El auge y el ocaso de Boris Johnson, el primer ministro que quiso emular a Winston Churchill
El premier británico anunció su renuncia hoy tras la salida de 50 miembros del gobierno y fuertes presiones del Partido Conservador.
El primer ministro británico, Boris Johnson, finalmente cedió ante las presiones y presentó hoy su dimisión, afirmando que es “claramente la voluntad” de su Partido Conservador que debe partir. Si bien su dimisión a la conducción de su colectividad fue inmediata, planea continuar en el puesto de jefe de gobierno mientras se elige a la nueva dirección partidaria y, por consecuencia, de liderazgo de Reino Unido.
En un discurso que se realizó a las 12.30 ante la expectación no solo de la prensa que se congregó frente al 10 de Downing Street, sino que también de decenas de personas que estaban apostadas en la calle Whitehall, Johnson agradeció a las “millones de personas que votaron por nosotros en 2019, muchos de ellos votaron por los conservadores por primera vez, gracias por ese mandato increíble, la mayor mayoría conservadora desde 1987″.
“Y la razón por la que he luchado tan duro en los últimos días para continuar entregando ese mandato en persona no fue solo porque quería hacerlo, sino porque sentí que era mi trabajo, mi deber, mi obligación para con ustedes continuar, para hacer lo que prometimos en 2019″, indicó.
“Amigos en la política, nadie es remotamente indispensable y nuestro sistema brillante y darwiniano producirá otro líder, igualmente comprometido con sacar adelante a este país en tiempos difíciles”, sostuvo.
Su alocución fue una suerte de derrota humillante para Johnson, de 58 años, que fue calificado por el diario Financial Times como “el político británico más notable y colorido de su generación”. Considerando que fue quien “sacó a Reino Unido de la Unión Europea, también puede afirmar que es el más importante”.
“Tras la inmolación más espectacular de la historia política británica, es difícil reconciliar la magnitud del ascenso al poder de Johnson con la miseria de su caída”, escribió en una columna Francis Elliot, el editor político del diario The Times.
“Pero un político que se deleitaba en negarse a reconocer que estaba sujeto a reglas y prosperaba a pesar de todo estaba finalmente condenado a pagar el precio de esa arrogancia. Johnson se debilitó fatalmente cuando lo multaron por asistir a una fiesta, una de una serie en Downing Street que inicialmente afirmó que no había ocurrido, en violación de sus propias reglas de Covid. El ajuste de cuentas final fue provocado por la renuncia de Chris Pincher, un parlamentario que Johnson nombró para el puesto de jefe de bancada adjunto pese a una serie de denuncias previas de conducta sexual inapropiada, luego de que se afirmara que Pincher agredió a dos hombres en estado de ebriedad”, añadió.
“La serie de falsedades sobre lo que Johnson sabía de Pincher cristalizó para sus críticos todos sus defectos: su desprecio por la verdad, los estándares o la reputación de sus colegas, junto con su indulgencia por lo sórdido y su capacidad para el error no forzado”, indicó Elliot.
Su llegada al poder
Desde sus comienzos como periodista Johnson estuvo flirteando con las controversias. En 1989, Johnson trabajaba como periodista en el diario The Telegraph cuando fue enviado como corresponsal a Bruselas para cubrir Comunidad Económica Europea. El joven de 24 años conocía la ciudad al revés y al derecho, ya que su padre había trabajado en la Comisión Europea poco después de que Reino Unido ingresara al bloque en 1973, cuenta la revista The New Yorker.
Seis meses después de trabajar en la capital belga, comenzó a describir a la Comunidad como “burocráticamente loca”. Sus reportes causaron sensación e incluso era el comentarista político favorito de Margaret Thatcher, el abanderado de un nuevo tipo de tory, un conservador irreverente y moderno que pronto lanzaría el cohete de su carrera política, indicó el diario The Independent.
Pero la mezcla de periodismo y política de Johnson resultó explosiva. En 2004, tuvo que dar una serie de disculpas en Liverpool después de que The Spectator atacara el luto de la ciudad por el desastre futbolístico de Hillsborough, en el que murieron 97 aficionados. “Pero desafió la sabiduría política convencional, sobreviviendo a meteduras de pata, mentiras e infidelidades conyugales. Con su mopa rubia y su humor natural, representaba una rebeldía de la que carecía en gran medida la política empresarial británica de principios del siglo XXI”, indicó Financial Times.
