Sebastián Piñera. Tuvimos una Convención Constitucional donde hubo situaciones que le hicieron muy bien al país. Aquí se ha hecho un escarnio público de ese proceso que no es justo.
¿Qué cosas destacaría?
Se dieron cosas que me parece que son relevantes para seguir profundizando la democracia, como la iniciativa popular de ley o de norma. También una mirada muy profunda de cómo consagrar derechos sociales, cómo ser cada vez más inclusivos y buscar alternativas para un desarrollo económico distinto. Decir que todo fue malo en la Convención me parece que no corresponde, porque también hubo acuerdos. Luego se pierde el plebiscito y, por lo tanto (intentan instalar), que las fuerzas perdedoras no tienen que decir nada. En las primeras reuniones se nos dijo: ¡no, no, no! Ahora nosotros ponemos la música.
¿Así tal cual?
Literal. No comparto si un convencional se sintió dueño del proceso. Pero tampoco comparto que las fuerzas que creen que la votación del 62% es una votación político partidista y se sientan dueños del país... Sigamos transmitiendo entonces: el que gana, se lleva todo.
En otro tema, ¿qué le pareció la proposición del Presidente Gabriel Boric, para que la abogada Marta Herrera (jefa de la Unidad Anticorrupción del Ministerio Público) sea la nueva fiscal nacional (la propuesta debe ser votada el próximo lunes por el Senado)?
Si estamos tan preocupados como país por temáticas de corrupción, por la temática del crimen organizado, a mí me parece, no veo ningún nombre perfecto, ni en la quina anterior ni en esta quina elaborada por la Corte Suprema. Pero si ella tiene un saber en ese sentido, me parece que sería un buen nombre.