A mediados de los 90, Raquel Argandoña se separó por primera vez de Hernán Calderón. Ella asegura que ese distanciamiento inicial se debió a que él le fue infiel. Por entonces, la pareja tenía una hija, Raquel Calderón -hoy conocida como “Kel”-, por lo que se mantuvieron en contacto y con el tiempo terminaron reconciliándose. Al poco tiempo de volver a juntarse, Argandoña quiso tener otra guagua; según cuenta, Calderón no quería, así que ella decidió embarazarse de él a escondidas, sin su consentimiento. “Quería tener dos hijos del mismo padre”, dice la animadora. “Lo elegí como padre de mis hijos y ruego no haberme equivocado”.
La duda de Argandoña tiene que ver precisamente con ese segundo hijo, Hernán Calderón Argandoña (23), y el violento quiebre de la relación con su padre. El 11 de agosto, Hernán hijo llegó al departamento de su papá y lo atacó con un cuchillo, enrostrándole supuestos abusos sexuales sobre su novia, Rebeca Naranjo, cuando los tres vivían juntos. Según la querella del padre, la puñalada iba dirigida al estómago, pero terminó cortándole la mano derecha. En ese mismo documento, reconoce que este era solo el último de una serie de ataques que había recibido de su hijo; que “Hernancito” ya lo había amenazado con una pistola.
En su primera entrevista a un medio escrito, Argandoña dice que no está intentando justificar a su hijo, pero que no entiende la gravedad de la imputación, el delito de parricidio frustrado. Desde la oficina de sus abogados, la animadora de TV y exalcaldesa de Pelarco también reconoce su responsabilidad por el comportamiento de su hijo.
“Quiero creer que no me equivoqué al elegir al papá de mis hijos, pero lo que está haciendo Hernán Calderón no lo hace ningún padre en el mundo: querer secar a un hijo en la cárcel. Porque él sabe perfectamente que mi hijo nunca fue con la intención de asesinarlo. Él sabe”.
-¿No cree que Hernán Calderón tenga un miedo genuino de volver a ser atacado?
-No. Hernán Calderón jamás pensaría que su hijo va a volver a agredirlo (…). Sé que merece un castigo, obvio que sí, pero no secarlo en la cárcel, porque él está enfermo, como todos en esta familia… Estos días he recordado el accidente que tuvo mi hijo en que casi se mató en el Camaro que le regaló su padre. Ahora, cuando me acerco a rezar, le digo a la Virgen: “¡Si me lo salvaste de ese accidente, no me lo mates ahora!” (llora). Es todo lo que le pido. Si a mi hijo le pasa algo, habría sido mejor que hubiera muerto en ese accidente. ¡Por qué no te lo llevaste en ese accidente! Habría sido un dolor menor del que estoy sufriendo ahora, te lo juro.
-¿Cómo se enteró usted de lo ocurrido el 11 de agosto?
-Mi hijo llega a la casa... Yo le digo “qué hiciste, hijo, qué hiciste”. Me cuenta, se queda unos minutos y se va. “Tengo que irme”, me dice. Yo le digo “¿adónde vas? Quédate aquí. Lo resolveremos como familia”. Él estaba muy asustado. Me dijo “tengo que salir, tengo que salir”. No lo vi más. Después me llama su padre. Me cuenta también y me dice “lo voy a denunciar, lo voy a denunciar”. Yo le digo: “Hernán, haz lo que tengas que hacer”. Eso.
-¿Con cuánto detalle le explicó lo que había pasado?
-No, nada. Solo que “peleamos, que el papá llamó a Carabineros y tengo que irme”. Eso, nada más. Hernán estaba también… Cuando me llamó me dijo “quiero que sepas que tu hijo…”. Eso me llamó la atención, que me haya dicho “tu hijo” y no “nuestro hijo”. Peleamos. “Lo voy a denunciar”. Yo creo que le pregunté cómo llegaron a esto, por qué, cómo. Él estaba con su polola. La escuché gritando por teléfono y creo que le dije “tú no te metas, esta es una cosa familiar”. Ella me gritaba cosas por el teléfono.
-¿Su hijo le comentó algo de lo que había ocurrido con Rebeca Naranjo, su novia?
