La tensa segunda vuelta de gobernadores (y la presidencial que corre por debajo)

gobernadores pop

Narváez, Provoste, Boric y Jadue tienen fichas en la elección de dos semanas más. Con la Metropolitana demasiado incierta entre Claudio Orrego y Karina Oliva y una maraña de incidencias, el final no solo podría inclinar la pugna de fin de año entre el PC-FA y Unidad Constituyente. También puede impactar dentro de ambas duplas de competidores.


En dos domingos otra vez estaremos contando votos. Trece regiones elegirán a su primer gobernador o gobernadora. En dos de ellas se enfrentan Unidad Constituyente y Apruebo Dignidad. Una es Tarapacá. La otra, la Metropolitana. Esta lid está cerrada, admiten las tropas de Claudio Orrego (54 años, DC) y de Karina Oliva (36 años, Comunes). ¿Vaticinios? Un acertijo. Encima, la presión de esta segunda vuelta está empapada de cálculos, especulaciones y temores de lo que pueda pasar después en la presidencial opositora.

Cuando esto termine (13 de junio) apenas quedarán otras cinco semanas para que las primarias legales sigan jibarizando la lista de candidatos a cruzarse la banda (18 de julio), y para entonces quienes no pudieron inscribirse en ellas por culpa del festival de la semana pasada podrían tener su película un poco más clara. O menos borrosa.

Lo que está por acaecer en la Metropolitana -quien gane será la autoridad con más votos y menos atribuciones del país- pegará en el destino político de Daniel Jadue, Gabriel Boric, Paula Narváez, Yasna Provoste y Carlos Maldonado.

Las cuentas en el aire más aventuradas dicen que si gana Orrego, ganan las cartas PS y DC, pero luego tendrán que lidiar entre ambas. Y que si vence Oliva, el triunfador entre el PC y el FA sacará una pesada ventaja.

Entremedio, una maraña de incidencias: un partido comprometido con una candidatura a la gobernación, pero con parte de sus filas medio a la fuerza; otra, que en vez de apoyar solo a su aspirante presidencial también patrocina a su competidor, y ciertas cuentas por cobrar en el momento equivocado. La derecha, que pagó cara su división quedando fuera del balotaje metropolitano, mira esto con medio pie en la cancha.

Dos semanas. Acción garantizada.

¿Quién irá a votar?

Ese domingo 13 juegan -salvo cambios de último minuto- Chile vs. Argentina por la Copa América. Las barras bravas opositoras tienen el match en la lista de sus temores de que vote poca gente. ¿Cuánta? Ni la subsecretaria Daza tiene la respuesta, bromea en serio un experto. En la primera vuelta de gobernadores se contaron 6.468.750 papeletas en todo el país y 2.662.667 en la RM.

En el sector agregan a los peros que ahora no hay otras elecciones. Pero ojo: el 15 y 16 de mayo votaron por gobernadores para la capital 71 mil personas más que en la elección de constituyentes, 6.257 más que en la de concejales y apenas 1.202 menos que en la de alcaldes. Otros peros son que ahora no concursan candidaturas de derecha (no está claro cómo se comportará su militancia, por lo que transmiten en Chile Vamos), que estaremos al borde del invierno y que los contagios están donde están.

Pero también se piensa que tantas cosas en juego podrían movilizar gente. En el Frente Amplio, en el PC y en el comando de Oliva dicen que -además- vienen con el impulso de haber conquistado recién Santiago, Ñuñoa, Lo Espejo y otras comunas.

En Unidad Constituyente, sobre todo en el PS y en el comando de Orrego, aseguran que a sus nuevos rivales les darán la pelea extramotivados después de la trifulca de las primarias (“la afrenta” de los comunistas, dicen entre los socialistas, como si no pensaran algo parecido de ellos los decés) y que pese a esos trofeos alcaldicios, a ellos les fue mucho mejor en otros indicadores.

Las apuestas opositoras parten alrededor de un piso imaginario de 500 mil votantes en la Metropolitana, hasta un techo cercano al millón. Otras estiran eso mucho más allá; los más optimistas no creen imposible mantener la marca del 15 y 16.

Algunas voces del sector creen que Orrego tiene mejores chances si vota menos gente (nuevamente: ¿qué harán los votantes de derecha?), y que si participa más, le convendrá a Oliva. Sí está más expandida la lectura que -esta semana la empresa Unholster publicó un desglose de la primera vuelta- la candidata es más fuerte en los más jóvenes y que el candidato en los que no lo son.

Jadue y Boric van a estar en terreno junto a la aspirante frenteamplista, dicen en su comando. En el del DC aseguran que contarán en la arena con Narváez y Provoste, pese a que la presidenta del Senado aún no ha pronunciado las palabras mágicas que todos dan por hecho. Pero no es tan sencillo.

