Un paracetamol. Eso le recetaron a Eugenio Hurtado (75 años) cuando visitó por primera vez el Consultorio Miraflores, en Temuco. Fue el domingo 15 de marzo. Como tenía síntomas de un resfrío, le dijeron que mejor volviera a su casa. Cuando su esposa, Fresia Urbina (73), llegó de Santiago unos días después, la supuesta gripe se había agudizado. Al poco tiempo, cayó ella también. Ambos sentían fatiga y dolor en el cuerpo. El 27 de marzo ingresaron al Hospital Hernán Henríquez Aravena con problemas respiratorios.

“A mi abuelo le hicieron exámenes por neumonía y le dijeron que tenía un pulmón colapsado. No le dieron mayores indicaciones”, cuenta su nieta Catalina Schleef. “Pero a mi abuela le dijeron que se tenía que quedar. Ingresó a las 1 de la tarde a la urgencia respiratoria y en media hora nos dijeron que estaba desahuciada y no valía la pena pasarla a la UCI ni hacerle el test de Covid-19, porque tenían los recursos limitados”.

La familia pidió un traslado a una clínica privada, pero los doctores decían que era imposible por ser una paciente sospechosa de coronavirus. Al final, después de mucho insistir, el cambio fue autorizado, pero en Nueva Imperial no la quisieron recibir.

El 31 de marzo, del hospital llamaron a Alejandra Hurtado -hija de Eugenio y Fresia- para que fuera a despedirse de su madre. Cuando llegó, un médico le comentó que ya había muerto. Alejandra tuvo que ir a reconocer el cuerpo, pero no pudo acercarse ni tocarla. No le entregaron nada. Los anillos y la ropa de su madre fueron sellados en una bolsa. “Entiendo que el contexto es súper fuerte, que hay miles de personas en esta situación, pero acá las instituciones nos dieron la espalda”, dice Catalina Schleef.

En medio de la confusión de esos días, la familia recibió el resultado del examen que Eugenio Hurtado se había hecho en Megasalud: positivo para Covid-19.

Incubación

La Región de La Araucanía es la zona del país donde el coronavirus tiene mayor letalidad y mayor incidencia per cápita, con nueve muertos y 477 contagiados, según las últimas cifras del Minsal. Aunque los primeros casos se detectaron a mediados de marzo, Temuco y Padre Las Casas solo entraron en cuarentena total hace una semana.

En Temuco, la comuna con más contagios del país (293), no es difícil seguir las primeras pistas del virus. Al menos un hilo conduce al vuelo Lan239, que venía desde Santiago, el viernes 13 de marzo. A bordo viajaba Tomás León, quien estaba contagiado. El jefe de la Fiscalía de Villarrica, Carlos Hoffmann, indaga el quebrantamiento de la cuarentena y eventuales delitos a la salud pública que habría cometido al hacer el viaje. El Ministerio del Interior presentó una querella en su contra. La investigación ha acreditado que el jueves 12, cerca de las 10 de la mañana, el joven fue al Hospital Clínico de la Universidad Católica, ya que tenía síntomas de la enfermedad. El doctor le dijo que debía hacer cuarentena y esperar dos días para obtener los resultados del examen. León no hizo caso y viajó al día siguiente a Temuco.

Algunos pasajeros que iban en el vuelo han comentado que nunca hubo medidas de seguridad especiales en las cabinas del avión. “El 15 de marzo me contactaron del Minsal. Debía quedar inmediatamente aislada en mi casa (...). Yo creo que él fue absolutamente irresponsable”, cuenta Irene Arriagada, quien posteriormente se hizo un test de coronavirus que descartó el contagio.

Al aterrizar, los doctores le informaron a León que sus exámenes habían arrojado positivo. Solo entonces, según relataron personas que trabajaban en el aeropuerto, empezó a utilizar mascarilla. Arrendó un auto y viajó a Villarrica. Los lugares que visitó después de esas actividades se desconocen, ya que León se ha negado a declarar. De todas maneras, la investigación ha descartado que haya estado en la discotheque Dreams de Temuco, como se señaló en redes sociales.

