Cepillo con 2,5 cm de pasta de dientes y planchado de los cordones de zapatos: los signos de las aparentes “manías” que presentaría el rey Carlos III
El enfado mostrado por el monarca ante las dificultades del monarca para firmar un documento en una reciente ceremonia en el Castillo de Hillsborough, por los problemas con la tinta de una pluma estilográfica, se suma a distintos episodios que han salido a la luz, según el testimonio de exempleados.
“No soporto esta maldita cosa”. El enfado mostrado el martes por el rey Carlos III ante las dificultades para firmar un documento en una ceremonia en el Castillo de Hillsborough, por los problemas con la tinta de una pluma estilográfica, y las imágenes de las órdenes que daba a un ayudante para tareas que él mismo podía realizar sacaron a la luz signos de las aparentes “manías” del monarca, según el testimonio de algunas de las personas que trabajaban para él en el pasado, destaca la prensa británica.
Las imágenes de la ceremonia en el Castillo de Hillsborough cerca de Belfast, en Irlanda del Norte, se viralizaron en las redes: ante la reina consorte, Camilla, el monarca le hace un gesto al asistente para que saque la pluma estilográfica y aparenta limpiar la mesa con las manos. En Twitter, una cuenta de parodia de la BBC compartió la grabación con la leyenda: “El sirviente debe limpiar mi escritorio por mí. No se puede esperar que yo mueva las cosas”.
Criado con un ejército de ayudantes a su alrededor, el rey tiene algunas obsesiones en su rutina y no está acostumbrado a realizar las tareas más pequeñas. En el documental Serving the Royals: Inside the Firm, el exmayordomo de la princesa Diana, Paul Burrell, hizo revelaciones sobre Carlos. “Su pijama se plancha todas las mañanas, al igual que los cordones de sus zapatos. La tapa del asiento del inodoro siempre debe estar en una posición determinada”.
El tema de los cordones también es citado en Not in Front of the Corgis: Secrets of Life Behind the Royal Curtain, donde el exsirviente real Brian Hoey escribe que el príncipe exige que le planchen los cordones de los zapatos cada vez que se los quita.
Si tiene varios compromisos en un día, su ayudante de cámara coloca varias corbatas en el automóvil para que pueda cambiarse en el camino. A Carlos le gusta llevar la corbata de la organización o establecimiento militar que visita. El récord es de cinco cambios de corbata en un día.
Según Burrell, el nuevo rey ni siquiera toca su pasta de dientes. Todas las mañanas, sus criadas deben dejar 2,5 cm de pasta de dientes en el cepillo. Y eso debe hacerse minutos antes de cepillarse los dientes.
El jefe del servicio de comida del Príncipe de Gales (título de Carlos antes de convertirse en rey), Darren McGrady, dio información sobre el desayuno: “Las órdenes eran poner dos ciruelas y un poco de jugo en un vaso. Siempre dejaba una ciruela para que volviera a mí y yo la volvía a poner en el vaso. Una mañana pensé en poner solo una. Así que me llamó y me preguntó: ‘Por favor, ¿tienes dos?’ Así que seguí enviando dos y él me devolvía una”.
Según Rebel Prince. The Power, Passion And Defiance Of Prince Charles, libro de Tom Bower publicado en 2018, Carlos una vez “gritó” y “tembló” al ver una sustancia plástica desconocida que cubría su cena, solo para que Camilla le dijera “es una película adhesiva, cariño”. En otra ocasión, Bower afirma que el príncipe trajo su propio colchón, asiento de inodoro, papel higiénico Kleenex Velvet y dos “paisajes de las Tierras Altas de Escocia” cuando visitó a un amigo en el noreste de Inglaterra.
Bowers afirma que Carlos tiene más de 120 empleados, entre los que se incluyen tres criados para acompañar a los visitantes a su oficina, “cada uno responsable de un segmento corto del corredor”; cuatro ayudantes de cámara para asistirlo a cambiarse de ropa hasta cinco veces al día; cuatro jardineros que “se acuestan, con la nariz hacia abajo en un remolque” para arrancar las malas hierbas a mano, debido al odio del príncipe por los pesticidas; y “militares indios retirados... desplegados para merodear entre la maleza por la noche con antorchas y recoger a mano babosas de las plantas de hojas”. El autor agrega que el príncipe llegó a las funciones con sus propios martinis premezclados llevados por un oficial de policía, con un ayudante entregando una bolsa que contenía la comida que consumiría.
Carlos está obsesionado con la opinión pública, afirma Bower, incluso una vez arrojó un plato al suelo en una cena después de enterarse de sus bajos índices de popularidad. “Mamá en el camino lee periódicos; Yo no. Me volvería loco”, le dijo a un visitante, escribe el autor, quien también afirma que Carlos tenía la costumbre de arrojar objetos a la radio cuando “se enfurecía con un tema... El aparato siempre estaba siendo reparado”.
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