La cuestión de honor

Orrego (657.227) le sacó solo 55 mil votos de ventaja a Oliva (601.845) en primera vuelta y la sorpresa hizo impredecible la segunda. En tales condiciones, la función de la semana pasada ante el Servel dejó en Unidad Constituyente grietas por sellar. Partiendo por la que quedó entre decés y socialistas cuando éstos iban muy dispuestos a inhumar su alianza con aquellos para irse con los comunistas y frenteamplistas.

En el sector tienden a repetir en sus relatos la metáfora de la pareja engañada por nada a cambio.

En el mando PS aseguran que las conversaciones se retomaron esta semana. En el de la DC dicen que recién van en los mensajes por WhatsApp, que todavía no lo hablan a fondo. Y que van a hacerse de rogar, aunque sea un poco, para que a sus históricos socios tampoco les salga gratis la ofensa. “Es un asunto de dignidad”, resumen.

Eso no puede durar mucho, porque esta segunda vuelta los tiene a ambos atados. Los PS están oficialmente comprometidos con Orrego. Perdieron la primaria de gobernadores con Álvaro Erazo, tienen a su secretario general, Andrés Santander, y a varios más en su comando.

“No tenemos opción”, agregan: también dependen del apoyo DC en las regiones donde postulantes socialistas pelean en el balotaje, como lo hiciera ver tan gráficamente Camilo Escalona en la comisión política PS la semana pasada: “¿Usted cree que Crisóstomo (Llanos, candidato por Ñuble contra un UDI) va a ganar si esa gente le da la espalda?”.

De la reciprocidad resultante -al menos la presidenta interina DC Carmen Frei avisó el martes que “reconquistamos la democracia con heridas mucho más profundas que las que podamos tener ahora con el PS”- dependerán las lecturas de si las confianzas sobrevivieron o no. En ambos partidos hacen ver que si no quieren obsequiarle la presidencial a la derecha, tienen que ir sí o sí unidos en la parlamentaria y en la presidencial. Y ésta se sigue enredando.

Y la revancha

Narváez y Provoste tampoco tienen la opción de desmarcarse y harán terreno y zooms para apoyar a los candidatos a gobernadores en estas dos semanas. La presidenta del Senado aún no es proclamada por su partido y mientras más presiona al gobierno por el asunto de los mínimos comunes, más suspicaz y molesto se vuelve el equipo de la exvocera bacheletista.

Más después que el PDC -el lunes- dejara en el freezer el asunto presidencial hasta después del 13 de junio. La junta nacional aún tiene que bajar oficialmente a Ximena Rincón y ungir a Provoste. Con eso buscan cobrarles a los socialistas al menos una cuota de la “afrenta” y asegurarse de que se cumplan los apoyos de segunda vuelta (y que no se desbande el comando de Orrego).

Pero sobre todo, ganar tiempo para que entonces su candidata in pectore gane más popularidad y ponga tal distancia entre ella y la alianza PS-PPD-Nuevo Trato, que eso deseche las primarias convencionales que pretenden las filas de Álvaro Elizalde.

En el mando socialista leen lo mismo. Insisten en que Narváez no es “bajable” y que eso solo lo puede decidir ella. Pero otros no niegan que esto puede terminar en una vuelta de mano de lo que padecieron los DC el 2005, cuando Soledad Alvear capituló ante Michelle Bachelet.

Otros ven que Provoste también tiene que ganar la segunda vuelta en su casa. En Atacama su candidato Carlo Pezo sacó primera mayoría, pero a menos de seis mil votos quedó Miguel Vargas, un independiente que militó en el PS, intendente en Bachelet II y que retuitea a Jadue y a Boric. Los socialistas dicen que eso está peleado y temen que parte de su gente allá se descuelgue del compromiso oficial.

Algo puede pasar en la RM con Orrego. La diputada PS Maya Fernández -disidente a Elizalde, estuvo a poco de renunciar el año pasado- apoyó y celebró con la PC Irací Hassler en Santiago y la RD Emilia Ríos en Ñuñoa. Cuando se cayó el pacto con el PC-FA que ella promovía en su partido, la nieta de Salvador Allende se desmoronó. Describen los suyos que se sintió dolida y traicionada. Y que no va a respaldar a Oliva; otra cosa es si mueve o no un dedo por Orrego.

