Geert Wilders, el “Trump holandés” que pone en jaque la imagen progresista de Países Bajos

Geert Wilders en la Haya, esperando por los resultados de las elecciones parlamentarias. Foto: Reuters

El ultraderechista del Partido por la Libertad consiguió una holgada victoria en las elecciones parlamentarias. Entre promesas de sacar a los Países Bajos de la Unión Europea (Nexit) y hacer que Ámsterdam se retire de sus obligaciones climáticas internacionales, el político podría llegar a ser primer ministro de la nación europea.


Con los resultados de las elecciones de este miércoles, al menos se sabe que el próximo gobierno de Países Bajos será liderado por la ultraderecha. Con 37 de los 150 escaños de la Cámara Baja, el Partido por la Libertad (PVV), liderado por Geert Wilders, tendría que gobernar, aunque en coalición con otros partidos, en la próxima legislatura.

El “Trump holandés”, como han llamado a Wilders, está listo para ser primer ministro de Países Bajos, aunque de momento falta que se hagan las negociaciones entre partidos para instalar el Ejecutivo. De todos modos, esto pondría fin a 13 años de gobiernos conservadores, que fueron liderados por Mark Rutte.

Conocido por su retórica antiislámica, y por eso mismo muchas veces amenazado, Wilders propuso en su programa cerrar mezquitas, e incluso un referéndum para decidir si los Países Bajos se mantienen en la Unión Europea, el llamado “Nexit”. Con los 37 escaños conseguidos por su formación, le gana de lejos al socialdemócrata Frans Timmermans, cuyo partido consiguió 25 diputados, y al oficialista Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VDD), tercero con 24 parlamentarios.

Geert Wilders junto a los miembros de su partido luego de las elecciones parlamentarias en Países Bajos. Foto: Reuters

En su discurso de victoria, Wilders aseguró que su partido “no podrá seguir siendo ignorado”. “Los holandeses han dicho que están hartos, hartos hasta la náusea, y ahora esperan que el pueblo pueda recuperar su nación y que consigamos reducir el tsunami de solicitantes de asilo y de inmigrantes”, indicó a AFP. Los Países Bajos “se han visto gravemente debilitados por el actual tsunami de asilo y la inmigración masiva”, dice su partido en su manifiesto electoral.

También quiere que los Países Bajos se retiren de sus obligaciones climáticas internacionales. Prometió dejar de enviar ayuda a Ucrania y pidió la prohibición del Corán y el cierre de mezquitas.

A pesar de haber sido durante décadas un “extremo” de la política neerlandesa, Wilders habría tenido como estrategia de fin de campaña el moderarse, llegando a decir que no tiene por intención el imponer los puntos más radicales de su programa. Esto, con miras a las negociaciones que tendrá ahora con otros partidos, cuando tenga que pactar un gobierno de coalición.

Desde La Haya, donde votó, aseguró el miércoles que quiere ser el primer ministro “de todos los ciudadanos, más allá de su religión, su origen o su sexo”. Según él, “no hay nada extremo sobre el partido”, que respondería a las preocupaciones de la sociedad, como “la gente que no puede pagarse sus servicios básicos en casa y que no entiende que se gasten miles de millones de euros para solucionar la crisis del nitrógeno y otras cosas que no son prioritarias”.

Un cartel de Geert Wilders en Utrecht. Foto: Reuters

Con 60 años, Wilders nació en el sureste de los Países Bajos. En los años 80 vivió en Israel y viajó por todo Medio Oriente, donde se habría formado las opiniones antiislámicas que terminaron haciéndolo célebre. Ya el año 1997 fue miembro del ayuntamiento de Utrecht, por el liberal Partido Popular por la Libertad y la Democracia, y un año después fue elegido diputado.

Fue durante mucho tiempo un agitador que atacaba al Islam, a la UE y a los inmigrantes, una postura que lo acercó al poder, pero nunca al mando de una nación conocida por sus políticas de compromiso con causas humanitarias y su carácter progresista.

La única vez que Wilders estuvo cerca de gobernar fue cuando apoyó la primera coalición formada por el primer ministro Mark Rutte, en 2010. Pero Wilders no se unió formalmente a la administración minoritaria y la derribó después de solo 18 meses en una disputa sobre medidas de austeridad. Desde entonces, los principales partidos lo han rechazado.

Además de “Trump holandés”, en su país lo conocen como “Mozart”, a causa de su pelo largo y canoso. En 2006 pasó a fundar el PVV, un partido particularmente personalista y con propuestas más radicales, como prohibir las mezquitas, el uso del velo islámico e incluso el Corán, que según él es como “Mi lucha”, de Hitler.

Teniendo una específica obsesión con los marroquíes, sus declaraciones le han valido incluso condenas judiciales en 2015, por discriminación a la comunidad musulmana del país. Luego de tantos años en la política neerlandesa, se ha vuelto la figura pública más amenazada del país, por lo cual llega a todos sus eventos con guardaespaldas. Ha estado enfrentando amenazas de muerte debido a sus opiniones antiislámicas y ha estado bajo estricta protección policial desde 2004.

El equipo de seguridad de Geert Wilders retira un cable mientras él camina. Foto: Reuters

Ese año, el cineasta Theo van Gogh fue asesinado después de estrenar un cortometraje que criticaba el papel de la mujer en la sociedad musulmana. En medio de la indignación pública en torno al asesinato, Wilders se convirtió en una voz destacada de la derecha política, declarando al Islam una “ideología fascista” y pidiendo restricciones a la inmigración musulmana a los Países Bajos.

Habiendo sido mochilero en su juventud, empezó a frecuentar Israel, y por eso mismo, al igual que Javier Milei en Argentina, Wilders ha mostrado su intención de trasladar la embajada neerlandesa de Tel Aviv a Jerusalén.

A pesar de ser calificado como ingenioso por sus seguidores, el liberal Hans van Baalen se refirió a él como “vulnerable, nervioso y apegado a su teléfono móvil”. En entrevistas, sus profesoras de secundaria lo recordaron como un alumno “de pocos amigos” al que le gustaba hablar de política. Respecto a su poca vida social, un colega suyo, Hans Hoogervorst, aseguró: “No participa en ningún acto social. Le convencimos para que acuda a una fiesta de Navidad, pero era imposible hablar de su vida privada”

A solo siete meses de las elecciones europeas, la victoria de Wilders representa una sorpresa, en un país que hasta el momento no había votado por un líder populista, y que era conocido por su progresismo. Además, se ve como un castigo al tradicional Partido Popular por la Libertad y la Democracia.

En una declaración en su sitio web, la sección holandesa de Amnistía Internacional dijo: “Ayer (miércoles) se perdieron los derechos humanos. Un partido racista ganó las elecciones holandesas”.

Aunque conocido por su dura retórica, Wilders comenzó a cortejar a otros partidos centristas y de derecha diciendo en un discurso de victoria que cualquier política que impulse estará “dentro de la ley y la Constitución”.

El resultado es el último de una serie de elecciones que están alterando el panorama político europeo. Desde Eslovaquia y España hasta Alemania y Polonia, los partidos populistas y de extrema derecha han ido ganando espacio.

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