Eloy Varas Sáez (39 años), el líder intelectual y material del “Robo del Siglo”, le pidió encarecidamente a su esposa, Rosa Molina, que dejara que sus hijos menores lo acompañaran a Pucón. Se le escuchaba paranoico y exaltado. Su plan era refugiarse en una casa camino al volcán Villarrica, una zona donde incluso llegó a cotizar terrenos. Sus hijos finalmente viajaron al sur y lo acompañaron alrededor de un mes. Eloy Varas quería pasar más tiempo con ellos, acaso sospechando que la Policía de Investigaciones estaba cerca.
El operativo “Sagrada Familia” fue ejecutado por la Brigada Investigadora de Robos Metropolitana Occidente de la PDI en varios puntos del país. De forma simultánea, la madrugada del 5 de mayo, detuvieron a seis personas, todas involucradas en el robo de $ 13.100 millones en divisas desde una de las bodegas del Aeropuerto Arturo Merino Benítez, ocurrido el 9 de marzo pasado.
En San Clemente, a Ariel García Garrido le incautaron en su casa una pistola calibre 40, un revólver y un rifle a postones; una maleta con ropa y accesorios de etiquetas; un televisor de 28 pulgadas y 18 celulares de distintas compañías.
En Pudahuel, al “Juan Pistola” (apodo de Juan González Plaza) lo detuvieron con una credencial que lo acreditaba como trabajador de una empresa que opera en el aeropuerto y una pistola Taurus dentro de un cajón en la pieza de su hija.
En Providencia se encontraron $ 3 millones de pesos en efectivo en el departamento de la hija de Roberto Bilbao Peñaloza, quien declaró que su padre le pidió pasar la cuarentena en el lugar, pero que luego se había ido por la mala relación que tenían. Lo único que había dicho era que cuidara una bolsa azul sin decirle qué había en su interior.
Pero de todos ellos, “el Guatón Eloy” era el objetivo más importante y también el más escurridizo. Al líder de la banda lo siguieron por casi 500 kilómetros de sur a norte. Desde Villarrica hasta Lo Valdivia, un sector cercano al pueblo de Sagrada Familia, en la Región del Maule. Iba en una camioneta Dodge Ram, con su esposa y dos de sus hijos. Cuando se dio cuenta que lo seguían, realizó un par de maniobras que despistaron a los detectives. Gracias a eso pudo dejar el vehículo y a los menores en un lugar desconocido. Después siguió a pie junto a Rosa Molina, su esposa.
Finalmente, lo detuvieron a las 23:23 h. Estaba escondido a la orilla del camino, entre matorrales y un cerco de alambres de púas.
-¿Son policías? ¿Son policías? -gritó poco antes de ser capturado.
Cuando los detectives se identificaron, Eloy sintió alivio. Testigos cuentan que se manifestó casi “agradecido” al ser encontrado por la PDI y no por miembros de bandas rivales. “Tenía miedo que le pudieran hacer algo a mi familia, pero yo sabía que esto iba a pasar... Tarde o temprano”, les confesó. De inmediato lo trasladaron de vuelta a Santiago. Se acababan así sus 65 días como prófugo de la justicia.
El fiscal Eduardo Baeza -quien ha resuelto tres hurtos millonarios en el aeropuerto de Pudahuel- lleva la investigación del caso que ha sido bautizado como el “Nuevo Robo del Siglo”. En total, se hicieron allanamientos a 21 domicilios, y se recuperaron cerca de $ 100 millones. Los seis sospechosos fueron formalizados y enviados a la Cárcel de Alta Seguridad, aunque aún quedan muchos cabos por atar.
El golpe
Uno de los elementos que llamaron la atención de los investigadores fue la buena planificación del robo. Los integrantes de la banda se dedicaron a estudiar el comportamiento de los trabajadores de la empresa para saber cuál era el momento justo de actuar. Incluso tuvieron tiempo para realizar un simulacro con el fin de estudiar los ángulos de las cámaras. La operación fue un éxito calculado. El atraco no duró más de cinco minutos y no hubo heridos graves.
