La mortal deuda pendiente entre “Los Risas” y “Los Macacos” que conecta balacera en Espacio Riesco con peligrosas bandas criminales de Santiago

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Fueron $ 15 millones los que desataron la pugna entre ambos grupos dedicados al tráfico de drogas en la zona suroriente de la Región Metropolitana, quienes se vieron las caras el pasado 26 de junio en el centro de eventos ubicado en Huechuraba. El OS-7 de Carabineros interceptó teléfonos y siguió los pasos del líder de una de estas agrupaciones delictuales, quien tiene un patrimonio de $ 2 mil millones distribuidos en casas, centros de eventos y 26 "soldados" bajo su mando.


Carlos Alberto Retamales (38) salió el 19 de noviembre del año pasado del penal Santiago 1. Lo hacía luego de estar casi seis meses en prisión preventiva por el delito de tráfico de drogas. Sin embargo, con la investigación aún en vigencia, el tribunal determinó el cambio de medida cautelar a arresto domiciliario nocturno; es decir, no podía salir de su departamento en La Florida entre las 22.00 y las 6 de la mañana. Algo casi imposible de cumplir para quien tenía la propiedad de distintos centros nocturnos de Santiago y uno de los nombres más respetados en el hampa, a cargo del grupo delictual denominado “Los Macacos”.

A su cargo tenía 26 “soldados” repartidos por La Florida, San Ramón y Puente Alto para el tráfico de drogas, según la investigación policial. La organización estaba bien dotada: chalecos antibalas, armas de grueso calibre y distintas “caletas” en el sector suroriente de la capital, donde mantenían las llamadas “zonas de seguridad”. Además, tenían un paraguas financiero no menor, permitiendo lavar el ingreso de dinero obtenido de la venta a drogas a través de discotecas y empresas ficticias.

El negocio le reportaba grandes ganancias al líder de la banda, de hecho un análisis de Carabineros y la fiscalía estimó su patrimonio en $ 2 mil millones, pero como revelaron sus conversaciones pesquisadas por la policía, siempre distribuía el dinero para todos los integrantes de su grupo. Por lo mismo, mensualmente los invitaba a pasar el día en una de sus propiedades, en la Hacienda El Peñón, en el sector de Las Vizcachas, en la comuna de Puente Alto, donde las fiestas se realizaban casi siempre alrededor de la piscina que Retamales tenía en el centro del patio y con sus iniciales grabadas en el fondo del agua (ver foto).

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Una vista aérea de la casa de Retamales, líder de la banda "Los Macacos". En la imagen se ve la piscina que mantiene sus iniciales en el fondo del agua.

Pero esa estructura que funcionaba de manera aceitada y casi sin imperfecciones dejó un cabo suelto. En agosto de 2020, efectivos de la PDI intentaron ingresar a la población Los Quillayes, en La Florida, sin embargo, de la nada, ráfagas de disparos llegaron desde todos lados, hasta que lograron expulsar a los detectives del lugar. El saldo: dos policías heridos y más de 100 disparos percutados.

El gusto que se quisieron dar “Los Macacos” no salió del todo bien y puso en la mira del Ministerio Público lo que estaba pasando en esa zona, pues el alto poder de fuego llamó la atención de los investigadores. Así comenzó una investigación que recayó en el OS-7 de Carabineros, quienes intervinieron teléfonos y comenzaron a seguir de cerca cómo se movía este peligroso grupo delictual de la Región Metropolitana.

La estadía de Retamales en Santiago 1 frenó -de alguna manera- las pesquisas, por lo mismo, una vez que salió en libertad nuevamente el grupo volvió a activarse. Con su líder tras las rejas no era mucho lo que podían hacer, pero ya con él en libertad el negocio volvió a impulsarse y atraer a los “socios” comerciales del grupo, entre ellos, otra peligrosa banda del sector: “Los Risas”.

Un “fierro” en Nikkita

Eran los dueños de las operaciones delictuales en San Ramón, La Granja y La Florida. “Los Risas”, reconocida organización de narcotraficantes, se ganaron un nombre en la calle, desde el 2010 en adelante, cuando los hermanos García Toloza activaron una estructura criminal que importaba droga desde Bolivia y la repartía por Santiago. La tecla, nuevamente, es la misma que viene marcando a los nuevos carteles de narcotraficantes: lujos, alto poder de fuego y disputas territoriales.

