Lo llamaron los partidos políticos, también los empresarios. Manuel Canales lo recuerda bien. En los días que siguieron a octubre de 2019, la élite política y económica quería entender, analizar qué había en lo profundo del estallido social, cómo proceder ante la crisis. De cierto modo, en esas semanas la sociedad quería escuchar y saber de sí misma, dice. Hoy esa conversación parece olvidada:

-Fueron conversaciones muy valiosas. Pero hoy hacen como que no supieron. Y eso a mí me huele a cierta deshonestidad intelectual. Por último, digan que estábamos locos de miedo. Ellos vieron octubre, pero ninguno habla hoy de la demanda social.

El sociólogo hace una pausa y se pregunta:

-Qué raro, cuando octubre era dignidad, eran las pensiones, era el baile de los que sobran. ¿Por qué nunca más han hablado del baile de los que sobran? La canción ya se la han cantado tres veces: en los 80 Jorge González, el 2006 la revolución pingüina y el 2019. Y se las van a volver a cantar, porque los jóvenes siguen sobrando.

Autor de La pregunta de octubre, un esclarecedor ensayo en torno al estallido social, Manuel Canales reflexiona sobre la forma en que ha decantado el fenómeno. En su oficina de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, desde donde se distinguen los colores del otoño en los árboles del campus, Canales apuesta por la lentitud: “No es tiempo de juicios apresurados y frases cortas”, dice. “Los tiempos que vivimos requieren una mirada profunda y detenida”, agrega.

-¿Qué fue octubre? Fue el levantamiento de un pueblo que había hecho todo el ejercicio neoliberal, que había agradecido la superación de la pobreza, que se había entrenado en las prácticas neoliberales y que al final del trayecto se da cuenta de que el neoliberalismo es un pésimo negocio para las clases populares, porque los quebra y llegan a un barranco. Los jóvenes estudiaron una carrera, están endeudados con el CAE y no pueden ocupar ese título, no les vale de nada. Y las pensiones, la salud. Esa es la foto. En octubre no hay ideología, no es izquierdista ni progresista, no es feminista, no es ecologista ni indigenista. No es nada de eso. Octubre es ese millón de personas que no eran primera línea.

¿Qué pasó con ese fenómeno?

Después de esa activación viene la solución constitucional, el liderazgo de Boric, que llevaba a su favor el no ser objetado por octubre. Pero Boric no participaba de los actos de octubre. La nueva izquierda tenía su propio acto en Plaza Ñuñoa. Jadue, la vieja izquierda, tampoco. No eran dirigentes de octubre. Pero Boric interpreta bien el momento, interpreta una vía institucional. Yo distingo en octubre dos zonas. Una sólida, que es la demanda que te acabo de plantear: las condiciones de vida, las pensiones, este sistema de salud que me tiene en esta lista de espera. Todo esto me indigna, rompe mi integridad. Ya no soy pobre, pero me tratan como mendigo. Eso es lo sólido de octubre. Boric no tenía un proyecto, sí un ideario, y eso es lo que plantea. Boric y la Constituyente van a hacer un desvío brutal en la interpretación de octubre. Se sumaron ahí todos los progresismos en un discurso muy coherente, pasaron a ser referencia mundial. Pero eso no tenía nada que ver con octubre, y octubre no tenía nada que decir por sí mismo. En ese vacío es donde ellos toman la representación y siguen su propio camino, que termina en el fracaso que todos conocemos. Yo lo dije en La Tercera, muy interesante, pero no son las prioridades. Hablemos de los derechos económicos y sociales. ¿Por qué no hablan de eso alguna vez? Y seguían con el feminismo y el ecologismo. Pero octubre fue por otra cosa.

La Convención surgió del estallido, pero no supo hablar con el estallido.

La Convención se habló a sí misma, fue el progresismo hablándose a sí mismo. Y coinciden ahí todas esas sofisticaciones constitucionalistas de unos con el primeralineísmo de otros. Conversaciones en el aire, sobre un aire tóxico. Pasó eso y fueron derrotados. Ahí aparece con todo la ultraderecha autoritaria. Kast frente a la izquierda progresista. Pero de nuevo, ni Kast ni Boric eran octubre. Ni octubre era contra ellos, era contra la centroizquierda y la centroderecha, que están en el suelo. Entre tanto, ya el gobierno de Boric está sellado, ahí se acabó. Boric no interpretó la demanda popular profunda de octubre ni la que trajeron pudo vencer.

