Aplicaciones de mensajería y TikTok: el rol de la generación Z en las protestas de Kenia
Las manifestaciones, que de momento han dejado un saldo de 23 muertos y que buscan el retiro de una polémica propuesta de aumento de impuestos, tuvieron su primer logro concreto este miércoles. El presidente William Ruto dijo que no firmaría su proyecto de ley de finanzas tras masivas protestas organizadas, principalmente, por estudiantes y a través de redes sociales.
Por varias razones, las manifestaciones vividas durante la última semana en Kenia, país del este de África, han sido eventos únicos para la nación. No solo está el hecho de que los líderes políticos tradicionales o los conflictos étnicos están fuera de la ecuación. También destaca su origen: estudiantes y veinteañeros -aquel grupo etario conocido como la generación Z, nacidos entre finales de la década de los 90 y principios de los 2000- que se organizan por redes sociales y aplicaciones de chat y que, de momento, lograron tumbar la ley de finanzas.
Miles de manifestantes coparon las calles de la capital, Nairobi, pero también de al menos 35 de los 47 condados de Kenia, detalló el periódico The Nation, entre ellas, Eldoret, la ciudad natal del presidente William Ruto.
La preocupante lista de muertos, que asciende hasta al menos 23, además de 30 heridos de bala, dijeron este miércoles desde la Asociación Médica de Kenia a la prensa internacional, hizo del país una caldera política donde la presión ejercida por los manifestantes llevó al mandatario a dar pie atrás a su política impositiva durante este miércoles. Ruto cedió luego de que estos ingresaran al Parlamento minutos después de que los legisladores votaran las criticadas -por los manifestantes- medidas fiscales, y tras el estallido de violentos enfrentamientos.
Si bien la agencia Reuters aseguró que inicialmente las manifestaciones tuvieron un carácter muy pacífico -pese al rocío de gas por parte de la policía-, estas escalaron con el paso de los días hasta convertirse en batallas campales con las fuerzas de orden, mientras nuevas manifestaciones estaban en la agenda de los manifestantes.
“Escuchando atentamente al pueblo de Kenia, que ha dicho en voz alta que no quiere tener nada que ver con esta ley de finanzas de 2024, cedo. Y, por tanto, no firmaré la ley de finanzas de 2024, y posteriormente será retirada”, dijo el mandatario en un discurso televisado.
Ahora, añadió Ruto, iniciará una fase de diálogos con la juventud keniana, sin entrar en detalles de a qué se refería, considerando que una de las características de las protestas es su ausencia de liderazgo único.
Gestación de un movimiento
La mayor crisis política en los dos años de gobierno de William Ruto comenzó hace una semana, cuando jóvenes kenianos expertos en tecnología manifestaron su ira en internet por los impuestos propuestos sobre el pan y los pañales. Sin embargo, la bola de nieve creció durante días hasta convertirse en un movimiento nacional que pedía la eliminación total de la ley de finanzas 2024/2025, incluidos los impuestos, consignó Reuters.
El resultado fue la salida a la calle de miles de personas descontentas, en su mayoría jóvenes de la generación Z. A diferencia de ocasiones anteriores de malestar social en el país africano, esta vez no fueron líderes políticos ni problemas étnicos los que remecieron el panorama social de Kenia. Ahora fueron los jóvenes. Y su uso de las redes sociales, añadió BBC, no se limitó a memes ni a simplemente expresar descontento. Se tradujo en salir efectiva y organizadamente a las calles.
Según el periódico local Sunday Nation, detrás de las manifestaciones hubo una intrincada y meticulosa organización juvenil, que tomó por sorpresa incluso a las agencias de seguridad de Kenia.
“La policía no sabrá cómo tratarnos, pero nuestras voces deben hacerse oír. Estoy a cargo de un grupo de 500 personas”, declaró uno de los organizadores de las manifestaciones al citado medio keniano. Se trata de un estudiante de tercer año de la Universidad de Nairobi, quien prefirió mantener su identidad bajo anonimato por su propia seguridad.
En redes sociales, los hashtags #RejectFinanceBill2024 y #tupatanethursday -o “nos vemos el jueves”, en una mezcla de swahili e inglés- copaban las aplicaciones. Fue allí donde se esparció el llamado a ocupar el Parlamento, y es también allí donde se convocó a ingresar a la Casa del Estado, la oficina y residencia del Presidente, para el jueves, y las oficinas locales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), durante el viernes. Reuters añadió que no está claro si estos llamados proceden de individuos particulares o de un movimiento más amplio.
