“A veces teníamos la impresión de que no servía de nada”: las historias de un bombero rapanui y un francés en los incendios del sur
Con experiencias tan disímiles como los incendios forestales de Isla de Pascua y el de la Catedral de Notre Dame, dos voluntarios partieron como parte de la 17 Compañía de Bomberos de Santiago a combatir las llamas en la zona centro-sur del país. Uno ya volvió a la capital y el otro acaba de retornar para seguir colaborando con las fuerzas desplegadas, ahora en La Araucanía. "Es bien estresante ver una masa de fuego que se viene acercando, hay que estar atento”, relata uno de ellos.
Actualmente hay 3.211 bomberos desplegados en las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía para combatir los incendios forestales que tienen a la zona centro-sur del país envuelta en llamas. Son alrededor de 331 mil hectáreas consumidas en esas regiones desde el 28 de enero.
Dentro del grupo de voluntarios ha llegado ayuda internacional, 833 especialistas han contribuido a extinguir las llamas. Brigadistas, bomberos, militares y especialistas de diversas áreas, provenientes de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, España, Italia, México, Portugal, Venezuela y, la más reciente, Francia.
Pero también hay internacionales fuera de ese contingente. Voluntarios que antes de que la colaboración fuera enviada de forma oficial por esos países, ya estaban aquí. Dos de ellos son Jorge Ojeda, bombero de la 1° Compañía de Isla de Pascua, y Philippe Claviere, ex bombero militar de la Brigada de Bomberos de París y ahora de la 4° Pompe France de Santiago, quienes afirman que la experiencia en sus compañías originales les ayudó a enfrentar estos siniestros. Ambos explican que habían estado en incendios antes en bosques, “pero nunca con la magnitud de los de ahora”.
El bombero de Rapa Nui
Jorge Ojeda (44) estudió comercio exterior, hace unos meses trabajaba en insumos hidráulicos y es bombero de la 1° Compañía de Isla de Pascua. Llegó a ser voluntario en la capital porque debido a las restricciones sanitarias de la pandemia no pudo regresar a la isla. En esta ocasión fue a combatir los incendios de la zona-centro sur junto a la 17° Compañía de Bomberos de Santiago.
Ojeda asegura que, en comparación con Isla de Pascua, “es más fuerte el asunto, la cantidad de emergencias es complicada” y los tipos de siniestros también. Asimismo, “la mayoría de los llamados en la isla son por incendios forestales, pero nunca con la magnitud de los de ahora”.
El día de la citación fue el viernes 3 de febrero en horas de la tarde. “No lo dudé, dije altiro que sí”, cuenta el voluntario. Ojeda fue a preparar sus equipos junto a sus compañeros, arregló su ropa y se pusieron de acuerdo para estar a las 7.30 en la compañía. “Nos saludaron, nos formaron, nos contaron y nos distribuyeron por máquinas y buses, todos iban preparados y con ganas, eso es lo importante”, relata el bombero.
“Luego nos dividimos en Ñuble, hacia Mulchén y Quillón”, zonas que están involucradas en incendios que han consumido un total de más de 53 mil hectáreas. Ojeda celebra que le sirvió la práctica en Isla de Pascua: “Para muchos era primera vez en un incendio forestal, a mí me sirvió mucho la experiencia”. Sobre el desgaste, “más que cansancio físico, es mental, es bien estresante ver una masa de fuego que se viene acercando, hay que estar atento”, indica el voluntario.
Ojeda revive el momento en el que “estábamos cerca de Mulchén, cambió el viento y se puso complicado, tuvimos que evacuar gente, animales y pasar por un camino donde había fuego”. Sus compañeros estaban nerviosos, “el conductor igual, se veía que venía el fuego. Salimos de ahí porque no teníamos por dónde salir, a pesar de que estábamos bien ubicados, nos demorábamos cinco minutos más y quedábamos encerrados por las llamas”. El voluntario mira hacia atrás y menciona que “yo no pensé que nos íbamos a morir, pero estaba asustado, porque había compañeros que estaban atrás y gente que seguía en sus casas”.
Después de cinco días en terreno, el miércoles 8 volvieron a la capital, “nos separaron en el cuartel y mi pareja me fue a buscar, después de su abrazo me dieron hartas ganas de llorar”. De todas maneras, afirma, “si me preguntan de nuevo, voy a ojos cerrados”.
Voluntario de Pompe France
Philippe Claviere (48) es exbombero de la Brigada de Bomberos de París, la que también es una unidad militar, y actualmente de la 4° Pompe France de Santiago, con quienes se unió al contingente metropolitano que emprendió rumbo al sur.
En diciembre de 1996 viajó a París y se incorporó al cuerpo de bomberos de la ciudad, donde adquirió experiencia. En este le tocó trabajar en “los atentados en París de 2015, en el estado mayor operacional, al igual que en el incendio de Notre Dame”, cuenta Claviere. Volvió en 2020 a Chile, porque quería estar presente para su hija, “me vine inmediatamente después de que se abrieran las fronteras en la pandemia”.
El bombero juzga desde su experiencia internacional y lamenta que “los incendios forestales se van a seguir repitiendo y la respuesta siempre es la misma, pero no tenemos una respuesta sólida que se quede a través del tiempo. Siempre estamos haciendo parches, a nivel nacional no estamos evolucionando como tiene que ser”.
Claviere viajó a combatir los siniestros el sábado 4 de febrero, en el mismo contingente de Jorge Ojeda, “ahí nos conocimos, fue simpático”, dice. “Partimos con todas las ganas para allá”, relata.
Sobre el trabajo en Mulchén, lo califica como “operaciones largas, agotadoras, se necesita mucha paciencia y observación”. Remarca que el objetivo siempre fue “proteger las casas”. Un día, “una se quemó, hubo un problema con el camión aljibe, no podíamos ponerle agua”. En esas situaciones, cuenta, se siente “adrenalina, porque uno sabe que se está arriesgando, y también frustración por no lograr proteger a la gente, lamentablemente a veces teníamos la impresión de que no servía de nada”.
Respecto a la vuelta a Santiago, señala que “al regreso hay una satisfacción, es grato el reconocimiento y apoyo innato”. Sin embargo, sincera que a pesar de tener “la sensación de haber cumplido la misión, a veces está la frustración de que a diferencia de una emergencia normal sabemos que nos vamos y quedan cosas por hacer”.
El trabajo de Claviere no terminó ahí. Ya en Santiago, fue reclutado nuevamente por el equipo de 83 brigadistas franceses que arribó el martes pasado al país. Ayer, partió nuevamente a la zona incendiada, específicamente a Pitrufquén, La Araucanía, “para apoyar la coordinación de operaciones y logísticas con los organismos nacionales y en terreno, debido a nuestra experiencia y conocimiento de la situación local, mi trabajo fue solicitado por el destacamento francés, basado en experiencias anteriores”, informa el voluntario.
“Además de haber conocido el terreno”, ahora “la idea es apoyar a las misiones y objetivos de Conaf bajo las capacidades del contingente francés”, dice Claviere. “Como ya tuve la experiencia hace dos semanas, espero poder plasmarlo en el contingente francés”, termina.
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