Había sido un viaje largo. Rony Delgado Herrera salió en 2017 de la ciudad de Maracay, en Venezuela, en búsqueda de mayor estabilidad económica. Dejo atrás a su hija Milagro, a su madre Ana, su hermana Ana Karina y su sobrina, con la promesa de enviarles dinero y encontrar un lugar para vivir. La primera parada fue Colombia, donde trabajó por tres meses y luego siguió a Perú, donde estuvo dos años. Como el dinero no era suficiente, decidió junto a tres amigos viajar a Chile. Prometía mejores oportunidades, pero el desenlace no fue lo que esperaban.

Era invierno del 2019 en La Serena, Delgado junto a sus amigos Alejandra, Gabriel y Yohan, esperaban sentados sobre sus bolsos en la plaza Buenos Aires. Los cuatro eran venezolanos y venían a probar suerte. En ese momento, Jeniffer Miranda Herrera pasó por enfrente. La mujer se acercó y les preguntó: “¿qué hacen aquí?”. No tenían una respuesta muy clara, pero Miranda los veía con frío. Por eso los invitó a tomar desayuno y más tarde a dormir a la casa de su familia: los Herrera Trujillo.

Era un momento de ascenso de inmigración y, sobre todo, de Venezuela. El 2019, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), se registraron 167.261 nuevos venezolanos. Llegaron a ser casi un tercio de las personas extranjeras en el país. Miranda ya había recibido inmigrantes en su casa, “los vi abandonados y me imaginé a mis hijos, y pensé que si alguna vez les pasara me gustaría que alguien les echara una manito”.

Los cuatro amigos se instalaron en la parcela de los Herrera. La familia los apadrinó y, desde entonces, se preocuparon de que tuvieran trabajo. Así llegaron al primero, una empresa agrícola donde en el día cosechaban cítricos y en la noche dormían en el campamento de la empresa. Los trabajadores en su mayoría eran inmigrantes y la asistente del contratista, Solange Salazar, los ayudaba a regular su situación en el país. Así lo hicieron. Salazar y Delgado forjaron una fuerte amistad, tanto así que cuando el venezolano se quedó sin trabajo, se fue a vivir por meses a la casa de la asistente.

Delgado mide alrededor de 1,80 metros, tiene la tez morena y usa barba en forma de candado. Es un hombre fuerte de cuerpo y de carácter, lo que lo llevó a perder un par de empleos, dice su amiga. Después de la empresa de cítricos, fue un ir y venir entre la casa de Salazar y la de los Herrera.

Hace aproximadamente un año, Rony Delgado, comenzó a ocuparse como minero en una faena cerca de Ovalle a cargo del tío de Jeniffer Miranda. De lunes a viernes trabajaba y dormía en el cerro, a dos horas de la casa de los Herrera, donde pasaba los fines de semana. Ya tenía su familia chilena, solo le faltaba traer a la de Venezuela. En la tarde del 23 de junio llovía en la mina, así que la mayoría de los trabajadores decidió bajar a dormir a sus casas. Solo dos decidieron quedarse en el campamento. Desde allí Delgado habló con Solange Salazar, le contó que estaba feliz porque ganaba tres veces más que antes. Después habló con su madre. Lo último que le dijo fue que estaba en el cargador frontal del campamento, esperando que apaciguara un poco la lluvia para ir a acostarse. Luego de eso, de Rony Delgado no se supo más.

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“Atento personal, emergencia minera en la localidad de Ovalle”, leyó en Whatsapp, Mauricio Morales. Al rato, entró una llamada del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (Sernageomin) que confirmaba un derrumbe e informaba que habían dos hombres desaparecidos en la Región de Coquimbo, llamados Juan Patricio Rivera (45) y Rony Delgado (35). Así comenzaba el estado de alerta en la ONG Rescate Atacama, un grupo de voluntarios especialistas en rescate minero subterráneo.

Posteriormente comenzó la activación y los 32 voluntarios se pusieron a disposición. Rescate Atacama es la misma organización que en 2010 ayudó a salvar a los 33 mineros en el yacimiento San José. Hay técnicos, geólogos y 12 rescatistas. Mauricio Morales es uno de ellos hace más de 10 años.

Desde Coquimbo enviaron información. En las fotos aparecía un cráter de unos 80 metros de diámetro, como un embudo que se había tragado la tierra, dice Morales. En el fondo, se podían ver enterrados los containers del campamento minero. Se juntaron las autoridades de Bomberos Ovalle, Gope, Onemi, Seremi de Minería, Sernageomin, entre otros. Mientras tanto, los rescatistas esperaban en la III Región el último llamado: el que confirmaba que la dificultad de la situación solo la podían manejar ellos.

Lo que había sucedido es que a eso de las 2.00 am del 24 de junio, el campamento de descanso de la mina de cobre La Condesa, en Panulcillo, se había derrumbado. Se trataba de un yacimiento arrendado por Enami al productor Ercio Enrique Miranda, para labores de desmonte, que significa la extracción de los residuos de faenas ya trabajadas. Lo que no se sabía era esto: donde estaba ubicado el campamento de los mineros, habían túneles de 1860 que podían hacer inestable al suelo. Las lluvias de los días anteriores ablandaron el terreno y el cerro se desplomó.

