Fue una sorpresa de resonancias sísmicas. La elección de convencionales constituyentes, en mayo de 2021, removió las placas del sistema político: los partidos, en especial los partidos de la transición, recibieron una derrota histórica ante los candidatos independientes. En total, los convencionales sin militancia -en listas propias o al alero de conglomerados- alcanzaron el 64% de la Convención. La sorpresa se acentuó al comprobar que los triunfadores provenían mayoritariamente de la ciudadanía. “No eran personas con experiencia política y eso fue muy valorado en ese momento”, recuerda Pamela Figueroa, del Observatorio Nueva Constitución.
La Lista del Pueblo e Independientes No Neutrales fueron dos de las listas triunfadoras, especialmente la primera. Con 27 convencionales electos y más de un millón de votos, la Lista del Pueblo recogía el espíritu contestatario del estallido social y se definía como “un movimiento ciudadano autoconvocado e independiente”. Pero su éxito se diluyó con las disputas de poder y la revelación del fraude de Rodrigo Rojas Vade.
Isabel Aninat, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez, destaca que la regla que permitió la participación de listas de independientes fue exitosa, pero tuvo costos importantes.
-Dentro de todos los resultados de la elección, quienes fueron más exitosos fueron los independientes en todas sus condiciones. Pero eso tuvo un costo y fue fragmentar la Convención -dice.
A ello se sumó la incertidumbre: los independientes llegaron al ex Congreso Nacional con agenda propia y algunos con poca disposición de negociar políticamente. Así lo subraya Pamela Figueroa:
-Los independientes llevaron sus propuestas asociadas a grupos de identidades, de territorios. Y el comportamiento que tuvieron en la Convención era poco predecible para los partidos. De hecho, la lista de independientes más importante, la Lista del Pueblo, al terminar la Convención ya no existía como tal.
Hoy, ante un eventual triunfo del Rechazo, la discusión vuelve a girar en torno a los independientes: en el caso de que se escoja una nueva Convención, ¿qué lugar debería asignarse a los independientes?
Desde el Partido Socialista a la UDI parece haber cierto consenso : llevar listas de independientes probablemente fue uno de los errores del proceso. De ese modo lo expresó Paulina Vodanovic, presidenta del PS.
El lunes pasado, el PPD dio a conocer un bosquejo para una nueva Convención: más pequeña, de 100 convencionales, sin listas de independientes, los que deberían postular en listas de partidos, y con escaños para pueblos indígenas proporcionales a la votación obtenida. Pero aún no hay acuerdo. Desde el PC, Guillermo Teillier consideró que dejar fuera a los independientes “es una maniobra bastante peligrosa”.
Gabriel Negretto, académico de la UC, piensa que de ganar el Rechazo, los partidos del Apruebo deben evaluar qué fue lo que perjudicó el proceso. En principio, las críticas a los independientes tendrían sentido.
-Creo que sí hay un punto en cuanto a que la mayoría de los independientes en la Convención dificultó enormemente forjar acuerdos, llegar a acuerdos coherentes y mantener esos acuerdos en el tiempo. Entonces me parece que sería lógico intentar un proceso que reduzca la presencia de independientes. Ahora, ¿eso va a tener suficiente aceptación? Ahí se abre un signo de interrogación.
Asumir costos
La politóloga Claudia Heiss, académica de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Chile, mira este debate con cierta distancia. Autora del ensayo Por qué necesitamos una nueva Constitución, Heiss cree que una de las condiciones estructurales que les abrieron las puertas a los independientes en la Convención está vigente: la pérdida de legitimidad de los partidos políticos.
-Los independientes eran inevitables en la crisis que estábamos, con una situación de violencia extrema. En ese escenario, decir que el Congreso y los partidos iban a elaborar una nueva Constitución no era suficiente. Según la encuesta CEP de 2019, el 2% de la población confiaba en los partidos. Y esto fue lo que forzó la regla sobre los independientes, la paridad de género y los escaños reservados. Hoy sigue habiendo un rechazo a los partidos.
Como cientista política, Heiss es defensora de los partidos, pero cree que se ha hecho un juicio desmesurado hacia los independientes en la Convención.
