La portada de la revista no dejaba de ser ingeniosa: en ella aparecía un bebé de cinco meses con el titular “Al nacer ya estaba en Dicom”. Y más abajo: “Con la ley de Bitar: lleve una carrera, pague mil”.
En 2005, el año en que Matías Meza-Lopehandía presidió el Centro de Alumnos de Derecho de la Universidad de Chile (CED), los universitarios se movilizaron. Desplegaron una intensa campaña, con marchas y tomas, incluso con irrupciones en programas de TV, en rechazo al proyecto de Ley de Financiamiento de la Educación Superior, la Ley Bitar. Esta permitía el ingreso de la banca al sistema y creaba el denostado CAE.
Entre otras acciones, incluida la toma de la casa central, la Fech editó una revista que arremetía duramente contra el proyecto, sin renunciar a la sátira: “Con la nueva Ley de Financiamiento de la Ed. Superior, para que su hijo estudie, tendrá que hipotecarlo”, agregaba en la portada.
El domingo 29 de mayo, Matías Meza-Lopehandía salió a hacer campaña y a repartir la revista junto con otros compañeros. Era el Día del Patrimonio Nacional y filas de gente llegarían al centro a recorrer los edificios históricos. Entonces el presidente del CED fue detenido y, según relató en su blog, recibió una golpiza de carabineros “por el simple hecho de repartir una revista en la que explicábamos el fraude del Crédito con Aval del Estado”. Los golpes se detuvieron gracias a los gritos de la gente.
Desde esos años procede su amistad con el presidente electo, quien lo nombró su jefe de gabinete la semana pasada. Primero en la universidad y luego en la Cámara de Diputados, Gabriel Boric confió en la opinión y la asesoría del abogado especialista en derechos humanos y pueblos originarios, quien en los últimos siete años se desempeñó como investigador de la Biblioteca del Congreso. Y durante la campaña presidencial cumplió un rol articulador dentro del comando.
Esta proximidad comenzó a formarse en 2004. El año en que Gabriel Boric llegó como mechón a la facultad de Pío Nono, Matías Meza-Lopehandía ganó el CED por la lista de los Estudiantes Autónomos, que se habían desprendido de La Surda. Pronto el nuevo alumno se acercó al colectivo y al líder estudiantil.
“Matías fue importante para la formación política de Gabriel. Además, es un tipo muy inquieto intelectualmente y le recomendaba lecturas. Su relación es mucho más larga que los meses de campaña”, atestigua un miembro del comando.
“Es algo mutuo”, piensa la historiadora Carmen Luz Morales, miembro del frente feminista de Convergencia Social y esposa de Matías Meza-Lopehandía. “Siempre hubo mucho diálogo entre ellos, se tienen mucho cariño y se admiran mutuamente. Es verdad que Matías es mayor, pero creo que ellos maduraron políticamente juntos en la universidad, y el respeto y el aprendizaje siempre fueron mutuos”, agrega.
Si bien no son los mejores amigos, y tal vez no ven fútbol juntos, “en todos los temas importantes Gabriel consulta a Matías”, agrega un asesor del presidente electo.
Y si no se juntan a ver fútbol, al menos comparten las alegrías y las penas con los mismos colores: ambos son hinchas cruzados.
Y al parecer también comparten visiones sobre cómo enfrentar ciertos problemas de gran envergadura.
Exabogado del Observatorio de Derechos Indígenas, Matías Meza-Lopehandía es contrario a la militarización de La Araucanía y a la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado. Ya en su tesis de egreso, en 2009, el futuro jefe de gabinete apoyaba las tres principales demandas indígenas: reconocimiento constitucional, restitución de tierras y autonomía.
“Se hace, por tanto, necesario modificar la Constitución para que pueda acoger un verdadero Nuevo Trato con los Pueblos Originarios”, anotaba. “De esta manera los pueblos originarios podrán establecer sus formas de organización política, económica y social dentro de sus territorios, determinando así su propio sentido, forma y ritmo de desarrollo, a partir de sus propias valoraciones y cultura”.
En esta materia su voz es importante para el presidente electo. Sin ir más lejos, en la reunión con los partidos de la derecha, Gabriel Boric se mostró reacio a extender el estado de excepción en la zona.
La cercanía del jefe de gabinete con los derechos de los pueblos originarios comenzó en Pío Nono y se profundizó en sus años en Temuco, cerca de las comunidades.
Los Cadillacs
Nacido en Santiago en 1980, Matías Meza-Lopehandía creció en una familia lectora y vinculada con el arte: su padre es profesor de historia y doctor en filosofía, y fue profesor en el Departamento de Historia de la Universidad de Chile hasta 1982. A partir de entonces se desempeñó como fotógrafo y curador en la Sala Edwards del Instituto Chileno-Británico de Cultura.
