“Mi hijo nunca me pidió plata para Cavilú. Siempre le inculqué a Nicolás que se respetaran los compromisos que adquiría. Yo le depositaba según sus requerimientos, por los conceptos que indiqué, pero nunca para Cavilú. Asimismo, yo tampoco he depositado de forma directa suma alguna para Cavilú”.
Esta es parte de la declaración que, en calidad de imputado y vía Zoom, entregó el senador Manuel José Ossandón (RN) el lunes 3 de agosto.
La diligencia se realizó un día antes de que los fiscales Manuel Guerra y Felipe Sepúlveda pidieran la formalización del parlamentario por tráfico de influencias ante la justicia. Y un día antes, también, que Ossandón pidiera suspender 30 años de militancia en RN, hasta ahora sólo interrumpida por sus aventuras presidenciales.
Tras la grabación del interrogatorio, el senador y su abogado, Ricardo Freire, acordaron con la fiscalía enviar la declaración firmada una vez que revisaran la transcripción. Pero han pasado seis días y el compromiso adquirido no se ha cumplido.
Uno de los puntos centrales del interrogatorio del Ministerio Público a Ossandón apuntaba a despejar las razones de las transferencias que entre 2017 y 2019 éste realizó a su hijo Nicolás Ossandón Lira, quien, con 22 años, llegó a ser socio y administrador de la empresa Cavilú SpA.
Es precisamente esta firma la que tiene al parlamentario en el ojo del huracán, debido a una serie de gestiones que Ossandón -según la fiscalía- realizó ante el concejo municipal de Pirque y el alcalde Cristián Balmaceda (primo del congresista), para intentar destrabar un convenio de administración conjunta con Puente Alto que le permitiría a Cavilú SpA seguir adelante con millonarias faenas de extracción de áridos desde el río Maipo. El problema, según se detalla en el expediente, cuyo origen es una acción legal de Balmaceda, es que el senador nunca transparentó que un familiar tenía interés en dicho negocio, lo que hoy lo tiene en una complicada situación: será formalizado por tráfico de influencias el próximo 26 de agosto.
Cuando Ossandón declaró fue tajante: no había realizado ninguna transferencia directa a Cavilú. El fiscal Sepúlveda le pidió entonces levantar el secreto bancario de sus cuentas en el periodo que abarca la investigación. El senador se negó. “No, por privacidad. Estoy disponible para que se consulte a los bancos sobre operaciones con personas determinadas, pero no sobre todos los movimientos”, dijo. La negativa llevó al Ministerio Público a ingresar una solicitud de alzamiento bancario que ahora debe ser resuelta por el Juzgado de Garantía de Puente Alto.
“¿Señor Ossandón, entonces, cómo explica las sumas de dinero que transfería a su hijo y que luego éste depositaba en cuentas vinculadas a Cavilú?”, le preguntó el fiscal.
El senador reforzó lo que en una diligencia anterior había declarado su hijo: “(Respecto de las transferencias) todas (están) relacionadas con el polo. Tenemos 23 caballos destinados a ese deporte y, además, le depositaba plata para la siembra de alfalfa, lo que Nicolás realiza con Miguel Salazar. El polo es un deporte caro. La mantención de los caballos es onerosa. Mis tres hijos hombres solteros que viven conmigo se dedican al polo: Pedro Pablo, Nicolás y Juan Diego. En todo caso, Nicolás dirige todo”.
¿Quién es el verdadero dueño de Cavilú?
La fiscalía tiene sospechas -según escritos ingresados ante el Juzgado de Garantía de Puente Alto- acerca de que el hijo del senador sólo sería un testaferro, una especie de “palo blanco” en Cavilú y que Ossandón sería el verdadero dueño de la empresa, lo que agravaría la situación judicial del parlamentario.
Las presunciones de los fiscales se basan en un análisis contable de las cuentas corrientes del joven que fueron alzadas vía orden judicial. A partir de ellas se establece una ruta de los dineros que Ossandón padre realiza al ingeniero y cómo sumas similares terminan en las arcas de representantes de Cavilú o en la cuenta corriente de otra sociedad ocupada por esta firma. “El análisis de los flujos de las cuentas bancarias de Nicolás Ossandón determinó que muchos de los aportes que hizo a Cavilú están precedidos de depósitos de su padre, el senador Ossandón”, concluye la auditoría.
