Superhéroes, streaming y un "remezón"

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Boyhood (2014), de Richard Linklater, fue una de las mejores películas de la década.

En los últimos diez años las películas de Marvel terminaron de conquistar las multisalas, el cine chileno sacó la voz, las plataformas trajeron filmes de varios rincones planetarios y las películas hechas por mujeres removieron el orden establecido.


Tres críticos de cine le toman el pulso a la década que se fue. Comprenden que los superhéroes son una realidad insoslayable aunque moleste, concuerdan en que el cine chileno entró a las ligas mayores y aceptan que la plataforma online le está ganando el duelo a la pantalla grande. Además, uno de ellos diagnostica que las mujeres en Chile y el mundo están haciendo algunas de las mejores películas del momento.

1. ¿Puede nombrar algunas películas determinantes en la década? ¿Por qué?

* FUGUET /La Red Social de David Fincher (2010) Una puesta en escena extraordinaria, el remix de un caso real para hacerlo aún más real (a lo Ciudadano Kane), una cinta que se adelanta a todo: la masculinidad tóxica, la competencia neoliberal, la fascinación por lo nuevo, la soledad como eje de los nuevos cambios y la locura de que tu vida se pueda resumir en redes sociales. Una cinta de terror en clave de "bromance" que conversa muy bien con otras cintas importantes acerca del trabajo, de competir, de querer llegar a una meta (El lobo de Wall Street, por ejemplo)

Boyhood de Richard Linklater (2014): Cine arte disfrazado de película comercial. Un filme que hubiera hecho Renoir o Truffaut pero en Texas. Si el cine es comprimir o fijar el tiempo, este filme hace eso: plasma el tiempo y permite ver crecer y envejecer a sus protagonistas.

Somewhere de Sofía Coppola (2010): Una de las pioneras de, por un lado, una sensibilidad femenina que ahora está comenzando a permear todo y de, por otro, una mirada extraordinariamente personal. Antonioni va a Hollywood. Un padre perdido, una hija preadolescente que debe hacerse cargo. Cine íntimo, pero no cerrado o críptico. Cada plano huele a un ojo femenino. Quizás Lucrecia Martel es superior, pero no sus filmes. Coppola aprendió de su padre (Francis Ford Coppola) a no tenerle miedo al otro ni a despreciarlo. Se dedica a empatizar, a hacer que sus personajes conecten. Coppola no le teme a las historias cercanas aunque eso implique filmar burgueses, actores, gente acomodada.

Burning de Lee Chang-dong (2018): Desde hace dos décadas, al menos, que el cine asiático es el secreto mejor guardado y estaba arrasando en festivales y listas de culto. Empezó a llegar a Occidente vía cintas de género y melodramas históricos. Buena parte de lo mejor que se ha hecho viene de allá, pero opto por Burning porque resume ese cine y también porque, por un lado, parece lejano, pero también extraordinariamente cercano y hasta latinoamericano (aunque por acá no se filma así por decreto). Una cinta íntima, sensual, trágica, poética, inasible, política y a la vez sin pedanterías ni rarezas que impidan que alguien no pueda conectar. No he visto Parasite (de Bong Joon-ho) aún, pero éste es mi saludo al cine que viene de allá.

* SOTO/ Me parecen muy importantes títulos como El irlandés, Boyhood o Roma. Los tres corren las fronteras en un sentido que los años dimensionarán mejor que percepciones actuales. No son quizás las películas que más me gustan, porque parte de mi corazón también se queda con Guerra fría, con Leviatán o con El día después (Hong Sang-soo). En todo caso, el cineasta clave de la década volvió a ser Scorsese, que ya lo había sido en los 70 y a quien la crítica menos aguda había dado por muerto en los 2000. Tanto El irlandés como El lobo de Wall Street son películas colosales en términos de puesta en escena y de riesgos emocionales.

* AYALA/ La pregunta es muy difícil, más aun si exige porqué. Esta es una lista, creo, posible de películas relevantes de la década: Leviatán (2014), Under the skin (2013), El lobo de Wall Street (2013), Boyhood (2014), Había una vez en Hollywood (2019), The act of killing (2012), La mula (2018), Amour (2012), La noche más oscura (2012).

