Dicen que la destacada economista estuvo a punto de ser la primera ministra de Hacienda de Chile, pero finalmente el expresidente Piñera se inclinó por Ignacio Briones. También pudo ser su oportunidad de hacer historia en octubre de 2021: pudo presidir el Banco Central, pero Piñera optó por renovar a Mario Marcel en ese rol.

Y cuando este dejó el BC para ser el jefe de la billetera fiscal del Presidente Boric, hubo cierta dilación en darle el cargo a ella: corrían otras candidaturas con más ventaja, incluso se pensó que no sería su momento. Pero finalmente fue la electa para presidir el Banco Central: uno de los “techos de cristal” más duros (como se denomina a los cargos nunca ocupados por mujeres) se rompió. Y es que debe haber pocos mundos más masculinizados que el de la economía. Los directorios de empresas en Chile cuentan con un 12,7% de mujeres. Los gremios empresariales -Sofofa y CPC- nunca han sido presididos por una mujer. En el informe de la CMF, Chile se encuentra entre los países con menor representación de mujeres en cargos altos (33 de 37 países de la OCDE).

Su nombramiento fue celebrado transversalmente: por lo simbólico y porque la economista UC tiene los méritos y las herramientas para sacar adelante esta responsabilidad mayúscula, como son el control de la inflación y resguardar la estabilidad financiera, especialmente hoy, con cifras de inflación no vistas en 30 años. Son reconocidos su rigor, su gran capacidad técnica y su robusta trayectoria. El BC, además, ha sido parte de su vida profesional desde el comienzo: Costa partió allí su carrera, inicialmente en Cuentas Nacionales y posteriormente en Estudios; luego fue jefa del área monetaria. Después trabajó en Libertad y Desarrollo, el influyente think tank de derecha, donde llegó a ser subdirectora. Sus redes, en todo caso, son bastante transversales: fue nombrada consejera del Banco Central en 2017 por la entonces Presidenta Bachelet, quien ya antes la había nombrado en varias comisiones presidenciales: Pensiones; Trabajo y Equidad, y Engel para transparentar la política.

Pero importante y significativo como es que se rompan techos de cristal, aquello es condición necesaria, pero no suficiente, para avanzar en la igualdad de género. Hay que ir más allá del símbolo y lograr tener masa crítica para derribar otros techos, en lugares donde hay otras mujeres con muchos méritos, pero sin posibilidad de llegar a posiciones de liderazgo, reservadas hasta ahora solo para hombres (muchos de ellos, ciegos frente a su propio privilegio).

Que a la misma Rosanna Costa, con su trayectoria y capacidades, le haya costado años estar en este cargo u otro de este nivel refleja que la pista es desigual en materias de género, así como el hecho de que no haya habido hasta ahora una mujer en Hacienda. Otro ejemplo de esto es lo recientemente sucedido en el Acuerdo por Chile, en que se invisibilizó el rol y el aporte de las mujeres sentadas en esa mesa. Algunas de ellas, incluso, tuvieron que levantar la voz para ser escuchadas, o reiterar sus postulados, mientras algunos hombres miraban el celular. “¿Yo hablo inglés, chino o qué idioma que no me entendieron?”, reclamó molesta Piergentili. “Ya di el punto de vista del oficialismo, pero parece que cuando hablan las mujeres ustedes no escuchan”, relata La Tercera acerca de lo sucedido dentro de las negociaciones. Los ejemplos así abundan.

El 2023 deberían ver la luz proyectos de política pública muy importantes en materia de economía y género. En primer lugar, la ley de cuotas para mujeres en directorios de las sociedades anónimas abiertas y especiales que presentó el gobierno, que fija en 40% la cuota de mujeres en aquellos cargos, con una transición de seis años para “cumplir o explicar”. Es un proyecto razonable para apurar el tranco: así lo hicieron en Francia, Noruega e Islandia. El Parlamento Europeo, de hecho, adoptó la decisión de exigir la misma cuota en grandes empresas de todos sus estados miembros a partir de 2026. Según estudio de Deloitte, si no hacemos nada, Chile demoraría más de 40 años en llegar a la paridad en directorios (nuestro país ocupa el lugar 38 de 51 países, detrás de Colombia y Perú).

En segundo lugar, el 2023 también debería desatarse uno de los principales nudos que impiden a tantas mujeres trabajar: no contar con sistema de cuidado. En un país donde escasea la corresponsabilidad al interior de la casa, mayoritariamente las labores de cuidado no remunerado recaen en mujeres. Se debe derogar el Artículo 203, que obliga solo a las empresas de 20 empleadas hacia arriba a tener o proveer del derecho a sala cuna. Es una discriminación que perpetúa la idea de que las mujeres deben resolver solas las responsabilidades del cuidado, y que desincentiva y encarece la contratación de mujeres. Esto debe resolverse, sea aprobando la ley de sala cuna universal, o dentro del Sistema Nacional de Cuidados, que está en el programa de gobierno del Presidente Boric. El mismo BC ha hecho uno de los mejores y más influyentes estudios sobre el tema. Si los trabajos de cuidados no remunerados fueran pagados, este valor equivale al 26% del PIB de 2020, aumentando del 21% que se estimaba previamente (por el BC y por ComunidadMujer). Esto, debido al efecto de la crisis sanitaria. Por último, la reforma de pensiones tiene un fuerte componente de justicia de género: deja de castigar a las mujeres por tener lagunas de cotizaciones debido a labores de cuidado, o porque vivan más.

Según la ONU, al ritmo actual, se necesitarán 286 años para que las mujeres logren tener los mismos derechos y protección legal que los hombres. Rossana Costa, primera presidenta del Banco Central, elegida la mujer más influyente del mundo económico en Chile en 2021, posee el honor de ser la primera en romper este techo de cristal. Y también la oportunidad y la responsabilidad de ayudar decisivamente a que otras miles puedan romper los que aún permanecen indestructibles.