La íntima despedida de Martínez frente a sus generales y la molestia con el gobierno

Ricardo Martínez.
El excomandante en jefe del Ejército, entregando un discurso final a su cuerpo de generales, en el Edificio Bicentenario.

El miércoles por la tarde, tras entregar su discurso y renunciar en la Escuela Militar -para evitar que su situación judicial empañara el cargo-, el general llegó hasta el Edificio Bicententario a reunirse con sus tropas. Citó al cuerpo de generales y sus colaboradores más cercanos para reiterar una vez más su inocencia ante la vinculación al caso "fraude en el Ejército". Las últimas horas de Ricardo Martínez al mando de la institución castrense estuvieron marcadas por la soledad y la incomodidad que le provocó la ausencia del ministro de Defensa y sus pares de la Armada y la Fuerza Aérea en su última intervención como jefe castrense.


Cuando el comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, ingresó al Aula Magna de la Escuela Militar para entregar su última cuenta pública -la mañana del miércoles 2- miró el auditorio y de inmediato se dio cuenta de que su despedida estaría marcada por la soledad. Al revisar las gradas notó la ausencia del ministro de Defensa, Baldo Prokurica, y las máximas autoridades de las otras ramas de las Fuerzas Armadas (FF.AA.). No había representantes de la Armada, ni la Fuerza Aérea (Fach). Tras sacudir su cabeza, levantó la frente y subió al escenario. En menos de una hora comunicaría que ya estaba fuera de la entidad castrense, que había renunciado tras haber sido citado a declarar en calidad de inculpado por la jueza Romy Rutherford en el caso “fraude en el Ejército”.

Desde su entorno dicen que la situación le extrañó. En La Moneda sabían de su dimisión y -entonces- desde esa perspectiva entendía que el secretario de Estado se quisiera marginar del acto, pero la situación de los otros comandantes en jefe -para él- no tuvo explicación. Su relación con ellos se enmarcaba dentro de la cordialidad que caracteriza a quienes visten uniforme, pero tal vez -dijo a sus cercanos- prefirieron no ir dado el complejo escenario judicial que estaba atravesando. En horas de la noche de ese mismo día tendría la respuesta al desaire de sus compañeros de armas.

Pese a que nadie le avisó que el ministro Prokurica no se presentaría ese día, cuentan sus cercanos, igual lo esperaba. Desde el gobierno cuando La Tercera reveló su citación a declarar en calidad de inculpado el lunes 28 ya le habían manifestado que no era adecuado presentar el libro que Martínez preparó durante cuatro años y que se pretendía fuera ‘broche de oro’ para cerrar su gestión. En el texto, titulado “Reflexión sobre las actuaciones del Ejército y sus integrantes en los últimos 50 años y sus efectos en el ethos militar”, y que tiene 120 páginas, el general repasa distintos momentos históricos que marcaron la institución que dirige, desde la dictadura en adelante. Ahí se mencionan las lecciones aprendidas tras el régimen de Augusto Pinochet y también el caso “fraude en el Ejército” que ha impactado a militares y el generalato en el último tiempo. Por todas estas situaciones es que autoridades del Ejecutivo le expresaron recelo a que ocupara la instancia para “lanzar” un libro que -debido a su actual escenario judicial- lo exponía aún más.

El martes 1 en la noche, cuando la ministra Rutherford ya había rechazado su solicitud para modificar la fecha de su interrogatorio y ya era un hecho que debería afrontar la diligencia como comandante en jefe activo, le reiteraron de La Moneda lo poco adecuado que era hacer alusión a su texto histórico. Contra todas estas aprensiones del mundo civil, el general igual ordenó que el libro fuera subido a la web para que cualquier ciudadano tuviera acceso. Quienes conversaron con él explican que para Martínez era importante este hito dada su condición de militar apegado a la historia castrense.

La tozudez del ahora excomandante en jefe, dicen al interior del Ejército, le costó la presencia del ministro Prokurica y otras autoridades del Ejecutivo en su última intervención como máxima autoridad del Ejército.

“Soy inocente”

Ya con la renuncia anunciada públicamente ante casi 300 militares y la prensa presente, el ya retirado general Martínez se trasladó hasta su oficina en la Comandancia en Jefe, ubicada en el Edificio Bicentenario, justo al frente del Parque O’Higgins.

Allí estuvo un par de horas, hasta que en la tarde bajó hasta el patio principal del recinto donde reunió a todo su alto mando, más un grupo de estrechos colaboradores que lo acompañaron durante cuatro años. Fue una despedida íntima. Se improvisó una tarima y desde allí manifestó ante su círculo de hierro: “Soy inocente, pero confío en el debido proceso”.

En la ocasión, tal y como lo había dicho en su discurso antes de renunciar, el general Martínez insistió en sus críticas a las pocas garantías que da la justicia militar y a las pocas herramientas con las que cuentan para defenderse cuando se abre un proceso judicial en contra de un integrante de las FF.AA. No dio nombres, ni mencionó a nadie puntualmente, pero afirmó que esperaba una reforma a este sistema de justicia, y reiteró que no tenía nada que temer, que siempre actuó de forma recta.

Al término de la actividad le entregaron un gallardete, una especie de bandera pequeña con los símbolos del Ejército. Ya más relajado y conversando con quienes ahora serían sus excompañeros se enteró por qué el almirante Juan Andrés de la Maza y el jefe de la Fach, y el general Arturo Merino no habían ido a su cuenta pública. Tras la decisión, le comentaron quienes habían hecho las averiguaciones, estaba el gobierno.

Según distintas fuentes castrenses, la información que se les entregó a los cercanos de Martínez fue que el ministro Prokurica había mandatado al subsecretario de Defensa, Cristián de la Maza, para que llamara y solicitara expresamente a las otras máximas autoridades de las Fuerzas Armadas que no asistieran al acto de la Escuela Militar. Pese a la sorpresa, ya a esas horas -comentan quienes participaron de esa despedida íntima- no había ánimo de polemizar. Consultado el Ministerio de Defensa, hasta el cierre de esta edición, no hubo un pronunciamiento por estas versiones del Ejército.

Al interior del edificio Bicentenario dicen que ya se dio vuelta la página y ahora deberán afrontar un nuevo flanco. En seis días más los focos volverán a las acciones del Ejército. El 9 de marzo se concretará la ceremonia de asunción del general Javier Iturriaga, y Martínez, de civil, buscará en paralelo resolver cómo enfrentar la investigación penal que sacudió su mando y que este jueves sumó un nuevo capítulo cuando no se presentó ante la jueza Rutherford tras interponer una apelación al rechazo a su petición de ser interrogado en su domicilio y con abogado. Esta situación motivó la presentación de un amparo ante la Corte Marcial para evitar que la magistrada dictara una orden de detención en su contra, medida que -hasta el cierre de esta edición- aún no había sido adoptada por el tribunal.

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