La propuesta republicana también fue rechazada. Hoy Kast no tiene la misma fuerza…

Fue lo mismo. Si lo que vemos es que nadie ha podido interpretar el alma de esta sociedad. ¿Cuál es el alma de esta sociedad? Estaba leyendo a Sócrates y él dice que la Constitución es el alma de un pueblo, en el sentido de que es su espíritu y su logo, su razón. Es mejor que la idea de la casa. La nueva izquierda de Boric se quedó sin ideas, sin programa. Kast puede permanecer con la suya, porque con eso le basta para afirmar su posición. La izquierda nueva no, tuvo que ir a buscar su nuevo destino, porque estaba a cargo el gobierno. Para Boric se había terminado un gobierno, un espíritu, un proyecto, porque no cuajó, porque la Constitución fue derrotada con cuática. Entonces hay dos fases de su gobierno: cuando está tratando de impulsarlo con su propio proyecto transformador y, luego, cuando entiende que nada de eso será posible después de la derrota de la Constituyente, lo que hace es definir una carta de navegación. Debe seguir gobernando y ahí entra en esta suerte de realismo y pragmatismo y encuentra el modelo de la Concertación.

Usted ve un símil entre Boric y la lógica de la Concertación.

La Concertación tuvo ese modelo originario de aprender, durante el final de los años 80, la desesperanza. La idea de que no tienes alternativa que presentar. Y, por lo tanto, la propuesta política es la renuncia a un utopismo transformador. Boric hace el mismo aprendizaje de la Concertación, de la desesperanza. A fines de los 80 se inventan los grises: Tironi, Brunner. Había algo de trágico, muy sutil, weberiano en ellos, en el sentido de que esto es sin encanto. La transición es fome, sin ilusión. Se acabó el tiempo de los sueños, vamos a ser pragmáticos y vamos a hacerlo bien. Los Amarillos intentan un ejercicio así, pero son chillones, no tienen fondo. En cambio, Brunner, Tironi, son interesantes, fundaron el partido del orden que duró 30 años. Por eso ellos son mis adversarios intelectuales.

La marcha del millón de personas el 25 de octubre de 2019. FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA ESTALLIDO SOCIAL - MARCHAS - MANIFESTACIONES - VISTAS AEREAS - SECTOR - PLAZA DE LA DIGNIDAD - PROVIDENCIA - TORRE TELEFONICA - GENTE - CIUDADANOS

¿Qué le parece la definición de Brunner de octubrismo?

Como te decía, lo único sólido es octubre, pero no todo en octubre es sólido. Lo que está haciendo Brunner es una versión sofisticada de reducir octubre a la violencia Él está tomando la parte gaseosa de octubre. Y ahora volvemos a la estabilidad de la crisis de 2006.

¿En qué sentido volvimos a 2006?

Todos los cabros estudiando, como en ningún país en Latinoamérica. Todos los jóvenes en educación superior, como probablemente en ningún país en el mundo. Para una matriz productiva, la misma de los años 60, con un 25% de trabajos que requieren alguna complejidad. Y todos los demás pueden aprenderse en el puesto. Eso es lo que explotó en octubre. Todos estudiando para ser profesionales y todos llamados a seguir siendo jornaleros, profesionales jornaleros. Eso es lo que produce este régimen y eso es lo que explota. Esa es la parte sólida, dura, cristalina de octubre. Ese es el cristal de Chile.

Usted habló de la necesidad de una refundación, pero el gobierno abandonó ese ánimo.

Yo hablé de refundación o desmán, en el sentido de lo que no mana, no fluye. La refundación que se requiere es una que pueda responder a dos preguntas de la sociedad chilena, que son las que quedaron en octubre y que Chile arrastra de siempre. Una matriz productiva basada en el trabajo simple. Y dos, una estructura social basada en el apartheid. De manera que, además, coincide bastante bien que al 10% de los blancos o los más ricos les corresponden los puestos complejos. Y al conjunto restante le corresponden los trabajos simples, los jornaleros, donde tú no aprendes en el camino, sino que vas envejeciendo. Esa es la cuestión. Y así estamos. No significa que todos los populares sean iguales, pues están los pobres, está la clase media baja y la nueva clase media, que son tres actores muy distintos. Y entre ellos forman el 85% de la población. Eso es lo que hace crisis en octubre. Pero el progresismo y el izquierdismo no se mezclan y hacen lucha aparte en Ñuñoa, cuando están al lado de Plaza Italia. En las marchas del 2011 venían mezclados, pero entonces la clase media no supo que estaba dirigiendo a la clase popular y llevaban dentro la desigualdad. El 2011 su dirección tenía caminos de éxito: la U. de Chile, la Católica. Los otros eran los sopaipas. Ahí estaba la desigualdad, por eso ese movimiento fracasó.

¿Qué piensa de la distancia que ha tomado Boric respecto del estallido?

