Siete escenas de un acuerdo bajo presión

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Múltiples fórmulas, extensas horas de conversaciones, tensiones y disputas entre coaliciones fueron parte de los casi 100 días de negociaciones que llevaron adelante las fuerzas políticas y que decantaron el lunes en un nuevo pacto constitucional. Acá, las historias que no se vieron.


“Gracias por todo el trabajo en esta misión que tenía casi todo en contra”. Las palabras son de la ministra del Interior, Carolina Tohá, quien luego de que los partidos políticos alcanzaran el lunes 12 de diciembre un nuevo acuerdo constitucional, envió un mensaje al grupo de WhatsApp que comparte con sus pares del comité político y las colectividades de gobierno.

La jefa de gabinete no se quedó ahí, sino que también hizo otra reflexión. “Tenemos un camino y aunque sea imperfecto, tenemos que ocuparlo bien. La vez pasada teníamos una pista mucho más despejada y la arruinamos. Quizás se nos dé mejor la adversidad. Volver a abrirse paso en este contexto ha sido una proeza y sortearla ha sido mérito de su trabajo y su unidad. Abrazo a todes!”, agregó.

Ella no fue la única de las secretarias de Estado que se pronunció esa jornada. Lo hicieron su pares de Segpres, Ana Lya Uriarte, y de la Mujer, Antonia Orellena. Esta última con un mensaje escueto, mientras que la ministra de la Segegob, Camila Vallejo, también se explayó. “El camino no es perfecto ni será fácil de recorrer, es probable que venga una nueva campaña de desprestigio, por las razones opuestas a las de antes, pero con el mismo objetivo. Frente a eso, la unidad seguirá siendo clave”, escribió Vallejo.

Los mensajes de las ministras dieron cuenta de la importancia que tenía para La Moneda y el Presidente Gabriel Boric sellar cuanto antes un nuevo pacto constitucional. La nueva Constitución como un tema abierto y sin resolver es algo que le preocupa al Mandatario: le dificulta desplegar su agenda en otras materias, incrementa la incertidumbre económica y ha sido una de sus banderas ideológicas.

Por lo mismo, el propio Boric se involucró directamente en las negociaciones. Habló con los timoneles de su sector y también los de la oposición, entre ellos, el presidente de la UDI, Javier Macaya, y su par de RN, Francisco Chahuán.

Así, el Mandatario intervino en privado, en público y con declaraciones a la prensa -como cuando se interpretó que se abrió a un órgano mixto- que no siempre dejaron conforme a los suyos y que, incluso, a juicio de algunos, terminaron enredando más el asunto. Aunque otros lo defienden y aseguran que permitió flexibilizar las posturas de los negociadores.

El camino a un acuerdo -el que todavía debe plasmarse en una reforma constitucional que habilite el nuevo proceso, la cual se espera se ingrese durante estos días- no fue fácil. Varias veces, dicen quienes formaron parte de las tratativas, acercaron posiciones y en otras dos ocasiones casi cierran un pacto.

Una de ellas, cuando el Jefe de Estado se reunió con Macaya en La Moneda, lo que, dicen en el oficialismo, permitió habilitar conversaciones. Las mismas fuentes aseguran que otra oportunidad fue cuando Chahuán abrió a la opción de un plebiscito de entrada para definir un mecanismo de órgano redactor debido a que ahí los partidos de gobierno estuvieron dispuestos a pactar, no obstante, el resto de Chile Vamos se negó.

Cuando más cerca estuvieron de tener un nuevo acuerdo fue el martes 6 de diciembre: ahí surgió la fórmula de un órgano mixto compuesto por 70 representantes electos y 36 expertos. Sin embargo, se derrumbó al día siguiente cuando la senadora Ximena Rincón (Demócratas) reflotó la idea de un organismo 100% electo. Dos días después, el viernes 9 de diciembre, tras una jornada maratónica otra vez casi sellan un pacto también con una fórmula que involucraba un proceso mixto. Ahí, Zarko Luksic de Amarillos, a nombre de Chile Vamos, dio un portazo.

Luego de un intenso fin de semana de conversaciones, el lunes 12 de diciembre salió humo blanco. Ahí, tras varios tira y afloja, las fuerzas políticas lograron un acuerdo a casi 100 días de iniciar las tratativas. En el pacto quedó plasmado un documento con la fórmula de 50 integrantes elegidos, con la participación de 24 expertos y un árbitro que resguarde las bases constitucionales.

