¿Pelear por nada?: la disyuntiva en torno a la disputa del tercer lugar en la Copa América
Las palabras de Arturo Vidal abren la controversia respecto de la pelea por un puesto que antes fue relevante para el fútbol chileno, pero que para la Generación Dorada ni siquiera constituye un premio de consuelo.
La disyuntiva en torno a la disputa del tercer lugar en la Copa América la abre una elocuente declaración de Arturo Vidal. "El tercer lugar es pelear por nada", dijo el volante del Barcelona poco después de que la Selección perdiera frente a Perú la posibilidad de optar a un tricampeonato continental que hubiese agrandado aún más la leyenda de la Generación Dorada. Una derrota que golpeó fuerte a los jugadores y que, tomando como referencia las palabras del Rey, incluso le resta importancia al enfrentamiento con Argentina, que tradicionalmente ha representado un estímulo adicional incluso si se trata de un amistoso. Al otro lado de la cordillera, en cambio, le dan máxima atención.
¿Es la definición por el tercer puesto en el torneo continental 'pelear por nada' como plantea el mediocampista del Barcelona? Hasta antes de la camada de futbolistas más ganadora de la historia de Chile, claramente no. Basta tomar como referencia el reconocimiento que tuvo hasta antes de la obtención de los trofeos continentales de 2015 y 2016 el plantel que consiguió el tercer puesto en el Mundial de 1962, una consideración que, ciertamente, aún goza. "Un Mundial es distinto, pero, más allá de eso, quedarse con el tercer puesto es importante. Por algo se juega, queda en la historia. Ninguna selección puede darse el lujo de despreciar una definción como ésta. Más si es contra Argentina. Las palabras de Vidal son producto de la calentura. Para nosotros fue distinto. Yo perdí cinco kilos y medio de peso en el partido frente a Yugoslavia, porque quedamos con ocho jugadores y tuvimos que esforzarnos el doble. Para mí fue importante y lo sigue siendo", dice Humberto Cruz, parte del plantel que dirigió Fernando Riera.
Vidal deja claro un elemento: el cambio paradigmático en torno a una definición por un premio que no es el mayor. Una instancia que antes era importante y ahora ya no lo es. "El sentir de Arturo es el que tiene la mayoría. Ellos se acostumbraron a las finales y se entiende que no los entusiasme esta definición. No es tan significativo terminar tercero o cuarto. Da igual. En las generaciones anteriores era un premio de consuelo. Así lo viví en los Juegos Olímpicos y en la Copa América. Estos chicos tienen otras aspiraciones". Quien habla es Pablo Contreras. El zaguero central tiene una doble experiencia en este sentido. Integró la escuadra de Nelson Acosta que perdió la definición del tercer puesto frente a México, aunque un año después, en los Juegos Olímpicos de Sidney, se colgó la medalla de bronce a través del mismo mecanismo. "Era un partido importante para nosotros, relevante. La preparación es la misma que se hace para una final. La arenga, por ejemplo, hablaba de esa importancia. Uno lo asumía entendiendo que había efervescencia a nivel de público. En ese tiempo se entendía que era prácticamente imposible ser campeón. Estos chicos nos enseñaron que no lo es. Que se puede ganar", amplía.
Las manos vacías
José Sulantay, el técnico al que se le atribuye la gestación de la Generación Dorada, no comparte el juicio de su pupilo más ilustre. "No estoy de acuerdo con lo que dijo Vidal. No van a ser primeros o segundos toda la vida. Chile en toda su historia nunca lo fue Lo que plantea Arturo es un antecedente peligroso. Hay que mirar cómo está nuestro fútbol y qué realmente somos a nivel de nuestros campeonatos como para autoimponernos ser campeones siempre. Lo que se consiguió fue muy meritorio, pero no puede tomarse como una obligación", enfatiza el conductor de la Selección Sub 20 que logró el tercer puesto en el Mundial de Canadá.
"Si uno mira en perspectiva, el tercer lugar que conseguimos en Canadá fue trascendente y este también puede serlo. El nuestro le generó al país una base de jugadores por 12 años. Y quizás este también aporte en el sentido de la renovación. Lo que pasa es que en esta Copa América había soberbia. El país estaba así, la prensa estaba así. Yo procuro ser más frío en el análisis y poner todos los elementos sobre la mesa", explica.
El entrenador coquimbano reconoce, eso sí, que en la antesala a la definición que terminó en la medalla de bronce para la Rojita que dirigió, sintió cierta decepción. "Yo había sentido el golpe, pero Hugo Tocalli (el técnico de Argentina, verdugo de Chile en la semifinal) me aclaró y me dijo: 'estos muchachos no merecen irse sin una medalla'. Eso me levantó el ánimo. Yo no me iba a entregar, está claro, pero esas palabras me sirvieron mucho. Luego se los advertí a los jugadores: el que vale es el que se levanta después de caer", recuerda.
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