Cada mañana, con voz clara y segura, la periodista Yoani Sánchez comparte un café con los cubanos. Directora del diario digital 14 y Medio, desde hace tres años conduce el podcast Cafecito informativo: un programa de 10 minutos donde combina información, análisis y activismo. En su emisión del martes, por ejemplo, recordó que un 9 de noviembre cayó el Muro de Berlín, y el mismo mes de 1989 comenzaron las protestas en Praga que derribaron el comunismo. “Será noviembre también el mes de la efeméride de la libertad cubana: recuerden que para el próximo 15 de noviembre está convocada una marcha histórica, una marcha cívica inédita, a la que el oficialismo le ha ido con todo”, dijo.
Convocada por el grupo Archipiélago, la marcha fue prohibida por el gobierno. De acuerdo con las autoridades, el propósito de los organizadores es desestabilizar el régimen, con el apoyo de Estados Unidos. Según los organizadores, su fin es reclamar la libertad de los presos políticos, especialmente los detenidos en la jornada de protesta del 11 de julio, día que culminó con un ciudadano muerto, cientos de heridos y más de mil detenidos, de los cuales 600 permanecen en prisión.
A través de redes sociales, los organizadores han denunciado hostilidades, persecuciones y amedrentamientos de parte de la policía y la seguridad del Estado. Es más: el dramaturgo Yunior García, uno de los líderes de Archipiélago, decidió bajar la convocatoria y anunció que marcharía en solitario este domingo, para evitar que las personas arriesguen su integridad: “Me preocupa mucho la violencia”, dijo.
Sin embargo, otros miembro de Archipiélago, plataforma integrada por artistas y activistas, confirmaron la manifestación de mañana. La protesta persigue también acabar con la censura. “Y el fin del monopolio político ideológico sobre un país de 11 millones de personas, donde hay una pluralidad de tendencias que no se pueden expresar debido a la represión y la penalización de la discrepancia que rige desde hace décadas en nuestro país”, dice Yoani Sánchez a La Tercera, con la misma elocuencia de su podcast, a través de audios de WhatsApp.
La marcha recibió el apoyo de figuras internacionales como Mario Vargas Llosa, Fernando Savater y los expresidentes Luis Alberto Lacalle, de Uruguay; Mauricio Macri, de Argentina, y Ernesto Zedillo, de México, entre otros. El miércoles, el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, exigió al gobierno cubano “escuchar a su pueblo mientras marcha pacíficamente para hacer oír sus voces”.
Según cuenta Yoani Sánchez, “los organizadores no solo anunciaron la marcha con semanas de antelación, sino que siguieron los caminos oficiales para pedir permiso a las autoridades locales, en las variadas provincias donde ha sido convocada”. Entre ellas, La Habana, Santa Clara y Santiago de Cuba. “Lamentablemente, las autoridades rechazaron de plano las solicitudes, alegaron motivos extralegales, que los organizadores buscaban desestabilizar al gobierno, y desde ahí han levantado no solo campañas de fusilamiento de la reputación, sino también varias estrategias represivas”.
¿En Cuba el derecho a manifestarse no está garantizado en la Constitución?
La Constitución cubana actual, aprobada en 2019 por poco más del 80% de la población, con un mecanismo muy cuestionado (por la falta de democracia del proceso, presiones sobre los electores), aunque reconoce el derecho a la manifestación pacífica de los ciudadanos, lo cierto es que tiene varios artículos nefastos. El Artículo 4 es un blindaje al actual Partido Comunista, porque dice que los ciudadanos tienen derecho de enfrentar a quien intente cambiar el actual sistema económico, el eufemismo del socialismo, porque lo que se esconde detrás es el castrismo. Ese artículo permite el derecho incluso a usar la violencia y las armas contra quienes intenten un cambio de modelo. Y el Artículo 5 convierte al Partido Comunista en la fuerza rectora de la sociedad, un suprapoder incluso por encima de la propia Constitución y la legislación. Esos artículos fueron enarbolados por las autoridades para prohibir la marcha aludiendo que los organizadores tenían como plan cambiar el sistema. Lo que se demostró es que la Constitución está hecha para evitar este tipo de manifestación de diferencia.
¿Participa el exilio o Estados Unidos en esta marcha?
La convocatoria nació desde dentro de Cuba de manera autónoma, como una especie de respuesta de la propia ciudadanía ante los excesos represivos del 11 de julio y como solidaridad hacia quienes se lanzaron a las calles en esa manifestación popular en que se gritó libertad y se pidió la dimisión de Miguel Díaz Canel, al que ningún cubano ha tenido la oportunidad de votar en las urnas, fue colocado en el poder por Raúl Castro. Es una convocatoria que nace dentro de fronteras nacionales, pero la propaganda oficial que conoce por décadas la estrategia de victimización ha dicho repetidas veces, casi como un ritornelo, que está financiada desde Estados Unidos, lo cual es absolutamente falso, porque las personas son en su mayoría artistas, activistas, gente común que vive dentro de la isla y no tiene vinculaciones con organizaciones del exilio. Esta convocatoria ha recibido apoyo de muchas partes, decenas de intelectuales y activistas firmaron una carta pidiendo al régimen que respete el derecho de manifestación del pueblo, y también se ha convocado en 90 ciudades marchas similares, de manera que ahora sí tiene apoyo, pero de solidaridad hacia un pueblo que ha callado demasiado tiempo y ha descubierto su voz.
Aparte de prohibir, ¿cuál ha sido la estrategia del gobierno?