Acá, lo que no se vio de las negociaciones.


1. El round de Chahuán versus Elizalde

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Estaba indignado. “¡No me hueí más!”, gritó varias veces el presidente de RN, Francisco Chahuán, a su par del Senado, Álvaro Elizalde, mientras se paraba de su asiento evidentemente enojado y cruzó raudo hacia el otro lado del salón donde estaba ubicado el socialista, con quien se encontraba en la sede del Congreso en Santiago.

El martes 6 de diciembre, cuando los dirigentes de los partidos políticos estaban en plenas tratativas para darle una salida exitosa al acuerdo constitucional, el líder de RN estaba hastiado. Minutos antes, Elizalde bromeó con una propuesta que durante la jornada había hecho Chahuán como una alternativa para generar un pacto: un plebiscito de entrada para elegir el mecanismo, sobre el cual, hasta esas horas, no habían logrado consensuar. La alternativa tenía sentido dado que ambos bloques estaban entrampados en dos opciones. El órgano 100% electo defendido por el oficialismo y el organismo mixto empujado por Chile Vamos.

Chahuán llegó hasta el puesto de Elizalde, a quien le siguió gritando, mientras el senador socialista continuaba sentado en su puesto. Algunos de los negociadores se reían con la escena que estaban presenciando, otros temían que el enfrentamiento pasara a mayores. Eso último no ocurrió. El líder del Senado se paró de su asiento e intentó calmar las aguas. “Francisco, es una broma”, le repitió.

Elizalde emitió el comentario porque la idea de referéndum que hizo el timonel de RN se la presentó al oficialismo de manera formal, asegurando que contaba con los votos de su sector, lo que provocó que los partidos de gobierno se alinearan: le dieron el vamos luego de una larga discusión interna que duró horas. Dado que les parecía una buena solución, durante ese jornada los dirigentes de la alianza de gobierno pensaron que con eso estaban habilitando la posibilidad de zanjar un pacto constitucional, a 90 días de iniciadas las negociaciones. Sin embargo, lo que el oficialismo no sabía es que Chahuán no tenía el piso del resto de los dirigentes de Chile Vamos.

El senador negoció sin avisar a la UDI y, según interpretaron algunos en el oficialismo, eso le terminó pasando la cuenta.

”¡Pero qué te pasa, por qué propusiste eso!”, le recriminó en duros términos el diputado UDI Guillermo Ramírez a Chahuán, al enterarse de sus tratativas paralelas. El senador, dicen varias fuentes consultadas, negó en más de una oportunidad que lo haya planteado.

El episodio causó tanta molestia que de inmediato las alertas llegaron hasta los periodistas que estaban en el Congreso de Santiago. Por eso a la salida de la reunión de esa jornada, la pregunta por el plebiscito fue tema obligado para Chahuán. “No. Le quiero contar que no hay ninguna posibilidad, no hay piso en los partidos de Chile Vamos ni tampoco en Demócratas ni Amarillos para que hubiese un plebiscito de entrada. No hay que escudarse, no hay que buscar argumentos para no llegar a un acuerdo en el día de hoy”, respondió el senador.

Por lo mismo, el presidente del Senado ese día usó el traspié de Chahuán para lanzar la broma, lo que fue secundado por otros dirigentes oficialistas como el presidente del Partido Liberal, Patricio Morales. “El plebiscito de Chahuán nos hizo perder varias horas”, comentaron algunos entre risas, lo que aumentó el disgusto del presidente de RN. “Yo no he planteado eso”, repitió molesto el timonel de RN.


2. “¡Cuando hablan las mujeres ustedes no escuchan!”

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”¿Qué opina el oficialismo de esto?”, preguntó uno de los personeros de Chile Vamos al resto de los presentes que estaban sentados en el marco de las negociaciones para alcanzar un acuerdo constitucional.

En una de las rondas de negociaciones de la semana pasada, en el típico salón número tres del tercer piso del Senado en Santiago, la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, prendió su micrófono y tomó la palabra para responder la consulta que tenía relación con la propuesta de órgano mixto que estaba empujando la derecha para alcanzar un pacto.

