La barbarie del Nacional desde la cancha: El arquero de Inter relata su pesadilla
Marcelo Lomba, meta de O Colorado, fue el más cercano a los sucesos del martes en Ñuñoa. Cerca de él se encendió fuego y cayeron muchos proyectiles. Así lo cuenta el portero.
Era el minuto 80. Quizás el 81. En la cancha, la U ya estaba con uno menos por la expulsión de Montillo. Los azules, a pesar de eso, no hacían un mal partido frente a Inter de Porto Alegre. Hasta ese momento rescataban un empate sin goles valioso por el contexto en que se daba. La tensión deportiva era máxima y los jugadores se enfrentaban con dientes apretados.
De un segundo a otro, todo cambió. La atención se fue del césped al codo que conecta la Galería Sur del Nacional con Pacífico. ¿La razón? Un encapuchado se pasó la reja y comenzó, literalmente, a torear a los Robocops ahí apostados. Algunos dicen que los hechos comenzaron desde que los guardias de seguridad se dejaron ver. Otros que ellos solo reaccionaron a los intentos de invasión.
Como sea, lo cierto es que poco a poco la violencia fue creciendo. Lo que comenzó con uno, ahora seguía con dos, cinco, diez e incluso más. Proyectiles y lo más grave: un amago de incendio que alcanzó a tener llamas de casi cuatro metros. El partido ya no se jugaba con normalidad y los mismos jugadores lo notaron. Uno con más cercanía que los otros.
Marcelo Lomba, arquero de Inter, defendía el arco que estaba a escasos metros. Por eso el temor que alguno pudo haber sentido, en él fue mayor. Así lo relató para La Tercera minutos después de lo ocurrido.
"Cayeron algunas piedras cerca de mí, entonces no podía estar ciento por ciento enfocado en el juego. Todo el tiempo miraba de reojo para atrás por si algo ocurría. Además, soy arquero, estoy ahí, no me muevo, entonces sí, fue un poco complicado, pero gracias a Dios no sucedió nada", comienza contando el meta.
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Foto: Agencia Uno.[/caption]
El ex Flamengo dice que su mayor preocupación era desconocer qué cosa realmente querían quienes lanzaban objetos, rompían butacas y comenzaron a prender fuego a una estructura. "No sabía muy bien cuáles eran las intenciones de los hinchas, si estaban ahí para alentar, o solo por vandalismo, o para protestar por lo que ocurre en Chile, entonces al final entre que estaba preocupado del juego y también de mi seguridad y la de todos", añade.
Lomba, eso sí, asegura: "En realidad nunca creí que todos lograsen invadir, porque entre la policía y la seguridad se veían bastante preparados", aunque se apresura en revelar que "sí dio miedo cuando las llamas del fuego comenzaron a ser muy altas y se veía que las personas estaban muy cerca de ahí". Expone, de hecho, que llegó a pensar que "si Inter hacía un gol podía aumentar la revuelta". El extremo fue tal, que esa paradoja, según el portero, pasó por la cabeza de los jugadores de Inter anoche: jugar para ganar o empatar para no sufrir otras consecuencias.
En algún punto, cuando recién comenzaron los sucesos, el partido se detuvo por algunos minutos. Y a Lomba le llegaron muchos objetos cerca de él. Se lo señaló al juez, de hecho. Todo el mundo lo notó. "Se puso peligroso hacia el final, pero tampoco quería detener el partido, porque entendía que la situación podía controlarse". Al final, el duelo se paró poco antes de los seis minutos de agregado.
"Antes del partido ya se había hablado de que ciertas personas podían entrar en el campo y así fue. Me preocupé cuando comenzó porque era el más próximo a todo lo que estaba ocurriendo". Así cierra su relato Marcelo Lomba. El fútbol chileno está secuestrado por la violencia. Todos lo sabían, incluso los jugadores de Inter.
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