Si algo esperaba de la conmemoración en torno a los 50 años del Golpe, tal vez por su propia formación, era una reflexión con perspectiva histórica. Una mirada al pasado con capacidad de análisis. Pero la historiadora Josefina Araos (1987) dice que no es lo que ha observado. Más bien al contrario, la reflexión en torno al quiebre de la democracia parece ausente del mundo político. Y lo que asoma, piensa, son posiciones en disputa, acusadores y justificadores.

-La pregunta que creo que queda es qué pasó que esos consensos elementales, los mínimos civilizatorios de los que habló en su minuto Patricio Fernández, no logran convocar a la élite política y generan indiferencia a nivel ciudadano. La élite política está sumida en emplazamientos y provocaciones recíprocas en vez de buscar un acuerdo conjunto. ¿Por qué?

Investigadora del IES, Josefina Araos recuerda que la conmemoración de los 30 años del Golpe tuvo un carácter muy distinto: fue precedida por la Mesa de Diálogo convocada por el expresidente Ricardo Lagos y estuvo rodeada de gestos y simbolismos.

-El Presidente Lagos reabrió la puerta de Morandé 80 y Pablo Longueira dio a conocer una propuesta de reparación para las víctimas que fue muy discutida. Pero más allá de los resquemores, toda la clase política estaba en el tema. Y ahora no.

Para los 40 años, el expresidente Sebastián Piñera habló de los cómplices pasivos. Hoy se respira otro ambiente. ¿Qué cambió?

Creo que hay varias cosas. Primero, el contexto. Chile de los 50 años es el Chile posestallido social y todos los procesos que han ocurrido desde entonces. Y como dijo el presidente de la Cámara de Diputados hace unos días, no solo está crispado el ambiente de la conmemoración de los 50 años, es todo el ambiente político. Todas las discusiones en el Congreso están crispadas, toda la relación entre el gobierno y la oposición. Creo que hay un deterioro en las confianzas del que no hemos logrado salir. Como dice Rafael Gumucio en una columna que publicó recién, la sociedad chilena está dividida como hace muchas décadas no estaba, y generando una indiferencia en los que no son partes directamente involucradas en el debate. Porque, además, sabemos, y esto se reproduce en otros ámbitos, que cuando la clase política se enfrasca en disputas así de agudas sobre sí misma, lo único que genera es distancia ciudadana. Y al mismo tiempo, más allá de las disputas políticas, hay una conversación a otro nivel, lo decía Sol Serrano el otro día, una mirada más crítica a lo que pasó en la UP. El libro de Daniel Mansuy ha vendido miles de ejemplares…

"Hay una serie de cambios de tono y de actitud del Presidente, en particular, y del oficialismo, en general, que impiden generar una convocatoria amplia y confirman los recelos. Y hace que estén permanentemente la izquierda emplazando y cierta derecha se calla y la otra provoca". Foto: Andrés Pérez

Esa mirada analítica sobre Allende y la UP no se dio en otras conmemoraciones.

Lo que pasa es que siempre se han concentrado en la violación de los derechos humanos y el quiebre de la democracia. Pero claro, entrar en la discusión de la UP es complicado. Y es controvertido, porque fue un tema intocable, mitificado por la izquierda, pero también porque seguimos divididos como sociedad respecto de la interpretación de los hechos. La pregunta es si podemos conversar respecto de aquello en lo que estamos divididos. Muchos han subrayado que tenemos un Partido Republicano, una cierta derecha hegemónica y, por lo tanto, con mayor capacidad de posicionamiento de ciertas tesis respecto de la dictadura, ya no solo respecto de la UP, sino de la dictadura. Creo que hay algo de eso y han salido cosas tan desafortunadas como las declaraciones de la diputada Gloria Naveillán hace una semana, a propósito de las violaciones de derechos humanos. Y, a su vez, creo que ha habido un mal manejo desde la izquierda y desde el oficialismo de este proceso. No sé si fue ambicioso o voluntarista, pero que Isabel Allende tenga que salir a decir en una entrevista que no tiene sentido imponer una verdad oficial significa que planteaste muy mal los términos de la conmemoración.

¿Equivocó el gobierno la forma en que abordó el aniversario?

