Una ciudad de tensiones y contrastes, de cicatrices históricas y heridas abiertas. Una ciudad donde la periferia y el barrio alto se rozan, donde el capitalismo heredado de la dictadura transformó el paisaje, levantó malls y enormes edificios y donde, a 50 años de su muerte, aún resuena el último discurso del “excompañero Presidente Salvador Allende”. Y también, la ciudad del estallido social.
Ese es parte del relato sobre Santiago que el Ministerio de las Culturas (Mincap) presentará en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde la ciudad es invitada de honor.
La invitación le otorga a Santiago un rol protagónico en la feria de libros más grande de Sudamérica. La primera ciudad invitada fue Amsterdam, en 2013, a la que siguieron Sao Paulo, Ciudad de México, Montevideo, Barcelona y La Habana en 2022. Tal como las anteriores invitadas, se espera que Santiago presente “un contenido cultural especial, rico y distintivo”.
Para ese propósito contará con un espacio de 200 metros cuadrados, en una ubicación central de la feria, donde se realizarán charlas y conversaciones, además de un stand de exhibición de libros.
Del 25 de abril al 15 de mayo, la 47 edición de la Filba tendrá un acento especialmente político, con motivo de los 40 años de la recuperación de la democracia en Argentina y los 50 años del Golpe de Estado en Chile.
Precisamente, el aniversario del 11 de septiembre es uno de los ocho ejes del relato preparado por el Mincap
“Pese a la distancia, las heridas abiertas por el 11 de septiembre acontecido aquel martes funesto de 1973, donde dos aviones Hawker Hunter coordinados por militares bombardearon La Moneda ubicada en el centro de Santiago, son aún dolorosas cicatrices”, dice el relato, que fue preparado por el poeta Guido Arroyo y editado por un comité curatorial.
El texto recuerda que esa mañana “el excompañero Presidente Allende” dio uno de los discursos “más entrañables de la historia política chilena”. Y sus palabras, dice, aún resuenan en las calles “como un mantra”. Con este eje, se propone explorar “cuán abiertas están las heridas”.
El Santiago del estallido es otro de los focos. Dice el relato: “Aquella tarde de viernes, tras una semana de protestas bullantes, las estaciones periféricas del Metro implosionaron en protesta. Luego vino el centro, la convergencia del malestar en Plaza ‘Baquedano’, las escaleras incendiadas desplomándose en el edificio de la empresa encargada de proveer la luz eléctrica”. El guión narra que “en los muros se materializó el descontento, las calles cambiaron de sentido, los militares volvieron a ocupar las avenidas, y muchos monumentos que llevaban décadas e incluso siglos inalterados, fueron derribados por la ciudadanía”.
-La tesis que guio el relato es que Santiago es una ciudad que contiene múltiples ciudades disruptivas -dice Guido Arroyo, quien fue convocado para esta tarea por el Mincap.
Así, aparece también el Santiago champurria, donde se expresa la identidad “mapurbe”, los habitantes de origen mapuche: “Santiago es una ciudad cuyo tejido social es híbrido y múltiple. Que se mixtura entre tensiones”, dice la presentación.
El Santiago periférico describe una dinámica de tensión entre la periferia y el barrio alto (“históricamente la clase acomodada abandona sus zonas de habitación cuando emerge el habitante periférico y viceversa. Se trata de no verse, de convivir de forma fragmentada”); el Santiago que se fue recuerda una ciudad de siestas a media tarde y vieja bohemia, que desapareció bajo la modernización de Santiago, “marcada por el relato económico de la dictadura cívico-militar” y que dio origen a la ciudad de los malls y el auge inmobiliario.
Aun bajo estas imágenes hay otra, el Santiago disidente: “La Plaza de Armas y sus cines porno, las callejuelas internas del centro, las discotecas gays de Bellavista, los faldones del cerro Santa Lucía y el Parque Forestal donde el cruising (sexo callejero) es moneda cotidiana”.
Por último, aparece El Santiago desde otros territorios: la mirada desde la provincia subraya que “Santiago no es Chile”, pero ha sido el paso obligado de los grandes artistas y escritores, desde Gabriela Mistral a los Parra. Y aun con sus falencias, se lee en el relato, la ciudad “seguirá siempre siendo la ventana trizada, y a veces grisácea, pero necesaria, del país”.
-El objetivo es que la gente pueda comprender de mejor manera cómo se comporta este mosaico que llamamos capital de Chile -dice Guido Arroyo.