Otro brote importante fue el que se originó en el Departamento de Acción Sanitaria de la capital regional, que tiene a 40 personas con cuarentena. Antes de esa medida, personal de la Seremi de Salud se reunió con León sin usar ni mascarillas ni guantes. La Fiscalía de Villarrica está indagando si existe un nexo entre los contagios de ambas partes. Sin embargo, la situación más insólita fue protagonizada por la de seremi de Salud, Katia Guzmán, quien no siguió los protocolos de aislamiento social pese a saber que había tenido contacto con un caso confirmado. Entre el 20 y 21 de marzo asistió a actividades públicas con autoridades y periodistas que resultaron contagiados. A la larga, un gabinete de emergencia se vio obligado a asumir desde Santiago para reemplazar a un sinnúmero de funcionarios públicos que dejaron de trabajar por estas circunstancias.

Cuando la enfermedad se esparció por la región, se empezó a perder su trazabilidad. Varios servicios públicos de Temuco cerraron antes de la cuarentena por tener contagiados: micros, bancos y supermercados.

El caso más dramático está en el Centro Geriátrico Los Jardines. Hace tres semanas, dos ancianas presentaron los primeros síntomas y los resultados han sido devastadores: cinco de los 10 residentes dieron positivo; dos han muerto y uno sigue internado. Hasta la fecha, su administradora, Carla Bachmann, dice solo haber recibido asistencia y no cuenta con personal suficiente para cuidar a sus residentes: todos los trabajadores de planta están en cuarentena.

Así es uno de los espacios comunes del Eleam Los Jardines, donde el Covid-19 ha cobrado dos víctimas.

Tesis tempranas

El Departamento de Salud Pública de la Universidad de la Frontera (Ufro) está empezando una investigación para desarrollar algunas teorías que expliquen la alta incidencia del virus en la región. Aunque dicen que es prematuro, ya tienen algunas ideas. “Aquí está la letalidad más alta. Se ha visto que uno de los factores que agrava es la obesidad y consumo de tabaco, y aquí en La Araucanía tenemos los peores indicadores de salud cardiovasculares del país”, comenta la investigadora Teresa Balboa.

Otro punto a considerar: según la encuesta Casen 2017, la Región de La Araucanía tiene la tasa de pobreza multidimensional más alta del país (28,5%), con un alto número de población rural. “Esta región tiene los peores indicadores de salud nacional. Eso está relacionado con determinantes sociales y con los factores de riesgo de la enfermedad”, dice el director del departamento, Sergio Muñoz.

Esa tendencia también se ve reflejada en el sistema hospitalario, que estaba bajo el promedio nacional en camas (1,4 por mil habitantes en la región y 2,1 en el país) y ventiladores (4,6 por 100 mil habitantes en la región y 9,2 en el país) antes de que el Minsal anunciara la compra masiva de nuevos equipos y adelantara la entrega de nuevos hospitales en Padre Las Casas y Angol.

A todas esas debilidades se sumaría la conducción errática de las autoridades regionales al comienzo de la crisis. En particular, por las consecuencias del contagio de la seremi de Salud, Katia Guzmán. “Este período que estuvimos acéfalos de autoridad sanitaria pudo tener una incidencia en la acción de la pandemia”, señala Sergio Muñoz.

Varios alcaldes de la región coinciden con esta tesis. “Nuestro segundo contagio fue de una persona que trabaja en la Seremi de Transportes, que tuvo contacto con la seremi de Salud. La principal dificultad es que el gobierno no nos escucha. Ahora tenemos esperanza con la delegada presidencial”, comenta Susana Aguilera, edil de Vilcún.

El alcalde de Lautaro, Raúl Schifferli, agrega que “la delegada presidencial era necesaria, porque hoy contamos con una región descabezada por un actuar irresponsable de quienes no nos podían fallar. No hemos contado con la información clara y oficial respecto de los contagiados para que nuestro equipo de salud pueda tomar las medidas”.

Desde Temucuicui, unos 90 kilómetros al norte de la capital regional, el padre de Camilo Catrillanca, Marcelo, también está consciente de la amenaza. “Nosotros tenemos nuestras creencias, nuestros remedios naturales. De todas formas, siempre estamos preocupados de quién entre a la comunidad. También estamos siendo responsables, tratando de no ir a Temuco”, comenta.

Colapso hospitalario

En el video de 15 segundos se ve a una enfermera cubriendo sus piernas con una bolsa de basura y cinta adhesiva. La persona que graba asegura que trabajan en el Hospital de Temuco y que están por atender a una persona con coronavirus. El registro se viralizó y buscaba demostrar la falta de insumos que, según acusan, afectaría al recinto.

