¿Fidel Castro o Augusto Pinochet?
Frente a los cuestionamientos de Michelle Bachelet respecto del estado de los derechos humanos en Brasil, el Presidente Jair Bolsonaro reaccionó duramente: "si no fuera por Pinochet, que derrotó a la izquierda en 1973, entre ellos a su padre, hoy Chile sería una Cuba". Más allá de la crítica personal a la ex Presidenta, que no comparto, Bolsonaro apunta a un tema de fondo: como la derrota de una ideología en Chile y su permanencia en Cuba, terminaron por definir de manera muy distinta el futuro de ambos países.
¿Qué habría pasado en Chile de seguir el ejemplo cubano? ¿Cómo sería Chile hoy si Fidel Castro hubiese evitado el golpe de estado y hubiese ejercido control total sobre Allende? Veamos algunas comparaciones.
En materia de derechos humanos, muy pocos niegan las sangrientas consecuencias de la dictadura chilena. No hay nada que justifique el asesinato de una sola persona, ni menos espacio para relativizar las más de 2.000 muertes y más de 1.000 desaparecidos durante el régimen, acreditados por las distintas comisiones de verdad y justicia. A ello se suman más de 30 mil víctimas de prisión política, muchas de ellas objeto de torturas, abusos y violaciones por parte de sus captores.
En contraste, como la dictadura castrista aún no termina, no ha sido posible contar con una comisión oficial de verdad y justicia que sea capaz de dimensionar la magnitud de las violaciones a los derechos humanos en la isla. Los más optimistas, hablan de más de 7.000 muertos atribuibles al régimen de Fidel Castro durante sus más de 50 años al mando de Cuba. Otros, documentadamente, sitúan el rango entre 10.000 y 30.000 muertes de responsabilidad del régimen. A eso hay que sumar las decenas de miles de personas que murieron ahogados tratando de escapar desde la isla, y las cientos de miles de víctimas de prisión política, tortura y vejación de sus derechos humanos más básicos a partir de las políticas impuestas por el la dictadura de Castro. Claramente, la diferencia entre Cuba y Chile en materia de violaciones a los derechos humanos es significativamente distinta.
En materia económica, el resultado tampoco favorece a los Castro. Cuba en 1973 tenía un PIB per capita levemente superior a los 1.000 dólares, y hoy apenas supera los 7 mil dólares, aunque muchos dudan de la veracidad de esas cifras. En cambio, Chile en 1973 tenía un PIB per capita cercano a los 1.600 dólares, cifra que hoy excede los 15.000 dólares y lo sitúa como la nación más rica de América Latina. El salario mínimo, por el cual muchos en la izquierda se escandalizan en Chille, en Cuba apenas supera los 15 dólares. En Chile, en tanto, supera los 300 mil pesos que equivale a más de 400 dólares y hay consenso en que esa cifra es aún insuficiente.
¿Competitividad? Chile, en las últimas cuatro décadas ha avanzado sostenidamente y se ha posicionado en lugares de liderazgos en Latinoamérica. No es posible comparar con Cuba, pues la ausencia de datos oficiales lo sitúa fuera de este ranking. Ni siquiera compite.
¿Pobreza? Chile, gracias a las políticas implementadas en los últimas cuatro décadas ha reducido radicalmente los índices de pobreza, llegando a casi un 8% según la última encuesta CASEN en 2017. Respecto de Cuba, nuevamente, no existen cifras oficiales pero distintos estudios cifran la pobreza en Cuba en rangos superiores al 70%
¿Migrantes? Como buen paraíso comunista, defensor de la Patria grande y de la doctrina de una Latinoamérica sin fronteras, uno esperaría que Cuba fuera una nación rica en diversidad y un destino preferido de los inmigrantes. Pero como toda utopía, esto no es verdad. Menos de un 0,2% de la población cubana son extranjeros y la inmensa mayoría de ellos no puede emigrar, debido a las restricciones financieras y de viaje. Chile, en cambio, es el destino favorito de los inmigrantes latinoamericanos y se proyecta que en 2019 se superará el 10% de inmigrantes en nuestras tierras.
Estos son algunos de los índices que evidencian las profundas diferencias entre Chile y Cuba que, si bien corrieron el riesgo de seguir derroteros similares en 1973, terminaron siendo gobernados por sistemas distintos y con consecuencias muy diversas entre ambas naciones. Quizás, más que cuestionarse cuál hubiese sido el destino de Chile si no hubiese ocurrido un 11 de Septiembre de 1973; habría que preguntarse cuál habría sido el destino de Cuba si se hubiesen materializado los cambios estructurales e institucionales, un transito democrático y un crecimiento económico como el que se impulsó en Chile en los 80s.
A 46 años de ese hito, Chile hoy es menos pobre, más desarrollado, más diverso y con más justicia y libertad que Cuba, y somos una mayoría contundente los que, sometidos a la compleja dicotomía de elegir a Castro o Pinochet, sin duda elegiríamos a este último. Hoy Chile vive en la democracia más exitosa de América Latina y Cuba se hunde en la miseria resultante de una larga dictadura socialista. ¿Habrá estado tan equivocado Bolsonaro?
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