Ismael del Toro, exalcalde de Guadalajara: “Al llegar AMLO al poder y tener la responsabilidad, tuvo que echar atrás el discurso sobre la militarización”
Ahora desde un rol de consultor en inteligencia pública, el exalcalde mexicano se refirió a la militarización de la lucha contra el narcotráfico, el abrazo de la izquierda a aquella idea una vez en el poder y cómo, con una perspectiva social, impulsó un modelo de seguridad que involucra a la sociedad.
En la lucha contra el narcotráfico a nivel mundial, pocos países destacan tanto -para bien y para mal- como lo hace México. Su llamada “guerra contra el narco” data de décadas, lo que llevó a diversos gobiernos a utilizar a las Fuerzas Armadas como medida de contención. Ismael del Toro, exalcalde de Guadalajara entre 2018 y 2021, cree que si bien es necesario utilizar “una mano dura”, también lo es el aplicar medidas que involucren a la sociedad y lo social.
De visita en Chile en el marco del “Foro de Alianzas para el Hábitat: Desafíos y oportunidades para la gobernanza territorial”, organizado por la Universidad Alberto Hurtado, el ahora consultor en inteligencia pública conversó con La Tercera sobre los aprendizajes que le entregó su gestión al mando de Guadalajara, los elementos que se podrían exportar y los desafíos que la internacionalización de las bandas criminales implican para la región.
Cuando de seguridad se trata, una de las primeras ideas que saltan a la mente al pensar en México es la militarización de la lucha contra el narcotráfico. ¿Está de acuerdo con aquella medida?
Lo planteo desde la óptica y la experiencia en México, así como exresponsable de la segunda ciudad más importante de México. Efectivamente, hay una necesidad de compartir la atención a las diferentes inseguridades que vive una ciudad. En México el tema del narcotráfico es una grave problemática, porque ha ido escalando no solo al ejercicio de su negocio prioritario, que es la venta y el trasiego de drogas, sino que ya migraron hacia la comisión de otros delitos que van permeando en la sociedad. Y en México la atención de los delitos de narcotráfico es del orden federal, por lo que los municipios y los estados no tienen capacidad jurídica de atención. Pero como mudó el espectro delictivo del narcotráfico hacia también cometer delitos del orden común, en donde sí hay responsabilidad municipal y local, pues sí se tiene que dar un ejercicio de coordinación militar. Yo estoy convencido de que la seguridad se tiene que atender con una óptica totalmente distinta. Hay que enfocarse en las causas, y no en las consecuencias, y eso obedece a los gobiernos locales y a la integración de la sociedad mediante un espacio público adecuado. Pero sí tiene que darse una mano dura, que no puede provenir ni institucional ni económicamente del municipio, sino que del gobierno federal. Yo no optaría nunca por la militarización, pero sí me tocó tener una relación en un momento de la agenda en el que el Ejército mexicano sí hacía un soporte muy importante para poder sumar los esfuerzos y contener lo que provocaba el narcotráfico. Pero yo soy un convencido de que incluso el gobierno federal debe tener una policía especializada, científica, con gran capacidad de reacción para atender las violencias que provoca el narcotráfico. Hoy no lo tiene. Y si bien se generó una nueva policía que está desmilitarizada, en realidad terminó siendo parte de la Secretaría y de todo el orden militar. Si México trasciende y va perfeccionando y profesionalizando una policía que ataque el fenómeno del narcotráfico, y que permita que las políticas desde lo local puedan atender las causas, me parece que es el modelo idóneo.
¿Cuál cree que fue el camino para que la izquierda mexicana abrazara la idea de utilizar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico? Es un fenómeno que no se repite en muchos países de la región.
La verdad es que poco lo entendemos, porque uno de los motivos claves de la campaña para que ganara el presidente Andrés Manuel López Obrador, pues fue precisamente la no militarización. De hecho, usaba mucho como ejemplo, un mal ejemplo, la guerra contra el narco del presidente Felipe Calderón, y al momento de llegar cambió radicalmente sin protesta. Ha tenido un fortalecimiento la óptica de involucrar a los militares, no solo en temas de seguridad, sino también en temas de construcción de infraestructura, de cuidado de actividades estratégicas, etc. En realidad sucedió, extrañamente, una suerte de sobremilitarización, no solo en los temas de seguridad. Obviamente, sin conocer ni poder apropiarme de la visión del Presidente, yo creo que la razón tiene que ver con el conocer la realidad de lo que recién le comentaba, sopesar el impacto que ha tenido la delincuencia organizada en otros órdenes, no solo el narcotráfico, y pues al llegar AMLO al poder y tener la responsabilidad, tuvo que echar atrás el discurso sobre la militarización.
Usted fue alcalde de Guadalajara, ¿qué medidas tomó durante su gestión para combatir la inseguridad en las calles, considerando la división entre lo local y lo federal?
El modelo de seguridad ciudadana, cambiando radicalmente la óptica, implementando un ejercicio de coproducción de seguridad que está centrado en tres aspectos básicos. Primero, redimensionar el territorio. O sea, pensar en el municipio como un eje integrador, pero ir más allá, a un espacio territorial reducido, que en México se conocen como los barrios, que es ahí donde la sociedad encuentra identidad, convivencia, cohesión social. Entonces, identificar el espacio territorial reducido en el barrio para hacer la coproducción de seguridad con tres indicadores. Cómo está la cohesión social, es decir, cómo es la relación entre los vecinos, cómo está el espacio público, que es el lugar donde los vecinos hacen convivencia...
¿Físicamente? ¿Iluminación, por ejemplo?