“Yo creo que la realidad es mucho peor de lo que se ve afuera”, comenta una persona que trabaja en el lugar. Todos los profesionales de salud que hablaron con La Tercera pidieron mantener en reserva su identidad por temor a represalias. “El hospital está completamente saturado. Ya lo estaba antes del Covid-19 y ahora se colapsó. Hace una semana se inició una operación de desocupar todas las camas posibles. La UCI también está colapsada”, dice la misma fuente.

El Hernán Henríquez Aravena está justo en el centro de Temuco. Recibe la mayoría de los casos graves de la ciudad y la región. Actualmente, la UCI, el quinto, el sexto y el séptimo piso están destinados exclusivamente a pacientes con coronavirus. Entre los hospitalizados, por ejemplo, hay un padre, una madre y un hijo de la misma familia; los tres, enfermos de gravedad.

Hasta el viernes, había 26 pacientes conectados a ventiladores mecánicos, para una capacidad máxima de 29. Ese día se dio a conocer una circular que regulaba el ingreso de personas sospechosas del virus. El documento decía que iban a priorizar a casos “críticos o inestables”, que requirieran ventilación mecánica invasiva, pero con pronósticos “tratables” y con posibilidades de recuperación. Además, señalaba que no se iban a priorizar a personas con enfermedades de mal pronóstico. El Colegio Médico confirmó, en todo caso, que la circular había sido desautorizada por la dirección del Hospital Regional a pocas horas de ser firmada.

“Mandaron pacientes a la Clínica Alemana y a la Clínica de la Universidad Mayor y también se están colapsando. Mandaron a Nueva Imperial, pero tampoco tienen muchas camas ni disponibilidad”, cuenta un trabajador del recinto. De todas maneras, se espera que la situación mejore con la llegada de seis nuevos ventiladores invasivos y dos destinados para traslados en ambulancias.

Los insumos son un problema aparte. Hay un aumento de demanda que se está intentando cubrir, pero en muchos casos no es suficiente. Los doctores y enfermeros se ven obligados a atender sin los cuidados ideales.

2020 CIERRE DE TEMUCO COVID-19 FOTOS DEDVI MISSENE

“Se están ocupando equipos en Covid que eran para otras cosas. La semana pasada me estaban racionando las mascarillas, eran tres mascarillas diarias. Iba juntando las que no usaba. Al menos esta semana llegaron más insumos. Los guantes son otro tema. Yo uso talla L, pero todos estos días he usado talla S, por que no hay más”, comenta otra fuente.

Consultados por estas situaciones, la dirección del Hospital Hernán Henríquez Aravena optó por no responder.

Las carencias también se trasladan a los centros de atención primaria, que por estos días están llenos de pacientes. “No tenemos en forma adecuada elementos de protección como mascarillas N95. Solo contamos con mascarillas que tienen una duración muy limitada, de 30 minutos, pero que debemos usar todo el día, porque no hay más. Hemos visto la necesidad de comprar por nuestra cuenta elementos para sentirnos más seguros”, cuenta uno de sus médicos.

Trabajadores del hospital regional cuentan que el ánimo no es de los mejores. La saturación del sistema es una realidad y la curva de contagio sigue ascendiendo. Nadie quiere imaginar lo que va a pasar a finales de abril, cuando se proyecta la mayor cantidad de contagiados por el coronavirus.

Despedida

Fresia Urbina tenía lupus inactivo, hipertensión y prediabetes. Sin embargo, quienes la conocieron destacan que tenía un buen estado anímico y físico. Hacía talleres en la Ufro, donde había trabajado muchos años como secretaria, e iba a pilates junto a su esposo.

Antes de morir, había viajado en bus a Santiago para cuidar a sus nietos. Su familia sospecha que ahí pudo haberse contagiado, pero no pueden estar seguros por la falta de un examen. Pidieron la ficha clínica, pero el hospital tiene 20 días para contestar. “Nos queda la duda si considerarán a mi abuela estadísticamente como una víctima del coronavirus”, dice Catalina Schleef.

Eugenio se encuentra estable, dentro de la gravedad que significa la enfermedad para alguien de su edad. Sabe lo que pasó con su pareja, pero, como todo el resto de la familia, no pudo ir al velatorio de Fresia por la cuarentena. La mujer fue enterrada en una corta ceremonia en un cementerio privado camino a Labranza. No hubo elegías ni una ceremonia religiosa. Solo un par de profesionales de la salud con sus trajes blancos y unos amigos de la familia fueron testigos de la silenciosa despedida.