De pronto, su padre atravesó la calle y reconoció a un vecino. Estaban de visita en Villaviciosa, en Asturias, la tierra natal del padre de Juan Carlos de la Llera. Era el año 2000 y el ingeniero de la UC había organizado un viaje familiar para que sus hijos conocieran la historia de su padre: una historia dolorosa, con la Guerra Civil al centro. La historia de una comunidad fracturada, que vivió detenciones, ejecuciones y bombardeos. Más de 50 años después de abandonar el pueblo, su padre y el vecino se dieron un abrazo emocionado.
Para Juan Carlos de la Llera fue un momento emotivo. En Villaviciosa, en 1936, su abuelo fue detenido y acusado injustamente por un vecino. Amenazaron con fusilarlo junto a sus hijos (el padre y el tío de De la Llera); finalmente se lo llevaron detenido. Y durante toda la guerra, sus hijos, de 10 y 11 años, sobrevivieron a los bombardeos y las penurias con ayuda de una tía. Al final del conflicto, el abuelo volvió, pero la huella fue imborrable para la familia.
En el año 2000, Juan Carlos de la Llera quiso saber quién era ese parroquiano a quien había abrazado su padre.
-Es el hijo del vecino que denunció a tu abuelo -le dijo.
-Pero cómo, después de lo que pasaste.
-Ya ha pasado mucho tiempo -dijo el padre.
En 2021, Juan Carlos de la Llera recordó la historia en una charla del proyecto REC (Razón en Cristo). “Creo que fue un acto profundo de caridad y de perdón”, reflexionó. “Este país necesita esa caridad y ese perdón”.
Ciertamente, para quienes lo conocen, ese episodio retrata en la esfera más personal al exdecano de Ingeniería y recién nombrado nuevo rector de la UC: un hombre de valores, de espiritualidad católica, apegado a su familia y preocupado por el país.
Nacido en 1961, ingeniero de la UC y doctorado en Berkeley, especialista en ingeniería sísmica, Juan Carlos de la Llera asumirá como nuevo rector el próximo 18 de marzo, hasta 2030, para suceder en el cargo a Ignacio Sánchez, quien completó tres períodos.
Su nombramiento puso fin a 40 años de rectores provenientes de la medicina, desde Juan de Dios Vial Correa (1984-200) y Pedro Pablo Rosso (2000-2010). El ingeniero fue escogido entre una terna que integraban también el bioquímico Juan Larraín Correa y el sicólogo Roberto González Gutiérrez.
“Los próximos años presentarán grandes desafíos”, dijo el cardenal Fernando Chomali al anunciar su nombre, “pero tengo plena confianza en que bajo su liderazgo la UC seguirá siendo un referente de excelencia académica, rol público y responsabilidad institucional”. Ingeniero también de la UC, Chomali agregó: “No me cabe duda de que el nuevo rector seguirá en la senda de Ignacio Sánchez”.
De la Llera recordó que la UC ha sido su casa toda la vida, como académico y decano, “y ahora este tremendo reconocimiento que tomo con muy profunda humildad”.
Su nombramiento fue ampliamente reconocido, en especial en la Escuela de Ingeniería, donde como decano renovó el currículo, hizo crecer la escuela y desarrolló iniciativas pioneras, como Talento e Inclusión y CARE, para promover el buen trato. Además, dice un académico, “sabe de gestión”.
“Yo me he dedicado a salvar vidas diseñando estructuras que resistan los terremotos”, dijo en aquella conferencia de REC. Como investigador se concentró en desarrollar sistemas de aislación y disipación sísmica, que fueron integrados a edificios como la Torre Titanium, la Clínica UC San Carlos de Apoquindo y el Hospital Militar, los que resistieron exitosamente el terremoto de 2010. Gracias a ello obtuvo premios como Emprendedor Endeavoren 2011 y el Premio Avonni de Trayectoria Innovadora en 2017, y en 2024 fue incorporado a la National Academy of Engineering de Estados Unidos.
-Realmente es un lujo tener un rector con sus credenciales académicas. Yo destaco profundamente su vocación de servicio. Eso es algo que lo define -dice Rosita Junneman, quien se doctoró bajo su guía y hoy es académica en Ingeniería.
