Le dijeron que una nueva toma se estaba instalando cerca del ex vertedero Lo Errázuriz, en Cerrillos. Era mediados de 2020, en uno de los momentos más difíciles de la pandemia. En esos días el artista Tomás Ives colaboraba con la comunidad Mariano Puga, en ollas comunes en la Villa Francia. Cuando llegó al sector de esta toma, no lo podía creer: las dimensiones de la ocupación superaban ampliamente sus referencias. “Era impresionante, era como una ciudad dentro de otra, caótica, laberíntica, y en ese minuto el 90 por ciento de las personas eran de origen haitiano y ni siquiera hablaban español. Fue súper impactante”, recuerda.

El terreno al que Ives había llegado medía alrededor de 40 hectáreas. Luego de que el basural cerrara en 1995, fue cercado y varios privados compraron lotes. Entre sus dueños había empresas como Copec, Goodyear, Arrip, Sociedad Nueva Cerrillos y la Explotadora Minera Cerrillos. El problema, señala la concejala PPD de la comuna, Orfilia Castro, es que el paño nunca fue apto para la construcción.

“Por lo tanto, solo quedaba hacer áreas verdes. A los propietarios de esos terrenos nunca les ha importado, porque no han podido sacar provecho o lucro del terreno. Entonces siempre estuvieron botados”, critica Castro.

En noviembre de 2019 se publicó una resolución consultada por Pablo Vidal, diputado de Nuevo Trato por ese distrito. En ese documento, y en entregas posteriores, se estableció que los únicos dueños ubicables eran Copec y Goodyear. Desde la Fiscalía Metropolitana Occidente señalan que no hay causas ingresadas por usurpación vigente, pero sí delitos asociados a disparos injustificados y fuegos artificiales.

Dibujar los barrios

En ese espacio en disputa Ives, un muralista, diseñador y creador de una obra visual habitada por imágenes de resonancias precolombinas, se vio desafiado: cómo involucrarse desde el arte con una situación social de enorme urgencia. Poco a poco tomó contacto con los dirigentes de la toma y comenzaron a ocuparse de problemas como los accesos o el suministro de agua. La toma crecía exponencial y vertiginosamente, sin planificación, y en unos meses, alrededor de noviembre, decidieron organizar el trazado.

-Tomamos fotografías aéreas con drones para identificar las avenidas centrales e ir construyendo lo que se transformaría luego en el mapa. Y lo curioso y lo bonito es que en ese proceso comenzaron a surgir liderazgos sectoriales, chilenos, colombianos, que van conformando esta pequeña ciudad.

El mapa identificó 11 sectores, cada uno con un distintivo y un color, del rojo al azul, amarillo, verde y naranja. A partir de este plano, cada sector se organizó con sus dirigentes y se armaron asambleas sectoriales. Las cuales además poseen nombres y escudos distintivos propios. La toma también ganó un nombre: Un nuevo amanecer.

Tomás Ives en la toma Foto: Rodrigo González

Este nombre se le ocurrió a Inés Fuentes (54), una de las dirigentes fundadoras: vivía de allegada en la población Oreste Plath, ubicada al frente de estos terrenos utilizados como vertedero ilegal. En julio de 2020 vio cómo llegaban familias y corrió a instalarse, en condiciones de mucha precariedad. Llegó sola, puesto que sus hijos ya tienen familia, buscando el sueño de la casa propia.

“Ahora estoy en mi casita que, a pesar de que no es terreno mío propio, siento que es como mío. Había mucha basura aquí. Yo limpié un pedacito para poner mi casita”, dice Fuentes.

Ella recuerda que conoció a Ives en el campamento, mientras él buscaba a alguien más en la toma. Fuentes se le acercó y le preguntó: “¿tú me diste el color naranjo?”.

Luego de que Ives asintiera, Fuentes lo recibió en su casa. Ella le comentó que era dirigente y desde ese momento han sido inseparables.

Pronto el artista fue designado secretario por los vecinos de la toma. La misma Fuentes afirma que ella le dio la idea. El trabajo de Ives consiste en llevar el acta de las decisiones de la asamblea, la agenda de los dirigentes, como también la fabricación y producción gráfica de todos los materiales que son requeridos por la toma.

Otra de las dirigentes, una mujer haitiana llamada Louna Farelus (31), quién llegó con su marido, sus dos hijos y dos hermanos desde la comuna de Lo Espejo, le expresó otra de las necesidades de los vecinos: identificar sus calles y que tuvieran nombre. De este modo, en conjunto con los líderes de cada sector, las calles comenzaron a ser bautizadas: Libertad, Esperanza, Salvador. El artista se encargaba de diseñar y producir los letreros y distribuirlos entre los vecinos.

