Columna de Javier Sajuria: Arcoíris en escala de grises
La semana pasada fuimos notificados que la derecha tomará el liderazgo en la campaña por el Rechazo y, con ello, traen consigo las mismas percepciones que han afectado al sector desde el estallido social. Uno de esos problemas es la falta de ideas concretas que puedan competir con el texto que salga de la Convención.
Por Javier Sajuria, profesor de Ciencia Política, Queen Mary University
Uno de los problemas más complejos para los defensores del statu quo constitucional es que no parecieran contar con una idea, o al menos con una consistencia de distintas ideas, para defender la opción del Rechazo en el plebiscito constitucional.
Hasta ahora, la principal campaña contra la nueva Constitución ha venido desde la misma Convención, a través de errores no forzados. La poca destreza en llegar a acuerdos y la porfía con que presentan propuestas que no tienen futuro en el pleno, han socavado la confianza en la institución y sus miembros. En tiempos en que la política está desprestigiada, la Convención cayó en creer que podían volar por encima de eso.
Sin embargo, la semana pasada fuimos notificados que la derecha tomará el liderazgo en la campaña por el Rechazo y, con ello, traen consigo las mismas percepciones que han afectado al sector desde el estallido social. Uno de esos problemas es la falta de ideas concretas que puedan competir con el texto que salga de la Convención.
Un ejemplo de este vacío está en las apariciones que hizo el ex ministro de Hacienda, Ignacio Briones, sobre el sistema político. En una columna publicada en este mismo medio, Briones plantea que el sistema político aumentará la fragmentación e impedirá que los gobiernos puedan llevar adelante políticas públicas, pero no provee evidencia alguna para sostenerlo. Asimismo, en la misma columna, se queja de la supuesta falta de “pesos y contrapesos”. De nuevo, sin evidencia. Y esa disonancia se observa en varios partidarios del statu quo: se quejan de que el sistema político haría difícil la gobernabilidad, al mismo tiempo de que permitiría que un líder populista se haga de todo el poder de forma simple. Cómo explican Julieta Suárez-Cao y Luis Cordero, entre otros, ninguna de las dos cosas ocurre, ya que el poder se desconcentra a través de la creación del estado regional y las atribuciones de las contralorías regionales.
Entre los defensores del actual texto constitucional, abunda ese desierto de ideas que deviene en críticas contradictorias. La misma inconsistencia que vemos en las críticas al sistema político, se encuentran en la discusión sobre derechos fundamentales, sobre sistema de justicia o sobre los aspectos orgánicos. Incluso en la discusión sobre el quórum de reforma constitucional, uno de los puntos más bajos del texto, no logran ofrecer una alternativa que supere las declaraciones de buena crianza.
El otro problema de la campaña del Rechazo es su falta de credibilidad. Por más que levanten propuestas de tercera vía en el plebiscito o de mecanismos alternativos de reforma constitucional, lo cierto es que estos no existen, ni en las propuestas ni en los votos. La experiencia de más de 30 años nos muestra que el sector que hoy dirige la campaña al Rechazo es el mismo que se ha opuesto, con uñas y dientes, a cualquier cambio que implique ceder poder. En el fondo, se convirtieron en los defensores de una Constitución que ya fue rechazada ampliamente en el plebiscito de 2020, sin ofrecer nada a cambio.
Parafraseando a Patricio Navia, el arcoíris del rechazo es más amplio que en 2020, pero en escala de grises.
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