Lo equivocó, porque además ha sido errático. Hay un problema discursivo en el Presidente que pasa de la convocatoria amplia al emplazamiento y la denuncia del carácter antidemocrático de la derecha. Es muy errático, no logra convocar, invita y pega. El Presidente hizo el anuncio de la Política Nacional de Búsqueda, que es de una potencia moral y testimonial impresionante. El ministro Luis Cordero ha dicho que no ha visto ningún recelo ni reparo de nadie de la oposición para sumarse a esta iniciativa. ¿Y por qué eso no fue protagónico? El Presidente en el anuncio termina de nuevo emplazando a la derecha porque no llegó, a pesar de que la invitaron. Y están también las declaraciones sobre el suicidio del militar condenado por el asesinato de Víctor Jara. Hay una serie de cambios de tono y de actitud del Presidente, en particular, y del oficialismo, en general, que impiden generar una convocatoria amplia y confirman los recelos. Y hace que estén permanentemente la izquierda emplazando y cierta derecha se calla y la otra provoca.

¿De qué modo revisar el pasado sin relativizar lo que pasó?

Carmen Hertz habló del absurdo de que pretendíamos someter el pasado a la reflexión histórica. Justamente necesitamos someter a la perspectiva histórica no por relativismo ni por justificación de lo que pasó, sino para tratar de entender. Además, ponernos de acuerdo en que nunca se deben violar los derechos humanos, que el quiebre de la democracia nunca es el camino, no libera de la pregunta de qué nos condujo a eso. Y esa va a ser una pregunta siempre particular, de circunstancias específicas, como las que ocurrieron en ese minuto y que van a tener que ser siempre parte del debate.

¿Ha faltado esa reflexión en la izquierda?

Sí, yo creo que a cierta izquierda, porque además sigue habiendo hipótesis súper establecidas respecto del gobierno de Allende. Se subraya la intervención norteamericana, la insurrección de la derecha, pero se somete poco a revisión qué pasó al interior de la UP. Estoy leyendo el libro de Genaro Arriagada (De la vía chilena a la vía insurreccional), él lo escribe en el 74, o sea, muy cerca de todo ese proceso, y cuenta que la Unidad Popular abandona rápidamente la vía chilena como alternativa a la dictadura del proletariado. Rápidamente se traduce en una cuestión meramente instrumental para alcanzar el control total del poder. Ahí hay una pregunta respecto de la relación de la UP con la democracia. El Golpe fue tan brutal, y para qué decir la criminalidad del Estado dictatorial después, que tiende a ser muy difícil la discusión respecto de la UP. Por ejemplo, creo que una pregunta que levanta el gobierno de la UP, y es algo que se ha hablado estos días, es que no puedes echar a andar transformaciones profundas sin grandes mayorías. Pero en fin, toda esa reflexión que a mí me parece muy necesaria se ha perdido como oportunidad, al menos a nivel de la clase política, enfrascada en esta dinámica sorda, en este intercambio a gritos, donde unos emplazan y otros salen a provocar.

"La derecha tiende a tener una relación muy incómoda con todo ese proceso. Y en general cuando le hacen preguntas respecto del Golpe termina en empate". Foto: Andrés Pérez

Y en ese sentido, ¿cómo ha visto a la derecha en esta conmemoración?

Yo creo que la derecha tiene una deuda, lo dijimos en una actividad en el IES hace una semana sobre los 50 años. En los 80 la izquierda emprende una revisión, la de la renovación socialista, una revisión crítica a todo este debate entre el fracaso y la derrota de la UP. Ascanio Cavallo tiene la hipótesis de que fue muy interna, de que se expandió poco y, por lo tanto, no permeó tanto en la discusión pública y tampoco fue recibida ni heredada por el Frente Amplio y el mundo que hoy día nos gobierna. Pero eso no existía en la derecha. La derecha tiende a tener una relación muy incómoda con todo ese proceso. Y en general cuando le hacen preguntas respecto del Golpe termina en empate. Claro, uno cita el caso más brutal de Naveillán, pero también vimos a María José Hoffmann diciendo que las cosas que había hecho Allende eran casi iguales que las que se habían hecho en dictadura. Eso te habla de una falta de reflexión intelectual que tiene muy pendiente la derecha. Y es la derecha política la que tiene que emprender esa tarea, esa autocrítica, para poder salir a afirmar sin problema, sin ninguna incomodidad, que nunca se pueden violar los derechos humanos y que no hay otro camino que la democracia para resolver pacíficamente nuestras diferencias.

