Luis Astudillo: “Esto es como el Lejano Oeste. Aquí disparan y disparan y nadie hace nada”
“Acá están los soldados. Los grandes capos de la droga no viven en Pedro Aguirre Cerda”, dice el alcalde de esa comuna. Pide a gritos más colaboración del gobierno para el combate del narco que ve a diario en su comuna.
El alcalde de Pedro Aguirre Cerda ha jugado un rol protagónico en las últimas semanas. Suspendió las clases en su comuna porque, una vez más, había que dejar espacio libre para que pasara un funeral de alto riesgo. En esos mismos días el gobierno anunció las 46 comunas con que partiría el Plan Calles sin Violencia. La suya no estaba incluida y él no guardó silencio.
¿Quién es Luis Astudillo, el jefe comunal que levantó la voz y que aquí afirma que “se está atentando contra la democracia”?
Iquiqueño, 42 años, no tiene militancia política, pero claramente es un hombre de izquierda. No sólo por el detalle de una foto del expresidente Salvador Allende sobre su escritorio, sino también por su historia personal.
“Yo soy hijo de exiliados políticos”, relata. Su padre fue dirigente socialista durante su época universitaria. Estuvo detenido en el estadio de Copiapó. Luego de terminar sus estudios, partió con su familia a Brasil. En ese entonces, Luis Astudillo tenía cuatro años y aprendió a leer en portugués.
Al poco tiempo, pidieron asilo político y se fueron a vivir a Francia. Allá, Astudillo estudió toda su educación básica, y cuando estaba en primero medio, la familia volvió a Iquique. Al salir del colegio, se fue a estudiar Medicina a Cuba.
A su regreso, empezó a buscar trabajo en el servicio público de salud y llegó al Cesfam de la población La Victoria. “Fue amor a primera vista”, dice, intentando explicar cómo se cautivó con la solidaridad de la gente y su espíritu de lucha.
Primero fue concejal de Pedro Aguirre Cerda y hace dos años asumió como alcalde. “Lo que está pasando aquí no es nuevo, pero se agudizó después del estallido social. Ahora ya estamos en una verdadera pesadilla por el nivel de violencia que se vive”, dice.
Ha sido muy crítico con el gobierno, pero también es cierto que todo Chile está viviendo la misma crisis de seguridad.
Hay que ser crítico. Es la única forma que tenemos de ir corrigiendo lo que no se está haciendo bien. Y no me voy a mantener callado, a pesar de que el gobierno lo pueda considerar como un ataque. Acá se está atentando contra la democracia. Lo digo tajantemente.
¿En qué sentido es un ataque a la democracia?
Porque si no garantizamos el derecho a la seguridad y a vivir en un ambiente libre de violencia, se afecta la convivencia democrática del país. Lo que ha pasado en estos días no es nuevo. Hace ya varios meses que estamos viviendo un verdadero toque de queda en la comuna.
¿Por temor?
La gente tiene mucho miedo. Salen a trabajar y se van temprano para la casa. Se encierran. Están comprando cámaras, alarmas comunitarias, quieren cerrar sus pasajes. ¿No es eso la pérdida del espacio público? Te doy otro ejemplo: en un colegio de la población La Victoria, cuando no habíamos sufrido tantos problemas de velatorios de alto riesgo, ni episodios violentos, teníamos una buena asistencia estudiantil. Cerca del 80% de los alumnos estaban yendo a clases...
¿Y ya no?
Eso ha bajado dramáticamente. Ahora estamos por debajo del 60%.
¿Hay sensación de que el colegio no es un lugar seguro?
Es que no es un miedo por no querer ir al colegio. Es el temor a transitar por la comuna. Miedo de tener que pasar por los sectores donde hay balaceras. Miedo porque hay alguien consumiendo drogas. Miedo a salir porque hay fuegos artificiales a cualquier hora. Son un montón de factores los que hacen que las personas no se sientan seguras en su barrio.