La intervención de la líder del PPD no tuvo mucho eco y los presentes continuaron hablando sin replicarle nada. Al rato, Chile Vamos volvió a consultar cuál era la postura de los partidos de gobierno sobre la misma materia, es decir, una instancia redactora que combinara expertos designados y representantes electos.

”¿Yo hablo inglés, chino o qué idioma que no me entendieron”, reclamó molesta Piergentili. Acto seguido la timonel del PPD agregó: “Ya di el punto de vista del oficialismo, pero parece que cuando hablan las mujeres ustedes no escuchan”.

Sus palabras fueron secundadas por la senadora de Demócratas, Ximena Rincón, quien la respaldó en su diagnóstico. Ahí, los personeros de la derecha se excusaron rápidamente.

Episodios como ese no ocurrieron una sola vez. Uno de los dirigentes hombres del oficialismo, que participó de las tratativas, reconoce que muchas veces no se les tomó en cuenta a sus pares mujeres. El comentario apunta a dirigentas de partido como Piergentili, Rincón, Paulina Vodanovic (PS), Gloria Hutt (Evópoli), Cecilia Valdés (DC), entre otras, que fueron parte de las negociaciones. Las mismas fuentes recalcan que a veces, cuando ellas intervenían para dar un punto, los hombres dejaban de prestar atención y empezaban a mirar sus celulares.

Varios negociadores recuerdan que la líder del PS, Paulina Vodanovic, cuando hablaba tenía que alzar la voz notoriamente para que la tomaran en cuenta. Algo que también le pasó a otras negociadoras. Por lo mismo, varias lamentan la situación y acusan que el crédito del acuerdo quisieron capitalizarlo los hombres. Las representantes mujeres de los partidos que participaron de la mesa aseguran que ellas fueron claves para destrabar conflictos y proponer alternativas.

”Me tenía que imponer porque pedía la palabra y no me daban la palabra”, dijo esta semana -en entrevista con TVN- Vodanovic, agregando que en las tratativas hubo “micromachismo”.

Su par de Evópoli, Gloria Hutt, en la misma entrevista, también reprochó la situación. “Yo creo que cuando uno dice que la política es ruda es porque el ambiente en ocasiones, sin ser descortés y habiendo la mejor disposición, la dinámica es ruda y para las mujeres. Es más difícil porque nos cuesta usar los mismos códigos”, afirmó la exministra.


3. Ramírez, el tapado en la cita entre Boric y Macaya

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Pasó desapercibido, pero el jueves 30 de noviembre, cuando el líder de la UDI, Javier Macaya, subió a la oficina del Presidente Gabriel Boric en La Moneda, no iba solo. El líder gremialista -quien ese día previamente participó en la actividad de homenaje al expresidente Patricio Aylwin, cuando inauguraron su estatua- fue acompañado por el diputado de su partido Guillermo Ramírez, quien fue su dupla para negociar con el oficialismo el acuerdo constitucional.

En esa cita, en la que estuvieron los tres por cerca de 20 minutos, se abordó una fórmula para intentar sellar un pacto: un órgano 100% elegido, con un anteproyecto elaborado por expertos y con una ratificación por 4/7 del Congreso.

Sin embargo, ese día en la noche La Tercera reveló el reservado encuentro, lo que desató la molestia de Renovación Nacional, donde varios acusaron haberse enterado por la prensa. De hecho, algunos dirigentes de ese partido desconocen la presencia de Ramírez en esa cita y Macaya intentó, según cuentan en su círculo, mantenerlo en reserva porque sino el malestar de sus aliados hubiese sido aún mayor.

La apuesta del líder gremialista, de hecho, en los días siguientes fue mantener un bajo perfil e intentar que RN tuviera más visibilidad. “Cuidar las relaciones para sellar un pacto”, dicen en su entorno, fue una de sus inquietudes en la recta final. El flanco en la derecha que tuvo Macaya durante todas las negociaciones -debido a la fuerte resistencia en su propio partido- era algo que no quería agudizar teniendo en contra a RN, sobre todo, porque el presidente de ese partido, Francisco Chahuán, y el secretario general, Diego Schalper, fueron subiendo el tono y marcando posturas más duras.

La filtración de la cita entre Macaya y Boric provocó, además, que la fórmula que ambos conversaron no viera la luz debido a la fuerte resistencia que levantó RN. Sin embargo, esa reunión también permitió al oficialismo, según reconocen en ese sector, percatarse de algo: que la derecha estaba dividida y que podían “quebrarla”.