2. ¿Qué tendencias le parecen las más importantes en el cine de la última década?

* FUGUET /Que no está del todo claro quienes son los maestros y que todos se caen. La idea de un Fellini o un Bergman no me queda tan clara. El cine más importante sigue saliendo de Europa y luego de Asia. Francia produce gran cine. Otra: el documental no es el hermano chico y muchas veces superan los largos y por fin los cineastas que hacen un cine de no ficción son considerados maestros y hasta pueden ganar premios. Los asiático ya está ingresando (por fin) a dejar de ser un gusto adquiridos para cinéfilos raros. El aporte de las miradas diversas partiendo por la gay (Moonlight es una de ellas aunque su director no lo sea, lo que lo hace más interesante). Los cineastas queer están por fin expresándose como siempre lo han hecho en la literatura o en el teatro pero ya no necesariamente desde el clóset (Llámame por tu nombre no es una de las cintas de la década pero claramente fue un remezón y cambio clave en la cultura). Las voces periféricas dentro de los países industrializados y el cine que sale de América Latina (Brasil por ejemplo y ahora Colombia) o África. El estallido de la voz de la mujer y personajes creados por ella: desde Sarah Polley (Las historias que contamos) a Greta Gerwig (Lady Bird) pasando por Mia Hansen-Løve (El porvenir) y Claire Denis (Un sol interior). La verdad es que la cantidad y la calidad de lo que están filmando las mujeres es quizás el verdadero remezón de esta década (y no me refiero a que la gran Kathryn Bigelow ganara un Oscar por Vivir al límite dado que su cine es muy masculino, pero quizás tampoco tanto en el sentido tradicional). El terror volvió a ser comercial, popular y es un caldo de cultivo de talentos y a veces es incluso el caballo de Troya donde esconder algo más: ¡Huye!, Un lugar en silencio, Midsommar. Otra tendencia fue que Hollywood solo permite hacer cine abstracto y jugado sólo si es acción y si es una franquicia: cintas de James Bond o de la serie Misión Imposible son clases de cine que dejan la boca abierta. Lo mismo pasa con la saga John Wick con Keanu Reeves

* SOTO/ Me llenan de entusiasmo los nuevos desarrollos del documental (en Herzog, en títulos como Apollo 11, en series de TV como la mexicana 1994 o en la investigación sobre Osho, Wild Wild Country). Me aburren los títulos que no son otra cosa que tributos a la conciencia políticamente correcta (12 años de esclavitud, Tres anuncios para un crimen, Green Book). Me interesan las películas que se están liberando de las camisas de fuerza de la trama, para avanzar a relatos más sueltos, con ejes narrativos múltiples y desenlaces muy abiertos, como es el caso de Roma.

* AYALA/ Cada año que ha pasado en este siglo no ha hecho más que acrecentar el vacío que se ha creado entre el cine de espectáculo y el cine de festival. Al medio, se ha provocado un páramo. Recién este último año me pareció ver que están creciendo algunas flores de aquel cine industrial pero cuidadoso, elaborado, de personajes y relaciones que hizo fundamental alguna vez al cine de Hollywood. Ojalá que esta frágil tendencia se mantenga, porque de otra manera ir al cine -y para qué decir escribir sobre cine- va terminar por perder todo sentido.

3. ¿Qué le parece la consolidación o el dominio abusivo, si se quiere, del cine de superhéroes?

* FUGUET /Que ganaron. La década fue de ellos. Capaz que la mitad de la otra también. La otra cerró con Avatar y de alguna manera no sólo estamos dominados por los superhéroes, sino que por los llamados efectos especiales desatados. Importa más el espectáculo que los héroes. Antes me molestaba más, ahora las evito. Dicho eso: si bien me interesan poco, creo que algunas cintas de este tipo, si lo desean, pueden ser extraordinariamente cinematográficas. Y son capaces de convocar. Algo captan, algo dicen, algo interpelan. A veces tienen momentos de buen cine y a veces un gran director las puede llenar de matices. Lo que ha pasado en Chile recién tiene no poco que ver con la idea de los superhéroes y todo ese imaginario que partió en 1977 con Star Wars.

