¿Cuánta cuerda le queda a Andrés Chadwick?

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Convertido en una de las dianas de los cacerolazos, manifestaciones y hashtags en redes sociales, el ministro del Interior está pasando por un trance que opaca el dramatismo político provocado por la crisis del Caso Catrillanca. Pero dentro de los muros de Palacio -y esta es la paradoja- sigue siendo el brazo derecho del gobernante y el hombre con quien sigue consultando sus decisiones.


De hacerse, se va a hacer. Cuándo y exactamente quiénes saldrán y llegarán en un cambio de gabinete, hasta hoy viernes es pasto de alternativas, escenarios y análisis. Pero no todavía de decisiones, cuentan en La Moneda. Si de aquí a unos días más se impone la tesis de cambiar a todo el equipo de ministros políticos -en el oficialismo algunos ya hablan de también de remover a los del área económica- los días del sempiterno guardaespaldas, consejero y confidente presidencial que Sebastián Piñera escogió como ministro del Interior se acabarán.

Convertido en una de las dianas de los cacerolazos, manifestaciones, protestas y hashtags en redes sociales, Andrés Chadwick está pasando por un trance que opaca el dramatismo político provocado por la crisis del Caso Catrillanca. Hasta los amigos que todavía conserva en su partido, la UDI, no apostarían mucho dinero por su permanencia en el gobierno, por mucho que recuerden el mantra de "es una decisión del Presidente". Pero dentro de los muros de Palacio -y esta es la paradoja- sigue siendo el brazo derecho del gobernante y el hombre con quien sigue consultando sus decisiones.

En los últimos días ha pasado dos tercios de su tiempo en el despacho presidencial y el resto en su cuartel general. Dicen que ambos primos tomaron la decisión, casi al morir el pasado viernes 18, de decretar el Estado de Emergencia. "El halcón principal ha sido el Presidente", hacen ver en el Ejecutivo, pero también resaltan que el ministro le insistió en una vocería firme en el orden público, dado que el fuego seguía devorando estaciones del Metro.

Además de encargarse del peliagudo y sobrepasado asunto del orden público -aseguran los suyos-, todavía tiene un pie en la difícil articulación política. Ha conversado por teléfono con el presidente del Senado, Jaime Quintana; el presidente de la Cámara, Iván Flores; el timonel del PPD, Heraldo Muñoz; y de la DC, Fuad Chahín. Tiene buenos vínculos con los RD Pablo Vidal y Miguel Crispi. Y fue uno de los que empujó, por ejemplo, que el Congreso suspendiera el receso distrital de la semana entrante.

Pero todo esto no borra el dato de que su línea de crédito se consume demasiado rápido. Que pese a seguir siendo de la confianza de Piñera, los asiduos a La Moneda lo ven golpeado. Así lo vieron especialmente en la cumbre de emergencia en que legisladores oficialistas, el Presidente y sus ministros sostuvieron en La Moneda el sábado. Ahí estuvo prácticamente callado, reportan varios de los que estuvieron presentes.

La cuestión del gabinete: cuándo y por qué

Los que lo conocen en su partido recalcan que nunca se pudo recuperar del Caso Catrillanca. Piñera intentó empoderarlo al menos dos veces colocándolo al frente de un intento de construir acuerdos, pero no ha bastado para fortalecerlo al nivel que estaba antes.

También recalcan que por muy resiliente que sea, su comparecencia del miércoles en el Congreso ha sido uno de sus momentos más complejos. El mismo edificio donde por más de 20 años nadó como tiburón en el Pacífico ahora lo recibía con funas y pifias de sus rivales. Su intervención fue interrumpida por la trifulca entre diputadas de ambos bloques que después motivaron disculpas y togas rasgadas. En su alocución final, Chadwick quemó sus cartuchos justificando nuevamente su prioridad por la seguridad:

"Debe ser nuestro deber rechazar las acciones de violencia. No fallemos en este momento que es extraordinariamente difícil, pero decisivo. La democracia no acepta ni la violencia ni el vandalismo que hemos vivido (...) la democracia se prueba cuando todos estamos unidos contra la violencia y en favor de la paz. Y no cometamos errores históricos, porque es la exigencia de hoy", enfatizaba, golpeando el estrado rítmicamente con la palma de su mano izquierda.