El primer gran logro electoral de Johnson fue convertirse en alcalde de Londres en 2008, desbancando al titular laborista Ken Livingstone. Cimentó su imagen como un “político de Heineken”, dice el periódico, que podía llegar a partes del país que otros conservadores no podían. Johnson estaba no cabía en sí cuando presidió los Juegos Olímpicos de 2012; también reclamó el éxito en la reducción de los delitos violentos.
Dos años después, en 2014, Johnson publicó una biografía sobre el exprimer ministro Winston Churchill, “que parecía un ejercicio de proyección”, indicó el Financial Times. “Cuando llegó a su fin su segundo mandato como alcalde, los aliados del entonces primer ministro David Cameron estaban preparados para que Johnson sacudiera la política nacional. Eso sucedió debidamente en febrero de 2016, cuando optó por respaldar la campaña para salir de la UE, desafiando al gobierno de David Cameron”, añadió el periódico.
Por entonces, por sus comentarios inapropiados e ideas populistas, lo comparaban con Donald Trump, que se encontraba compitiendo para ganar la primaria del Partido Republicano. “Estaba genuinamente preocupado de que se convirtiera en Presidente. Estaba en Nueva York y algunos fotógrafos intentaban tomarme una foto. Entonces, una niña se me acercó y dijo: ‘¿Vaya, es ese Trump?”, contó en una entrevista al canal ITV. “Fue uno de los peores momentos”, añadió.
“El humor era fundamental, no tanto para entretener como para señalar que el actor era diferente de todos los demás políticos. Ese había sido el truco de Johnson durante años: el cabello desordenado, la camisa desabrochada, el comentario aparentemente improvisado, aunque por lo general meticulosamente elaborado. En su caso, es casi seguro que comenzó como una estrategia para llamar la atención, una forma de sobresalir entre la multitud, ya sea en Eton, convirtiendo su falta por no aprender sus líneas para una producción escolar de Ricardo II en una comedia de bufonadas, o cuando buscaba el puesto más importante en la Unión de Oxford”, indicó el diario The Guardian.
Fue el miércoles 24 de julio de 2019, cuando Johnson se convirtió en primer ministro, en reemplazo de Theresa May, con el claro desafío de concretar el Brexit, aquel dolor de cabeza que tenía al país sumido en profunda crisis política. Los “tories” lo habían elegido no por sus credenciales para gobernar, sino porque sabían que podría ganar. Y así lo hizo cinco meses después, cuando la colectividad le dio a los conservadores una mayoría de 80 escaños, su mayor victoria desde 1987, ocasión en la que obtuvo el respaldo de votantes que los conservadores nunca habían soñado en conseguir.
Cuando Reino Unido abandonó la Unión Europea el 31 de enero de 2020, Johnson prometió el comienzo de un “nuevo acto en nuestro gran drama nacional”. Sin embargo, tuvo que hacer frente a la llegada del Covid-19, y tuvo que decretar confinamientos y restricciones, que iban claramente en contra de sus ideales libertarios. Pero logró tener la simpatía de la gente cuando casi muere a causa del virus. De hecho, en su discurso de despedida le agradeció al personal de Servicio Nacional de Salud. Gracias al despliegue rápido de vacunas y miles de millones de libras de apoyo estatal también logró estabilizar su posición.
“Johnson se debilitó fatalmente cuando lo multaron por asistir a una fiesta, una de una serie en Downing Street que inicialmente afirmó que no había ocurrido, en violación de sus propias reglas de Covid. El ajuste de cuentas final fue provocado por la renuncia de Chris Pincher, un parlamentario que Johnson nombró para el puesto de jefe adjunto de látigo a pesar de una serie de denuncias previas de conducta sexual inapropiada, luego de que se afirmara que Pincher agredió a dos hombres en estado de ebriedad”, indicó Elliot en el Times.
“Se dice que la mayor fortaleza de un político es también su mayor debilidad. El desprecio de Johnson por las reglas lo hizo ganarse el cariño de los votantes que lo juzgaron con métricas diferentes a las de otros políticos. Ejemplos de inconsistencia, infidelidad y absoluta incoherencia durante años lo dejaron intacto. Sin embargo, al igual que otras celebridades caídas, se olvidó de no tomar al público por tonto. Habiendo sentido que estaban en la broma cuando se burló de la élite, los seguidores se volvieron contra él cuando no se sintieron respetados por su doble estándar”, añadió.
Su caída se concretó esta mañana, tras la renuncia de 50 miembros del gobierno. Un Johnson prácticamente solo, dice el diario The Daily Mail, escribió su declaración de renuncia. Luego envió a sus ayudantes y a Carrie a la calle para que esperaran mientras se preparaba para entregarla. “Antes del discurso siempre quieres unos minutos para ti”, dijo una fuente al periódico.
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