-No. Fue ahora. Yo no vivo con el padre de mis hijos hace 15 años o más, por lo que yo no sé qué pasa en esa casa puertas adentro. Hernán ha tenido varias parejas. Pero yo vi esos mensajes, los WhatsApp. No voy a decir quién me los mostró. Es súper delicado, porque no lo puedo creer, pero si los estás leyendo, qué quieres que te diga. Acá no se está inventando nada, ni se está reaccionando por lo otro. Yo te reitero: no justifico para nada lo que hizo mi hijo, pero cuando una persona que tenía tanta admiración por su padre se entera de que este le mandaba mensajes a su polola con otra intención y que cuando vivían juntos le hizo tocaciones a ella, no sé cómo reaccionaría otro joven.
-Cuando se enteró del ataque, ¿era primera vez que sabía de un incidente de esa gravedad?
-Sí, primera vez.
-Dos meses antes, su hijo lo había amenazado con pistola.
-Yo nunca supe de eso.
-¿Nunca hubo situaciones extremas entre usted y su hijo?
-No. Es sabido que cuando yo abrí mi canal de YouTube grabé un video en el que vi un Camaro amarillo y yo sabía que mi hijo tenía uno. Me dijo “mamá, baja esa imagen”; yo dije que no y me dejó de hablar por mucho tiempo.
-¿No fue en tono amenazante?
-Jamás. A mí, mi hijo jamás me ha amenazado. A lo más me ha dicho “mamá, no me gusta que expongas mi cuento”. Yo no lo bajé nomás.
-En su declaración judicial, Raquel Calderón dijo que su hermano la amenazó de muerte esa vez.
-¿A quién?
-A usted.
-No, jamás.
-Ella también declaró que…
-Discúlpenme, pero yo no voy a hablar mal de mi hija Kel. Sé que ella está muy cercana a Hernán ahora. Y me alegro, porque así lo cuida, lo apoya, le da contención. Pero yo soy mamá de dos hijos y siempre los voy a apoyar a ambos. Quiero dejar en claro que no justifico el actuar de mi hijo, pero algo lo llevó a este impulso. Nunca quiso asesinar al papá. Uno por más mal papá que sea, siempre conoce a sus hijos. Tanto Hernán como yo.
El precio de la fama
-Usted también manifestó sentirse culpable por toda esta situación familiar, por no haber estado tan presente.
-Absolutamente. Cuando yo fui alcaldesa, yo tenía que vivir en Pelarco. Mis hijos vivían en Santiago, a cargo de la nana, la persona que los crió. Al principio, cuando asumí la alcaldía, Hernán estaba a cargo de los niños, pero después fue mi asesor legal en el municipio. Por lo tanto, nosotros dos vivíamos en Pelarco y mis dos hijos estaban en Santiago. Un amigo de Hernán los llevaba los viernes y los retiraba los domingos, pero mis hijos se criaron con la nana.
-Aparte de esa persona, ¿sus hijos tenían alguna otra figura que estuviera pendiente de ellos, que pusiera límites?
-No. ¿Tú crees que con la personalidad de Hernán y la mía íbamos a dejar que otra persona se metiera en la educación de nuestros hijos? Nosotros pensábamos que éramos padres perfectos, que lo estábamos haciendo de maravilla. Nunca nadie nos dijo lo contrario.
-En ese período en que usted era alcaldesa se dio una disputa legal por la tuición de sus hijos. El proceso fue un tema público. ¿Usted cree que en estos tiempos se le quitaría la tuición de sus hijos a una mujer por una infidelidad?
-No sé. El padre nunca aceptó que yo le hubiese sido infiel. Decían que yo había abandonado a mis hijos por mi trabajo y por mi círculo. En ese entonces, hace 17 años, mi entorno era mi maquillador, mi peinador, mi vestuarista. Todo mi entorno era gay. Y yo tenía un hijo de cuatro años… Dijeron que mi círculo era promiscuo (llora). En general, cuando una mujer se separa, el hombre le quita la parte económica, y como yo nunca he dependido de un hombre, el dolor más grande para una mujer es que le quiten a los niños. Fue por ahí.