Yo creo que, en ese sentido, hay un equívoco. Es lo mismo que hace Brunner de confundir octubre con su parte líquida. Cuando en vez de la conversa sobre lo sólido nos ponemos a conversar en el aire, y en un aire tóxico, y obviamente toda la campaña de inseguridad, basada, naturalmente, en inseguridad objetiva, se ve inflada hasta hacer aparecer que el tema en Chile es la seguridad policial y no la precariedad laboral, la precariedad médica, que si te enfermas, sonaste, ojalá no me enferme y ojalá no envejezca. Nadie habla de esto. Nadie habló nunca más de la desigualdad. Para entender, esto no es de maldad, es que no hay repertorio. La clase dirigente, el sistema político, no sabe qué hacer con la desigualdad y con las condiciones de precarización que el modelo neoliberal impone en esa desigualdad. Para eso no hay respuesta. Y estamos en la pitilla, por así decirlo, con un orden ciego y unas clases dirigentes que no saben para dónde dirigir. Y donde nadie tiene alternativa al modelo y el modelo es insostenible.

¿Por qué en las encuestas aparece también una distancia de la gente con octubre?

Es como un pueblo que se decepciona también de su parte blanda. Se decepciona también él de haber creído que iba a poder. Quisieron querer y no pudieron poder, como dice Zitarrosa. Creyeron que era posible y de pronto se dan cuenta que no.

¿No es que la gente haya vuelto a valorar el modelo neoliberal o los 30 años?

Entiende que no hay alternativas. Y se vuelve como un gesto que ya estaba en 2003: el futuro era esto. Pero entonces todavía estaba la ilusión de la educación superior. Ahora es sin ninguna ilusión. Por eso estamos en tiempos de sombras decepcionantes, creo yo. Pongan ojo, ¿qué va a pasar con los jóvenes en los colegios? ¿Para dónde es el camino? ¿Se sorprenden del narco? ¿Son los venezolanos? ¿O somos nosotros y nuestras escuelas que no saben qué decir a ese chiquillo que puede ser soldado de los narcos o del Ejército e irse a Putre? Los dos se llaman soldados, y los dos son caminos coherentes. ¿Por qué el pueblo sigue el camino militar? Porque quiere hacer carrera. Cuando el cabro se mete al Ejército, quiere hacer carrera. Es como ser gendarme o policía, por eso la policía y el pueblo están muy cerca. Todos los policías son pueblo. Por eso la partición es tan brutal y hay que tener mucho cuidado. Eso le hace mucho mal al pueblo.

¿Qué le pareció que el Presidente renegara de la figura del perro Negro?

Creo que fue un error... Por último, debió haber hecho una reflexión más profunda, en vez de lo fácil. De nuevo, no es momento de juicios fáciles, es momento de análisis profundos. Si él cree que con ese tipo de proposición resuelve algo, todo lo contrario.

¿Qué espera de lo que queda?

Yo sigo a la sociedad. Y la venía siguiendo hace mucho tiempo. Y llegué a octubre entendiéndola, sigo en eso. Y en ese sentido, digo, la historia no ha terminado, no hay ningún regreso a ningún orden. Seguimos en la crisis que nos llevó a octubre. Se necesita que la clase dirigente, todos los que ocupan puestos de poder, lo entiendan. Dígame, ¿cómo entiende octubre? ¿Qué pasó después? ¿Qué está pasando ahora? Habrá que estar muy atento a los procesos que vienen. Este orden no tiene 10 años de reproducción así como está. De hecho, 10 años es decir infinitud.

¿Usted piensa que puede volver a eclosionar?

No lo sé. Estamos en tierra desconocida. Lo que sí sé es que habría que estar muy abiertos a analizar estos procesos. Cómo la subjetividad popular va a procesar su impotencia, cómo la impotencia sigue ahí. ¿Cómo se van a reproducir las conexiones básicas con que el orden retiene a las personas? ¿Cómo van a conseguir que los jóvenes sigan por 10 años, 15 años, estudiando carreras como ahora, entrando a los colegios de ahora? ¿Cuánto dura eso? Esa es la pregunta que yo les haría a los amigos del gobierno. ¿Cuánto dura su orden? Volvimos a la estabilidad, es cierto. Esto nos está ahora reventando. Bienvenidos a la crisis.

Ahora bien, yo esperaría que aparezca el nuevo actor político que no apareció y que quisiera interpretar profundamente la demanda popular. O sea, si hay una derecha que interpreta con tanto celo y calidad los intereses de la clase dirigente, por qué no puede haber una izquierda que diga mi interés es representar a las clases populares, sus intereses, no mis ideas. La nueva izquierda ha seguido sus ideas, no los intereses populares. Si espero algo es que en algún momento tome forma esa idea de una izquierda que entienda que tiene una conexión de clase y que tiene que tener una propuesta de sociedad.