Ignacio Walker: “Me complace que el Frente Amplio venga de vuelta de su lectura refundacional”
Cree que el gobierno abandonó el ímpetu refundacional y que hoy tiene un sello socialdemócrata. Por eso, dice Walker, Chile Vamos debe abrirse a los acuerdos e inaugurar un nuevo tono de colaboración.
“Réquiem por el Chile del Estallido Social” se llama el libro que acaba de publicar Ignacio Walker y que será presentado por la ministra Carolina Tohá y el exministro del Interior Gonzalo Blumel.
Lo que plantea el expresidente de la Democracia Cristiana (ya no es militante) es que los últimos 4 años –que incluyen estallido social y dos procesos constitucionales fracasados– han permitido instalar algunas certezas y dejar atrás la pulsión por los cambios estructurales.
“Superada la etapa de las quimeras, con estos modelos refundacionales o estas involuciones ultraconservadoras, podemos decir que estos años no han sido una pérdida de tiempo. Hemos aprendido muchísimo”, afirma.
¿Qué aprendimos?
La gran lección de estos cuatro años es que el camino de la democracia es la reforma y no la refundación. El próximo paso es entender la necesidad de retomar la vieja ruta de los acuerdos y construir mayorías parlamentarias para avanzar.
¿Y ve ánimo o voluntad para volver a los acuerdos?
¿Y qué alternativas tenemos? ¿Seguir a caballazos? Porque si cualquier acuerdo va a ser visto como una transacción, o como sinónimo de traición, estamos liquidados. Chile somos todos y para progresar hay que ponerse de acuerdo en cuestiones básicas, elementales. Eso exige salir de las trincheras.
La mala lectura
Para usted el estallido social se explica por el proceso de modernización que vivió el país. Pero hay muchas otras lecturas…
Para la derecha, el estallido social era una tema de orden público. Y para la izquierda era un cambio de modelo, de refundación. Discrepo de ambos. Mi tesis es que el estallido fue una versión extrema de las tensiones y contradicciones que provocó un acelerado proceso de modernización y desarrollo en el país. En la superficie había una protesta contra los abusos y privilegios de las élites. Pero si uno hurga en el fondo, está la modernización.
¿No lo había avizorado Michelle Bachelet en su segundo gobierno? Ella tuvo una cierta intuición de que se requerían cambios más profundos. ¿La desoyeron? Ud. fue presidente de la DC en esa época.
La intuición fue correcta. Se requería una etapa de profundización, de hacerse cargo de las desigualdades. El problema es que eso se confundió con una crítica al modelo. Tanto en la Concertación como en la propia Presidenta Bachelet se instaló la idea bastante peregrina e infundada de que Chile debía caminar hacia un nuevo modelo de desarrollo. Y ese fue un gran error.
¿Lo que algunos llamarían después “un mal diagnóstico”?
Claro. Había una intuición correcta: era necesaria una reforma educacional, tributaria, pero la lectura fue equivocada. Cuando Bachelet vuelve de Nueva York llega con esta idea del cambio de modelo, y en nuestro mundo empezó a surgir la dinámica de empezar a renegar de los 20 años de la Concertación.
¿Bachelet fue la semilla de la crítica de los 30 años?
Ella fue la cuarta Presidenta de la Concertación y su primer gobierno fue muy exitoso. La pregunta que hay que hacerse es por qué Bachelet I terminó con un 82% de popularidad y Bachelet II con un 38% de popularidad.
¿Qué explicación da usted?
Mi explicación es que nos pasamos tres pueblos. No en la intuición de introducir mayores elementos de equidad, sino que en esa monserga del cambio del modelo. Como si lo que hubiésemos hecho durante esos 20 años hubiese consistido solo en administrar el modelo neoliberal heredado de la dictadura.
¿Y no?
Por supuesto que no. Nosotros introdujimos cambios muy importantes en el llamado modelo. El éxito de la Concertación fue plantear una estrategia de desarrollo y pensar a Chile en el mediano y largo plazo. Eso se fue abandonando con Bachelet II y con Piñera II. Con esta alternancia en el poder dejamos de pensar el país estratégicamente.
Entonces, a su juicio, ¿todo arranca con esa mala lectura?
Así es. El error de base fue introducir la tesis del cambio de modelo. Fue una lectura equivocada, pero que se consolida con la irrupción del Frente Amplio, como una fuerza social y política. Y hoy, en la historia corta, ¿cuál es el cambio del modelo del Frente Amplio?
¿Usted cree que no funcionó?
Por suerte, en la práctica se han convertido en un gobierno reformista y socialdemócrata. La hegemonía la ejerce el Socialismo Democrático porque la lectura de Apruebo Dignidad estaba completamente desfasada del país real.
¿Es tan claro que el gobierno es socialdemócrata?
Recordemos al Gabriel Boric de la primera vuelta. Con ese programa perdió. Y para ganar asumió a cabalidad el programa propuesto por Roberto Zahler, Andrea Repetto y Eduardo Engel. O sea, Boric le puso el timbre a un programa de pura cepa reformista, socialdemócrata, concertacionista. Él sabía que su programa refundacional no tenía ninguna posibilidad. Es una muestra de que Boric es un tremendo líder.