Concentrado, meticuloso, exigente y de una amabilidad casi exagerada; hombre de escucha más que de hablar, su liderazgo es muy distinto al del rector Sánchez. Un exdecano lo ejemplifica: “Si le mandabas un mail a Ignacio y luego te encontrabas con él en el pasillo, te saludaba, te preguntaba por los profesores, se reía, y al final te decía vi tu mail. En el caso de Juan Carlos, iba directo al grano. Son estilos muy distintos. Ignacio es más político en ese sentido”.
-Tiene una personalidad diferente, pero un liderazgo clarísimo. O sea, sus cursos se llenan, a pesar de que es exigente; es capaz de transmitir las ganas de estudiar ingeniería. Y ese liderazgo se notó en la escuela, al mover a los profesores en infinidad de proyectos -dice Hernán Santa María, académico de la Escuela de Ingeniería.
A menudo, cuando era decano, las diferencias con el rector Sánchez llegaron al Consejo Superior.
-Juan Carlos es muy mateo y se animaba a preguntar, a contradecir, no era un yes man. Es un tipo de personalidad que sirve mucho cuando uno es rector, aunque puede molestar -recuerda el periodista Eduardo Arriagada.
El exdecano de la Facultad de Comunicaciones conoció, por cierto, su otra gran vocación: el tenis.
Saque y red
-Jugaba bien, tenía buenas condiciones. Era muy fuerte, tenía mucha energía, corría harto y le pegaba con mucha fuerza -recuerda Patricio Cornejo.
El extenista fue entrenador de Juan Carlos de la Llera entre los 15 y 16 años. Entonces sus días giraban entre el Colegio Verbo Divino y el Estadio Español, donde entrenaba. Compañero de generación de Pedro Rebolledo y Heinz Gildemeister, De la Llera era un jugador dedicado y fuerte, con un juego de saque y red.
-Tenía carácter, no le gustaba jugar mal. Pegaba derecho y revés con topspin. Además, era muy buen alumno -recuerda Cornejo.
El entrenador fue muy cercano a la familia. “Una familia de trabajo, gente buena y sencilla”, dice.
El padre llegó a Chile en los 50 y montó un negocio que se fue a la quiebra durante la Unidad Popular. Entonces, la familia viajó a España, pero no se adaptaron y en 1974 regresaron a Santiago. Por esa fecha el padre abrió una tienda de tenis. “Fue una de las primeras tiendas de deporte de Chile especialmente de tenis, primero dentro del Apumanque y después afuera, en la calle Mar de los Sargazos”, recuerda Cornejo. El tenista no solo lo apoyaba desde las canchas de arcilla: además fue su padrino de confirmación.
Algunos años menor, por entonces la periodista Carolina García-Huidobro también se dedicaba al tenis. En esa época conoció al ingeniero de la UC y lo recuerda como un jugador de juego fuerte y agresivo.
-Tenía muy buen saque. Jugaba saque y red, un tenis muy clásico, con revés a una mano. Y de ir mucho adelante -cuenta.
En 1980, De la Llera ingresó a Ingeniería en la UC y trató de integrarse al circuito ATP. Fue una tensión que se hizo insostenible. Estaba en segundo semestre de la carrera cuando viajó a jugar un torneo en Brasil. Por la mañana entrenaba y por la tarde estudiaba cálculo. Tras los primeros partidos, llamó a casa y les dijo a sus padres que quería viajar a jugar a Europa. Desde el otro lado del teléfono escuchó el sollozo de su madre. Decidió volver y renunció al tenis.
“Mi familia no tenía muchos recursos y yo no era capaz de sostenerme solo fuera de Chile jugando torneos”, dijo a La Segunda. ”O sea, tuve el peor de todos los fracasos: dejé el tenis profesional, mi pasión, mi vida”.
Indudablemente, fue un remezón en su biografía. Cuando estaba terminando la carrera de Ingeniería, vivió otro, que conmocionó al país entero: el terremoto de 1985. Junto a otros alumnos fue invitado a colaborar en investigaciones nacionales e internacionales en torno al sismo, y ello lo ayudó a definir su camino.
“Me encantó la investigación y me di cuenta de que quería dedicarme a esto y a transformarlo en algo útil para la sociedad”, contó en una entrevista.
En Berkeley le tocó presenciar la destrucción ocasionada por el terremoto de California de 1989, que le causó profundo impacto. Allá coincidió con el ingeniero Ruben Boroschek, académico de la Universidad de Chile y uno de los referentes de la ingeniería sísmica.
