Cuando los estudiantes cruzaban frente al edificio del cine Cosmos, en dirección al Zócalo, se escucharon los primeros disparos. Ocho mil universitarios mexicanos habían salido a marchar el jueves 10 de junio de 1971, día de Corpus Christi. Protestaban contra el gobierno y en favor de la autonomía universitaria. Y fueron violentamente reprimidos por los Halcones, un grupo paramilitar armado con palos de kendo y armas de fuego. Las cifras oficiales hablaron de 120 muertos y centenares de heridos. La escritora Silvia Moreno-García escuchó esta historia desde niña, porque su madre estuvo allí.

-Mi madre era menor, no marchó, salió de compras con mi abuela cuando de repente comenzaron los disparos y la matanza. Tuvieron que correr y esconderse en un almacén cercano con otras personas. Y se quedaron encerradas ahí durante horas hasta que pudieron salir, ya en la noche. Fue un momento que ella recordaba mucho.

Nacida en México y radicada en Canadá, Silvia Moreno-García rescata la matanza de Corpus Christi o el Halconazo en su nueva novela La noche era terciopelo.

“Se ha demostrado que los Halcones son un grupo represor oficialmente financiado, organizado, entrenado y armado, cuyo principal propósito desde su fundación, en septiembre de 1968, ha sido controlar a estudiantes antigubernamentales e izquierdistas”, dice un telegrama confidencial del Departamento de Estado de los Estados Unidos, fechado en junio de 1971, que abre La noche era terciopelo.

Autora de cuentos y de aplaudidas novelas de género, Silvia Moreno-García logró notoriedad internacional con Mexican Gothic, una novela de terror ambientada en una hacienda mexicana a mediados del siglo XX que aborda la violencia contra las mujeres. Mexican Gothic fue ampliamente celebrada por la crítica y llegó al ranking de bestsellers de The New York Times.

Editada en 2021 en Norteamérica, La noche era terciopelo cambia el registro, del terror al noir, y ha recibido una atención acaso mejor: fue escogida entre las mejores novelas del año por The New York Times, The Washington Post y The Boston Globe, y el expresidente Barack Obama la recomendó en sus lecturas de verano. “Lo que da miedo de esta novela es lo buena que es”, anotó The Slate.

Sin embargo, su publicación no estuvo exenta de dificultades, según cuenta Silvia Moreno-García.

-Normalmente me hubieran aconsejado hacer una secuela de Mexican Gothic. Además, la novela negra de este tipo no es tan popular en Estados Unidos, la gente prefiere el domestic noir, el tipo de novela donde una mujer cree que su vecino es un asesino. La mía está situada en México y tiene trasfondo político. Todo eso lo hacía complicado. Pero yo le dije a mi editora que este era el libro que quería publicar y finalmente el éxito de Mexican Gothic me permitió lanzar esta novela.

Publicada por el sello Umbriel en español, La noche era terciopelo llega a Chile cuando su autora publicó un nuevo libro en Norteamérica, La hija del doctor Moreau, también elogiada por la crítica.

La noche... parte con la matanza de Corpus Christi y se desarrolla desde la perspectiva de dos personajes, poco habituales para el género: Elvis, un chico crecido en un entorno vulnerable, que se une a los Halcones pero odia la violencia; en cambio, ama el rock y le gusta buscar palabras desconocidas en el diccionario, y Maite, una secretaria solitaria que sueña con una vida de emociones y es fanática de una saga de historietas románticas. Un día su vecina, Leonora, una veinteañera universitaria, le pide a Maite que cuide a su gato. Y cuando ella no vuelve en la fecha prevista, Maite decide salir en su búsqueda. A su vez, Elvis recibe el encargo de encontrar a una universitaria vinculada a grupos radicales.

Personajes complejos y atractivos, los protagonistas se desenvuelven sobre un ambiente de fuertes tensiones políticas y sociales, donde asoman también las abruptas diferencias sociales de México. Con notable habilidad y gran vocación narrativa, la autora maneja la acción, el suspenso y ofrece un comprensivo retrato de la sociedad mexicana.

