"En este minuto está el caos": Ejecutivos chilenos relatan cómo viven en medio de la sicosis por el coronavirus en China
Son jóvenes, altamente capacitados y trabajan en compañías como Agrosuper, Concha y Toro y Hortifrut. Cuentan de calles vacías, una "presión sicológica casi tóxica", y la constante recepción de mensajes del gobierno en sus celulares. "Entras a un shoping mall o un restaurant, te miden la temperatura. Tienes que anotar tu número de teléfono, nombre y decir si estuviste en Wuhan. Si tomas un café en Starbucks, afuera un empleado también te mide la temperatura", relata uno de ellos.
"Para prevenir la neumonía causada por una nueva infección por coronavirus, los padres están más preocupados por su salud, y a menudo se recuerda la medicación crónica; las máscaras de los niños deben ser especiales, los suministros de juguetes deben estar limpios; las mujeres embarazadas deben seguir la protección del médico y hacer citas para evitar la multitud. Comité Municipal de Salud y Salud".
Ese es uno de los mensajes que reciben diariamente en sus celulares todos los habitantes de Shanghái.
Al otro lado del teléfono –vía llamada de WhatsApp– y con 12 horas de diferencia se encuentra Antonio Fernández (36). Él es uno de los chilenos que vive actualmente en esa ciudad de China y que le ha tocado vivir en primera persona la sicosis por el coronavirus (Covid-19) que mantiene en alerta al mundo. Hoy, la enfermedad ha cobrado la vida de 1.363 personas y el número de infectados supera ya los 60.000. En ocasiones, WhatsApp no funciona bien y utilizan WeChat o Zoom para comunicarse con sus familiares que están atentos a las noticias del virus desde Chile.
"Si sales ahora a la calle no anda nadie. Es impresionante ver una ciudad que antes tenía tanta vida (Shanghai tiene 24.4 millones de habitantes) y ahora está desierta. Pero los chinos son muy cuidadosos y estrictos. Nosotros tenemos una nana que, por ejemplo, la primera semana del virus venía 45 minutos en bicicleta, porque no quería subirse al transporte público. Según ella porque se podía enfermar. Eso nos llama mucho la atención, el cómo la gente hace caso y el nivel de coordinación. Yo creo que si en Chile pasara esto, sería imposible cerrar una ciudad. Acá cerraron una provincia con 58 millones de habitantes (Hubei) y siguen sin salir de sus casas", explica a La Tercera PM.
Junto a su esposa arribaron al gigante asiático en junio del año pasado. Mientras Antonio estudia un MBA en CEIBS (China Europe International Business School), una de las mejores universidades del mundo, ella, Ana Fernández (33), es gerente de Finanzas y Operaciones de Concha y Toro en China. Viven en un departamento en el que pasan la mayor parte del día desde que se encendieron las alarmas por la enfermedad. Cuenta que sale a dar una vuelta, pero a ratos se pone nervioso. En un mes más, ambos serán padres por primera vez.
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De izquierda a derecha: Joaquín Vilajuana; Ana Fernández; Antonio Fernández, y Maximiliano Leiva.[/caption]
Después del Año Nuevo Chino, que se celebró el pasado 25 de enero, nadie volvió a clases en China. Según decretó el gobierno de ese país, los centros educacionales, colegios y universidades son los lugares en los que más se puede propagar el virus, por lo que las clases se retomarían solo a contar de marzo.
Fernández, ex ejecutivo de Parque Arauco, cuenta que se les acabaron las mascarillas. "Ahora el gobierno y las juntas de vecinos se encargan de la administración de estos insumos. Le decimos al conserje que necesitamos máscaras y él nos entrega un papelito. Este papel lo llevo a una farmacia y nos entregan cinco máscaras. No cuestan nada, pero las más avanzadas -que eran las 3M del tipo N95- se acabaron de inmediato. Alcanzamos a comprar nueve y después ya no habían", dice.
Ambos han sido testigo de las fuertes medidas de seguridad que han implementado tanto el gobierno como los ciudadanos para evitar la propagación del virus. "Revisan los autos completos antes de que entren a los condominios, porque algunas personas que pueden tener fiebre se esconden. Si tienen, los llevan a centros especiales a hacer la cuarentena. Quedan 14 días encerrados en hospitales de fiebre, y la policía tiene el poder de llevarte obligado si te niegas", relata. Varios videos que circulan por las redes sociales dan cuenta de esto.
"Acá los conserjes le toman la temperatura hasta a los delivery. Dejan la comida en el edificio y uno debe bajar a recogerla. Antes subían hasta la puerta. Cuando uno sale del condominio y entra, también te miden la temperatura. Entras a un shoping mall o un restaurant, te miden la temperatura. Tienes que anotar tu número de teléfono, nombre y decir si estuviste en Wuhan. Si tomas un café en Starbucks afuera un empleado también te mide la temperatura", detalla Antonio Fernández.