Según un comunicado del Mincap, el relato busca “mirar con nostalgia al pasado, ver cómo se ha ido modernizando y cómo distintos fenómenos políticos, sociales, migratorios y urbanísticos han sido también trascendentales en la memoria, la identidad y las formas de ejercer comunidad en la capital del país”.
Sin embargo, la propuesta resalta los quiebres y despierta controversia entre el medio literario y editor.
En los últimos días los cuestionamientos han apuntado también a la “opacidad” del proceso, como dijo el editor Matías Rivas: hasta ahora se desconoce el programa en detalle y solo la noche del jueves el ministerio decidió adelantar los nombres de una veintena de invitados, menos de la mitad de un total de 60.
Entre ellos están Diamela Eltit, Nona Fernández, Raúl Zurita, Elicura Chihuailaf, Carmen Berenguer y Marcela Trujillo.
Y la lista abrió un nuevo flanco:
-Yo esperaba diversidad, visiones confontadas, pero se está formando una lista de uniformidad ideológica. Y yo quiero desmarcarme de eso -dice Guido Arroyo.
La ciudad fracturada
El comité curatorial que editó el relato y trabajó en la selección de los autores lo integran las académicas Lorena Amaro, Carolina Rivas, Constanza Vergara y Alejandra Stevenson. A ellas se sumaron representantes del Consejo del Libro, de Bibliotecas Públicas, la Gobernación e Imagen Chile.
Para María Angélica Zegers, presidenta de la Corporación del Libro y la Lectura, que agrupa a las editoriales de mayor envergadura, el relato pone demasiado énfasis en las fisuras :
-El relato es divisivo, polarizado, invita muy poco al reencuentro. Santiago es una ciudad que se ha transformado, pero no es una ciudad totalmente rota, no es una ciudad fracturada, hay cosas buenas que mostrar. Acá hay una mirada ideológica y yo me pregunto dónde entra la literatura infantil, por ejemplo.
Una impresión diferente expresa María Paz Morales, presidenta de Editoriales de Chile, asociación que reúne a parte importante de los editores independientes.
-El relato propuesto nos parece más diverso que divisivo. Es cierto que aborda temas contingentes, como el estallido social, pero no nos parece que excluya a algún género, como la literatura infantil y juvenil hecha en Chile -dice.
María Paz Morales subraya que la literatura infantil-juvenil nacional “está muy en sintonía con los procesos sociales y culturales que se viven en el país” y menciona, por ejemplo, Niños, de María José Ferrada, que habla de derechos humanos, o Al sur de la Alameda, de Lola Larra, que aborda las tomas estudiantiles. “El arte y la literatura son un reflejo de nuestra historia y sociedad, ponen en tensión nuestros paradigmas y experiencias, por lo tanto, nos parece natural la inclusión de este tipo de temáticas”.
Para el editor Matías Rivas, los temas propuestos tienen una dimensión que excede a la ciudad.
-Son cuestiones que se deben visibilizar en su magnitud. En ese sentido, no son exclusivas de Santiago. Cruzan todo el país. En provincia hay una memoria importante del 11 de septiembre de 1973, han vivido la fractura, el dolor, la exclusión y la violencia con igual intensidad.
Carlos Franz es autor de uno de los ensayos más emblemáticos sobre Santiago, La muralla enterrada. Autor también de la novela Santiago Cero, Franz tampoco comparte la visión que se desprende del relato.
-Santiago no fue refundado hace cuatro años. Nuestra ciudad es tema o escenario de una literatura muy rica y antigua. Crónicas, narrativa y poesía dan cuenta de un espesor que abarca siglos. Destacar sólo los acontecimientos recientes y leerlos a través de ideologías de moda es reduccionista y sectario.
Por cierto, Franz no está entre los invitados: “Quizás no tienen mi dirección”, bromea.
-El estallido de octubre claramente es un hito histórico sobre el que los santiaguinos no tenemos un relato unívoco ni claro -dice por su parte Rafael Gumucio-. Podría decirse que este empobreció notablemente el espacio público y que celebrarlo es celebrar una derrota al menos parcial. No sé cómo se podría articular después del plebiscito un discurso positivo y unívoco del acontecimiento.
Gumucio tampoco recibió invitación a Buenos Aires.
Criterios
De acuerdo con los criterios sugeridos por el Mincap a las editoriales, el envío de libros para la feria debe inscribirse en los ejes temáticos, es decir, “memoria y derechos humanos, diversidad de género, culturales, mestizajes, transdisciplinariedades, proyectos fundacionales y refundacionales de Santiago-Chile, así como a dinámicas de centro y periferia, migraciones, entre otros”.