¿La derecha está convencida de eso o todavía hay sectores que lo relativizan?

Yo creo que hay un mundo en particular, que siempre ha existido y que hoy día tiene más figuración, donde algunos directamente creen que están justificadas las dictaduras y relativizan la violación de derechos humanos. No creo que nadie diga que es legítimo violar derechos humanos, pero lo que hacen es negar que hubo esa violación y legitimar la dictadura.

Habla de republicanos.

Sí, ese mundo, y hay otro mundo que tiende a permanecer callado y un poco evasivo, un poco incómodo, cuando lo enfrenta a esas preguntas.

Este ambiente, este enfrentamiento de lado y lado, no le hace mucho sentido a la gente, ¿no?

No, nunca. Lo más gráfico fue la semana pasada, mientras el país se inundaba entero, el Congreso estaba en la pelea por la declaración de inconstitucionalidad de la UP. Y era como el paradigma del encierro, de la autorreferencia de la clase política sumida en emplazamientos estériles, mientras la gente está preocupada porque se le mojó su casa o perdió sus cosechas o el problema del abastecimiento, en fin, todo lo que sabemos que pasó con la lluvia. Y eso lo podemos extrapolar a miles de otras discusiones, ¿no? En general, el enfrentamiento interno de la élite genera desapego a nivel ciudadano. Y eso es grave, es problemático y es responsabilidad de la clase política cómo logra conducir esa discusión. No sé si hay indiferencia respecto de la UP y el Golpe de Estado, más bien hay indiferencia y distancia respecto de la conmemoración del gobierno, por el modo en que lo ha enfrentado. Yo creo que a la sociedad le importa lo que pasó en el pasado, le importa conversar sobre eso y discutir. Pero la manera en que se lo plantearon es lo que ha generado que le provoque indiferencia y distancia.

Ascanio Cavallo decía que hay hastío con la obsesión del aniversario, ¿está de acuerdo?

Yo creo que por mucho tiempo vamos a seguir hablando de este tema, porque por más que hayan muerto muchos protagonistas de ese proceso, sigue estructurando muchas identidades políticas. Daniel Mansuy parte así su libro, porque sus hijos le preguntan qué pasó en la UP. Yo creo que un país, una sociedad con conciencia histórica necesita estar preguntándose por los distintos hitos de su pasado, y eso es valioso. Lo que hay aquí es indiferencia no con lo que pasó ni con las preguntas respecto de las razones que nos condujeron a eso, sino con la iniciativa del gobierno, y hastío con lo que ha generado: peleas, ruidos, renuncias. Y eso genera distancia y desafección. Y eso es problemático, es un fracaso de la iniciativa del gobierno, que podría haber sido mucho más convocante.

El Presidente aspiraba a suscribir un acuerdo amplio con todos los sectores políticos. ¿Cree que sea posible?

Yo creo que es muy difícil, porque el Presidente está haciendo muy difícil la conversación política. Una es la pregunta de si tiene sentido firmar algo así, pero también está la pregunta de si tienes un contexto que haga posible firmar algo así. Y yo creo que él no tiene resuelta esta primera pregunta, las condiciones para un diálogo fructífero, con confianza, digamos, entre los distintos sectores políticos, que te den ganas de sentarte a una mesa, como fue el acuerdo de la Mesa de Diálogo en su momento, donde había gente de todos lados, de posiciones muy distintas. Nadie quedó muy conforme en ese minuto con los acuerdos, sin embargo, estaban todos arriba. El impacto institucional de eso es fuerte. Y eso no ha sido posible, porque se han deteriorado las condiciones del diálogo político en general. Y en ese sentido, yo creo que el gobierno pecó en esta agenda de voluntarismo y de ambición. Quiso estar a la cabeza de una conmemoración donde ellos tienen una postura muy clara, que no genera transversalidad, y que ha ido teniendo que desarmarla de a poco, excepto la Política Nacional de Búsqueda. Partieron con Patricio Fernández, se bajó Patricio Fernández, se bajó el ministro de Cultura, llegó una nueva ministra, pero es difícil lo que va a poder hacer en tan poco tiempo.