Si bien entre “Los Risas” y “Los Macacos” no había una amistad marcada, sí lograban convivir. Se dividían parte de La Florida y San Ramón, por lo tanto la “la fiesta” la mantenían en paz, hasta que las cuentas no calzaron.

Según los antecedentes del caso, Alan Valdebenito (34), alias “El Lalai” -integrante de “Los Risas”- les quedó debiendo $ 15 millones a “Los Macacos” de una venta de droga compartida entre ambas bandas. La ganancias no habrían sido bien compartidas, lo que tensionó las relaciones entre ambos grupos delictuales, comenzando así aprensiones de un lado y otro. Tanto así que Reyner Serrano (26), integrante de “Los Macacos”, fue el encargado de extender la molestia del grupo y darle un ultimátum a “El Lalai”, quien, mirando a los ojos a su interlocutor aceptó la reprimenda. Por dentro, sin embargo, mascó la rabia y prometió cobrar la amenaza.

Con esa sensación de querer terminar el problema llegó el 26 de junio “El Lalai” a Espacio Riesco. Zona vip, luces bajas y una fácil burla al sistema detector de metales de la fiesta de la productora Nikkita en Espacio Riesco. No era la primera vez, según cuentan fuentes del caso, que “Los Risas” se movían a sus anchas por estas fiestas.

Pasó desapercibido, hasta que la pareja de Serrano lo vio y, sin encontrarlo, le hizo llegar un mensaje: “Oye, está ‘El Lalai’ acá. No vaya a ser que te vaya a dar caldo (pelea). Parece que lo vi con un fierro (pistola)”. “El Lucas”, como era conocido Serrano, le dijo que mantuviera la calma: “No pasa na’. Estamos en el vip, hay mucha gente, así que tranquila”.

No pasaron ni 15 minutos y siete disparos volaron por el centro de eventos ubicado en Huechuraba. El integrante de “Los Macacos” logró zafar, aunque quedó herido en una de sus piernas, por lo que rápidamente fue sacado por su mujer, quien de inmediato llamó por teléfono al líder de la banda: “Nos dispararon, tuve que salir disparando para que me dejaran pasar. Nos vamos a la clínica, este weón (sic) está grave”.

Del otro lado de la línea, agentes del OS-7 escuchaban la conversación y se acordaba que el caso debía tener un final rápido. O Retamales se iba del país o empezaba a dar pasos en falso.

Protocolo de seguridad activado

Esa misma noche, el líder de “Los Macacos” decidió que había que tomar distancia de la contingencia, pero ya era seguido por la policía. Según las imágenes que pudieron recabar los investigadores, esa misma noche llegó hasta “una casa de seguridad” en San Ramón, desde donde salió escoltado por sus “soldados”, chaleco antibala y dos armas en sus pantalones.

Luego de eso, enfiló hacia su casa en la Hacienda El Peñón, ahora no para festejar, sino para preparar la huida y una eventual venganza. De acuerdo a lo que pudieron escuchar policías y fiscales, la banda esperaba que ahora fueran por su líder, sin embargo, habrían prefiero actuar sobre seguro. No salir del lugar y esperar lo más posible. No había que exponerse a nada.

Pero en la calle, el resto de los integrantes de la banda tenían que asegurarse de que no irían por su líder. Por eso, para los investigadores no es coincidencia que el 19 de julio haya aparecido el cuerpo de “El Lalai” en una calle de San Miguel, víctima de una serie de disparos en la vía pública, mientras intentaba cambiar una rueda de su auto.

Ya a esas alturas la orden de detención de “Los Macacos” era inminente. Así, la decisión se tomó ese mismo día, dado que el alto riesgo de que ocurrieran más balaceras y ajustes de cuentas en la vía pública, además, coincidió con la recepción de todos los informes de los últimos movimientos comerciales que Retamales intentaba activar desde su casa en Las Vizcachas.

Sin embargo, ya no tenía margen. Los bancos habían recibido las alertas para cancelar sus tarjetas y la policía ya se había dejado caer con 300 efectivos en su casa y en los lugares donde mantenía sus operaciones en La Florida, dejando un saldo de más de 30 personas detenidas y una serie de armas requisadas.

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El allanamiento a la casa de Carlos Retamales.

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