Columna de M. José Naudon: Cuidar las instituciones: una falsa polémica en torno al Servel

Servel

Visto así el asunto tiene espacio de ajustes y mejoras, pero no estamos frente a una posibilidad real de fraude y tampoco frente a una institución corrupta o cooptada. Lo que hace el diputado es sembrar, muy irresponsablemente, dudas donde no las hay.



El debate sobre la crisis de la democracia es hoy muy frecuente. En nuestro país, al igual que en el resto del mundo, la discusión ha sido álgida y las conclusiones disímiles. Sin embargo, existe consenso respecto de la relevancia de la institucionalidad democrática y el riesgo que para la democracia significa poner en entredicho las elecciones populares y la legitimidad de los resultados. Naturalmente, ambas tienen una relación estrecha. Casos paradigmáticos de estas prácticas fueron las declaraciones de Donald Trump en 2020 quién con la elección presidencial ad portas, e inmerso en la polémica sobre las papeletas de votación, llegó a afirmar que “el resultado de las elecciones del 3 de noviembre de este año no será real, que es lo que algunos quieren”.

En nuestro país, y a semanas de una elección trascendental y crispada, han comenzado a aparecer este tipo de voces. Los cuestionamientos que esta semana se han hecho al Servel dan cuenta de ello. El diputado Gonzalo de la Carrera ha destinado sus últimos tuits a poner en duda el rol del Servicio Electoral escribiendo o retuiteando información sobre los “muertos del padrón electoral”, llamando a protestar frente al Servel, poniendo en cuestión la aplicación de la ley 21.311 y posteando, en tono de sorna, documentos y fotos que dan cuenta de una falta de sensibilidad y ética inaceptables.

Alguien podría argumentar, en su favor, que el diputado está ejerciendo su función fiscalizadora. Si fuera así, otro gallo cantaría. El problema no está en denunciar, no está en “hacer la pega”, sino en hacerlo bajo la estridencia histérica de las redes sociales. Usar los canales adecuados y las instancias formales -existe un plazo de diez días para hacer revisiones al padrón, una vez que éste es entregado a los partidos políticos- así como entregar información fidedigna y contextualizada, es imprescindible para revestir de seriedad los asuntos en cuestión. Lo demás es una irresponsable trivialización de la función pública. Entonces la pregunta de fondo es: ¿al diputado le importa el Servel y el buen desempeño de las elecciones o, por el contrario, sus objetivos son otros?

Si la respuesta fuera la primera su accionar sería distinto, pues esta forma de abordar el asunto no solo no soluciona el problema, sino induce y fomenta la generación de teorías conspirativas de las que el Servel formaría parte. Estas, estarían gestionadas por personas “totalitarias y antidemocráticas”, como el mismo retuitea, poniendo en entredicho los resultados que, dicho sea de paso, pueden ser muy estrechos. Nada de esto contribuye a mejorar nuestra democracia. Por otra parte, si su objetivo es fortalecer su opción tampoco acierta.

Al margen de las teorías anteriores, el asunto de los muertos del padrón, que por cierto ocurre en todos los países del mundo, puede explicarse por varias razones: la primera es que entre que éste se cierra y la elección se produce, muere gente. Segundo, hay chilenos que se han ido a vivir al extranjero y han muerto allá, respecto de los cuales no se tiene certificado de defunción. Para abordar estas situaciones u otras similares la ley 21.311 dispone que “no se considerará dentro del padrón a los electores mayores de 90 años que no cuenten con su documento de identidad vigente, por no haber obtenido o renovado su cédula nacional de identidad, cédula de identidad para extranjeros o pasaporte, en los últimos once años, de acuerdo a la información que al respecto obtenga el Servicio Electoral desde el Servicio de Registro Civil e Identificación, y que además no hayan votado en las últimas dos elecciones”. Este es un proceso que debe realizarse con cuidado y requiere de información cruzada entre ambas instituciones. Actualmente, se encuentra en discusión una modificación al convenio de inter operatividad entre ambas que busca acelerarlo.

Más allá de todas estas consideraciones la pregunta es si la existencia de muertos en el padrón podría alterar los resultados de la elección y la respuesta es no. Los muertos, aun cuando estén en el padrón no votan. Y si existiera o hubiese existido algún caso de suplantación de identidad el caso sería otro y las denuncias también. Nada de esto se ha puesto sobre la mesa. Lo relevante, y por esto el Servel debe ser extremadamente cuidadoso, es que jamás una persona viva se acerque a votar y no pueda hacerlo.

Visto así el asunto tiene espacio de ajustes y mejoras, pero no estamos frente a una posibilidad real de fraude y tampoco frente a una institución corrupta o cooptada. Lo que hace el diputado es sembrar, muy irresponsablemente, dudas donde no las hay.

Contrario a esta falsa polémica, si hay algo de lo que podemos sentirnos orgullosos es de nuestros procesos electorales y si hay una institución reconocida y validada por chilenos es el Servel. El diputado en cuestión olvida que las instituciones, como sostiene Nial Ferguson, no se cuidan solas y que los daños a la democracia, particularmente cuando vienen de un representante de un poder del Estado, son pan para hoy y hambre para mañana.