El análisis financiero, además, establece que entre 2017 y 2019 el hoy suspendido militante RN abona $ 34.701.000. “Al revisar la temporalidad de dichos movimientos, y la posible triangulación de fondos hacia cuentas corrientes vinculadas a la sociedad Explotadora de Áridos Cavilú SpA, se desprenden cinco situaciones en las que la trazabilidad del dinero abonado por Manuel José Ossandón Irarrázabal a Nicolás Ossandón Lira derivan en transacciones a cuentas corrientes de personas naturales o jurídicas vinculadas a la empresa Explotadora de Áridos Cavilú SpA”.
“Todo lo anterior hace sospechar de forma fundada acerca de quién es el verdadero dueño de Cavilú SpA. Si lo es un joven que al año 2017 era un estudiante universitario de 23 años, con ingresos totales justificados inferiores a $ 17.000.000 entre 2017 y 2019, o lo es en verdad su padre, el senador Manuel José Ossandón”
Fiscal Felipe Sepúlveda en escrito ante el Juzgado de Garantía de Puente Alto.
La pericia contable encargada por el Ministerio Público devela también la situación financiera del joven. “No se logró establecer movimientos que se relacionen al ejercicio de una actividad económica”, se lee en el análisis que, con información del SII, destaca que desde la cuenta corriente usada por Cavilú -que corresponde a una de la sociedad Gaete y Puebla Asesorías, del abogado Sebastián Puebla, gestor de intereses de la firma- se traspasaron en el periodo investigado $ 17.344.825.
Respecto de actividades relacionadas con el polo que, según la declaración del joven era parte de su sustento económico, la fiscalía sólo pesquisó transferencias de una persona vinculada a ese deporte como una eventual fuente de ingresos. “Dichos montos bordean entre los $ 25.000 y $ 300.000 mensuales aproximadamente, existiendo movimientos puntuales en los que percibió más”, concluye la auditoría.
La fiscalía -en todo caso- pretende establecer otros eventuales flujos de dinero de Ossandón con funcionarios o sociedades vinculadas a Cavilú para fortalecer su tesis de la verdadera propiedad de la empresa. Por esta razón, en un escrito, en que se pide a la justicia obligar a los bancos a entregar información de las cuentas del senador, el fiscal Sepúlveda destaca que “se puede concluir que Manuel José Ossandón Irarrázabal transfirió $ 18.960.000 a Nicolás Ossandón Lira, de los cuales $ 16.900.055 (un 89%) derivaron en transferencias a personas naturales o jurídicas vinculadas a la sociedad Explotadora de Áridos Cavilú SpA, sin que existieran (al menos en estos casos) en las cuentas de Nicolás Ossandón Lira saldos bancarios previos que permitieran sustentar dichos movimientos”.
La última frase se basa en que cada vez que Ossandón transfirió dineros a su hijo las cuentas de éste contaban con saldos de $ 97.000 hasta $1.000.000. La conclusión es que, sin los depósitos realizados por Ossandón padre, era imposible que Ossandón hijo transfiriera los montos que hizo a Cavilú.
“Resulta imposible justificar los aportes que hizo a Cavilú, por más de 53 millones de pesos. Dado que en los años calendario 2017, 2018 y 2019 solamente percibió honorarios por la suma de $ 17.000.000 aproximadamente”, señala el fiscal Sepúlveda en un escrito judicial.
“Todo lo anterior hace sospechar de forma fundada acerca de quién es el verdadero dueño de Cavilú SpA. Si lo es un joven que al año 2017 era un estudiante universitario de 23 años, con ingresos totales justificados inferiores a $ 17.000.000 entre 2017 y 2019, o lo es en verdad su padre, el senador Manuel José Ossandón, quien le depositó a su hijo en el período un monto cercano al 65% de la contribución total a Cavilú”, concluye el fiscal.