-Es un momento interesante en términos históricos y políticos de México, cuando empieza a surgir la guerra sucia y va a continuar durante toda la década. Empieza en el 68, con la matanza de Tlatelolco, pero en el 71 realmente se cristaliza, porque después de este ataque los grupos guerrilleros que quizá estaban buscando una resolución pacífica deciden que ya no hay manera de llegar a un acuerdo con el gobierno y deciden enfrentarse a la autoridad de otra manera. Y por otra parte, el gobierno empieza a desarrollar de una manera más organizada y más fuerte las tácticas de represión.

¿Los Halcones eran grupos que recibían apoyo de la CIA?

Así es. En esta época el gobierno estadounidense tiene miedo de los movimientos revolucionarios y de los movimientos de izquierda en Latinoamérica. Y entonces ayuda a muchos movimientos de derecha, a dictadores en diferentes países del continente. En México parece menos visible, pero ellos ayudan a entrenar a este grupo paramilitar que se llaman los Halcones y que surge después del 68, precisamente porque el 68 recibe mucha atención extranjera, cuando los militares atacan a los estudiantes, y hay mucha prensa negativa de otras partes del mundo. Los Halcones ya existían, pero entonces deciden utilizarlos, y esto eventualmente culminó en el 71 con esta matanza en Ciudad de México. Había policías alrededor, pero literalmente estaban viendo, no intervinieron, porque sabían quiénes eran los que estaban atacando, y era precisamente para que el gobierno pudiera decir no sabemos quiénes eran esas personas. Al día siguiente muchos periódicos acusaron a los estudiantes de usar la violencia, de haber causado la matanza. Decían miren lo que hacen los estudiantes, ya no se puede convivir con ellos, realmente tenemos que terminar con esto, porque cuando están afuera manifestándose están realizando actos de violencia.

Es una historia que resuena en Sudamérica...

En España y en Latinoamérica es más fácil entender el momento político, porque muchos países vivieron no exactamente lo mismo, pero sí situaciones, digamos, paralelas: represiones e intervenciones extranjeras dentro del país. Es algo visible históricamente y, sin embargo, a veces no se habla tanto públicamente de ello. En México hasta hace como cuatro años el gobierno oficialmente reconoció lo que había sucedido en la matanza del 71. Lo sabemos porque lo recordamos.

En rigor, no se trata de una novela social, pero a través de las herramientas de la ficción aparece una mirada a la sociedad mexicana. Incluso en el libro hay algunas ironías sobre los estereotipos respecto de México. ¿Buscaba combatir los lugares comunes?

Creo que todas mis novelas en conjunto, por lo menos las que están ubicadas en México, lo que están tratando de hacer es ofrecer una visión más amplia, un caleidoscopio de México, en lugar de ver la visión monocromática que tenemos normalmente del país, por lo menos en el mercado anglosajón donde yo publico. Usualmente en Estados Unidos las visiones son mucho más reducidas y los roles que podemos interpretar los mexicanos son mucho más limitados; se nos da, por ejemplo, el papel del inmigrante que sufre. Y para mí México tiene más elementos complejos y variados, de manera que no se puede contar solamente una historia, sino una variedad de historias. Y esta novela es una visión que me interesaba contar, no solo porque muchas personas no saben lo que sucedió, sino que también muchos lectores en Estados Unidos desconocen, por ejemplo, las diferencias sociales y las diferencias políticas en el país, y eso quise recogerlo. En México hay muchas diferencias y contrastes.

Fantasmas reales

Elvis y Maite, los protagonistas de la novela, son personajes muy distintos entre sí, pero hay algo que comparten: el amor por la música. De hecho, la música tiene gran presencia y al final del libro hay una lista de Spotify que incluye temas desde Love me tender, de Elvis Presley, a Strangers in the Night, de Frank Sinatra, Lucho Gatica (Solamente una vez), Violeta Parra (Volver a los diecisiete) y Víctor Jara (El cigarrito).

Hija de periodistas, Silvia Moreno-García creció entre vinilos y libros. La música es herencia de su padre, dice, y la literatura, de su madre. Ella le dio a leer a Edgard Alan Poe de niña. De allí pasó a Lovecraft y otros clásicos del horror, la novela negra, ciencia ficción a la literatura latinoamericana y universal.

