La burbuja feliz de la NBA: El mejor invento del deporte contra la pandemia
La liga de básquetbol estadounidense retornó a toda máquina. Con elevadas cifras de rating y hasta ahora sin positivos por Covid-19, el éxito de la apuesta contrasta con los problemas que viven otras disciplinas en el país del norte.
El comentario está extendido en redes sociales: si la temporada de la NBA terminara hoy, habría que darle el premio del Jugador Más Valioso a Adam Silver. Y no por ningún mérito adentro de la cancha: de hecho, no es un jugador, sino el comisionado de la liga de básquetbol estadounidense, el hombre que ideó un millonario plan para salvar la temporada -y los presupuestos- de la competencia donde se lucen figuras como LeBron James, James Harden, Kawhi Leonard y Giannis Antetokounmpo.
No la tenía fácil. La última imagen de la liga, del 11 de marzo pasado, era preocupante: médicos corriendo a informarle a los árbitros literalmente segundos antes de un partido que un jugador -Rudy Gobert, de los Utah Jazz- había dado positivo por Covid-19. No sólo se suspendió de inmediato el partido entre los Jazz y los Oklahoma City Thunder, con desalojo masivo del estadio mediante, sino toda la competencia.
En las paradojas del destino, fue el propio Gobert quien marcó la primera canasta oficial el pasado jueves, en el retorno de la liga tras cuatro meses y medio, en donde 22 equipos comparten un campus deportivo instalado en pleno Disneyworld y para el cual, según calcula la prensa estadounidense, se terminarán invirtiendo 150 millones de dólares, con innovaciones como nuevos tipos de cámaras que permiten seguir el partido y pantallas gigantes con aficionados que apoyan desde sus casas.
Esa estrategia, la denominada “burbuja”, fue idea de Silver. Otras ligas deportivas estadounidenses, como la del béisbol, decidieron apostar por una temporada acotada pero manteniendo los desplazamientos. Pero en la NBA la fórmula de ubicar por tres meses a prácticamente todas las superestrellas del básquetbol, a la usanza de un mundial, fue la que finalmente hizo sentido. A eso ayuda, por supuesto, que los equipos de baloncesto son más reducidos en personal, pero aparte del tema logístico había otro elemento crucial: convencer a las figuras del retorno.
Una liga con mensajes
Y ahí surgió otro frente. En plena pandemia, Estados Unidos se remeció con el asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de un policía que lo asfixió con su rodilla. En las protestas posteriores, muchas de las estrellas de la NBA tomaron posiciones activas, expresando su ira y respaldando las manifestaciones. Incluso, surgió la posibilidad -esbozada por figuras como el base de los Brooklyn Nets Kyrie Irving- de no retomar la temporada, como una señal de protesta ante la desigualdad racial.
Ahí, la dirigencia de los jugadores junto a Silver fueron claves en hacer una apuesta: uno de los puntos acordados de forma explícita es que la liga tomaría un rol activo en apoyar las demandas. Así, no sólo se ha permitido las protestas como arrodillarse durante el himno estadounidense -algo que técnicamente está aún prohibido en el código de conducta de la NBA-, sino que los jugadores pueden usar mensajes en sus camisetas reemplazando sus nombres y en los recintos de juego se ha pintado la leyenda Black Lives Matter.
Con todos esos puntos, la burbuja hasta ahora ha funcionado perfecto. No ha habido ningún caso de contagio y la semana pasada, los partidos inaugurales duplicaron el ráting habitual para juegos de temporada regular. Quizás si el único caso conflictivo fue el de Lou Williams, estrella de LA Clippers, reconocido como el mejor sexto hombre de la liga, quien para salir del campus utilizó un permiso por asuntos familiares y fue descubierto en un club de striptease. Eso sí, nada se ocultó: fue multado, se perdió el reinicio de la competencia y fue confinado a una cuarentena estricta para descartar contagio.
En ese microambiente, jugadores y técnicos -como los emblemáticos Gregg Popovich y Doc Rivers- han aprovechado esta plataforma para difundir mensajes, cuestionando en sus conferencias de prensa la violencia policial e instando a los espectadores a votar en la próxima elección presidencial.
Un panorama que difiere, por ejemplo, de lo que ocurre en el béisbol, que la semana pasada vivió un brote masivo en uno de sus equipos -los Miami Marlins-, donde incluso los jugadores decidieron afrontar un partido sabiendo que sus compañeros habían dado positivo. La reacción: varios otros encuentros suspendidos y una amenaza de cancelar la liga completa si esto se repite.
A la espera está el fútbol americano, el rey de los deportes estadounidenses y que tampoco optó por un sistema de burbuja, y los deportes universitarios. Todos ellos debieran retomar en septiembre, pero enfrentan un panorama mucho más incierto. En la NBA, al contrario: por ahora, son todo sonrisas. Y la expectativa es lograr llegar hasta mediados de octubre, la fecha fijada para el término de los playoffs, sin que se pinche la burbuja.
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