Su esposa, "Anita", como le llama cariñosamente, también está preocupada. "Estamos un poco asustados ahora, porque hay harta incertidumbre por cuándo se normalizará la actividad acá. No sabemos si la vuelta del año nuevo chino y el regreso de todos a sus casas harán que el virus se expanda. No sabemos si seguirán cerrando las fronteras y tampoco si vamos a ser capaces de poder salir después de China. Es un periodo muy complicado de incertidumbre", asegura.
La ejecutiva cuenta también que ese panorama incierto se replica para los negocios chilenos apostados allá. "El vino que traemos desde Chile lo importamos, se almacena, se vende y se distribuye aquí en China en diferentes canales y clientes. Todavía no hemos podido dimensionar el efecto de esto, pero sí sabemos que estarán fuertemente impactadas las importaciones desde Chile. Sobre todo en la venta doméstica, porque las medidas son tan drásticas que la gente no está saliendo ni se reúnen para consumo de vino", explica.
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Antonio y Ana Fernández.[/caption]
El terror a 919 kms. del epicentro
Benjamin Fraysse es francés pero es un alto ejecutivo de una empresa chilena: es subgerente comercial de Viña Lapostolle, a cargo de los mercados de Asia Pacífico y América Latina. Vive en Hong Kong, a 919 kilómetros de Wuhan, donde está el epicentro de la emergencia sanitaria, pero aún así relata que la sicosis por el virus es alta.
"Aquí el riesgo médico es menor, pero existe una presión psicológica casi tóxica. Las calles se encuentran vacías, incluso en el centro, donde caminan millones de personas a diario. Todos tienen puesta una mascarilla, algunos tienen hasta guantes quirúrgicos. Las farmacias presentan quiebre de stock para mascarillas, gel desinfectante, jabón, etc., lo cual genera aún más estrés", relata a La Tercera PM.
"El uso de mascarilla es recomendado por el gobierno, pero no obligatorio. Aun así, si uno sale a la calle sin llevar una máscara puesta, se siente como un criminal, todos te miran con insistencia. Los recuerdos del SARS están vivos. El peligro no es el virus sino más bien el temor a la incertidumbre y los movimientos de masas. En este tipo de situación la gente pierde su capacidad de análisis, su individualidad y el control sobre sus acciones", explicó.
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Estos son los mensajes que reciben los shanghaineses.[/caption]
"Estamos tomando varias medidas"
También en Shanghái vive Maximiliano Leiva (30), gerente de operaciones de SVA Fruit –joint venture entre Hortifrut y San Clemente– quien está a cargo de un ambicioso proyecto que pretende hacer más eficiente la distribución de berrys enviados desde Chile a China. Llegó a ese país hace dos años y junto a Roberto Caorsi, director jefe de SVA Fruit, buscan levantar el primer collect storage para tener mayor control en la distribución de este tipo de fruta.
"Me ha sorprendido el nivel de reacción del gobierno chino frente a una enfermedad que, si uno mira en los números, no es tan agresiva. Hay muchos contagiados. Las ciudades chinas son gigantes y es muy fácil que las personas se contagien fácilmente y no hay tanta cantidad de muertos como lo ha señalado el gobierno chino", explica Leiva.
El ejecutivo plantea que la emergencia sanitaria que vive el país ha traído complicaciones para los embarques, así como para el manejo de stocks de productos. "Creemos que la situación de la fruta en China se va a normalizar en tres semanas más. Un barco se demora 30 días, porque estamos descargando todo de manera lenta. En base a eso debiésemos recibir bien la fruta. En este minuto está el caos y estamos tomando varias medidas, pero la fruta en este momento, en los mercados mayoristas está totalmente paralizada".
"El puerto de Shanghái no es capaz de recibir más contenedores. Hemos recibido información y tenemos reuniones constantes. Estamos tratando de resolver problemas que nunca se habían visto en China. Hay barcos que no pueden ingresar. Estamos con una relación bastante estrecha con la cadena Cotsco y abrirá dos más durante este año. Hay empresas de e-commerce muy importantes y con ellas también estamos negociando", concluye.
Otro ejecutivo chileno que trabaja actualmente en China es Joaquín Vilajuana (30), country manager de China de Agrosuper. También vive en Shangái, en el distrito de Pudongxin, adonde llegó en abril de 2018.
"Hemos estado trabajando bajo un contexto en donde el funcionamiento de todos los servicios está reducidos al mínimo. Para la empresa, la principal preocupación ha sido el bienestar de las 14 personas que componen nuestro equipo y el de sus familias. Es así, que hemos implementado como medida preventiva el formato de trabajo home office, con el objetivo de resguardar en todo momento la salud y seguridad de nuestros colaboradores y sus familias. Lo importante hoy en día es cumplir las recomendaciones de seguridad y asegurarnos que nuestros colaboradores y sus familias se encuentren en óptimas condiciones", explica el ingeniero comercial.
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