* SOTO/ A mí me aburre mucho, aunque hay gente que se fascina. Corresponde a otro negocio y otra galaxia. Están más cerca de los videojuegos que de Elia Kazan o John Ford.

* AYALA/Horrible. No voy a repetir toda la historia de que el cine comenzó a irse a pique con el apabullante éxito de Tiburón en 1975, pero es cierto: las cintas de superhéroes y de fantasía en general, hechas para adolescentes y niños, que comenzaron su fiebre entonces, tienen acogotado al cine para adultos. La última década ha sido posiblemente una de las peores. Pero quiero creer que estamos llegando a un punto de saturación, en que el péndulo volverá en la dirección contraria. Ojalá.

4. ¿Cree que hay riesgo de perder la experiencia colectiva de ir a ver películas ante la irrupción de diversas plataformas en streaming o incluso el pirateo?

* FUGUET /Sí. Pero por eso siempre es importante apoyar al cine experimental pop de género que llega a las salas . Por otro lado, no podemos seguir llorando acerca de que las cintas de adultos no llegan ya al cine o que nadie va a verlas. Confío que los experimentos de Netflix pueden ayudar en vez de atomizar. Faltan pantallas nuevas fuera de los malls. Si bien cada vez se ve más cine a solas, también se arman conversaciones. Una cinta portentosa como Historia de un matrimonio ha generado más conversación que decenas de películas estrenadas con bombo en las salas. El pirateo existe porque esos filmes no llegan a las salas o a las plataformas. Yo veo ahí una consolidación: pronto todo estará de forma legal. Un buen aporte es la plataforma OndaMedia aquí en Chile.

* SOTO/ Sí, y me siento muy damnificado al respecto. Esta es la razón, supongo, por la cual el cine ha salido de la conversación social. Ya no todos vemos las mismas películas ni las vemos al mismo tiempo. Sin embargo, no todas son malas noticias. La vieja comunidad cinéfila local mutó en algo más grande y global, algo que ya no está constreñido por la geografía. Pero esto, claro, supone estar en red. No es que fuera de la red no haya salvación. A veces ni siquiera hay vida.

* AYALA/Es cierto que es cada vez más difícil que todos veamos las mismas películas, pero esta tendencia viene creciendo al menos desde la invención del VHS a finales de los años 70. Sin embargo, con servicios de streaming masivos, a la Netflix, se ha vuelto a recuperar, por momentos, la sensación de que todo estamos viendo lo mismo, como pasó recién con El irlandés o Historia de un matrimonio. Y pasa mucho con las series, que la gente comenta con pasión, como si estuvieran pelando a viejos compañeros de curso. No se puede considerar que las series sean cine, pero ciertamente entregan una experiencia colectiva. En eso se parecen a las telenovelas. Pero, para volver al caso de las películas, tengo mis dudas que ella sea necesaria para apreciar o disfrutar el cine. Hay muy pocas experiencias colectivas con los libros, por ejemplo, y no han perdido su valor.

5.¿Qué opinión tiene del cine chileno en los últimos diez años? 

