Kate Bingham, ex encargada de las vacunas en Reino Unido: “Todas las compañías pidieron inmunidad, fue el precio por asegurar las vacunas”
La ex jefa del equipo encargado de adquirir vacunas para Reino Unido no sólo fue clave en el éxito de la vacunación en su país, sino también entregó un apoyo decisivo a Chile en el proceso.
“Simplemente evita que la gente siga muriendo”. Esa fue la instrucción que Kate Bingham recibió en mayo del año pasado del primer ministro británico Boris Johnson cuando fue designada jefa del grupo de trabajo para la adquisición de vacunas contra el Covid-19 en Reino Unido. A partir de entonces comenzó a armar un equipo con un solo enfoque en mente: rapidez. Había que asegurar lo antes posible que la población tuviera acceso a una vacuna. Pero en ese minuto había cerca de 200 investigaciones y nadie sabía si lograrían llegar a puerto. Hasta entonces el récord en la elaboración y aprobación de una vacuna lo tenía la de las paperas que tardó cuatro años. Pero en este caso, la idea era tener una antes del fin de 2020.
El mismo día en que se anunció su designación, Bingham recibió un email de su amigo, el embajador de Chile en Londres, David Gallagher. A partir de entonces partió una cooperación que sería clave también para el proceso de adquisición de vacunas por parte del gobierno chileno y que tiene hoy a ambos países en los primeros puestos a nivel mundial en términos de porcentaje de población vacunada. Según la información entregada por el sitio OurWorldinData, en Reino Unido un 37% de la población ya recibió su primera dosis y en Chile un 27%, lo que los ubica en el segundo y cuarto lugar respectivamente. “David es quien tiene que recibir el crédito por lo que se hizo e identificar que podríamos compartir nuestras estrategias y nuestros contactos”, asegura desde Londres.
¿En qué consistió la ayuda que le entregó al embajador Gallagher?
Lo que hice con David fue mostrarle cual era nuestra estrategia. Le hablé del enfoque del portafolio diverso para elegir las vacunas más prometedoras según los distintos formatos y le dije que nuestro enfoque era la velocidad y que eso era importante.
¿También lo ayudó a contactar a las personas adecuadas en el proceso?
Lo puse en contacto con las compañías con las que estaba hablando. Chile hoy tiene contratos con PfizerBionTech, con AstraZeneca, con Janssen, todas empresas que creo que están desarrollando muy buenas vacunas.
¿Colaboró en alguna otra etapa del proceso?
No, no estuve involucrada en ninguna negociación o gestión, nada de ese tipo, sólo compartí con él lo que estábamos haciendo.
Y ¿tuvo contacto con el presidente Piñera con alguien más del gobierno en Chile?
Sí, David me pidió que hablara con alguien, no recuerdo bien en este momento, pero hablé con alguien en Chile una vez.
¿Puede haber sido Rodrigo Yáñez, el subsecretario de relaciones económicas internacionales?
Sí, Rodrigo, puede ser (y tras revisar en su computador lo confirma) Sí, Rodrigo Alejandro Yáñez Benítez. Tuve una conversación telefónica con él y luego le presenté a la persona que estaba liderando el tema en el área internacional de nuestro equipo. Y me hizo preguntas sobre los seguros de indemnización y hablamos sobre el esquema de daños de Reino Unido.
Ese imagino era un tema que les preocupaba especialmente a las empresas de vacunas. ¿Las compañías pidieron cláusulas de inmunidad en los contratos?
Todas las compañías pidieron inmunidad. En el caso de Estados Unidos ellos incluso establecieron estatutos de protección y aprobaron una ley que se llama US Prep Act que le da a los fabricantes de las vacunas un estatuto de inmunidad. Nosotros no llegamos tan lejos, pero sí les ofrecimos inmunidad. Ese fue básicamente el precio por asegurar las vacunas. Si no hubiéramos ofrecido eso no habríamos asegurado las vacunas. Todos los países tuvieron que ofrecer inmunidad.
En una primera etapa hubo una verdadera guerra por los suministros médicos lo que adelantaba que algo similar podía suceder con las vacunas. ¿Cómo enfrentaron el riesgo de que las vacunas podían no llegar? ¿Tiene temor a una escalada en la guerra de las vacunas?