La estrategia no ha sorprendido a nadie, es la misma que han usado para entronizarse: siempre culpar a sus críticos de que no hacen ese acto de disidencia por voluntad propia, sino que son marionetas de una potencia extranjera. También ha sido una campaña de fusilamiento de la reputación usando los medios públicos, pero que se utilizan como medios privados del Partido Comunista y de la familia Castro: han usado la televisión, la radio, los periódicos, para fusilar la reputación de los organizadores y para amedrentar a los posibles participantes. Y también hay un brazo represivo: están recibiendo citaciones a interrogatorios personas que solamente han dado un me gusta en un texto en Facebook que simpatiza con la idea de la marcha. Y junto a eso todo tipo de presiones, desde las más institucionales hasta las más sucias. No hay sorpresa, pero no son los mismos tiempos de antes, cuando ese tipo de estrategias lograban sus resultados. Estamos viviendo en una sociedad cubana más abierta desde el punto de vista informativo, los medios independientes están ayudando mucho a dar una alternativa noticiosa. Fidel Castro ya no está para intimidar con su ego a 11 millones de cubanos, y estas estrategias han tenido un mayor costo para el régimen que beneficios.
¿Qué pasa con la libertad de prensa?
Gracias a las nuevas tecnologías, en los últimos años ha habido un crecimiento de medios de prensa independiente, son medios ilegalizados, sus miembros a menudo sufren el acoso diario o la confiscación de sus materiales de trabajo, pero a pesar de eso hay un movimiento de periodismo independiente cada vez más diverso y de mayor calidad, entre ellos 14 y medio punto com. Lamentablemente, estamos bloqueados en los servidores nacionales, pero vivimos en un país donde todo el mundo sabe algún truco para evadir la censura; los cubanos somos expertos en saltarnos el muro del control y la censura justamente porque hemos aprendido durante décadas a hacer eso, desde comprar comida hasta informarnos. La prensa privada en Cuba debería ser pública. Los medios nacionales funcionan como medios privados del Partido Comunista que usa los fondos nacionales para difundir su propaganda y evitar la pluralidad de voces. Tenemos un problema serio con la prensa privada, con la prensa privada del PC.
En julio se vieron muchos jóvenes en las calles. ¿Las nuevas generaciones no se identifican con el socialismo?
La mayoría de los jóvenes cubanos no comparten la mirada del oficialismo y de los ilusos que aún quedan en el mundo, pensando que en esta isla hay socialismo, que vivimos en una sociedad justa, de oportunidades para todos, equidad, de gestión social de la productividad. El socialismo ha sido la palabra usada para un régimen de corte autoritario, que gestiona la isla con mano dura, de un clan familiar con posesiones privadas que viven como ultramillonarios mientras la gran mayoría de los cubanos vive en penuria. La pandemia dejó a la vista lo que todos sabíamos: que el sistema de salud era una farsa, que los hospitales estaban sin recursos, y las inversiones del turismo habían crecido galopantemente mientras no se invertía en salud ni en escuelas. La palabra socialismo hay que borrarla cuando se habla de Cuba y llamarlo como lo que es: castrismo o dictadura.
Tras el 11-J, Silvio Rodríguez pidió libertad para los detenidos en las protestas. ¿En qué posición está hoy Silvio?
Silvio Rodríguez si alguna vez fue un cantautor rebelde o contestatario, hace décadas dejó ese personaje atrás. Ahora es una persona absolutamente plegada al discurso oficial cubano, alguien que no ha podido evolucionar con los tiempos, es incapaz de comprender a las nuevas generaciones de cubanos, porque vive en una burbuja de comodidad y protección que le da el régimen, porque es prácticamente la única gran figura del escenario que les queda que no haya roto con el exilio o con palabras críticas hacia el oficialismo. A sus palabras iniciales de la excarcelación de manifestantes, le ha llegado el silencio. Yunior García, el principal organizador de la marcha, estuvo conversando con él días después del 11 de julio para transmitirle su visión, y después Yunior ha sido víctima de una de las campañas de fusilamiento de reputaciones más descomunales y todo tipo de ataques, y Silvio ¿qué ha hecho? Callarse y mirar hacia otro lado.
Cuba y los derechos humanos siguen siendo un factor político fuera de la isla. ¿Cómo ve la relación de la izquierda internacional hoy con Cuba en relación a los DD.HH., sobre todo después del 11 de julio?
Ha habido reacciones muy diversas desde todo el espectro político, gente que se ha distanciado o que ha mirado hacia otro lado. Eso lo he visto en todas las tendencias políticas. Pero lo cierto es que lamentablemente en la izquierda seguimos viendo una complicidad o un silencio que viene dado por ciertas deudas del pasado: en muchos casos, personas que estudiaron en Cuba o que fueron exiliadas, y creen que el agradecimiento al país pasa por el agradecimiento al Partido Comunista, y que el silencio o la complicidad con el Partido Comunista es una manera de solidarizar con los cubanos, cuando no es así. Hay que diferenciar claramente lo que es el país, la nación, la isla y el partido en el poder, el castrismo. Si uno diferencia bien eso, ya es más fácil que la solidaridad fluya hacia la gente que se lanzó a a las calles ese día. Pero también hay que decir que algunos no conciben ser críticos con una idea que se instaló en sus cabezas cuando eran jóvenes, que aquí en el Caribe había una isla que era como la isla de la utopía de Tomás Moro, y nos siguen viendo como el lugar donde depositar sus ilusiones de que ese mundo pueda existir, absolutamente falso, y nosotros no queremos cargar en nuestros hombros con las ilusiones de otros.