Cordero en el Barça, león en la Roja: el disímil perfil de Arturo Vidal en las redes

ARTURO VIDAL

El volante ingresó al entrenamiento de la Selección lanzando bravatas hacia los periodistas, a los que trató con su concepto favorito: "sapos". En medio de un conflicto con Bravo que aún no arroja señales visibles de solución.


"¿Dónde están los del Canal del Fútbol? ¿Cuáles son los sapos? Están buenos para hablar tonteras". El ingreso de Arturo Vidal al entrenamiento de la Selección fue tenso. Tanto como ha sido toda la semana en la Selección, marcada por el retorno de Claudio Bravo y el reencuentro con el volante del Barcelona, quien le hizo la cruz después de que desde su círculo íntimo surgieran fuertes revelaciones y críticas por la indisciplina del mediocampista. Fue en el marco de esa disputa que Vidal, siempre a través de mensajes encriptados que, cuidadosamente, no mencionaban al arquero ni a ningún destinatario, comenzó a utilizar la alusión al anfibio, asociado en el código informal a la delación. En términos populares, sapear es acusar.

El último dardo lo había lanzado ayer. Apeló a la letra de una canción de Street Dream Music, grupo que lidera su hermano Sandrino. "No me interesa lo que puedan pensar, porque mirándome a la cara no pudieron ni hablar", fue la frase que eligió. Suficiente como para, otra vez, generar revuelo y polémica.

Más allá de la significativa contingencia, lo concreto es que el discurso de Vidal cambia radicalmente dependiendo del contexto en el que esté. Si bien el inicio de su estadía en el Barcelona estuvo marcado por el uso de las plataformas sociales para descargar su descontento por la determinación de Ernesto Valverde de relegarlo a la suplencia, y solo incluirlo en los últimos minutos en el partido ante el Tottenham (un icono 'furioso' en un mensaje que, nuevamente, no tenía blanco definido), el tiempo le dio paso a la mesura.

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El chileno pareció haber aprendido la lección, cuya letra le entró con fuego. Las críticas provinieron incluso desde la dirigencia blaugrana. El mánager del club, Pep Segura, planteó la dicotomía que representaba la actitud del Rey. "Con estas manifestaciones demuestra tener la voluntad para jugar en el FC Barcelona, de contribuir para que el Barca pueda ganarlo todo. Esa es una parte positiva... En la parte negativa, no tiene el cuidado que un profesional debe tener por respeto al vestuario, por el entrenador y sus decisiones, aunque no sean las que él espera. Él lo hace público y de manifiesto y sabe que está en un club tan grande, con tan grandes profesionales, Vidal sabe que se ha equivocado, es una falta de respeto para sus compañeros. Estoy seguro que rectificará", sostuvo, separadamente, a Mundo Deportivo y Sport, los medios deportivos que más siguen las actividades del club.

De hecho, ninguna más de sus intervenciones en Instagram y Twitter, las redes que más utiliza, evidenciaron algún malestar. Y, por el contrario, junto con el alza en su notoriedad en un plantel plagado de estrellas y con la cohesión que alcanzaba con sus compañeros, se transformaban en muestras de agrado y felicidad. En la Ciudad Condal, volvió a encontrarse con los 'hermanitos' que se ha ido granjeando en cada una de sus experiencias en el exterior.

Incluso, en marzo de este año, el club catalán le planteó a Vidal un ejercicio que lo reconcilió con los emoticones. Acompañado por Boateng, el otro 'malote' del plantel, tuvo que utilizarlos para describir o asignarles características a sus compañeros. Vidal, el díscolo de las redes sociales, se prestó animosamente para el juego. Comparó a Ter Stegen con un pulpo, a Semedo con un cohete y a Piqué con un fantasma. Asoció a Rakitic a un smartphone y a Busquets con un policía. Arthur, competencia en la lucha por la titularidad, fue el más perjudicado: 'caca'. Dembélé, sancionado por llegar tarde a las prácticas por no separarse de la PlayStation recibió con un control de videojuegos y Messi el 'top'. Para ellos, ni sapos, ni canciones codificadas.

El croar de los sapos

Vidal, el 'bad boy' o el 'malote' como llegaron a llamarlo en España, se transformaba en un manso cordero, al menos para la convivencia interna del Barça. En el vestuario culé primero tuvo que disculparse. Y luego pareció asumir su rol en el equipo. En ese proceso, se ganó el cariño de los referentes, partiendo por Lionel Messi. Y el de los hinchas, los mismos que le reprochaban por no llevar el mentado ADN Barça y que ahora le aclaman cada una de sus actuaciones. Le destacan el aporte de cualidades que escasean en la idiosincrasia del club, que al principio cuidaban tan celosamente.