Nos preocupaba entonces el Acta de Defensa de EEUU porque es una ley muy potente y le entrega al gobierno de ese país poder para incautar cualquier vacuna u otro producto de cualquier compañía de EE.UU. Pero habiendo dicho eso, este es un esfuerzo de colaboración global, nosotros dependemos de los estadounidenses, los estadounidenses utilizarán a Reino Unido para sus datos clínicos y buscamos suministros de otras partes del mundo. Por eso, nuestro trabajo se centró en las fuentes de suministro, en la seguridad de los suministros, pero no es realista pensar que Reino Unido va a ser el único suministrador de todo, porque necesitas tubos de unas partes, jeringas de otra parte. Este es un mercado global.
¿Se evaluó en una primera etapa negociar en forma conjunta con la UE o eso nunca estuvo en consideración?
Sí, por supuesto porque el año pasado Reino Unido seguía siendo parte de la Unión Europea. Pero la razón por lo que no lo hicimos fue porque la UE estableció criterios que eran muy restrictivos. Decían, pueden participar, pero ellos negociarían en lugar de nosotros y luego nos dirían qué vacunas negociaron, en qué condiciones y cuál sería el plan de entrega. Y además, debíamos detener toda conversación separada con las compañías de vacunas. Nosotros sentimos que eso era muy restrictivo, que sería más flexibles si continuábamos solos.
Y ¿cree que esa es la razón de los problemas que tiene hoy la UE con el suministro de vacunas?
Ellos simplemente tomaron otro camino para obtener las vacunas, que es la forma normal en que los gobiernos negocian para comprar productos: uno identifica el producto y luego negocia para obtener el menor precio, especialmente si se trata de un gran cliente. Nosotros optamos por un camino estratégico distinto, nos enfocamos en velocidad antes que en el precio. No creo que su camino haya sido equivocado. Pero en este caso hacía que fuera más lento y eso creo que no fue bueno para las personas que viven en el territorio de la Unión Europea.
En el caso de Chile, ¿usted le recomendó a David Gallagher o Rodrigo Yánez seguir el mismo enfoque de Reino Unido?
No le hice ninguna recomendación a Chile sobre el camino a seguir, simplemente le describí el enfoque que nosotros estábamos adoptando y le presenté a David algunas de las personas clave en diferentes compañías.
Volviendo a Europa, hoy varios países han han decidido suspender la aplicación de la vacuna de AstraZeneca. ¿Teme que efectivamente haya un problema con la vacuna o cree que están sobrerreaccionado?
Sobre el tema de AstraZeneca la preocupación es sobre un tipo de trombosis en mujeres en los 20 y 30 años. Son eventos muy raros y generalmente subdiagnosticados en la población. Mi sensación es que no hay una asociación adicional con la vacuna. Todo depende de cuántas personas han sido vacunadas. Estamos hablando aquí de 0,4 personas por millón, entonces la razón por la que esto no nos preocupa es que es muy raro y que lo que tenemos en Reino Unido es una muy detallada y profunda vigilancia. Somos capaces de detectar cualquier evento adverso de cualquier tipo porque tenemos todos los registros electrónicos conectados y tenemos un proceso para identificarlos y monitorearlos. Y los números normales que vemos en esta población con esos casos son substancialmente más altos de los que vemos entre la gente vacunada, entonces no creo que haya ninguna evidencia de que esto sea una cosa de preocupación.
Piensa entonces que en la Unión Europea están sobrerreaccionando.
Bueno, la EMA apoyó el uso de la vacuna. Por supuesto a medida que vayas obteniendo datos habrá que ver.
Cuando usted recibió el encargo de asumir el grupo de trabajo para la adquisición de vacunas se sabía poco. ¿Qué pensó entonces? ¿Cuál fue su primer objetivo?