Al mismo tiempo, se sugiere considerar los géneros que habitualmente son más solicitados en el stand de Chile, que son encabezados por la literatura infantil, los libros ilustrados y de artes visuales, seguidos de la poesía y la narrativa.
Desde la Corporación del Libro se preguntan qué es lo que debería primar: los libros vinculados a las temáticas sugeridas en el relato, o bien la guía de géneros más solicitados en la feria.
Para María Paz Morales, ambas guías resultan complementarias:
-El relato o tema que Chile propone para una feria no es el único criterio que opera para la organización de estos eventos y, de hecho, la selección tiene en cuenta la bibliodiversidad nacional. En ese sentido, nuestra expectativa es que la selección para la FIL de Buenos Aires incluya variedad de géneros literarios y temáticas, libros para personas de todas las edades, escritos por autores jóvenes y consagrados, que provengan de diferentes regiones del país. Las editoriales independientes y universitarias –varias de ellas asociadas a Editoriales de Chile– cuentan con esa diversidad y ese es el acento que hemos puesto desde Editoriales de Chile para la FIL de Buenos Aires
Paralelamente, desde Buenos Aires, la curadora Carolina Lagos envió orientaciones estratégicas para la selección de libros chilenos. Entre ellos menciona el interés en las publicaciones recientes y la difusión “de catálogos de editoriales fuera del conglomerado de trasnacionales o industrias de mayor envergadura”, así como de autoeditados y microeditoriales.
Pero precisamente son las editoriales grandes o transnacionales las que publican a los autores de mayor renombre y popularidad, desde Diamela Eltit a Isabel Allende.
Visión uniforme
Hace unas semanas el escritor y cronista Óscar Contardo se preguntaba en redes sociales por la selección de invitados a la Filba: “Tal vez haya que postular a una reunión con el petit comité o hacer un asado o caerle bien a alguien o sacarse una selfie. Vaya a saber uno. No sé cómo se irá a realizar, ya que no tengo información oficial. Pero de lo que se sabe me surgen estas inquietudes”.
Hoy Contardo figura en la nómina oficial: participará con Pablo Simonetti en torno al eje Santiago disidente; Diamela Eltit, Raúl Zurita y Nona Fernández, en torno a los 50 años del Golpe; Daniela Catrileo y Elvira Hernández, en Santiago champurria; Pablo Toro y Carmen Berenguer en Santiago periférico; Alejandra Costamagna, Alejandro Zambra, Alberto Fuguet, Marcela Trujillo y Andrea Jeftanovic en La modernización de Santiago; Juan Cristóbal Peña y Alia Trabucco en el estallido social; Pía Barros y Miguel Laborde en el Santiago que se fue, y Elicura Chihuailaf y Macarena García en Santiago desde otros territorios.
El escritor Roberto Merino, gran cronista de Santiago, fue invitado pero se excusó por razones de salud.
Junto a Franz y Gumucio, son notorias otras ausencias: Benjamín Labatut, autor del fenómeno literario Un verdor terrible, aplaudido por la crítica en numerosos idiomas; Isabel Allende, la escritora más leída en español, así como autores vinculados a la Nueva Narrativa que escribieron en torno a Santiago: Arturo Fontaine, que narró la transformación neoliberal en Oír su voz; Gonzalo Contreras, cuya novela El nadador describe la despersonalización de la ciudad, o Mauricio Electorat, autor de La burla del tiempo, premio Biblioteca Breve Seix Barral, sobre la juventud en el Santiago de los 80. Tampoco están poetas como Germán Carrasco, premio de Poesía Hispanoamericana y publicado en Argentina; Claudio Bertoni, uno de los poetas más pop; José Ángel Cuevas, el poeta del fracaso de la utopía, y Juan Carreño, el poeta de la periferia.
-Por lo que se puede saber por el momento, la invitación a la Feria del Libro de Buenos Aires no muestra la diversidad de la literatura chilena, su pluralidad de voces. Parece todo muy oficialista -afirma Matías Rivas.
Guido Arroyo, autor del relato, esperaba que los ejes temáticos provocaran discusión, pero al conocer la lista se sintió defraudado:
-Es triste la deriva que tomó, no hay diversidad de ideas, es todo uniformidad ideológica. Mi idea era ver una ciudad en disputa, pero con autores que piensan lo mismo se crea un Santiago ideológicamente homogéneo, sin matices. Es decepcionante. Faltan autores que han escrito sobre Santiago y hay autores que no tienen obra sobre Santiago. Realmente, no se entiende.