Columna de Paula Escobar: Mientras, los malos comen cabritas
Hay un ejercicio de dinámicas de grupo que es ilustrativo del momento que vivimos. Lo recuerdo así: cada participante es asignado a una “tribu”, a la que deben darle características propias: lema, color, afinidades, etc. Luego, cada tribu debe competir por quién lidera a todas las tribus. La única herramienta permitida es la persuasión a través de la palabra. Si no hay acuerdo se destruyen todas las tribus. A pesar de ese potente incentivo a llegar a acuerdo, llegada la hora límite, a menudo ocurre que no lo hay. Los jugadores prefieren naufragar todos en vez de cederle algo a otro. Las lógicas de dominación predominan sobre las de cooperación (incluso sobre las del realismo y la sobrevivencia). Es angustiante ver que la miopía -o ceguera- de quienes quieren que su “tribu” gane se impone. Y que pierden todos.
¿No vemos esto en Chile, en versiones distintas, una y otra vez? Pasó con el cierre de las escuelas y jardines infantiles en pandemia. Gran parte de la oposición de entonces estuvo contra la reapertura, por la que el gobierno anterior estaba jugado, y con razón. El tema se politizó, se polarizó (izquierda: cierre; derecha: abrir) y era una decisión de sentido común, que era técnica, que era de criterio, acerca de qué era lo mejor para niños y niñas. ¿El resultado de la incapacidad de llegar a acuerdos razonables? Chile fue uno de los países con más semanas de cierre, el daño es gravísimo en salud mental y física, en pérdida de aprendizaje, en ausentismo y deserción escolar. En el largo plazo y en un escenario sin mitigación, equivaldría a una disminución de 5,5% del PIB hasta finales del siglo a raíz del perjuicio en el capital humano, según un reciente estudio del CEP.
La tribalización -¿trivialización?- hizo que los que pagaran la cuenta por la incapacidad de llegar a acuerdos fueron las y los más pequeños, los que no se pueden defender solos. Hoy, el elenco se invierte, pero la obra de teatro es la misma. Asalto a mano armada en un mall de La Reina a las 3 de la tarde. Se encuentra un brazo -sí, un brazo- en la calle. Un chofer de Uber es asesinado a tiros en el barrio Bellas Artes y sus tres pasajeros quedaron heridos. Eso pasó en esta semana, en donde además se ha discutido sobre si llegó o no a Chile la mara (pandilla) Salvatrucha, pero hay claridad de que sí está presente El Tren de Aragua. El gobierno propuso un “Compromiso Transversal de Seguridad”, porque las medidas a tomar son variadas, pero, más importante aún, hay que mostrar unidad del Estado de Chile completo para proteger a sus ciudadanos de la delincuencia, su preocupación número uno. Pero la oposición actual está en la misma lógica que antes encarnaron muchos de quienes hoy gobiernan respecto de los niños y las escuelas. No ceder nada a los adversarios políticos.
Primero, la oposición se salió de la mesa de seguridad a raíz de los polémicos indultos presidenciales. Discutibles en su elección, criticables en su timing, ya el tema está en el TC. ¿Por qué no dan vuelta la página y se preguntan lo obvio: salirse de la mesa en qué ayuda a combatir a los narcos, o a evitar que las terribles maras salvadoreñas lleguen a Chile, o a atrapar y castigar a mafiosos coyotes?
En nada.
No ven el juego que están jugando. Solo llegaron el senador Ossandón y el alcalde Codina a la presentación de este martes. Y luego se refocilan diciendo que las medidas son pocas; luego, que son “plagio” de ideas de ellos. ¿Todo era malo? ¿Nada valía la pena? Revientan los chats con argumentos contra la propuesta, pero su deber sería, más bien, mejorar lo que se les propone, ¿no?
Es como si el triunfo del Rechazo -del cual hábilmente se apropiaron- se les hubiera ido a la cabeza. Sin ver que este juego termina en la destrucción de todos si no hay acuerdo. O de todos los que creen en la democracia y el Estado de Derecho. Miren, si no, a Bukele en El Salvador: saltándose el respeto al Estado de Derecho y los derechos humanos, ha llevado el populismo penal a otro y aterrador nivel. Su popularidad sube como la espuma, pero de modo inversamente proporcional al estatus democrático de su país. En cambio -en una notable noticia de la semana- Chile tiene estatus de país plenamente democrático según el ranking de The Economist Intelligence Unit: mejoró su puntaje y es el único país en esa categoría en Latinoamérica, junto a Uruguay y Costa Rica. ¡Eso es un patrimonio que se debe cuidar!
La ministra Tohá, tratando de salvar una mesa coja, dio febrero para recibir mejoras a este compromiso. Ojalá el receso estival ayude a Chile Vamos a pensar en cuál es el juego y quién es su enemigo en materia de delincuencia y crimen.
Porque con esas tiradas de mantel no castigan al gobierno. Castigan a todo el país.
Mientras, los malos -narcos, pandillas, ladrones, asesinos- comen cabritas.
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