Más de un año lleva en su casa en Santiago el exembajador en Francia José Miguel Capdevila, sin que la Cancillería le haya asignado una tarea específica o nueva destinación.
Aunque sigue recibiendo mensualmente un sueldo cercano a los tres millones 900 mil pesos, las autoridades de la Cancillería optaron porque Capdevila -que suma 43 años de carrera profesional en el servicio exterior- no volviera al edificio José Miguel Carrera, sede de la diplomacia chilena, y se quedara en su casa sin hacer nada. Simplemente, lo dejaron “congelado”, sin darle tampoco una fecha de retorno, todo esto a raíz de un sumario en su contra por maltrato laboral que se ha extendido por más de 15 meses.
La inaudita situación que afecta al embajador Capdevila contrasta con la de otros diplomáticos que se han mantenido en sus funciones o se les han dado otras misiones, pese a estar sumariados por hechos de la misma naturaleza.
Entre el personal del servicio exterior chileno aún está fresco en la memoria el caso del embajador Camilo Sanhueza Bezanilla, quien en 2015, mientras se desempeñaba como ministro consejero de la embajada de Chile en Filipinas, fue denunciado por maltrato laboral por funcionarios de la delegación. Sanhueza se mantuvo en el cargo hasta 2018, cuando regresó a Santiago para asumir como jefe de la Dirección Antártica de la Cancillería, pese a que el sumario en su contra seguía abierto. En 2020 se le nombró embajador en Hungría, donde sigue hasta hoy.
También difiere del tratamiento que tuvo más recientemente el embajador Mathias Francke, quien sigue en funciones en Corea del Sur, pese al sumario que se abrió en su contra a raíz de la denuncia que presentó el ministro consejero Gustavo González, quien finalmente fue trasladado a la India, con el cargo de cónsul en Mumbai, para que ambos no siguieran trabajando juntos. O del caso de la embajadora Belén Sapag, quien asumió en marzo de 2021 la embajada en Austria y en julio del 2022 fue trasladada a Finlandia, luego de que funcionarios de la misión diplomática en Viena se quejaran de maltrato laboral.
Contrasta también con lo que ha sido la práctica de la Cancillería en los últimos años frente a sumarios por maltrato o acoso laboral, en los que el fiscal a cargo de la investigación no solicita la suspensión provisoria del denunciado. En el caso de Capdevila, nunca hubo una resolución que suspendiera sus funciones. En esos casos, lo usual es que el funcionario quede adscrito a la Subsecretaría de Relaciones Exteriores y se le asignen algunas tareas específicas a la espera del resultado del sumario.
Todo indica que ese iba a ser también el camino que había planeado seguir la Cancillería para salir del paso de las denuncias de mal clima laboral que comenzaron a levantar a fines de noviembre de 2022 dos de las 17 personas que desempeñaban labores en la embajada de Chile en Francia y la misión de la Unesco. Estas dieron motivo, en marzo del año pasado, para la apertura del sumario contra el embajador Capdevila, quien había sido asignado a tal país en julio de 2022 por el Presidente Gabriel Boric.
Diplomáticos chilenos que conocen bien este caso afirman que el 12 de mayo de 2023 -ad portas de la gira que iba a realizar a fines de julio de ese mismo año Boric a España, Bélgica, Suiza y Francia- la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Gloria de la Fuente, llamó a Capdevila y le anunció que el Mandatario había decidido sacarlo de Francia. A cambio le ofreció dos embajadas: Canadá o Marruecos. Capdevila aceptó Canadá. La Cancillería tenía previsto sacar de allí al embajador Raúl Fernández Daza para enviarlo de urgencia a París. Así, sería Fernández Daza y no Capdevila el que recibiría y acompañaría al Presidente Boric en sus actividades oficiales en tierras galas.
Capdevila alcanzó a enviar los enseres de su hogar desde París a Ottawa, incluso, matriculó a su hija en un colegio en la capital canadiense. Pero el traslado no se finiquitó.
Incomodidad y quejas
El enroque diseñado por la Cancillería fue un estrepitoso fracaso y puso a la diplomacia chilena en una situación vergonzosa frente a sus pares franceses y canadienses. Para los franceses resultaba a lo menos inadecuado que Chile sacara inesperadamente al jefe de la misión diplomática tan sólo 11 meses después de que presentara sus cartas credenciales ante el Presidente Emmanuel Macron.
Para los canadienses, el trueque resultó ser inaceptable. Por primera vez en la historia de las relaciones bilaterales, Canadá rechazó el nombre propuesto por “un país amigo”, exigiendo a la Cancillería chilena que enviara más antecedentes respecto del sumario que afectaba a Capdevila.
Los primeros días de junio del año pasado, poco después de que el Presidente Boric y el canciller Van Klaveren firmaran el decreto N° 101 que sellaba la salida de Capdevila de París, el diplomático envió un mensaje al jefe de gabinete de la subsecretaria Gloria de la Fuente, Víctor Abujatum, preguntando qué se sabía de Canadá, ya que se escuchaban rumores de que había ruido con su designación. “Quédate tranquilo”, le dijeron desde Santiago.
Los platos rotos de ese desaguisado diplomático aún los está pagando Capdevila, quien, según relatan diplomáticos chilenos que conocen la historia, terminó en el más absoluto ostracismo luego de encabezar una carrera diplomática que comenzó en 1981.