-Si tú piensas en cómo funciona el Congreso Nacional, en las cosas que dicen los parlamentarios, no es razonable esperar que la Convención fuera un Senado de hombres sabios y ponderados. La Convención era como es la sociedad chilena, con gente peleadora, con gente que no sabe mucho y con otra que sí sabe. Y creo que dentro de todo, tuvimos una Convención que fue representativa, que fue muy diversa y que logró sacar un texto razonable. Lo han dicho constitucionalistas internacionales, que la evalúan como un texto que no es radical, que es moderno y que resuelve de buena manera los problemas que tiene el país.
Gabriel Negretto concuerda con su análisis: piensa que la participación de independientes le otorgó legitimidad a la Convención, y cree que los partidos aún provocan desconfianza en la ciudadanía.
-Si el Rechazo llega a ganar -dice Negretto- significa que la desconfianza también se trasladó a los independientes, lo cual no necesariamente redunda en beneficio de los partidos. Puede ser que simplemente agrave la decepción de la ciudadanía en general con respecto a la representación.
Pensar que en una nueva Convención no podrían participar independientes sería un error, opina Isabel Aninat. Pero su participación debería acotarse al alero de los partidos, piensa.
-Por su propia naturaleza, las listas de independientes son estructuras que cuesta poner de acuerdo en una Convención o en un área en que los debates son múltiples. Porque los independientes, en general, representan dos o tres temas. Pero como se demostró en la Convención, las materias que cubre una Constitución son muchas y muy variadas. Eso exige, en el fondo, agrupaciones, y esos son los partidos, que pueden ser intermediarias de múltiples intereses -dice.
Isabel Aninat agrega que no hay sistemas electorales perfectos y todos suponen ordenar prioridades:
-Todas las reglas electorales tienen costos. Y, en el fondo, eso significa asumir cuáles son aquellos costos que uno quiere pagar y cuáles son aquellas zonas donde poder reforzar. Mi convicción es que hay que reforzar los partidos.
Una conclusión similar comparte Pamela Figueroa. La académica de la Usach dice que la Convención perdió confianza debido a su conflictividad, y en la medida en que era incapaz de lograr grandes acuerdos.
-Creo que al final se recibió esta idea de que los partidos políticos son organizaciones que ayudan a lograr a acuerdos. Es importante sí que los partidos políticos tienen que entender que la ciudadanía lo que pide es más transparencia y más democratización de la toma de decisiones. Y en la medida en que incorporen más visiones de la sociedad, que incorporen independientes, eso puede favorecer la evaluación de la ciudadanía.
¿El huevo o la gallina?
Con un triunfo del Rechazo, ¿los partidos recobran la confianza perdida? Claudia Heiss no lo cree así. Para ella, una de las razones de la crisis se relaciona con la falta de arraigo social de los partidos políticos.
-Necesitamos partidos políticos que tengan base social. Creo que una modificación sustantiva del sistema político que genere más inclusión y que desconcentre el poder es la única manera de regenerar un sistema político viable, que no se desborde en movimientos sociales y en expresiones antisistémicas. Cuando el sistema no funciona, adquiere fuerza la presión antisistémica. Y eso es lo que estamos viendo hoy. Entonces, que el sistema vuelva a funcionar como antes no va a resolver la crisis -dice.
Por mucho que el sistema político busque ahora recuperar protagonismo, el proceso no es tan inmediato, complementa Negretto.
-Aquí hay un poquito de pensamiento deseoso -afirma-. Se está pensando ahora sí vamos a rescatar a los partidos, pero no se van a rescatar por un acto de magia. Los partidos recuperaron cierto protagonismo en la elección legislativa del 21, pero eso comparado con el colapso en la elección de la Convención… También hay que ver qué va a pensar la ciudadanía de todo este proceso, que va a ser mucho más maniatado, controlado por una comisión más pequeña, supongo. Me costaría creer que pudiera ser un proceso que logre tener el mismo tipo de legitimidad que tuvo el anterior.
Para Isabel Aninat, las dudas se disipan en torno a un objetivo mayor y de más largo plazo: fortalecer la democracia.
-Yo estoy firmemente convencida de que la democracia para que funcione tiene que tener partidos fuertes. ¿Vamos a lograr partidos más fuertes creando reglas que debiliten a los partidos? Yo creo que no, y creo que hay que pagar el costo de lo que significa fortalecer a los partidos mediante, por ejemplo, no permitir listas de independientes. Es una decisión impopular, pero la pregunta es ¿el huevo o la gallina? Y esto, en el fondo, es darles más responsabilidad a los partidos y más exigencias también.