Matías estudió en el colegio Luis Campino y cruzando la calle, en la vereda del frente, conoció a Carmen Luz Morales, entonces alumna de las Monjas Argentinas. Él siguió Derecho en la Universidad de Chile, ella entró a Historia en la Usach.
Carmen Luz Morales lo recuerda en esa época apegado a los libros de Ernesto Sabato y a los discos de los Fabulosos Cadillacs. Su gran batalla desde el CED fue contra el CAE.
“Nuestro intento de frenar esta nueva estafa implicó los primeros acercamientos con el mundo de las universidades privadas”, escribió en el blog. “Recuerdo que parecíamos canutos llegando, megáfono en mano, a explicar el proyecto de ley a los diferentes planteles de educación superior”. Los secundarios de Santiago se plegaron y “cuando terminaba la movilización, sus dirigentes nos pedían que la prolongáramos dos o tres días, ya que se sumarían todos los secundarios del país. Obviamente no les creímos. Al año siguiente sería el pingüinazo”.
Tal vez hoy no exhiba la vehemencia de esos años, pero según Carmen Luz Morales mantiene rasgos esenciales: “Matías siempre ha tenido la capacidad de llegar a distintos espacios, porque tiene esta capacidad dialogante, de escuchar, y eso no ha variado en toda su vida política. Claro, las posiciones más en detalle, de estrategia política varían, pero en su práctica siempre ha sido el mismo”.
Una opinión poco favorable conserva el académico Alfredo Jocelyn-Holt. Ambos estuvieron en posiciones adversarias durante la toma de 2009, a la que le dedicó el libro La escuela tomada, cuando Gabriel Boric presidía el CED y los estudiantes pedían la salida del decano Roberto Nahum.
-Siendo presidente del centro de estudiantes llamó a enfrentar a Carabineros con molotov, algo excesivo en una Escuela de Derecho. Reapareció en Pío IX para la toma del 2009, cuando ya no era alumno. Fue ahí que tuve un intercambio agrio por correos con él y un ayudante mío, amigo suyo, uno de los estudiantes más brillantes en mi carrera como profesor, a quien el activismo liquidó: una lástima -relata el historiador.
A través de esos correos, afirma Jocelyn-Holt, se formó la impresión de que los estudiantes se habían confabulado con los profesores, en especial con Davor Harasic, quien sucedería a Nahum en el decanato. Entonces les escribió por mail: “Ustedes ya dejaron de ser ‘autónomos’. Ese calificativo siempre sonó dudoso; está visto que era un puro eufemismo. La toma ha servido para, al menos, sacarse las caretas. Perdonen mi franqueza, pero no me gusta relacionarme con gente con tanto poder…, me producen profunda sospecha”. Luego cortó relaciones, y ahora afirma: “Involucramientos suyos en La Araucanía me hacen pensar que Meza es, sobre todo, un agitador. El daño que produjo esta gente a la universidad ha sido irreparable”.
En cualquier caso, Meza-Lopehandía se acercó a los derechos humanos en la facultad, donde fue ayudante de la profesora Nancy Yáñez. Especialista en derecho indígena, ella es una de las fundadoras del Observatorio Ciudadano junto al abogado José Aylwin Oyarzún. Y fue ella quien lo invitó a trabajar en Temuco.
A Temucuicui
Asistió a nguillatunes, visitó las comunidades, se entrevistó con comuneros. Llegó a Temuco con 25 años y, a través de su trabajo en el Observatorio, conoció de cerca la cultura, la calidez y las batallas del pueblo mapuche. También observó los efectos de la violencia, especialmente en los niños.
“Matías y yo no seríamos los mismos si no hubiésemos tenido ese paso por Temuco”, recuerda Carmen Luz Morales. “Eso nos hizo muy bien siendo jóvenes: vivir la interculturalidad en carne propia, estar en territorio mapuche, muy cerca de nuestras comunidades indígenas, participar de nguillatunes o simplemente visitar a una familia mapuche en su casa, eso nos abrió la mente sobre estos puentes culturales que se tienen que tender en Chile, y que Matías después los llevó a su práctica política y laboral”, cuenta.
Bajo la guía de Nancy Yáñez y apoyado por el Programa Ignacio Domeyko, dirigido por la académica Myrna Villegas, Matías Meza-Lopehandía entregó su tesis en 2009. La dedicó a la comunidad de Temucuicui y “en especial a sus niños, que padecen cotidianamente, en forma de represión policial y discriminación, la violencia de la negación de los derechos de su pueblo mapuche”.