-Yo estaba en Berkeley unos años delante de él, por tanto no compartimos curso, pero sí nos juntábamos regularmente para compartir con un grupo de latinoamericanos. El doctorado en Berkeley era muy exigente no solo en los estudios, por tanto, el apoyo entre nosotros en la parte emocional era muy importante. En los estudios, Juan Carlos no requería apoyo -dice.
El futuro de Chile
De regreso en Chile, a mediados de los 90, De la Llera se dedicó a desarrollar las tecnologías de aislación y disipación sísmica en la UC. En 2003 junto al ingeniero y académico UC Carl Lüders fundó Sirve, un spin off que llevó esas tecnologías a 13 grandes edificios del país. Tras el terremoto de 2010 vivió un boom y desarrolló proyectos para Perú, Nueva Zelanda, Japón y Estados Unidos .
En esos días, Carolina García-Huidobro se integró a Sirve para desarrollar la gestión comunicacional.
-Juan Carlos fue visionario, porque él venía hablando de esto antes de 2010. Hablábamos mucho de convertir una desgracia, como ser un país sísmico, en una oportunidad. Así como Chile tiene los mejores cielos del mundo y eso había permitido el desarrollo de la astronomía, el hecho de ser uno de los países más sísmicos del mundo podía convertir a Chile en uno de los países con la mejor ingeniería antisísmica del mundo -recuerda.
Poco después de ello asumió como decano en Ingeniería, donde transformó la carrera en una especie de College, amplió el número de profesores y alumnos, promovió nuevos temas y apoyó muchos proyectos de innovación, recuerda Hernán Santa María. También formó alianzas con universidades en EEUU.
-Y lo otro fueron varios proyectos para desarrollar la parte más humana de la escuela, empezando por Talento e Inclusión, que abrió 100 becas para estudiantes que no sacaron el puntaje mínimo y no tenían los recursos para pagar. Esto antes de la gratuidad. Después estos proyectos fueron adoptados por toda la universidad -agrega.
Rosita Junneman aporta otro aspecto: la inclusión de estudiantes mujeres.
-Cuando yo entré a estudiar Ingeniería el 2000 éramos entre 15% y 18% de mujeres. Hoy el porcentaje en Ingeniería es más del 30%. Y eso fue un impulso personal de él -dice.
El auge que vivía Ingeniería se notaba incluso desde Beaucheff: “Desde su llegada se notó un claro cambio en el grupo de Ingeniería Civil, y como decano logró fortalecer las ingenierías”, dice Ruben Boroschek.
Entre todas esas ocupaciones, el decano se hacía tiempo para su gran pasión: jugaba tenis con su familia, con profesores o con los otros decanos. Carolina García-Huidobro solía verlo en San Carlos de Apoquindo.
-Iba a jugar mucho con sus hijos. ¿En qué minuto tiene tiempo?, pensaba yo, pero se lo hacía. Y todavía conservaba el estilo.
Después de dejar el decanato, en febrero de 2023 inició un período sabático que fue decisivo para su postulación a la rectoría. Viajó a dar clases a universidades de Suiza y Londres. Y si bien disfrutó del bienestar y la calidad de vida de ambas ciudades, comenzó a extrañar a los estudiantes chilenos, “los que me desafían en cada clase, me hacen preguntas difíciles, a veces hasta pueden ser en cierta medida irrespetuosos intelectualmente, que es lo mejor que a uno le puede ocurrir como profesor”, escribió.
A partir de esa experiencia, Juan Carlos de la Llera se convenció de que debía elaborar un proyecto de rectoría para la UC. Y esto coincidió con otra vivencia: la de ser abuelo, dice un cercano. En su proyecto, la idea de un estudiante ciudadano y la universidad comprometida con el futuro del país son centrales.
-Yo creo que su vocación de servicio y su pasión por la excelencia y la innovación van a ser un tremendo aporte a la universidad, a seguir siendo una universidad líder, muy preocupada por el servicio al país -observa Rosita Junneman.
En sus conversaciones, Eduardo Arriagada recuerda que decía “por qué tenemos que mirar a las universidades de Londres o Suiza como las mejores, por qué no ser nosotros los mejores, por la UC y por Chile”. Y agrega:
- Yo creo que Juan Carlos va a acelerar un proceso que ya venía con el rector Sánchez, de más relación con el país. Va a conducir a la Católica en esa dirección: que el Chile que queremos, el país de los acuerdos, más solidario, no se explique sin la Católica.