Su caso, incluso le sirvió como ejemplo a Valverde. "Desde que estoy se han criticado a jugadores antes de llegar y, al final, rinden. Está el caso de Paulinho y ahora el de Vidal como está rindiendo", declaró el entrenador, en enero.

Los 'sapos' siguieron croando, al menos en el inconsciente de Arturo Vidal. "La Roja sin sapos" pasó a llamarse, en octubre de 2017, el grupo de WhatsApp de los seleccionados, cuyos referentes, en la etapa feliz, anterior a la eliminación del Mundial de Rusia, constituían un colectivo infranqueable: La Banda Pitillo. En esa extinta agrupación coincidían Bravo, Vidal y Gary Medel, los protagonistas más activos de la polémica que envuelve a la Roja. Los otros cinco eran Jorge Valdivia, Jean Beausejour, Gonzalo Jara, Mauricio Pinilla y Eduardo Vargas.

La desaparición de las nóminas de Valdivia, Pinilla y, tras la Copa América, Beausejour, se sumó como elemento adicional a la redistribución de fuerzas en el interior del plantel, ahora con el Rey y el Pitbull convertidos en caudillos, sin la presencia de Bravo, el capitán indiscutido hasta el momento del quiebre.

En julio, ni sus vacaciones en el Caribe, después de haber defendido a la Roja en la Copa América, lo sacaron de su animadversión hacia un enemigo que en ese momento tampoco tenía nombre. "No me olvido de ti, sapo", acompañado de 56 iconos del reptil y siete banderas chilenas volvían a dejar evidencia de un problema no resuelto en la Roja. De una cuenta que aún no se saldaba y que, en rigor, según las señales que surgen desde la concentración de la Roja en Murcia, aún no se resuelve.

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"Nunca sapo. Real hasta la muerte", fue otra de las enigmáticas manifestaciones. Se produjo en mayo de este año. En rigor, se trata de una canción de Anuel, intérprete de trap, al que Vidal tiene como uno de sus músicos favoritos. Coincidentemente, por esos días se hablaba de la exigencia de Vidal y Medel a Reinaldo Rueda de que no convocara a Marcelo Díaz, otro de los señalados como eventual 'soplón', para la Copa América. Un cargo que el Pitbull, como capitán del combinado, naturalmente, rechazó.

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Reinaldo Rueda huye del conflicto, pero sí se detiene en el mal uso de redes sociales por parte de sus jugadores, a raíz del último episodio de Vidal en Instagram: "Ustedes saben que yo soy de otra generación, que no soy de redes, que no miro ninguna, pero directa o indirectamente sabe uno que estos muchachos son muy activos en eso. La primera vez que yo me reuní con ellos les dije la responsabilidad social que teníamos y lo que significaba ese medio mal utilizado. Cuando tú sacas el revólver, sacas la pistola y disparas, ese disparo no tiene reversa. Y creo que hay que ser muy cautos, muy equilibrados mentalmente. Pero no tengo más para decir. La invitación a todos es que nos concentremos en temas futbolísticos, específicos del juego".

Desde la sicología deportiva, recomiendan, también, darle menos importancia a la situación. "Lo más productivo es que no se hable más del tema. Que si se arregla, se arregla y si no, no. Hay equipos que funcionan sin que sus integrantes tengan una buena relación. La cohesión es deseable, pero no asegura un buen rendimiento. Sí tiene más cercanía que haya cooperación. Siempre se habló de Zamorano y Salas, de que no eran amigos, y en la cancha rendían de forma espectacular. No es de elite un deportista que requiere de condiciones especiales para rendir. Lo es si se sobrepone a otros factores. Si hablan o no, es un tema que debió enfrentarse al principio. A dos años, ya no tiene mucho sentido. El ambiente debería colaborar", sostiene Enrique Aguayo, presidente de la Sociedad Chilena de Sicología del Deporte.

En el mismo plano, prefiere circunscribirse a la situación concreta. "El está cantado una canción que compuso el hermano. Lo demás son interpretaciones. No puedo interpretar algo que no sé. Me puedo equivocar y con eso se hace daño. La invitación es a colaborar. En la cancha se tienen que comunicar, ser generosos, no necesariamente ser amigos. En los entrenamientos, ser responsables, cooperativos. Y después, ni se hablan, si quieren. Pasa en otros deportes y en otros equipos del mundo. Yo creo que hay que dejar esa historia atrás. El concepto es ayudar, la palabra es cooperación", insiste el profesional, quien evita catalogar el liderazgo que pretende ejercer el volante.

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