Eso fue el miércoles, cuando la cuestión del cambio de gabinete ya se había instalado. Un día después, la alcaldesa Evelyn Matthei declaraba que al menos deberían salir ocho ministros. A estas alturas, las voces en el partido del ministro son comprensivas ante el negro panorama que le tocó, pero cada vez son más realistas respecto de su futuro.

"Al ministro le ha tocado un pega casi imposible. Al mismo tiempo tratar de coordinar políticamente el gabinete y responder al orden público, que es la prioridad del gobierno hoy. Y además hacer frente a las legítimas y graves denuncias de abusos del uso de la fuerza por parte de Carabineros y militares. Ese equilibrio es muy difícil de lograr", reconoce el diputado UDI Jaime Bellolio.

Su par y ex presidente gremialista, Patricio Melero, no anda muy lejos de ese diagnóstico: "Le ha tocado enfrentar la crisis más grande desde la vuelta a la democracia. Lo ha hecho con el mayor sentido político, asegurando la seguridad pública y la vuelta a la normalidad lo antes posible. Exigirle además que esto tenga expresiones políticas mayores, es algo que trasciende a su cargo y es responsabilidad del Presidente y del gobierno".

Bellolio cree que "es bastante evidente que una vez superada la crisis y la emergencia tiene que haber un cambio de gabinete. No sé quiénes tienen que entrar o salir, pero el gobierno tiene que dar una señal de que entendió que viene un segundo tiempo en que tiene que mirar esto con otro prisma".

Un amigo del ministro reconoce que "si fuera por él, tiraría la toalla ya", pero que aún no puede hacerlo. Piñera prácticamente no ha tomado decisiones sin Chadwick -dicen en Palacio-, y con él estuvo armando el cambio de gabinete del 13 de junio, el último que hizo y que (para pesar de muchos entonces) no tocó al equipo político. Dicen que durante la última conversación para zanjar ese asunto, el Presidente dijo de repente "salgan todos" y se quedó a solas con él.

¿Lo sacará? Además de ser desconfiado a la hora de delegar responsabilidades y reacio a dejar caer a sus hombres de confianza, esta vez Piñera, pese a los cuestionamientos hacia él y sus colaboradores y de la crisis imperante, no tiene dramas con Chadwick. Es todo lo contrario que le pasó con Rodrigo Hinzpeter en su primer gobierno, cuya relación a nivel personal en un momento se resquebrajó hasta el punto de tener discusiones a gritos que se escuchaban desde los patios de La Moneda.

"Andrés Chadwick es quién más se da cuenta del problema político que enfrenta el gobierno y la necesidad de entrar a una segunda etapa que tenga una proyección hacia la ciudadanía distinta a lo que ha sido hasta ahora. Él tiene claro el diagnóstico más que nadie. Si ha de ser protagonista o no de la segunda etapa, es algo que el Presidente tiene que ver en una mirada más amplia, que no se restringe solamente al cargo del Ministro del Interior", se sincera Melero.

-¿Lo ve a él capaz de decirle al Presidente que lo mejor es que deje Interior y asuma otro jefe de gabinete?

-No conozco a nadie que tenga mayor compromiso con el bienestar y el progreso del país y que entienda mejor los cambios que Chile necesita. Él no va a ser nunca una traba para eso. Es demasiado grande el compromiso que Chadwick tiene con los destinos del país y confío en su criterio para planteárselas al Presidente en la forma y confianza directa que él tiene.

Pero no es tan fácil. Mientras en el gobierno sostienen que aún no hay decisiones pero sí muchas cuentas sacándose, hay riesgos. Uno es que un cambio de gabinete no baste para aplacar las manifestaciones y que sea un último recurso que se gaste en vano.

Otra arista que gana fuerza es a quién fichar para el nuevo equipo, salgan o no los ministros políticos y económicos: la duda es si será suficiente o no traer a La Moneda nombres "del mismo clan", como el canciller Teodoro Ribera, el senador Andrés Allamand o la alcaldesa UDI Evelyn Matthei, que anoche mismo clamaba por buscar nombres nacidos en provincia, que no hayan estudiado "en la Chile o en la Católica" y que "tengan calle", apuntando a nombre como Karla Rubilar o Gonzalo Blumel.

¿Lo malo? Es que no son nombres tan fogueados políticamente y el mapa no está para experimentar. Como quiera que sea, apuestan en el gobierno, el mismo Chadwick tendrá mucho que decirle a Piñera. Aunque sea para convencerlo que todo parte porque ha de dejar Interior.

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