Sí. Iluminación, parques, calles, que es donde se da la convivencia social. Y un tercer indicador relativo a cómo está, a ese nivel barrial, la vulnerabilidad o la producción de los delitos. Con esos tres indicadores, involucrando a la ciudadanía y generando todo un modelo de política pública, se hizo que en Guadalajara la seguridad se pensara como el eje rector para resolver las problemáticas. Por ejemplo, Guadalajara está 100% iluminada, pero la iluminación de la ciudad era hacia la calle, hacia el flujo vehicular. Las cartografías y el trabajo que se hizo con las personas nos permitieron conocer que donde se sentían inseguros era en la acera, porque estaba mal iluminada. Por lo tanto, la política pública llevó a que cuestiones de obras, de programas sociales, de cualquier índole del gobierno local, estuvieran centradas en combatir la inseguridad. Hoy la ciudad tiene un índice de seguridad ciudadana que permitió hacer un catálogo de atención particularizada por barrio para atender espacio público, cohesión social y la vulnerabilidad. Ejemplos muy claros de transformación de espacios públicos, fue que cuando llegamos a gobernar, pues la primera noticia fue que encontraron dos personas asesinadas en un parque; se hizo la intervención, se involucró la ciudadanía, se llevó la escuela municipal de ballet a ese espacio y los resultados fueron una reducción muy significativa de la comisión de delitos. Pero, además, lo más importante, una sensación de que la ciudadanía se apropió nuevamente del espacio público, lo sienten suyo, hay actividad, hay una transformación de infraestructura y hay una generación de un sentimiento de seguridad.
Algunos podrían replicar que ese modelo tiene efecto a largo plazo, pero de todos modos se debe contener el corto plazo. ¿Cómo lo ve usted?
Es que en ese modelo, el complemento de la atención de la policía lo que debe hacer es sumarse a todo lo que se está haciendo. Retomamos el mismo ejemplo, un espacio público ya renovado, iluminado, con actividad, que los ciudadanos estén apropiándose de ese espacio público, pues también requiere de un acompañamiento policial para que se sientan seguros y realmente sea el espacio de convivencia. Entonces, en la inmediatez también hay participación policiaca y, en el caso de México, por las cuestiones jurídicas, pues una relación y una coordinación con la autoridad federal, que es quien tiene las facultades para combatir a la delincuencia organizada.
Uno de los argumentos que se utilizaron en México cuando se discutió la militarización era que la corrupción había entrado en la policía, y por eso se requería la utilización de las Fuerzas Armadas. ¿Cómo confluyen esas tres variables: corrupción, militarización y políticas públicas de carácter social?
Es que precisamente por eso se debe de bajar a la escala municipal y barrial. Porque el complemento de la policía también debe de estar vinculado a que el policía sea conocido por la ciudadanía. Un policía al que la ciudadanía le tiene confianza, un policía que no solo es un actor contra la inseguridad, sino también es un actor social activo que participa e involucra a la sociedad. Creo que esa es la clave. Sí, es cierto, las policías pueden caer en ejercicio de corrupción, son muy susceptibles de ser cooptadas por la delincuencia organizada, pero si está involucrado el factor social, pues también vas a generar una policía que quiera ser partícipe y quiera ser un factor de integración de la sociedad, generando esa confianza. Por eso el enfoque de coproducción de seguridad es global. Espacio público, las personas, la policía y la autoridad, todos pensando en la solución de la inseguridad.
¿Hay alguna idea implementada en Guadalajara que crea que se puede replicar en Chile, considerando la creciente preocupación por el tema de la seguridad en nuestro país?
Yo creo que cambiar ese paradigma es fundamental, el pensar en un ejercicio de coproducción de seguridad. Escuchar a las personas para que con su sentir se pueda producir una política pública que atienda la inseguridad. Yo estoy convencido de que se puede replicar en todas las ciudades de Latinoamérica. Tenemos circunstancias muy similares. En lo que he visto durante los dos días que llevo aquí en Chile, no he dejado de escuchar la preocupación por la seguridad, pero si se conocen las experiencias y lo que se ha vivido en otras latitudes de Latinoamérica, creo que se puede replicar el mismo modelo, compartiendo la información, las buenas prácticas, permitiendo que pueda ser aplicado aquí.
Sobre esa misma regionalización del problema y las experiencias de otros países como México o Ecuador frente a la militarización, ¿cree que se pueda hacer algo previo para evitar llegar a ese punto?
Vivimos un momento muy difícil a nivel global con el tema de la migración. El respeto de los derechos humanos versus lo que se tiene que aplicar para aterrizar una política de seguridad. Por eso insisto, creo que es un ejercicio compartido, no compete nada más a las autoridades, sino a todos los ciudadanos involucrados, coordinados por una autoridad y una política pública.
Justamente sobre eso, la internacionalización de las bandas criminales no le ha sido indiferente a Chile, como ocurrió con el Tren de Aragua y el nivel de violencia con el que se desplegaron…
La deshumanización.
Por ejemplo. Sobre el riesgo de la expansión de las bandas, ¿cree posible que en un futuro cercano o mediano lleguen bandas desde México a esta zona de la región? De hecho, ya hay denuncias de su presencia en Chile.
El Cono Sur no es un espacio en donde les convenga operar a los carteles, porque lamentablemente las bandas delictivas mexicanas sí están trabajando a nivel global ya, con relaciones en Europa, o en Asia, pero me parece que hacia el Cono Sur no hay tanta actividad. Entiendo que obedece a una lógica de sus intereses. Pero sí, lamentablemente yo creo que es algo que nos obliga a todos los ciudadanos latinoamericanos a pensar cómo inhibir esa problemática que genera la globalización, la migración y todo lo que está pasando a nivel global.
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