-¿Cuánto tiempo podía pasar con sus hijos después de perder la tuición?
-Tenía un régimen de visitas. A veces Hernán lo cumplía, a veces no. Yo iba a poner constancia a la comisaría cuando no me los llevaba (…). A mí me correspondió la primera Navidad y no me los entregó. Esperé hasta las 12, tomé los regalos de ellos y los llevé a la Fundación Niño y Patria.
-¿Fue el padre entonces quien no le marcó límites a su hijo?
-No le quiero echar la culpa. Creo que ambos la tenemos. En eso soy súper responsable. Para mí sería muy fácil decir que esto pasó por culpa de él. Si se hubiera criado conmigo a lo mejor hubiera pasado lo mismo. Porque el actuar de nuestros hijos es lo que nosotros enseñamos. La culpa es de nosotros dos. No le puedo echar la culpa a él, no se la echaría nunca. Nunca.
-¿Cree que pudo haber hecho más durante la crianza?
-Creo que hubiera sido lo mismo. Ambos trabajábamos y los dejamos abandonados, a cargo de su nana de toda la vida, a quien yo le agradezco mucho, pero dicen que el cariño de papá y de mamá no lo reemplaza nadie (…). Hace muchos años, a uno de mis hijos le salieron unos piojos blancos; dicen que esos aparecen por la soledad.
-Usted dice que cambiaría todo por evitar toda esta situación. ¿Se refiere a su carrera? ¿A estar más presente?
-A ambas. Pero si me preguntas qué desearía en este momento, diría que ya no quisiera llamarme Raquel Argandoña, porque mi hijo está pagando por ser hijo de Raquel Argandoña. Es un peso muy grande ser mi hijo en este momento, es una carga. Es una maldición llamarme como me llamo (…). ¿Tú crees que si yo me llamara Juana Salas los canales de televisión habrían hecho esta carnicería? ¿A quién le habría importado? Habría sido un caso más de violencia intrafamiliar. ¿Por qué tiene tanta publicidad? Porque es mi hijo, por eso estamos hace días en todos los canales.
-¿Cree que esa gran cobertura tenga que ver con que usted sea tan frontal en televisión? Eso deja heridos.
-No… Yo creo que soy una mujer pública y siempre voy a dar la cara. Esto es violencia intrafamiliar, pero le están dando el título de parricidio y eso saben perfectamente que no es así. Yo no justifico lo que hizo mi hijo, es obvio que necesita un castigo, pero también tiene que tratarse. Tratarse él, tratarme yo, tratarse su hermana y el papá. Somos un desastre como familia. Y yo lo mantengo, de verdad
-Lejos de la TV, no sería quién es ahora.
-No solo tiene que ver con mi trabajo. Me habría encantado que alguien me hubiera dicho que estábamos cometiendo errores en la educación de nuestros hijos, que no los dejáramos solos.
-¿Tiene la intención de volver a la TV en el corto plazo?
-Yo tengo que volver a trabajar. Agradezco de verdad a Canal 13; yo les di libertad para que informaran desde el primer día. Vivo del sueldo del canal, tengo que volver.
Una familia “tóxica”
-Usted se vio sorprendida por la dinámica violenta entre padre e hijo. ¿No tenía comunicación con su hijo?
-Mi hijo no me hablaba hace un año. Cuando parece que Hernancito y su papá estaban discutiendo mucho, él pide que le devuelvan su departamento. Se lo dejaron espantoso. De repente yo veo que me dice “mamá, ¿estás?”. Le dije “siempre”. Mi teléfono está prendido 24/7, porque cuando uno tiene hijos y una mamá de 94 años, uno piensa que puede pasar algo. Entonces empecé a hablar con mi hijo. Debe haber sido hace dos semanas.
-Hay ciertas cosas que llamaban la atención del perfil de su hijo, como las acusaciones de carreras clandestinas…
-Perdón, mi hijo no hace carreras clandestinas. Nunca. Es presidente de una organización de autos. Mira su Instagram. Él arrienda un sitio y hace una reunión de estos autos, donde cobra una entrada, arma stands y junta cuatro mil o cinco mil personas. Ha salido en los diarios, ha ido la TV.