* FUGUET /Que es diverso, que hay quizás demasiada producción y poco público, que ha crecido y explorado temas nuevos y que, durante esta década, claramente se ha internacionalizado. Al decir cine chileno ya no es necesario hacerlo con voz baja o pidiendo perdón. Los fondos no lo han destruido y a pesar que el Estado está muy cercano, no lo ha cooptado. El cine chileno tiende a maravillarse con los temas grandes y a los cineastas les gusta filmar temas que no le son cercanos (hay hábitos difíciles de superar), pero tal como sucede en todas las cinematografías hay autores y ciertas películas que acaparan todas las miradas, dejando a los que creen más en lo ambiguo o lo doméstico de lado. Se debutó con gran ruido a fines de la década pasada con La vida me mata y La nana, pero Sebastián Silva solo crece, incluso cuando supuestamente se equivoca. Gatos viejos es sublime, lo mismo que Crystal Fairy y el cactus mágico. Magic Magic es francamente bizarra y bella. Y lo que ha hecho afuera es jugado siempre. Me interesa la propuesta que hizo Nayra Ilic con Metro cuadrado. Hay otras cintas a escala menor que siempre son castigadas: Vida sexual de las plantas de Sebastián Brahm o Mala junta de Claudia Huaiquimilla Creo que Vida de familia de Alicia Scherson y Cristián Jiménez pasó sin pena cuando capta cosas que son muy nuestras y muy de la urbe. Lelio estalló y creó uno de los grandes personajes icónicos con Gloria. Ojo con Me llamo Cristina de Gonzalo Maza. Para mí una de las grandes cintas que han salido de acá se llama Aquí no ha pasado nada de Alejandro Fernández Almendras que me parece que no sólo posee una enorme y frágil actuación de Agustín Silva (brillante siempre en las cintas de Sebastián Silva) sino que sintoniza y trata de entender a un personaje que, por un lado es el villano, pero también es víctima y claramente es el protagonista. Justo en en este año Aquí no ha pasado nada demuestra que sí ha pasado mucho.

* SOTO/ Más que un juicio, tengo un sentimiento. El cine chileno me sigue pareciendo una promesa incumplida. Tenemos más películas, varias han sido premiadas afuera y, aunque existe mayor diversidad, por lo general suelen ser muy tristonas. Me impresiona lo poco que conectan con los deseos, las aspiraciones –y no hablemos de las alegrías- del público local. Esto no es muy sustentable en el largo plazo.

* AYALA/ Mmmm. Pronto se publicará un libro con una recopilación de mis comentarios a películas chilenas de las últimas dos décadas, y eso me ha permitido revisar parte de lo que ha estrenado en este siglo. Mi impresión, obligado a entregar una opinión extremadamente sintética y por lo mismo simplificada, es que el cine chileno aprendió a conquistar al sofisticado público internacional que asiste a festivales de cine o entrega premios rutilantes como el Oscar. Sin embargo, tiene una deuda con el público local, que no logra sentir entusiasmo con el cine chileno. Ni siquiera se trata de que las películas locales levanten grandes números, sino que causen algo parecido a la admiración, la identificación o una cercanía afectiva; que puedan comentarse con mediana emoción, si se quiere. Uno puede sospechar que hay personas muy dispuestas a dejarse llevar por películas chilenas si ellas tocan algo de su fibra íntima. La prueba está, creo, en que el cine europeo o el oriental, con las pocas películas que estrenan, llevan a más gente a las salas que las películas hechas en casa.

6. ¿Cómo se imagina el cine de la próxima década?

* FUGUET /Cuesta predecir. Creo que los cineastas más autores van a ingresar al circuito más popular. Un poco a lo James Gray (director de Ad Astra, entre otras cintas). El cine independiente será eso: alternativo, lejos de lo masivo, en salas ajenas y pequeñas que irán tomando vuelo, creo, y que irán transformándose en centros culturales. Se irá viendo no sólo lo que es nuevo en salas sino lo que son clásicos o nuevos clásicos. Netflix y sus clones seguirá. Lo que se llama televisión o pantallas estará muy ligados a la creación cinematográfica. Las cintas grandes serán cada vez más grandes.

* SOTO/ Supongo que más suelto y accesible. Será escaso en las multisalas pero no en otras pantallas. Estará aún más sometido que ahora a las modas, a las ondas y a pulsiones de la modernidad. Pero quisiera creer que también veremos testimonios de resistencia al cotorreo dominante, en películas potentes, inspiradas y a la altura de la majestad expresiva del que fue el arte del siglo XX.

* AYALA/Nunca hay que hacer predicciones, especialmente del futuro. Dicen que la frase es del productor Samuel Goldwyn, pero algunos la atribuyen al físico Niels Bohr. Dicho eso, podemos considerar que a medida que vencen los derechos de autor, cada vez debiera ser más fácil acceder de manera legal y sin remordimientos a películas del siglo XX, sobre todo de su primera mitad. Hay ahí un enorme capital, lleno de extraordinarios logros cinematográficos.

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