Dramático...
Muy dramático. Y no te hablo solo de la población que vive aquí. También de los trabajadores de los consultorios. Hemos tenido que blindar las ventanas. En las escuelas hemos tenido que poner muros que puedan contener las balas y tener protocolos para saber cómo actuar cuando hay disparos. O sea, hemos tenido que establecer una coordinación entre las escuelas, la seguridad municipal y Carabineros.
En lo fundamental, hay sensación de que están expuestos a la violencia.
Absolutamente. Aquí hay personas que han sido heridas de bala. Hace un tiempo, una mujer embarazada recibió un impacto de bala. Gracias a Dios no le pasó nada a su embarazo, pero el disparó la afectó igual. Ella está con una colostomía. Le tuvimos que llevar una silla de ruedas y las bolsas que se usan en una situación así. Junto a los vecinos la estamos ayudando…
Huir de las balas
¿Qué salida ve? Porque a la par hay toda una discusión sobre si lo que se requiere es mano dura o desplegar políticas públicas más estructurales.
Es una discusión ideológica, pero lo que nosotros necesitamos es vivir en paz. Los equipos municipales no pueden salir a trabajar tranquilos. En más de una ocasión hemos estado en alguna actividad cultural y comienza una balacera. ¿Y qué pasa? Todo el mundo empieza a arrancar.
“Entonces, por supuesto que nuestra convicción ideológica es tener una mejor distribución de los recursos para las comunas. Un nivel de equipamiento más parejo. Buenas plazas, centros de desarrollo comunitario, pero si no tenemos garantizada la paz, no podemos pensar en el largo plazo. Lo que se requiere es hacer una limpieza. Te insisto: nuestra realidad es que teníamos el 80% de asistencia de un colegio y bajó dramáticamente al 60%. ¿Cómo lo hacemos? No podemos esperar”.
¿Qué significa hacer una limpieza?
Que no haya más disparos al aire. Que ningún vecino tenga que salir corriendo para escapar de las balas y que pueda estar tranquilo cuando está en su casa.
Alcalde, usted está pidiendo lo que quiere todo Chile y la batalla contra la violencia es complejísima…
Sí, pero no en todas las comunas de Chile se vive así. ¿O en todos lados llegan los vecinos a denunciar que hay disparos? Hay que priorizar las comunas que están peor. Y por eso que Pedro Aguirre Cerda no puede quedar fuera de un plan especial, llámese Calles sin Violencia, llámese como quieran. Hasta hace pocos días no contábamos ni siquiera con un vehículo blindado. Había balaceras y aquí era el Lejano Oeste. Disparaban y disparaban y a nadie le importaba.
¿La situación se desbordó?
Le voy a compartir una imagen que me afectó mucho. En una balacera de hace unos meses atrás, Carabineros juntó siete vehículos policiales. Me decían: “Estamos a punto de entrar, estamos a punto de entrar...”, pero al final no entraron. ¿Sabe por qué? Porque si entraban los iban a acribillar. Tomaron la decisión correcta. Estamos a tal punto, que llegan a la tenencia de La Victoria, disparan y no pasa nada.
¿Y Carabineros?
Yo he hablado con algunos carabineros y me dicen: “Alcalde, yo no tengo la preparación para ir a enfrentarme a esa gente”. Entonces, hay que preparar a nuestra policía. Tampoco tenemos la cantidad de policías necesarios. Aquí analizamos 600 llamadas en que realmente se necesitaba la concurrencia de Carabineros, pero en alrededor del 70% no pueden llegar.
¿Porque no hay carabineros suficientes?
Así es. Y así suma y sigue. ¿Sabe usted lo que tuvimos que hacer un día para hacer labores de inteligencia? ¡Tuvimos que ir a golpear puerta a puerta! Preguntando: “¿Vecina, usted sabe quién está tirando fuegos artificiales? ¿Vecino, usted sabe quién está disparando?”. ¿Usted cree que eso debería estar ocurriendo en un mundo donde existen drones y una serie de otras tecnologías para poder identificar a las personas que delinquen?