¿Por qué?
Porque tiene la capacidad de entender los contextos del país. Lo mostró ahí, cuando hizo el giro copernicano en 180 grados en la segunda vuelta. Algunos dicen que es oportunismo. Otros hablan de traición de sus principios. Nada de eso es verdad. Es un gran político.
¿Es un gran político porque terminó siendo un socialdemócrata?
Boric es el líder del Frente Amplio. De eso no hay dudas, pero él fue rápido en entender que el ímpetu refundacional no representaba a las mayorías. Ese fue un país imaginario, como diría Nicanor Parra. Solo existía en las lecturas de Chantal Mouffe, de Ernesto Laclau…
¿Da por hecho que el Frente Amplio giró de su programa inicial?
No cabe ninguna duda. Y me complace que esta nueva generación venga de vuelta de su lectura refundacional.
La dupla PS-PC
Si Boric es el líder del Frente Amplio, pero usted dice que se impuso la socialdemocracia, ¿quién está gobernando hoy día?
Yo creo que lo que sostiene a este gobierno es el entendimiento PS-PC. Esos son los partidos que sostienen la estantería.
¿Lo dice por la presencia de sus ministros?
Es más que eso. Carolina Tohá es la jefa política del gabinete, y es PPD. El jefe económico es Mario Marcel, socialista. O sea, el Socialismo Democrático se tomó la conducción del gobierno y Boric le dio el pase.
¿Y el PC?
Las caras visibles del PC en el gobierno son Camila Vallejo, Jeanette Jara y Nicolás Cataldo. Entonces, la gobernabilidad de Boric depende del buen entendimiento entre el PS y el PC.
¿Da por derrotada a la generación del FA?
El Frente Amplio ha fracasado como proyecto político, pero no necesariamente como generación. Lo que todos vemos es que el peso de la gobernabilidad la tienen los partidos históricos. Mi tesis es que la forma en que estamos superando la vía insurreccional que se planteó el 18 de octubre del 2019 es con los recursos políticos e institucionales de 200 años de historia. Cuando Boric dice: “Estamos parados sobre hombros de gigantes”, está diciendo que no podemos desentendernos de nuestra historia.
Los acuerdos
Usted dice que la gran lección es volver a la política de los acuerdos. Pero la derecha considera que el gobierno no suelta prenda. Y el oficialismo afirma que la derecha es intransigente…
La derecha piensa que el gobierno está en el suelo. Cuando uno conversa con ellos, te dicen: “¿Y para qué le vamos a estar dando agüita?” O “mira cómo nos trataron con Piñera”. Y en eso tienen razón. Efectivamente, fue una izquierda que les negó la sal y el agua. Pero ¿vamos a seguir sumando venganzas, cuentas por cobrar?
¿Y el gobierno está en el suelo?
Ni Chile se está cayendo a pedazos ni el gobierno está en el suelo. Aquí tenemos un gobierno de izquierda que en el primer año y medio hizo un ajuste económico notable y redujo la inflación del 13 al 4%. O sea, este gobierno hablaba de una reforma tributaria, después habló de un pacto fiscal y ahora de una agenda pro-crecimiento.
¿Usted dice que ya ha renunciado bastante?
Pensemos en Mario Marcel. Eliminó el impuesto al patrimonio a los superricos. Desistió del impuesto a las utilidades retenidas. Arregló el tema del Royalty. ¿Qué más queremos? ¿Que además se arrodille y pida perdón? Yo siento que la derecha está jugando con fuego y en una apuesta que da cuenta de una gran ceguera política.
¿Cuál?
Pretender que el gobierno de Boric, de Apruebo Dignidad, adopte como propia su agenda programática. Así no llegamos a ninguna parte.
¿El problema está más en la derecha que en la izquierda?
Absolutamente. Este es un gobierno socialdemócrata y reformista. Tiene un conductor que se llama Gabriel Boric y el eje de la gobernabilidad la tienen el PS y el PC. Punto. Lo demás es ruido. Y al frente vemos a la derecha de Chile Vamos que entró en crisis de pánico con la oleada republicana. Como se ven cuestionados desde la derecha más dura, se inhiben en su afán de buscar acuerdos con el gobierno porque se vería visto como un gran acto de traición.
¿Parecido a lo que le pasaba en la izquierda?
Claro, pero Chile Vamos tiene que mostrar capacidad de buscar acuerdos con un gobierno que ya abandonó su ímpetu refundacional.
¿Qué gana Chile Vamos al negociar con el gobierno?
La centroderecha debe calcular bien. Salvo que Chile Vamos quiera entregarse a los brazos a José Antonio Kast, tiene que mostrar un camino. La centroizquierda y la centroderecha tienen que retomar una lógica de cooperación. Si no vamos a seguir marcando el camino hacia una nueva mediocridad. ¿Eso es lo que queremos?
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