Por lo mismo, un personero de los partidos de gobierno reconoce que, en los días siguientes, intentaron dividirlos y hacer que la UDI pactara sin RN o viceversa para agilizar un acuerdo debido a que consideraban que las posturas estaban intransigentes. Según sus cálculos, aunque uno de esos partidos no firmara podrían tener los 4/7 en el Congreso para aprobar la reforma constitucional que habilite el segundo proceso constituyente.

Una de las estrategias que implementaron para intentar desordenar al sector fue presentar varias propuestas y tener un discurso dentro de las reuniones y otro afuera. De hecho, en los puntos de prensa, en más de una oportunidad Chile Vamos los emplazó por tener un doble discurso, no obstante, el oficialismo no acusó recibo.


4. Rincón remueve el tablero

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Llegó convencida y firme en su postura. El miércoles 7 de diciembre, la senadora Ximena Rincón (Demócratas) desordenó las tratativas para llegar a un acuerdo constitucional las cuales iban dirigidas a tener un órgano mixto, integrado por 70 representantes elegidos y 36 expertos designados por el Congreso.

La senadora propuso un órgano 100% electo de 50 personas y aseguró que ese debería ser el camino. La idea, dicen negociadores, había sido socializada con el presidente de la UDI, Javier Macaya, quien empujó una fórmula similar en los días previos. Para él, al menos, no fue una sorpresa. Sí lo fue para otros personeros del oficialismo quienes vieron cómo se diluyó la fórmula mixta que solo el día anterior los tuvo al borde de un acuerdo.

Con su arremetida, Rincón se distanció, además, del otro partido en formación sentado en la mesa: Amarillos, con quien su colectividad -también en proceso de constituirse- disputa electorado. Por eso, según dirigentes de los partidos de gobierno, su jugada no fue al azar.

Lo cierto es que, minutos después de la ofensiva de Rincón, el oficialismo también se volcó a retomar una idea similar.


5. El frustrado intento por limitar a Amarillos

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La primera vez que el partido en formación Amarillos se sumó a la mesa negociadora, lo hizo el viernes 7 de octubre. Ese día llegó hasta la sede del Congreso en Santiago el abogado Zarko Luksic para sumarse oficialmente a la instancia de conversaciones.

De ahí en adelante, Luksic siempre fue el representante de Amarillos. El movimiento no tuvo mayor relevancia durante todas las semanas posteriores. Esa fue la tónica, hasta que la mesa llegó a su recta final.

Fue durante la segunda semana de diciembre que su protagonismo saltó a la primera línea. El lunes 5, Luksic pidió permiso para que Cristián Warnken, quien venía de Puerto Varas, pudiera sumarse a la mesa. Las tratativas se acercaban a sus días decisivos y Amarillos sabía que llegado ese momento debía tener a sus máximos representantes sentados en la instancia negociadora. Los partidos aceptaron de manera unánime. Al día siguiente, el movimiento se sentó a la mesa con tres personas. A Warnken y Luksic se sumó el único diputado de la colectividad: Andrés Jouannet.

Los problemas llegaron el miércoles 7 de diciembre. Ese día la mesa llegó a un momento en que se acercaron posiciones reales para sellar un pacto. En la mañana la senadora (Demócratas) Ximena Rincón revivió la idea de Chile Vamos de un órgano 100% electo con 50 escaños. El oficialismo, que antes había descartado tajantemente esa alternativa, también la reflotó y ahora estaba dispuesto a aceptarla. Mientras debatían esos términos, Amarillos -respaldados por RN- cerró la puerta. Testigos de ese momento cuentan que Warnken dijo que el nuevo órgano debía tener un fuerte rol de expertos -él los llamó “sabios de la tribu”- y eso solo se conseguía con un órgano mixto. En medio de su intervención, relatan las mismas fuentes, el presidente del movimiento aseguró que si el acuerdo derivaba en un órgano 100% electo ellos harían campaña en contra, recordando el rol que tuvieron en el plebiscito del 4 de septiembre, donde estuvieron por el Rechazo.