Relatos parecidos han reportado otros alcaldes y alcaldesas...
Es cierto. A muchos alcaldes nos toca enfrentar al narco y al crimen organizado, pero cada comuna tiene particularidades. El otro día hablaba con el alcalde de Estación Central y me decía que su problema eran los vendedores ambulantes. Yo no tengo ese problema, pero sí tenemos violencia extrema, balaceras, tráfico de drogas y lugares donde es difícil entrar...
Si miramos el mapa de su comuna, ¿cuántos son los sectores donde no se puede entrar?
Hay varios lugares, pero nosotros vamos igual. El problema es que cuando uno se ve amenazado tiene que salir. Yo no puedo obligar a mi gente y decirles: “Somos carne de cañón, vamos nomás, y si nos matan, bueno, seremos mártires”. No puedo hacer eso. La mayoría de los vecinos de Pedro Aguirre Cerda son personas honestas. Pero hay un grupito que se siente en total impunidad y se creen los dueños de la calle y son capaces de amedrentarnos.
¿Por qué -si son grupos chicos- no se pueden detener, por ejemplo, si se sabe desde qué lugar están lanzando fuegos artificiales?
Porque son unos terroristas. Porque generan miedo. Lo único que los diferencia de los terroristas es que ellos no persiguen fines ideológicos ni religiosos ni políticos, sino que persiguen el lucro. Entonces, es un problema estructural. No ha habido voluntad política para resolver esto. No puede ser que estemos en el 2023 y no tengamos un dron. Es para cuestionárselo, ¿o no?
¿La opción de echar abajo las casas narco no es una posibilidad en su comuna?
¿Derribarlas? Todo lo que apunte a enfrentar al crimen organizado es positivo. Pero hay que ser sensatos. Yo no he evaluado los costos, pero imagino que movilizar al personal municipal, policías, retroexcavadoras, debe ser carísimo. Y ese costo hay que contrastarlo con los resultados. ¿Cuántas armas se han incautado? ¿Cuánta droga? ¿Cuántas personas han sido detenidas? Los pocos recursos que tenemos aquí, tenemos administrarlos bien. Esto es como una casa pobre: uno no se puede dar el lujo de ir a comer al restaurante y luego morirse de hambre todo el mes. Esto es lo mismo.
Otro modo
¿Tienen claridad de qué bandas operan aquí en Pedro Aguirre Cerda? ¿Hay un mapa del delito?
Lo tenemos. Pero no le voy a dar detalles. Son personas que están muy preparadas. Saben cómo funcionan las armas, tienen un sistema de inteligencia...
¿Cómo es eso?
Hay narcocámaras… O sea, cámaras que están apuntando y que pueden prevenir la llegada de policías o de bandas rivales.
¿Pero tiene claridad de si son pequeñas bandas que se enfrentan en la calle o hay grupos más grandes operando desde aquí?
Acá están los soldados. El fenómeno delictual ha ido mutando. Antes eran los ladrones. Tenían códigos; respetaban su territorio y salían a operar afuera. Eso cambió. En esta ola de violencia hay una nueva forma de operar.
¿Y en su comuna están los grupos que operan para otros?
Sí. Acá están los soldados. Los grandes capos de la droga no viven en Pedro Aguirre Cerda. Ellos son los que ponen el capital y aquí tienen su ejército, pero comandan desde afuera.
¿Desde dónde?
No lo sé. Imagino que deben vivir en parcelas de agrado. Ellos están tranquilitos en sus mansiones. Son los jefes, los grandes dueños del tráfico y aspiran a vivir una vida de millonarios. Evidentemente que eso es imposible en Pedro Aguirre Cerda. Aquí están algunos traficantes y delincuentes de menor rango. Pero, cuidado, eso no significa que no estén preparados o que no sean sumamente violentos.
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