La cabeza de la operación fue Eloy Varas Sáez, conocido en Lo Prado por su amplio prontuario policial. Nacido en Mendoza, pero con doble nacionalidad, empezó su carrera delictual muy joven, por lo que se convirtió en un criminal avezado. Su certificado de antecedentes, al que La Tercera tuvo acceso, consta de tres páginas y detalla cargos por robo con intimidación, homicidio y quebrantamiento de condena.
El 14 de abril del 2004 fue sentenciado a la cárcel por un robo con violencia. Después, el 17 de abril del 2008, cometió uno de sus mayores golpes: desde la cárcel de Colina II coordinó una banda de seis personas que interceptó un camión de la empresa Olidata en medio de la Autopista del Sol. Robaron varios computadores con un valor total de $ 200 millones. “El Guatón” contactó dentro del penal a un trabajador de la empresa que conocía los horarios de salida del vehículo desde las bodegas y las comunas que atravesaba. Además, le dijo que no tenía GPS para rastrear la ruta. En su defensa, Eloy aseguró que no tenía nada que ver y que miembros de bandas rivales lo estaban inculpando. El Quinto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago lo condenó a cinco años y un día que fueron sumados a su pena anterior.
En 2015 tomó la decisión de salir del país, posiblemente por su voluminoso prontuario. Viajó a Europa, donde debutó como lanza internacional, especializado en el robo de casas. Dos años más tarde fue detenido en una cárcel en Stuttgart, Alemania, por homicidio. La justicia chilena pidió su extradición por su presunta participación en un ajuste de cuentas en una discoteca de Santiago. La causa no prosperó y quedó en libertad. A partir de entonces, se le perdió la pista.
Eloy Varas pensaba que el robo de una alta suma de dinero desde el aeropuerto podía ser una suerte de jubilación. Para esto, urdió un detallado plan y organizó una banda con hombres de confianza, que formaban parte de su familia o que conocía desde sus tiempos en la cárcel.
Entre sus integrantes estaban Eliazar Parra, Danilo Leyton Palma y Roberto Bilbao, quienes formaban parte de la banda de un antiguo compañero de delitos y amigos de Eloy Varas. Otro lote está formado por Juan González y Giuliano Donoso, a quienes conocía desde el 2014, porque habían coincidido en Colina II. Y de su núcleo más cercano, “el Guatón Eloy” reclutó a Ariel García, pareja de su hermanastra, y a David Candia, quien era su amigo.
Walter Lizana, otro de los detenidos, era agente de aduanas en el aeropuerto. Cuando declaró ante la PDI, dijo que conocía a Eloy Varas desde que ambos eran niños, que había organizado una fiesta en su casa la segunda semana de febrero y que entonces conversaron: “Se me acercó para realizarme distintas preguntas relacionadas a mi trabajo, explicándome que tenía la intención de importar productos desde el extranjero, por lo que necesitaba conocer el funcionamiento que existía en el interior de las bodegas donde se recepcionan los productos ingresados al país (...) También me preguntó cómo es el movimiento y otras medidas de seguridad. Por esa información él me señaló que me llegarían unas ‘luquitas’”.
El sujeto aseguró que nunca le pagaron nada y que no le dio demasiada importancia a lo que le había dicho, “sabiendo que él era un reconocido delincuente”.
La información fue importante para la banda. Eloy Varas se encargó personalmente de infiltrarse en el aeropuerto, utilizando una chaqueta de la empresa Aerosan, para observar todo con detalle. No se molestó en tratar de pasar desapercibido. Quienes interactuaron con él señalan que saludó de manera normal, como si fuera un trabajador con años de experiencia en el rubro. Incluso entabló una suerte de amistad con uno de los sujetos. Varias cámaras de seguridad lo sitúan ahí semanas antes del robo.
El 28 de febrero fue clave para la operación. Ese día, un camión de transporte de valores llegó a la empresa Aerosan para dejar una importante cantidad de dinero (casi equivalente a la cifra que sería robada). Eloy Varas, Danilo Leyton y David Carreño observaron el comportamiento de los trabajadores de la empresa Aerosan al recibir la encomienda. Así determinaron las medidas específicas de seguridad que tendrían que sortear. Fue una especie de simulacro.