Tras La noche era terciopelo, la escritora publicó La hija del Doctor Moreau, una vuelta de tuerca al relato de H.G. Wells ambientada en la península de Yucatán. La novela transcurre en el siglo XIX y fue resaltada por The New York Times entre los 100 libros notables de 2022. Uno de los temas que aborda en ella es el colonialismo.

Sus libros se mueven entre géneros con absoluta soltura y libertad, del terror a la ciencia ficción. ¿Qué elementos unificadores reconoce en ellos?

Colonialismo y poscolonialismo es uno de los elementos que surge casi como un tic nervioso en mis libros. Machismo, feminismo, la vida de la mujer en la sociedad que no es equitativa, las diferencias sociales muy marcadas entre los que tienen dinero o no tienen dinero. El racismo también surge en mis libros. No son cosas que realmente yo diga voy a meter un poco más de feminismo, sino que me voy encontrando con ellos. El machismo y los derechos de las mujeres son problemas ineludibles de la condición de la sociedad mexicana. El colonialismo es como una sombra o un fantasma que te sigue persiguiendo por la casa. No es algo en lo que podemos decir hoy en día resolvimos este asunto.

En Mexican Gothic abordó la violencia contra las mujeres en su país en el siglo XX. ¿Cómo ve este problema hoy, tras el auge de los nuevos feminismos?

Los problemas siguen siendo los mismos. Hace unos años surgió un ímpetu de protesta en México, de mujeres manifestándose públicamente y exigiendo un cambio de la sociedad mexicana acerca de cómo se enfrenta la violencia en contra de las mujeres. Y está pasando porque las mujeres están hartas, hay un momento en el que todas decimos ya no más. Y creo que en la sociedad mexicana se ha llegado ya a ese momento y por eso hay tanta frustración de las mujeres hoy día, porque es imposible continuar viviendo en un mundo que es eternamente hostil. Tener que salir a la calle en México es casi una película de acción, porque no sabes qué es lo que te va a pasar ni de quién te vas a tener que escapar. El problema es que no veo ninguna solución fácil ni rápida a ninguno de estos problemas. Pero hay muchas mujeres que están tratando de lograr cambios en términos no solamente de obtener mayor protección de parte del gobierno, sino de que estas cosas que quizá no se discutían tan ampliamente ahora se puedan hablar en público, como las violaciones y el acoso sexual.

¿Qué influencia ha tenido el movimiento #MeToo?

Una de las diferencias de nuestra sociedad, quizá de lo que era hace 30 o 40 años, es que internet permite la comunicación entre personas a distancias muy grandes y muy amplias y de forma casi instantánea hoy. Entonces es más fácil para, por ejemplo, alguien en México ver qué es lo que está pasando en Estados Unidos, qué es lo que están discutiendo. Después pensar y reflexionar y decir quizá esto también es algo que nosotros deberíamos de discutir, o nosotros también estamos discutiendo esto al mismo tiempo. Creo que el #MeToo en Estados Unidos fue muy interesante, porque podíamos decir no importa si estábamos en Canadá o en México, en Francia, lo que ustedes están discutiendo también son cuestiones que nosotros estamos viendo en nuestra sociedad y deberíamos hacer algo. Fue muy interesante ver cómo personas de todas partes del mundo reconocieron un problema y dijeron también existe aquí. Y no es que #MeToo inventara el interés en nuestros problemas de acoso sexual o de abusos, muchas activistas han estado siempre trabajando y tratando de mejorar esta situación, pero fue un momento de conexión mundial.

¿Qué ha pasado últimamente con los femicidios en México?

Las cifras del femicidio en México siguen siendo alarmantes. No han disminuido. Estamos hablando de cientos de femicidios en un año en el país. Y por eso precisamente creo que muchas mujeres están frustradas y enojadas manifestándose en todo México. Realmente no se ve una mejoría. En Canadá también tenemos problemas de violencia contra mujeres, sobre todo indígenas, pero México en comparación es increíble.