El capitán y jefe del Gope Coquimbo, Sergio Gutiérrez, era parte de los que estaban en terreno a cargo de la operación de búsqueda. Con maquinaria pesada comenzaron a remover rocas y extraer tierra. “Pero mientras más sacábamos tierra, más caía por los lados. Estamos hablando de rocas sobre los 400 kilos. La subsidencia (nombre que se le da al hundimiento de la tierra) era como un cráter, no es algo fácil ni pequeño”, cuenta Gutiérrez. A las 16.00 horas con ayuda de los familiares, encontraron a Juan Patricio Rivera, sin vida.

Mauricio Morales llegó en el segundo grupo de voluntarios el día 27 de junio. Conoció a la familia del aún desaparecido y al equipo de trabajo. Los rescatistas ingresaron a los túneles alrededor para evaluar cómo estaba el cerro bajo tierra, encontraron caminos de otros mineros, trabajos anteriores que no se conocían porque no habían planos del lugar. Adentro, se escuchaban crujidos del cerro, “como un juego de pirotecnia, pero bajo la tierra”, dice el rescatista. “La mina seguía activa y eso te dice que no se puede seguir ahí”, agrega. Días más tarde entregaron un informe que era tajante al decir que no podía hacer ningún tipo de intervención humana, “sería kamikaze”, dice Morales.

Según Sernageomin, el 2020 se registraron 46 accidentes graves en la industria de extracción minera. En estos accidentes fallecieron 13 personas, 11 de los cuales estaban trabajando en empresas de Mediana, Pequeña Minería o Minería artesanal. Es decir, yacimientos que no tienen más de 80 trabajadores por faena. Ese era el caso de La Condesa.

El presidente de la Asociación Gremial Pequeña Minería de Chile, Rubén Salinas, dice que muchos de los accidentes se producen por ser faenas no reguladas. “Tenemos más minería informal porque se nos aplican los mismos estándares que a la gran minería. Entonces no podemos costearlos”, dice Salinas. Pero esa no era la situación de la mina La Condesa. Según Sernageomin, en diciembre de 2020 se autorizó la explotación en manos de Miranda. No dan más detalles.

Para Salinas el problema es de Enami, que aprobó un arriendo sin entregar antecedentes de trabajo subterráneo. Para Sernageomin, las causas pueden haber sido naturales. La familia de Delgado, asesorados por el abogado Rodrigo Bravo, no sabe a quién culpar. Pero dicen que Miranda no tenía ningún papel. Mientras tanto, la Fiscalía Regional de Coquimbo estudia los antecedentes.

El 1 de julio se suspendieron las actividades y Mauricio Morales se despidió de los familiares de Rony Delgado. Eran ellos los que lo motivaban a seguir adentrándose en los túneles, dice. “Pero hay veces que el cerro simplemente no te lo quiere entregar y creo que esta es una de las ocasiones”, señala.

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Cuando se detuvo la búsqueda, Ana Karina Gonzáles Herrera ya estaba en Chile. La hermana de Rony Delgado había salido de Venezuela el mismo día que se enteró del derrumbe. Pasó por Cúcuta, luego por Bogotá y después aterrizó en suelo chileno. Aún estaba en un hotel sanitario en Santiago cuando supo que se había desarmado el campamento de búsqueda. Desde Coquimbo la “familia chilena” de Delgado le informaba en qué iba el proceso de su hermano, al que no veía hacía cuatro años.

Los Herrera, junto a los amigos de Rony Delgado, comenzaron a manifestarse para que se reanudara la búsqueda. El 2 de julio protestaron frente a la Intendencia Regional, al día siguiente se tomaron la ruta CH 41 con banderas de Venezuela y pancartas. Después fueron al frontis de la Fiscalía Regional de Coquimbo, también a la secretaría de la Seremi de Minería y, nuevamente, a la Intendencia. Coparon las redes sociales de mensajes en nombre de su ser querido. “Estoy segura que mi hijo está ahí con vida, no lo pueden dejar metido ahí”, decía en un video desde Venezuela su madre.

La senadora Adriana Muñoz los apoyó consultando autoridades y el candidato presidencial Gabriel Boric, se reunió con ellos para ver qué podía hacer. Incluso mencionó a Delgado en el cierre del debate de Apruebo Dignidad en La Red: “Hay un minero venezolano enterrado bajo la tierra que no se está buscando (…) Le queremos pedir a las autoridades que se preocupen y que la minería no pueda seguir con estas normas que infringen cualquier tipo de seguridad laboral”, señaló.

La respuesta se repetía: el terreno era inestable y la única opción era traer un equipo telecomandado.

El 17 de julio Ana Gonzáles salió de la segunda cuarentena que hizo cuando llegó a La Serena. Su hermano llevaba 24 días extraviado. Ese mismo día fue a ver el derrumbe. Se paró sobre la tierra y vio el hoyo que se había tragado a su hermano. Su teoría es que seguía en uno de los contenedores que aún no desentierran y por eso urgía el rescate.

El delegado presidencial Regional de Coquimbo, Pablo Herman, anunció la llegada de la máquina el 19 de julio. Pero no fue hasta el 21 cuando volvieron a trabajar en el lugar. En la falda del cerro se ve un pequeño altar con fotos del desaparecido, banderas de Chile y Venezuela, y su casco. Ahí se reúnen todos los días los familiares y amigos de Rony Delgado, esperando saber algo de él.

Ahora Ana Gonzáles también está en el grupo. Era el sueño de su hermano traerla a Chile, pero no de esta manera. También se hospeda en la casa de la familia Herrera y aún piensa que Rony está vivo:

-¿Y si no lo encuentran?

-Todavía no he pensado en eso.


*El 25 de julio a las 14:00 Rony Delgado fue encontrado sin vida entre los escombros.