El plan ideado por Eloy y aprobado por toda la banda incluía las rutas que utilizarían para entrar y salir del aeropuerto, las casas de seguridad para el recambio de vehículos y la distribución del dinero.
Finalmente, el golpe se materializó el 9 de marzo a las 12:30 h. Los siete miembros de la banda entraron a las bodegas del aeropuerto disfrazados de empleados de la empresa de envíos DHL. Se dirigieron al lugar de carga y amenazaron a tres trabajadores. Actuaron rápido; no tardaron más de cinco minutos para robar un total de $ 13.100 millones, divididos en pesos chilenos, dólares y euros, uno de los botines más grandes en la historia de Chile. Huyeron en dos vehículos que luego abandonarían para escapar.
Inolvidable
Cuarenta minutos después, el fiscal jefe de Pudahuel, Eduardo Baeza, y el comisario de la PDI, Iván Córdova, llegaron al aeropuerto. Lo primero que hicieron fue revisar las cámaras de seguridad y, en particular, de una zona que les llamó la atención en las bodegas. El detective, quien hace años trabaja en la Brigada de Robos de la Zona Occidente, reconoció de inmediato al hombre que aparecía en las imágenes. “Es el Guatón Eloy”, comentó. La última vez que había escuchado de él había sido en la investigación por un ajuste de cuentas, en 2015.
Los trabajadores de la empresa también identificaron de inmediato las imágenes de Eloy Varas como el hombre que días antes los había saludado sin levantar mayores sospechas. Su altura, pelo corto y evidente sobrepeso lo hacían inolvidable.
La fiscalía no lo detuvo de inmediato porque tenían la idea de encontrar primero el dinero y al resto de los integrantes de la banda. Además, “el Guatón” estaba herméticamente escondido. Se presume que pasó entre sus cinco domicilios registrados en la Región Metropolitana y luego en la casa de Pucón, propiedad de una de sus hijastras.
Además de ser quien planificó, Eloy Varas aceptó ser la “punta de lanza” del robo. Fue quien sacrificó su rostro e identificación para que el resto pudiera llevarse el millonario botín. La policía presume que siempre supo que sería detenido. Había dejado demasiados rastros. Lo importante era esconder bien el dinero, pensar en el futuro.
De esto da cuenta una conversación telefónica interceptada por la PDI entre la hijastra y la esposa de Eloy pocos días después del robo; cuando por televisión se conocieron las imágenes de las cámaras de seguridad. “Déjate, si lo van a pillar igual, si ya está grabado”, se dijeron. Esa fue la primera señal de que el líder de la banda podía estar fuera de la Región Metropolitana.
La segunda señal vino de otra llamada. Esta vez entre la hermana de Eloy y su pareja, Ariel García. “El otro loco se llevó a toda su familia y yo aquí, me tení terrible tirá”, le dijo la mujer. Además, en la misma conversación le dijo que se sentía usada. “Gracias a mí conociste a esos locos, llegaste a donde llegaste, por mí soi lo que soi ahora”.
Tras el robo, Eloy le compró una camioneta Mazda a su madre y organizó varios asados. La PDI utilizó geolocalización para determinar que estaba en Pucón. Al mismo tiempo, otros miembros de la banda se dedicaron a pagar cirugías estéticas y a ver cómo podían enviar dinero al extranjero; particularmente a Perú, una arista que se está investigando.
Fuentes conocedoras del caso apuntan a que delincuentes como Eloy, acostumbrados a ingresar y salir de la cárcel de manera constante, están dispuestos a pasar varios años privados de libertad si eso significa mantener el botín intacto. Hasta el momento, quedan tres prófugos y solo se han recuperado $ 100 millones, una parte mínima del dinero que la banda sustrajo del aeropuerto. Por eso, la investigación avanza ahora en esa dirección, en busca de la plata. Mientras no aparezca, “el Guatón Eloy” aún mantendrá una cabeza de ventaja.