En su larga trayectoria, Capdevila se ha desempeñado en la embajada de Chile en Venezuela, entre 1992 y 1996 fue encargado de negocios de Chile ante la Federación de Chile en Serbia Montenegro, luego fue representante alterno en Ginebra ante los Organismos Internacionales para la Conferencia de Desarme, cónsul general en Mar del Plata desde 2000 al 2005, consejero político en la embajada de Chile en Argentina hasta el 2010, consejero en la embajada de Chile en Perú desde el 2011 al 2016, en pleno litigio con Lima por los límites marítimos. Luego asumió la embajada de Chile en Filipinas, tras lo cual fue nombrado director de América del Sur de la Cancillería.
En este último cargo, durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera, Capdevila fue designado como alto representante de Chile ante el Grupo Internacional de Contacto, que buscó una solución pacífica a la crisis política en Venezuela. También le correspondió negociar a mediados de 2021 la “hoja de ruta” con la que se normalizó y retomó la agenda bilateral entre Chile y Bolivia, tras las derrotas que sufrió el gobierno boliviano en La Haya, con sus demandas para obligar a Chile a negociar una salida soberana al mar y por el río Silala. Además, trabajó activamente en el equipo de la Cancillería que definió la tesis de la plataforma continental extendida y que ha permitido a Chile oponerse a las pretensiones argentinas sobre los mares australes y el territorio antártico.
A finales de julio de 2023, apenas llegó a Chile, Capdevila se presentó ante la subsecretaria De la Fuente. Como embajador adscrito quedaba a disposición de la subsecretaría. Pero no se le asignó una tarea.
Capdevila, afirman cercanos al diplomático, se quejó “por la falta de deferencia que habían tenido con él” y recriminó la desprolijidad con que la Cancillería había manejado el tema con Canadá.
Fuentes de Cancillería reconocen que en el último año, la subsecretaria de RR.EE. se ha reunido a lo menos en tres oportunidades con Capdevila, todas ellas a solicitud del propio embajador. Pero descartan tajantemente que se le haya ofrecido algún cargo y menos una nueva embajada, toda vez que no ha concluido el sumario.
En esas conversaciones, señalan fuentes del edificio José Miguel Carrera, Capdevila habría solicitado, además, tener más antecedentes del sumario y agilizar el proceso en su contra. Y que, si bien al embajador se le han proporcionado los antecedentes que requiere para llevar adelante su defensa, ha sido la presentación de recursos por parte de Capdevila la que ha incidido también en que el proceso se mantenga abierto.
Independiente de eso, en el último año la Cancillería ha procedido al reemplazo de ocho jefes de dirección y divisiones, entre ellas la de América del Sur, pero ninguna le fue ofrecida.
Tampoco se le ha mencionado como carta para alguna de las embajadas que han quedado disponibles.
En marzo pasado, el nuevo secretario de Política General de la Cancillería, Rodrigo Olsen, llamó a Capdevila para invitarlo a un café. Parecía que la suerte del embajador tendría un giro y que saldría del congelador.
No fue así. Olsen le habría comentado que en el piso 15 del edificio José Miguel Carrera, donde están los despachos del canciller y la subsecretaria de RR.EE., estaban pensando pedirle que hiciera algunos informes desde su casa.
Capdevila no aceptó la propuesta.
Dos fiscales
Para entonces, la segunda fiscal a cargo del sumario contra Capdevila, Carla Serazzi Chang, actual jefa de la División de Asuntos Multilaterales, ya había cerrado la investigación y propuesto aplicar como castigo una suspensión de tres meses al embajador. Serazzi se hizo cargo del proceso en agosto del año pasado, luego de que la primera fiscal del caso, Paula López Kirby, dejara el caso por no cumplir con las normas que establece el estatuto administrativo para llevar adelante un sumario en contra de un funcionario de mayor grado. La designación de Serazzi causó sorpresa en el Minrel, pues conoce directamente a una de las denunciantes de Capdevila, Paula González, con quien trabajó años atrás, cuando ambas coincidieron en Ginebra.
La fiscal Serazzi envió el 27 de noviembre de 2023 sus conclusiones a la subsecretaria de RR.EE., Gloria de la Fuente, quien dentro de sus facultades, y tras analizar los argumentos de los denunciantes y de la defensa, decidió el 15 de abril pasado reducir la sanción en un grado, por lo cual sólo se aplicaría un castigo económico al diplomático, equivalente al 20% de su sueldo por tres meses. Un castigo que Capdevila ya había cumplido de sobra durante el año que lleva “congelado” en su departamento de Santiago.
En abril pasado, Capdevila junto al abogado que lo representa en este caso, Sergio Mejías, presentó una apelación ante el canciller Alberto van Klaveren.
Su defensa refutó los cargos de discriminación arbitraria denunciados por Paula González, la primera secretaria de la embajada en París, quien se quejó de que el embajador no le entregó los elementos especiales que requería para trabajar debido a sus problemas de visión, señalando que sí se le dio un computador especial y que se colocaron señaléticas fluorescentes en escaleras y pasillos para facilitar sus labores y desplazamientos.
Asimismo, retrucó las denuncias por acoso laboral presentadas por la actual consejera de la embajada, Nazhla Abad, en contra del exembajador.
La defensa de Capdevila también criticó el hecho de que las fiscales a cargo del proceso sólo interrogaron a cinco de los 17 funcionarios que se desempeñan en la embajada. Por lo mismo, entregó cartas enviadas por parte del personal administrativo y diplomático que respaldaban el “comportamiento ejemplar” de Capdevila durante su gestión en París.
A casi dos meses de la apelación, el canciller Van Klaveren aún no ha dictado una resolución, por lo que el proceso del sumario sigue abierto y el embajador sigue “congelado”.