Desde entonces, la situación en La Araucanía se ha complejizado. El contexto no es el mismo. Pero Carmen Luz Morales recuerda que las escenas de violencia contra los niños mapuches los afectaron.
-Yo entiendo la dedicatoria de Matías en ese sentido. Puede haber muchas opiniones sobre el conflicto, pero hay un límite que es la violencia contra los niños. Y eso lo veíamos cotidianamente, la violencia de Carabineros, y eso nos conmovió mucho.
La percepción de abuso quedó impresa en el informe El ejercicio de derechos como acto subversivo y la respuesta estatal: el derecho penal del enemigo (2010). Liderado por Myrna Villegas, contó con Matías Meza-Lopehandía como investigador. El reporte ofrece un minucioso análisis del conflicto entre el Estado Chile, el pueblo mapuche y las empresas forestales.
Entre sus conclusiones y con el fin de terminar con la violencia, sugiere un cambio constitucional, la creación de una comisión mixta con expertos internacionales para la restitución de “tierras antiguas”, la desmilitarización del territorio, el establecimiento de una Comisión de Verdad y Justicia que investigue los hechos en democracia y la sanción real a uniformados implicados en abusos.
En esos años lo conoció el periodista Pedro Cayuqueo, quien guarda “la mejor” opinión de él. “Es un estudioso de los temas indígenas, ha publicado libros y artículos sobre derechos indígenas y es conocedor de nuestra cultura e idiosincrasia, algo que es básico para cualquier autoridad que pretenda abordar seriamente el tema”.
Sandalias por zapatos
Por estos días, la familia formada por Matías Meza-Lopehandía, Carmen Luz Morales, sus dos hijos y su perro prepara las maletas para trasladarse a Santiago, después de siete años en Playa Ancha. Antes de eso, por cierto, estuvieron un año en Londres, donde el abogado cursó un máster en Derechos Humanos en la London School of Economics and Political Science.
Juan Felipe López, director de Espacio Público, compartió con él en Inglaterra. Cuenta que se vieron un par de veces y que “siempre me llamó la atención su agudeza, sentido del humor y buena persona que era”.
De regreso en Chile, la familia se instaló en los cerros de Playa Ancha justo cuando Gabriel Boric fue electo diputado. Desde la Biblioteca del Congreso Matías Meza-Lopehandía le prestó asesoría parlamentaria.
El abogado participaba en las comisiones de Derechos Humanos y Ciudadanía y Pueblos Originarios de la Cámara de Diputados Allí tuvo oportunidad de conocerlo Diego Schalper.
-Me ha parecido siempre un hombre serio -comenta el parlamentario RN-. O sea, alguien de izquierda, de matriz intelectual en la izquierda dura, pero serio en sus planteamientos.
Tras el estallido social, el matrimonio participó en la Asamblea Territorial de Playa Ancha y en más de una ocasión ofreció talleres sobre el proceso constituyente para sepultar la “Constitución moribunda”, como la llama.
El respeto que se ha ganado tal vez explique por qué cuando Gabriel Boric lo nombró jefe de gabinete no hubo detractores.
En su cuenta de Twitter, el abogado Sebastián Aylwin aplaudió su nombramiento: “Lo conocí en la escuela como dirigente estudiantil, luego como abogado de causas de pueblos originarios y derechos humanos. ¡Un profesional con los pies puestos en la tierra de los que se necesitan más!”. A través del teléfono, Aylwin confirma que Meza-Lopehandía es “un tremendo abogado y un profesional muy bien preparado”.
Hombre de bajo perfil, de trato cordial, lector de Saskia Sassen y de las novelas históricas, hoy prefiere la música clásica y el último libro que lo entusiasmó fue Cóndor Rebobinado, de Nicolás Medina.
Sabía que ocuparía un rol en el nuevo gobierno, de modo que su nominación no fue del todo una sorpresa. Y aunque no está acostumbrado a la figuración pública, asumió su tarea con rigor. Al interior del comando, sí, a más alguien le preocupa su falta de experiencia política, que a su visión teórica tal vez le falte realismo político.
Acompaña al presidente electo y lleva su agenda de actividades, se está ocupando del traspaso del gobierno, y esta semana, después de que Gabriel Boric llamó a cada uno de los miembros del futuro gabinete, él fue el encargado de pedirles sus antecedentes personales. Claro, antes de llegar a “La Moneda chica” tuvo que hacer otro cambio: cortarse el pelo y dejar las sandalias, el look que más le gusta, y vestir camisa y zapatos.