Criterios comunes
Claudia Heiss apunta que los partidos hoy son estructuras elitizadas y defiende que la nueva Constitución incorpora instituciones que abren el acceso al poder: “Descentralizan, desconcentran, incluyen grupos excluidos”. De todos modos, si se forma una nueva Convención, cree que no pueden omitirse los independientes.
-Para la gobernabilidad y para que funcione mejor la negociación, es más fácil sin independientes. Pero volveríamos al problema de legitimidad que está al inicio de toda esta crisis, que es que los partidos que han estado en el poder no han hecho las reformas que se están demandando hoy.
¿De qué forma integrar a los independientes? Isabel Aninat piensa que debe ser en listas de partidos. También lo suscribe Pamela Figueroa:
-Me parece que es un mecanismo democrático de representación a los partidos políticos y también a los independientes, y pueden generar una opción más clara de cuáles son sus posiciones, porque eso también ayuda al diálogo y la deliberación. También es una manera de fortalecer a los partidos políticos que es necesario para fortalecer la democracia.
Si el sistema electoral que escogió a la Convención fue distrital, una alternativa es optar por un distrito nacional. Ese diseño ayudaría a filtrar las participación de independientes, dice Gabriel Negretto.
-Si se eligen en un Distrito Nacional, se podría permitir la presentación de candidaturas independientes, pero ahora con un porcentaje de firmas más demandante. Eso haría que lleguen, por ejemplo, personas de cierta influencia y con proyección nacional.
Del mismo modo, las listas nacionales podrían funcionar también para la paridad, un criterio que llegó para quedarse.
-Yo soy firme defensora de la paridad -dice Isabel Aninat-, pero no tiene por qué ser el mismo mecanismo de la Convención. Se puede llegar al mismo resultado por listas nacionales. Ahí tú votas por la lista y puedes hacer muchas combinaciones.
Aunque desde la UDI han cuestionado la paridad, esto ya es un espacio ganado por las mujeres, coinciden los académicos.
-Creo que fue muy positivo para el diálogo democrático -afirma Pamela Figueroa-. La incorporación de las mujeres fue muy relevante en la Convención. La Convención tuvo dos presidentas y las mujeres tuvieron un rol muy importante en todas las comisiones. Y eso permitió una visión más transversal del texto constitucional desde una perspectiva de género.
Debate futuro
Menos evidente es la discusión sobre los escaños reservados. La regla sobre los pueblos originarios fue la más difícil y la última en aprobarse en 2020, con reticencia de la derecha. En la elección de convencionales, votaron 282 mil personas de las comunidades indígenas para 17 escaños.
-Votó alrededor de un 22% de los pueblos indígenas; eso ronda el 3% del padrón electoral. Y tuvieron un 11 % de escaños en la Convención. Por eso se habla de sobrerrepresentación. Una alternativa ahora es una Convención sin escaños reservados, que sean proporcionales a la votación, aunque va a ser discutible -dice Gabriel Negretto.
Claudia Heiss discrepa. Reconoce que hubo baja participación de pueblos originarios, pero argumenta que eso es resultado de una exclusión histórica.
-Tú no puedes resolver la marginación de un sector de la población, una marginación de siglos, diciendo ahora ustedes van a escoger escaños reservados y la gente mágicamente va a creer en el Estado chileno. Hay que buscar maneras de generar confianza y atraer a los pueblos originarios, pero no los abordaría dándoles menos representación.
Pamela Figueroa concuerda en ese punto: el criterio internacional, dice, es que los escaños reservados se definen proporcionalmente a la población que representan, en el caso de Chile es el 12% de la población. Ella piensa que hay que mejorar el diálogo con los pueblos para buscar formas de mejorar la participación.
Con el resultado que sea, la discusión en torno al sistema electoral, el rol de los independientes y los pueblos originarios es indispensable, concluye Isabel Aninat:
- En caso de ganar el Apruebo, los artículos transitorios establecen un plazo de un año para dictar una nueva ley electoral. Entonces esta discusión más de fondo sigue abierta. Y yo creo que un sistema presidencial como al que se inclinó la Convención necesita de verdad que esta discusión se tome muy en serio, para poder darle gobernabilidad al Congreso y estabilidad a las coaliciones de gobierno. En el fondo, la discusión sobre el sistema electoral está íntimamente ligada al funcionamiento del sistema político.