Hicimos varias cosas en paralelo, pero el primer desafío fue asegurar vacunas para Reino Unido, el segundo fue que las vacunas exitosas fueran distribuidas internacionalmente y el tercero, que Reino Unido estuviera mejor preparado y pudiéramos concretar planes para ello. En términos de lo que yo hice fue una combinación de cosas, por una parte formar un equipo que liderara en los distintos aspectos del trabajo que teníamos que llevar a cabo; evaluar el ambiente, es decir evaluar el panorama de las distintas vacunas y comenzar a hablar muy rápido con esas compañías para entender dónde estaban, todos los datos que tenían, cuáles eran sus planes para el desarrollo clínico y su fabricación y entender qué capacidades teníamos en Reino Unido para ofrecerles a las compañías ayuda para acelerar el desarrollo de sus vacunas.
Pero había cientos de investigaciones de vacunas, ¿Cómo decidieron por cuál apostar?
Teníamos un set bastante claro de criterios a considerar. Tienes razón, creo que había 200 investigaciones de vacunas. Lo primero fue revisar en su mayoría datos pre-clínicos y ver si los datos apoyaban la posibilidad de generar una fuerte respuesta inmune. Pero probablemente el asunto más importante era si podían iniciar el ensayo clínico en 2020. Hubo muchas compañías que pensamos no serían capaces de cumplir con la producción. Todo nuestro foco fue la velocidad. Empezamos en mayo y en junio ya teníamos una lista larga de compañías con las que queríamos trabajar.
Al contrario de Chile que optó por vacunas chinas, Reino Unido no eligió a ninguna. ¿Adoptaron esa decisión por alguna razón especial?
Sí, miramos a las compañías chinas, pero de nuevo, la razón por la que no les dimos prioridad fue por asuntos de velocidad y porque debían pasar las regulaciones de la MHRA (la agencia reguladora de medicamentos y productos sanitarios). La MHRA debía revisar sus plantas, quedar satisfechos con sus estándares de calidad y pensamos que no seríamos capaces de hacer eso a la velocidad requerida.
¿Pensó realmente que la primera vacuna podía ser aprobada en menos de un año?
Sí, sabíamos que era posible. Lo que se hizo fue que la fase de pruebas de seguridad no se redujo en tiempo, pero los test de eficacia, las fases 2 y 3, sí se comprimieron muchísimo. Ahora es verdad que antes de empezar en mayo, no había ninguna vacuna para coronavirus humanos y cuando hablé con los expertos sobre cuales eran sus estimaciones sobre las posibilidades de éxito me dijieron que quizá había un 15% de posibilidades de éxito para una vacuna que ya estuviera en la etapa clínica, pero sólo 10% o menos para las vacunas que aún no estaban en fase clínica. Frente a eso nuestra mirada fue que teníamos que respaldar muchas vacunas para maximizar las posibilidades de conseguir una que fuera exitosa.
Usted no tenía un conocimiento especial del tema de vacunas, pero si del mundo farmacéutico. ¿En qué medida eso fue clave?
Trabajé con ese mundo por 30 años. Teníamos la red en la mayoría de las compañías –no en el caso de las compañías chinas, pero si en el resto-, teníamos relaciones personales en esas compañías o teníamos forma de llegar a ellos y entendíamos lo que implica desarrollar y producir en mi caso productos farmacéuticos, pero es similar con las vacunas. Y entendíamos todas las regulaciones de la fabricación. Hablábamos la misma lengua, veníamos de la misma industria. Y el otro aspecto es que como nuestro foco estaba en la velocidad, fuimos capaces de crear un proceso en el gobierno que fue muy rápido en términos de toma de decisiones.
Y ¿cree que la clave del éxito fue priorizar la velocidad?
La clave fue que teníamos la experiencia en el sector, no teníamos que aprender en el camino. En Reino Unido, menos del 10% de los funcionarios del servicio civil tienen grados académicos en ciencias. Y tienen poca experiencia en el sector.
Ha tenido contacto con el embajador Gallagher en el último tiempo, han comentado el avance logrado en ambos países.
Sí, un poco. Estoy viendo cuando fue el último email (dice mientras revisa su computador). El me escribió pidiendo ayuda de Reino Unido en la secuenciación del virus para identificar las variantes que están surgiendo. Me pidió ayuda para hablar con el grupo a cargo del genoma del Covid y ahora está en contacto con ellos. Es posible que hagan algunas secuenciaciones para Chile.
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