Entre los manifestantes, y, nuevamente, a diferencia de eventos sociales anteriores, destaca la presencia de mujeres. “Somos la generación Z, hemos sido capaces de movilizarnos. Usamos TikTok como espacio no solo para que los jóvenes vengan a protestar, sino para educarles sobre el porqué”, dijo a los periodistas la manifestante Zaha Indimuli.
“Son personas que nacieron al final del gobierno de Kanu (Unión Nacional Africana de Kenia) o que fueron destetadas con la libertad que llegó con la administración de Mwai Kibaki (2002-2013). Han recibido una buena educación y se han beneficiado de las reformas, como la Ley de la Infancia, que prohibió los castigos corporales”, declaró a Sunday Nation el médico keniano Isaac Micheni.
El mismo medio añadió que existen espacios virtuales en los que jóvenes manifestantes se reúnen para debatir y planificar las protestas. Esta última labor, sin embargo, queda a cargo de microgrupos cerrados.
“Los microgrupos son para los organizadores principales. Debemos conocerlos personalmente. Su carácter e integridad determinarán su inclusión”, detalló el estudiante de la Universidad de Nairobi. “Sabemos que las agencias de inteligencia y sus informadores se infiltran en estos grupos”.
Una de las máximas que se recalcaron durante los días previos era la importancia de hacer intervenciones callejeras con decoro y sin ser violentos, además de recordar el valor de la tecnología. En los primeros días de protestas así fue. Pero con el pasar de los días el número de muertos creció de manera importante. La comunicación en el lugar, de hecho, se realiza mediante aplicaciones de teléfono estilo walkie talkie.
La escena pasó rápidamente desde el descontento económico hacia el político. En las calles se veían afiches en los que se leía “Ruto debe irse”, al tiempo que los asistentes a las marchas coreaban la misma frase.
“Nuestros líderes dicen que van a sentarse con los jóvenes. Y hablar con nosotros”, dijo a Reuters Mitchell Mwamodo, manifestante que llegó a protestar. Pero añadió que “no tenemos líder. No estamos intentando mantener una conversación. No estamos dispuestos a retroceder”.
Otros apuntaron al sistema político, alegando que la alternancia entre los grandes partidos propiciaba la canalización de los puestos de trabajo hacia simpatizantes de la tienda en el poder, así como a las personas de sus respectivos grupos étnicos.
“Nuestros padres nos fallaron. Votaron según criterios tribales”, dijo a la misma agencia de noticias Derick Kolito, de 26 años. Cuenta con un magíster en contabilidad, pero aun así no había logrado encontrar trabajo. “Soy hijo de campesinos. Tienes que tener un padrino para conseguir un trabajo… Ojalá hubiera nacido en otro país”, añadió.
La otra cara
La moneda contraria, la del gobierno, abogaba por una política fiscal austera debido a la deuda que arrastra. La promesa con la que William Ruto llegó al poder en 2022, quien lo hizo de la mano de los trabajadores pobres de Kenia, era la de dar sustento a la población. La realidad exigió otra cosa.
Su proyecto de ley de finanzas, el que dijo que retirará, pretendía recaudar 2.700 millones de dólares adicionales en impuestos con el objetivo de reducir la deuda pública, que se disparó en la última década, explicó Reuters.
Los intereses del pago de dicha carga consumen, por sí solos, el 37% de los ingresos anuales del país, lo que frenó en gran medida el cumplimiento de las promesas de campaña.
Si antes de las protestas sus prestamistas le apretaban el cuello, al ceder en las políticas, esto probablemente se profundice. Entre ellos destaca el Fondo Monetario Internacional (FMI), lugar apuntado como posible objetivo por los manifestantes y, justamente, uno de los entes que solicita al gobierno a recortar el déficit.
Muchos no vieron la profundidad del descontento, como dejó entrever el líder de la mayoría parlamentaria, Kimani Ichung’wah, durante un discurso a sus partidarios durante la semana pasada. “Llegan a las protestas en Uber. Cuando salen de las protestas, van a KFC a comer pollo”, dijo entonces. Creían que se trataba de una rabieta de niños ricos, añadió Reuters.
Los hechos demuestran que su malestar iba más allá. Mutuma Mathiu, un veterano periodista, señaló a BBC que lo ocurrido el martes, tras el ingreso al Parlamento, cambió la dinámica de la política keniana: “La política de protesta encontró un nuevo punto de apoyo, y una generación nueva y diferente de kenianos encontró su voz bastante alta”.
Coincidió la popular comentarista política Pauline Njoroge, quien dijo que los manifestantes “no solo son valientes, también son muy frescos y bien hablados. La protesta de hoy, liderada por jóvenes, ha sido la más pacífica y, a la vez, la más exitosa”.
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