-Hay otras imágenes que han sido muy criticadas, en las que se le ve posando con mujeres mostrando sus traseros, o con armas. ¿No piensa que ya había señales de un comportamiento extraño?
-Lo que pasa es que los jóvenes pasan por etapas. De repente quieren ser raperos, después quieren cantar, imitan mucho lo que pasa afuera. Copiaron los videos de afuera.
-¿Nunca tuvieron un problema con que manejara armas?
-A mí nunca me gustó, pero yo estaba presente cuando el papá, como Hernancito tenía los certificados para portar armas para tiro, le decía “pucha, me puedes comprar una escopeta para tenerla en Pelarco”, porque creo que allá le entraron a robar dos o tres veces.
-No es una situación que la preocupe como madre.
-Su deporte es tiro. Tiene sus armas autorizadas. Es eso. En su Instagram están las imágenes.
-Su hijo se tomó una selfie en el ascensor tras el ataque a su padre, ¿qué piensa de esa conducta?
-No he visto el video, pero me lo han comentado. Yo escuché a un sicólogo que decía que eso sucede cuando una persona pierde el sentido de la realidad. Jamás mi hijo se habría jactado de lo que le hizo a su padre, estaba fuera de sí, hay una explicación sicológica.
-¿Le habían diagnosticado algún problema de salud mental o trastorno de personalidad?
-Los exámenes psicológicos los ven los profesionales. Obviamente que mi hijo necesita ayuda, eso está claro.
-¿Por qué no hicieron nada para que se tratara antes?
-Siempre quise llevarlo al sicólogo, desde chico, cuando era impulsivo, cuando contestaba, cuando nos peleábamos todos. Te puedes imaginar cómo era esa casa cuando vivíamos todos juntos y peleábamos. Nunca resolvimos nuestros problemas entre cuatro paredes, siempre los expusimos, desde mi infidelidad, la tuición, todo fue público... Esta es una familia tóxica, nos hemos hecho mucho daño y ahora cruzamos todos los límites.
-Se ha dicho que la posibilidad de que su hijo cumpla prisión preventiva en una clínica y no en una cárcel -como le pasaría a cualquier otro imputado por hechos graves- representa una desigualdad ante la ley. ¿Qué responde a ese argumento?
-¿Eso quién lo dice? Algunos matinales. Yo solo digo que mi hijo necesita un tratamiento, pero con profesionales.
-¿No siente que su hijo está siendo privilegiado?
-Que esos que hablan averigüen bien cómo está mi hijo hoy día, y que me digan si eso es un privilegio, él no está en una clínica VIP...
-Pero tampoco está en una cárcel…
-La gente habla sin saber, él no está bien; pregúntenles a sus abogados que lo han visto, él no está en un spa, no está en una clínica VIP, ellos lo vieron, y todo lo que se dice es de gente que no sabe. Sólo les he pedido a los abogados que le den un beso, que le digan que lo quiero, que estoy aquí apoyándolo, que nunca lo voy a dejar solo.
Usted y la defensa de su hijo acusaron “tratos inhumanos” de parte de Gendarmería. ¿Qué pudo ver al interior del centro psiquiátrico El Cedro?
Ayer (jueves), yo fui citada por la psicóloga para evaluar el posible tratamiento de mi hijo. Lamentablemente, los doctores no han podido evaluarlo, porque Gendarmería no sale de la habitación y lo tenían engrillado de pies y manos. No lo soltaban ni para ducharse ni para comer. Mi hijo no puede salir de la habitación, que es de 2x2. Eso no nos pareció humano. Me tuvieron cuatro horas ayer en la clínica mientras pedía un permiso a Gendarmería, pero no lo pude ver ayer. Por eso el abogado puso esta queja.
-Usted siempre ha sido dura con quienes cometen delitos. Ahora que su hijo es imputado, ¿ha cambiado de parecer?
-No, yo creo lo mismo respecto de los delitos, pero cuando se trata de un enfermo pienso que es distinto. Yo sigo pensando que para los violadores hay que tener mano dura, para los criminales mano dura, pero aquí no hubo una intención de asesinar a nadie, solamente de dar una lección. No estamos frente a un asesino. Doy la vida de mi madre y la mía, mi hijo no es un asesino.