En medio de las intervenciones de los tres rostros de Amarillos, el presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS) -quien ejercía la labor de moderar la mesa- recibió varios reclamos por parte de dirigentes del oficialismo. Todos fueron por interno, ya sea en comentarios de pasillo o por mensajes de WhatsApp. “¿Por qué un movimiento que tiene el peso de un solo diputado tiene a tres personas en la mesa y ocupan tanto tiempo para intervenir?”, reprochaban algunos negociadores. Testigos cuentan que al menos siete personas hicieron ver el punto. Las críticas además recordaban que en un inicio se había tomado la decisión de que asistirían dos personas por cada partido de Chile Vamos y uno solo por cada colectividad del oficialismo. Tanto fue así que meses atrás la diputada comunista Carmen Hertz llegó acompañada de otra persona y se le pidió que se retirara. Lo mismo ocurrió con el PPD cuando además de la presidenta Natalia Piergentili se sumaba el exministro Jorge Insunza. Pese a que el criterio luego se fue flexibilizando a lo largo de las semanas, ahora el oficialismo exigió respetarlo.

Por eso fue que Elizalde transparentó los reclamos y comentó en la mesa que había que ordenar el tema, que Amarillos tenía un diputado, pero hablaba por tres. El senador socialista pidió el acuerdo para volver a limitar la entrada a uno solo por partido, pero el resto de los negociadores no aceptó.

A esas alturas los partidos de gobierno estaban convencidos de la alianza por conveniencia que Chile Vamos estaba teniendo con Amarillos y, por lo mismo, sabían que a la derecha le convenía que el partido en formación fuera el caballo de troya de la oposición. Tanto así que al interior del oficialismo bromeaban llamando a Amarillos como “las mascotas de Schalper”, haciendo referencia al secretario general de RN.

Las gestiones fueron infructuosas. En la reunión del viernes 9 de diciembre, Amarillos nuevamente se sentó con tres representantes. Ese día, su intervención desató la furia oficialista. Tras intensas horas de negociaciones, estuvieron cerca de pactar con la derecha. Sin embargo, Luksic dio el portazo y lo hizo a nombre de Chile Vamos, lo que descolocó a algunos de los presentes, dado que ese movimiento no forma parte de esa coalición.

Piergentili se indignó y miraba a los otros dirigentes de la oposición para ver si era efectivo que no adherían a la propuesta. El presidente de RN, Francisco Chahuán, reafirmó su postura, mientras el timonel de la UDI, Javier Macaya, guardó silencio y solo asintió.

Amarillos, en todo caso, logró su cometido: el lunes volvió con sus representantes y Warnken puso su firma en el acuerdo.


6. La acalorada discusión ad portas de sellar la fórmula ganadora

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“¡No puede ser que hayamos estado peleando 40 años para reducir este quórum y ahora el punto de tope para lograr acuerdo sea que nosotros defendamos los 2/3!”.

Las palabras corresponden al exministro Jorge Insunza (PPD) quien, el lunes 12 de diciembre, cuando las fuerzas políticas estaban ad portas de llegar a un acuerdo constitucional, intervino para intentar destrabar un acalorado debate que tenía los ánimos tensionados y poniendo en riesgo el pacto.

“Es algo impresentable. La mejor doctrina de Jaime Guzmán está siendo defendida por las fuerzas progresistas y no por la UDI”, agregó Insunza quien tuvo un rol clave en los últimos días de tratativas.

El quórum para que el nuevo órgano redactor aprobara sus normas fue la batalla final entre los personeros del oficialismo y la oposición. Chile Vamos defendió los 4/7, mientras que en los partidos de gobierno hubo dos voces que cerraron filas con mucha fuerza para elevar el quórum a los 2/3: el presidente de Convergencia Social, Diego Ibáñez, y en menor medida, el presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS). Una estrategia que buscaba tener una posibilidad de veto, en caso de tener un mal desempeño electoral en la elección de consejeros.

Dado que la discusión no podía continuar, hubo un momento en que Chile Vamos dejó solo al oficialismo para que pudiera discutir en privado. Testigos de ese momento cuentan que fue ahí cuando Insunza tomó la palabra.

Acto seguido se sumó el secretario general del PC, Lautaro Carmona. “He peleado por esto toda mi vida. No seré yo quien lo tenga que defender ahora”, habría dicho el exdiputado.