El mando PS está con lupa sobre su gente para evitar descuelgues a favor de la frenteamplista, pero reconocen que ni el más marginal de los riesgos es descartable.

presidenciables pop

Decisiones trágicas

El equipo de Oliva asegura que conversan con militantes PS, pero con cautela para no echarlo a perder. Tienen a su lado a exsocialistas como el alcalde Gonzalo Durán, de Independencia, antes aliado de Orrego y que se lo sinceró en campaña. Su prioridad es seguir con la máquina encendida, fortificar las comunas donde le ganaron a su rival y atacar en las que quedaron abajo.

Pero ahí hay otra historia. La candidata hizo campaña con Jadue y Boric, pero ahora ellos compiten. El partido de Oliva, Comunes, demoró la proclamación presidencial del Convergencia Social hasta la noche del mismo miércoles, cuando ya se había caído el pacto PC-FA-PS (el tuit lo subieron a las 21.34).

Ella no va a apoyar solo a Boric; a los dos por igual. Si va a un acto de campaña, irá al del otro. Su comando dice que lo conversó con ambos.

Aunque el diputado sea frenteamplista como ella, su argumento es que si solo lo respalda a él, cerraría sus chances de más votación. Su equipo subraya que no quieren atrincherarse y que necesitan llegar más allá de Apruebo Dignidad.

Si ella vence a Orrego, la pregunta de cajón será si después, con todo el envión, seguirá o no aplicando esta “neutralidad” que solo podría beneficiar a Jadue y al PC; si éste le gana con ventaja a Boric, eso después repercutirá en la negociación de cupos parlamentarios. Ellos ya pasaron de los videos con abrazos a lo que vinimos, pues: a una primaria.

A Jadue no le gustó nada que Boric dijera esta semana que “me la jugué por el acuerdo del 15/N (...). Daniel tuvo una posición distinta”. El jueves era pregunta obligada cuando lanzó su campaña en una casona casi centenaria en el barrio República. Contestó con un “voy a recordar a Gabriel que el acuerdo del 15 de noviembre fue porque los alcaldes y alcaldesas de Chile convocamos anticipadamente a una consulta nacional, cuando el Congreso ni siquiera se imaginaba convocarla”, y que “le pediría a todo el sistema político que nadie se atreva a tratar de apropiarse de este proceso”.

Boric de vuelta, este miércoles: “Concuerdo con Daniel que nadie debe apropiarse del proceso” y “es importante ser capaces de reconocer errores, porque nos da la oportunidad de aprender. Creer que uno siempre tiene la razón nos nubla e impide mejorar”.

Eso tiene historia. Tres días después del polémico pacto de 2019, Jadue remató con #notablehipocresia un tuit diciendo “risa me da ver hoy a los mismos que pactaron con la derecha un proceso constitucional de espaldas a la ciudadanía”. Esa vez Boric se tomó hasta el día siguiente para contestarle: “Triste que te dé risa. Aquí seguiremos luchando para que nueva Constitución sea paritaria, con escaños reservados para pueblos originarios e iguales condiciones para independientes. Saludos”.

¿Qué dijo el alcalde un par de horas después? “Luchando para salir en la foto y pactando con la UDI. Seguimos esperando”.

El quién estuvo con o contra quiénes cuando Chile estallaba es un clivaje en la izquierda. Boric y Beatriz Sánchez fueron funados en la calle; a Jadue le pasó algo parecido. Con ambos aspirantes a la caza de independientes y la Lista del Pueblo (apoyan legislar para que se les permita ahora postular en listas sin partido al Congreso), seguirá siendo tema.

Tiene más vueltas. Boric no está por encajonar la primaria solo en el mundo antineoliberal, que es de lo que Jadue acusó la semana pasada al PS y al PPD. Jadue, pese a todo, ya piensa en la segunda vuelta. El jueves: “En todas aquellas regiones donde hay cualquier candidato de la oposición llamamos a votar por ellos y no aceptar y no dejar que la derecha gane”.

Eso es, por ejemplo, apoyar al DC Patricio Vallespín (viejo aliado de Narváez) en Los Lagos. Y anteayer comenzó con los cambios de luces a Provoste: “Si Yasna fuera la candidata, abrochamos mucho más pronto el apoyo recíproco en segunda vuelta” (The Clinic). Falta mucho: en la DC le dijeron que “es un liderazgo poco confiable”.

Oliva tiene otro asunto. El domingo pasado dijo que la había llamado Pablo Maltés y que se iba a juntar con él y con Nathalie Joignant (Ecologista Verde, PEV), que en primera vuelta llegó tercera, con 391.276 votos, más que la Evópoli Catalina Parot. Pero ella ya desmintió que la esté apoyando, ha habido algunos encontrones con sus partidarios por Twitter, y hasta ahora no ha querido comprometer palabra. La pareja de Pamela Jiles (274.626) sí se ha reunido con ella, pero todavía tiene en suspenso qué hará.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.