“¿De dónde saca esa información? No sé en qué se afirman para decir que vamos a llegar nuevamente a los 8.000 casos”. Era martes y el ministro de Salud desmentía al coro de expertos que llevaba semanas alertando sobre el agravamiento de la pandemia.

Sociedades científicas, epidemiólogos y estadísticos coincidían en que las restricciones se habían levantado demasiado pronto tras la mortal segunda ola, y Chile iba de nuevo hacia otro peak de casos.

La alerta se transformó en alarma cuando el gobierno anunció intempestivamente un Pase de Movilidad que permite a las personas vacunadas saltarse las cuarentenas y realizar viajes interregionales entre comunas en Fase 2.

El pase es bienvenido para la salud mental, y ayuda a acelerar la vacunación, lo que logró en sus primeros días. Pero el consenso de los expertos es que la medida es prematura: implementarla en medio de una vertiginosa alza de casos es una receta para la catástrofe.

El pase cuenta “con la opinión positiva del consejo de expertos y de la Mesa Social Covid-19”, anunció el domingo pasado el Presidente Piñera. Pero los miembros de la mesa lo desmintieron.

El lunes, la versión de La Moneda cambió. “Lo vamos a discutir con ellos en esa instancia cuando corresponda y vamos a ver cuáles son sus críticas. Y hay una mesa técnica que podrá evaluar cuáles son las consideraciones”, dijo el ministro del Interior.

El Colegio Médico pidió las actas. La respuesta del Ministerio de Salud fue que “no existe un acto o resolución formal que constituya una instancia denominada “Mesa Covid-19” y fije sus integrantes, así como tampoco existen actas, expedientes, contratos o acuerdos de su trabajo”.

¿Cómo se toman las decisiones entonces? El jueves, Paris contestó que “las decisiones las tomamos nosotros con el Presidente. Él mismo va leyendo, comuna por comuna, los datos (…). ¿Por qué vamos a tener que traer expertos externos?”.

El domingo, el gobierno aseguraba que el pase se entregaría porque los expertos lo habían aprobado. El lunes, que les preguntaría “cuando corresponda”. El jueves, con el pase ya implementado, se preguntaba: “¿Qué expertos?”.

Todo esto da cuenta del completo descontrol de la gobernanza de la pandemia. Como en el Far West, se dispara primero y se pregunta después. Toda opinión crítica se recibe como un ataque personal. Y si la realidad contradice el discurso oficial, entonces peor para la realidad.

El martes, Paris había negado la proyección de 8.000 casos diarios. El jueves la cifra escaló a 8.117. “Yo lo vengo anunciando hace varios días. Yo pregunté solamente en qué se basaban para hacer el cálculo”, contestó el ministro.

El viernes, subieron a 8.680, la segunda cifra diaria más alta desde el inicio de la pandemia. “Tenemos que dejar un poco las cifras de lado”, fue la sorprendente respuesta de Paris. “Enfocarnos más en la gente que ingresa a la UCI, la cantidad de gente que fallece”. El problema es que esas cifras también son críticas: 185 muertos el jueves, 119 el viernes y 119 el sábado, con las UCIs copadas al 96% a nivel nacional.

“¿Por qué no le vamos a dar una cierta libertad a la gente para que salga? ¿O ustedes están en contra de la libertad?”, apunta el ministro. El viernes, el Hospital Clínico de la Universidad Católica cerraba su colapsada urgencia. Mientras, se producían aglomeraciones en los terminales de buses para usar el nuevo Pase de Movilidad, y unas dos mil personas esperaban entrar a la reapertura de Fantasilandia. “Prefiero que estén en un parque y no encerrados en una casa”, dice el ministro, que durante más de un año ha forzado a las personas, mediante extensas cuarentenas, a hacer precisamente eso: quedarse encerradas en casa.

¿Qué deben entender los ciudadanos de este caos de mensajes contradictorios? Este domingo, los padres sin pase en comunas en Fase 1 y 2 ¿deben quedarse con sus niños encerrados en casa, como los obliga el gobierno, o deben llevarlos a un parque, como les recomienda el mismo gobierno?

La clave de los países exitosos ha sido la trazabilidad. Pero esta sigue siendo caótica, con sistemas paralelos e ineficientes. “La Sinovac no es suficiente”, alerta el máster en salud pública Juan Carlos Said, quien advierte que la vacuna “ha resultado muy buena en reducir el número de hospitalizados, pero no muy efectiva en cortar la circulación del virus”. Por lo tanto, dice Said, “no será suficiente con vacunar al 80% de los adultos. Con Sinovac, la meta no puede ser otra que vacunar a todos los adultos y a los niños también, una vez que haya evidencia de seguridad en este grupo etario”.

“Esperamos obtener la inmunidad de rebaño antes de finales de junio”, decía en marzo el Presidente Piñera, uno de tantos anuncios desmentidos por la realidad. El doctor Gabriel Rada, director de Evidencia UC, aclara que ningún país ha recuperado la normalidad “en base a la vacunación como única medida”. El coordinador de camas críticas del Minsal clama por “trazabilidad, aislamiento y reducción fuerte de los contagios. No saco nada con aumentar las camas críticas si no hay una reducción de los contagios”.

Hasta ahora, las cuarentenas sin “pases verdes”, con todos sus nocivos efectos, eran el único remedio para bajar estas olas críticas. Y el ministro no parece tener otro medicamento en su botiquín, sólo frustración ante los porfiados hechos: “No es culpa del gobierno que el virus circule. ¿O usted piensa que nosotros lanzamos el virus porque el gobierno quiere que aumenten los casos?”.

El Pase de Movilidad “es un simple paso adelante en una mayor libertad que es necesaria”, dice La Moneda. Cómo no recordar esa célebre frase de Pinochet: “Estábamos al borde del abismo, y hemos dado un paso adelante”.

Con los oídos tapados a las críticas, la piel impermeable a los datos y los ojos cerrados a la realidad, el gobierno está dando ese paso.