Mañana a mediodía, en el piso 15 del Ministerio de Relaciones Exteriores, el canciller Teodoro Ribera y un representante del Ministerio de Salud, sostendrán una reunión de coordinación con el representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el argentino Fernando Leanes, para reforzar la cooperación en el control de la pandemia del coronavirus, en un momento en que América Latina se ha convertido en el epicentro de la enfermedad.
Leanes mantiene una relación fluida con las autoridades chilenas y ha respaldado la forma en que se ha enfrentado la pandemia en Chile, por lo que el encuentro no tendría mayor novedad, salvo por un hecho inusual. La iniciativa responde a una invitación directa del gobierno de Estados Unidos.
A comienzos de esta semana, el embajador de Chile en Washington, Alfonso Silva, recibió un llamado del Departamento de Estado norteamericano proponiendo reforzar los vínculos de cooperación regional con la OPS para mejorar el combate contra el coronavirus. La propuesta, que fue transmitida de inmediato a la Cancillería, llamó la atención en la diplomacia chilena.
Sólo unas semanas antes, el 29 de mayo, el Presidente Trump había anunciado en una rueda de prensa que Estados Unidos suspendía de manera permanente su relación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el organismo especializado de las Naciones Unidas en materia sanitaria y del cual depende directamente la OPS.
Trump venía acusando hace tiempo a la OMS de no fiscalizar con mayor rigor al gobierno chino por las cifras de contagiados y fallecidos que daban a conocer luego de que se detectara la aparición del virus en la provincia de Wuhan. A fines de abril, en otra drástica medida que fue criticada a nivel mundial, la Casa Blanca había cortado el financiamiento al organismo con sede en Ginebra y considerado el principal referente mundial para el control de la pandemia. En medio de la mayor crisis sanitaria del siglo, donde Estados Unidos lleva la peor parte -tras convertirse en el país con el mayor número de contagiados y muertos por Covid-19-, Trump dejaba a la OMS con US$ 450 millones menos al año.
Pero al mismo tiempo que Trump tomaba distancia de la OMS, de manera reservada, el Departamento de Estado, órgano responsable de las relaciones exteriores de Estados Unidos, contactaba a los países aliados en la región para fortalecer el trabajo conjunto con la Organización Panamericana de la Salud.
¿Otra decisión errática de Trump? En círculos diplomáticos chilenos no lo ven así. La gestión es parte de una ofensiva de Washington por recuperar presencia en América Latina y revertir la pérdida de influencia en la región, y contrarrestar, en alguna medida, el despliegue que viene haciendo Beijing en América del Sur. Una gestión que se ha fortalecido en el marco de la ayuda al control de la pandemia del coronavirus.
En lunes pasado, el mismo día en que el embajador Silva transmitía a la Cancillería la invitación del Departamento de Estado, en Santiago el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Chile, Baxter Hunt, dio una entrevista a El Mercurio, en la que resaltaba las donaciones que habían realizado dos empresas de capitales estadounidenses para ayudar a los chilenos a enfrentar los efectos económicos y sociales de la pandemia.
La entrevista de Baxter Hunt, afirman fuentes diplomáticas chilenas, fue por expresa instrucción de Washington.
No es usual que los encargados de negocios den entrevistas. Pese a que se trata del funcionario diplomático de mayor jerarquía en la misión de Estados Unidos en Chile, Hunt -quien ha logrado establecer una extensa red de contactos con autoridades de gobierno y dirigentes políticos chilenos-, por el sólo hecho de tener un cargo de menor nivel protocolar (ministro consejero) no tiene la visibilidad y presencia de un embajador.
Desde el 24 de enero de 2019, tras el regreso a Estados Unidos de la embajadora Carol Pérez -quien había sido destinada a Chile durante la administración Obama-, que no hay un embajador a cargo de la delegación diplomática estadounidense en Santiago. Un hecho inédito en las relaciones diplomáticas entre Washington y Santiago.
Trump había nombrado inicialmente como reemplazo a Andrew Gellert, pero debió retirar la nominación luego de que el Congreso estadounidense desechara ratificarlo en el cargo. El 1 de octubre pasado, dos semanas después de la visita de Estado del Presidente Piñera a Estados Unidos, Trump propuso como embajadora a la exiliada cubana Leora Levy como nueva representante en Chile.
Sin embargo, pese a que han transcurrido más de seis meses, el Senado estadounidense ni siquiera ha puesto en tabla la ratificación de Levy. En marzo pasado, la Casa Blanca debió volver a enviar al Capitolio los antecedentes de Levy, pero no ha logrado destrabar su designación.
“La falta de un embajador es un hecho gravitante”, afirma el excanciller y exembajador de Chile en Estados Unidos Juan Gabriel Valdés.
En privado, fuentes de la Cancillería chilena reconocen que se ha notado en Chile la falta de un contrapeso de Estados Unidos frente a una diplomacia china mucho más activa, especialmente desde la llegada a Santiago del embajador Xu Bu como representante de Beijing, y en el contexto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Una visión que comparte el diputado Issa Kort (UDI), miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja y presidente del grupo interparlamentario chileno-norteamericano. “Estados Unidos tiene que entender que hay una forma de hacer diplomacia que está incompleta, que para seguir trabajando con Chile tiene que tener un embajador, porque ese es un contrapeso”, asegura. Un problema que, advierten en Cancillería, se le ha hecho ver a Estados Unidos en varias oportunidades a través de canales informales.
Sin embargo, cuando faltan poco más de cinco meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, parece difícil que la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense vaya a apresurar la ratificación de Leora Levy.
Una demora que tendría un lado positivo, según comentan en privado algunos diplomáticos chilenos, para quienes es mejor entenderse con los equipos del Departamento de Estado, con quienes comparten los mismos códigos, y no con una activista política a la que Trump nombra embajadora como recompensa por haberse transformado en una de las principales recaudadoras de fondos de campaña del Partido Republicano en el estado de Connecticut.
Sin experiencia diplomática previa, Leora Levy sería la segunda representante estadounidense en Chile que no pertenece al servicio exterior desde Ralph Dungan, quien se desempeñó en Santiago entre 1964 y 1967.
No es lo único que genera ruido en Chile del perfil de esta empresaria del azúcar de 62 años. Descendiente de una familia judía que recaló en La Habana en 1940, tras huir de Letonia antes de la Segunda Guerra Mundial, Leora Rosenberg -su apellido de soltera antes de que adoptara el de su marido, Steve Levy-, se ha declarado en redes sociales como sionista, algo que genera inquietud en Chile, uno de los países donde se encuentra una de las colonias palestinas más grandes del mundo.
Factores que poco o nada le interesan a un mandatario como Trump, quien ha mantenido una tensa relación con su propio Departamento de Estado y que ha optado, a juicio del el excanciller Juan Gabriel Valdés, por presidencializar las relaciones exteriores de Estados Unidos a un nivel nunca antes visto.
“Estados Unidos ha perdido la ascendencia democrática, institucional, histórica que tenía sobre la región y que llevó a muchos países a optar por un sistema democrático a pesar de que sus élites no lo querían, y eso se debía a la presencia institucional de Estados Unidos. Hoy, la visión que hay de Estados Unidos es de desorden frente al mundo, de pérdida de valores y de cultura democrática”, asegura Valdés.