“Cuando tú ya tienes calle, número y una toma con nombre, empiezas a vivir en un lugar que existe como comunidad y dentro de la ciudad. Si tú entras a Google Maps verás que tenemos casi todas las calles identificadas, por lo menos aquellas donde cabe un vehículo. Por lo tanto, en rigor uno podría pedir un Uber a la avenida 16 de Julio. Es difícil que llegue, pero existe”, comenta Ives.

La avenida 16 de Julio es la calle central de la toma y alude a un momento fundacional, cuando cientos de familias haitianas llegaron a instalarse en esos terrenos.

“Nadie puede criar una familia en esas condiciones. La opción para ellos fue irse a una toma y empezar una vida allá. Y nos llamó la atención que en el último catastro que se hizo a través de la Universidad de Chile, más del 95 por ciento de las personas declaraban estar mejor y más felices hoy de lo que estaban antes. Y pese a que no hay luz ni agua potable”, cuenta Tomás Ives.

Louna Farelus matiza eso. Recuerda que el 3 de enero pasado, cerca de siete casas fueron destruidas luego de un incendio que se originó presuntamente por un cable mal instalado. Los inviernos también son duros. Cuando llueve, dice la mujer, “uno queda como trancado” por el barro y el agua que llenan las calles y no permiten el movimiento de las personas fuera de sus hogares. Pese a esto, el concejal Luis Leiva (RD) señala que “el municipio ha hecho coordinaciones con empresas de servicios para proveer adecuadamente el tema de agua, electricidad y evitar las conexiones irregulares que también someten a la comunidad que vive alrededor para que no tengan problemas con estos servicios.”

Louna Farelus con uno de los murales Foto: Gentileza Tomás Ives

Los catastros, realizados dentro de la toma en los meses de noviembre y diciembre de 2021, arrojaron otros datos relevantes: más del 50 por ciento de los pobladores de Nuevo Amanecer son adultos entre 18 y 40 años, y un 33 por ciento son niños y niñas hasta 12 años. “Eso te da una perspectiva de que esta es una toma joven. La mayoría de las personas que viven allí son familias con uno o dos hijos y con algún integrante del grupo con trabajo”, indica Ives.

Pamela Santisteban (33), también dirigente de Un Nuevo Amanecer, ve esa diversidad todos los días: “Hay personas que vienen de comunas como Peñalolén, Quinta Normal, La Pintana, Santiago Centro. Y también de países como Haití, Perú, Argentina, República Dominicana, Colombia”.

Convertirse en arte

La historia de Nuevo Amanecer desembarcó en enero pasado en el Centro de Estudios Públicos (CEP), con sede en Providencia, a través de un mural realizado por el artista junto con los vecinos. La obra señala algunos hitos del campamento, rodeados de imágenes de pájaros. En este sentido, llegar al CEP fue una forma de visibilizarse y abrir la conversación, dice Ives:

“Nosotros planteamos la pregunta ¿Dónde estamos? Es una invitación a una reflexión como país. Es también una pregunta georeferencial: estamos en Cerrillos, en un ex vertedero, junto a la ruta 68. También es una invitación a la reflexión de los mismos pobladores, a preguntarse en qué momento de la historia estamos, qué estamos construyendo y hacia dónde vamos”.

La imagen central del mural es de una niña que intentó cruzar con su familia a Estados Unidos, pero fueron detenidos, encerrados en una cárcel en Texas y deportados a Puerto Príncipe, en Haití. “Pero ella es chilena”, afirma el artista.

Esa parte del mural Ives la hizo en la entrada de la casa de Inés Fuentes. La dirigenta asistió al evento organizado por el CEP donde se exhibió esa obra. También pudo dar testimonio de lo ocurre en la toma. En el mural se encuentran dibujados, en fondo negro y por partes, la cronología de la llegada de las familias y dirigentes del campamento, con las historias particulares de cada uno. En la obra se van narrando de dónde vienen y en qué situación estaban cuando se asentaron en 2020, culminando con la creación de las calles y la bandera. Junto con esto, también se encuentran las insignias de cada uno de los sectores de la toma, con sus respectivos colores: un ave negra con detalles rojos, amarillos y blancos.

Recientemente el portón fue devuelto a Inés Fuentes. Hoy, dice, lo luce con orgullo: “Tomás transparentó un poco lo que nosotros somos: personas esforzadas que aún sueñan con tener una casa propia”.

Inés Fuentes con el mural Gentileza: Tomás Ives