En ese esfuerzo para destrabar el quórum se sumaron y jugaron un rol importante las intervenciones de la senadora Ximena Rincón (Demócratas), la timonel socialista, Paulina Vodanovic, y la presidenta del PPD, Natalia Piergentili.

Tras esa intervención, Ibáñez se quedó solo en su posición, no le quedó otra más que ceder y se cerró el quórum en un punto medio: 3/5.

Una vez que el oficialismo logró despejar el punto, lograron sellar la fórmula ganadora para conseguir el acuerdo. El diseño lo había sistematizado previamente el secretario general de RN, Diego Schalper, durante el fin de semana. El diputado conversó con parlamentarios de su partido, algunos expertos y le avisó a Ibáñez. Tomó su computador y armó un documento de seis páginas que llevó como título “Propuesta: Chile necesita estabilidad y seguridades”.

Su mecanismo recogió ideas del presidente de la UDI, Javier Macaya, y del diputado gremialista Guillermo Ramírez. También rescató propuestas que había trabajado con Insunza, como el órgano 100% electo -impulsado por el oficialismo- y que los expertos armaran un anteproyecto.

Ese día, de hecho, Insunza afinó el procedimiento de la comisión mixta, es decir, cuando el Consejo Constitucional no aprueba ni rechaza las observaciones hechas por la Comisión Experta.


7. El silencio que no se respetó

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Fue exactamente a las 17.27 horas del lunes 12 de diciembre que los partidos que estaban negociando un nuevo acuerdo aceptaron los puntos de la fórmula que destrabó el pacto para habilitar el proceso constituyente 2.0.

Fue en ese momento que en el tercer piso del Senado en Santiago se escucharon algunas tibias celebraciones. Los dirigentes de partido sabían que nada iba a estar 100% listo hasta que no estuvieran estampadas las firmas en el documento oficial. Por eso optaron por no festejar antes de tiempo. Los negociadores ya acumulaban varios episodios frustrados en los cuales el acuerdo, tal como dice el refrán, se quemó en la puerta del horno.

Lo primero que se hizo fue designar a un pequeño grupo de redactores. Con el principio de acuerdo listo, la instrucción fue una sola. “Ahora hay que escribirlo”, se comentó en el salón número 4. La oficina ubicada en el tercer piso del presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS), fue el escenario escogido para redactar. El equipo inicial estuvo integrado por la timonel socialista, Paulina Vodanovic, el presidente de Convergencia Social, Diego Ibáñez, el secretario general de RN Diego Schalper, la presidenta de Evópoli Gloria Hutt, el abogado asesor del PS Gabriel Osorio y el dirigente de la UDI Máximo Pavez.

Mientras los redactores escribían, el resto de los partidos acordó que nadie bajaría del tercer piso a hablar con la prensa. El anuncio sería uno solo y se daría de forma oficial pasadas las 21:00 en la escalera de la Biblioteca del Congreso. Todos estaban respetando el pacto, cuando de pronto comenzó a llegar un aviso.

Eran las 18:18 de ese lunes y el diputado Raúl Soto (PPD) bajó por la escalera rumbo hacia la prensa que se encontraba en el primer piso. Las alertas entre los negociadores se encendieron cuando vieron que en las pantallas de TVN estaban despachando en vivo y se leía “diputado Soto confirma que hay acuerdo”. La molestia se instaló de inmediato.

“Se están afinando los detalles y la redacción y esperamos el humo blanco (...) Sí, se está trabajando en una redacción viendo los detalles y esperamos que podamos anunciar en un ratito más que hay acuerdo”, afirmó el expresidente de la Cámara, quien al inicio de las negociaciones cumplió un rol relevante en el proceso.

Un minuto después ocurrió el segundo movimiento. El jefe de bancada de diputados de la DC, Eric Aedo, también bajó a hablar con la prensa. “Tenemos un consenso importante y espero que se ratifique de manera oficial en los próximos 45 minutos”, dijo el parlamentario. Luego empezó a responder algunas preguntas y adelantó detalles de lo que luego sería el “Acuerdo por Chile”.

Ambas intervenciones no cayeron bien en los negociadores que estaban en el tercer piso. Pese a que nadie lo quiso comentar, sí fue mal visto que no se respetara el acuerdo de esperar al anuncio oficial. Lo que más reprocharon fue, según comentó un dirigente oficialista, que “la ansiedad” y “la sed de protagonismo” empañara el momento.

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