Las frenéticas 168 horas en que Boric se jugó todo por un acuerdo para el 11-S

PUNTO PRENSA PRESIDENTE GABRIEL BORIC
07/09/2023 PUNTO PRENSA PRESIDENTE GABRIEL BORIC FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Como se ha vuelto una costumbre en La Moneda, el Presidente debió apostar su capital político para sellar consensos involucrándose de manera directa con llamados y reuniones de última hora. Pese a que logró que los exmandatarios firmaran la carta, no consiguió uno de sus principales objetivos: que el acto del lunes sea transversal.


“No tengo ninguna duda de que el Presidente Sebastián Piñera es un demócrata”.

Antes de decir esa frase en la entrevista que se grabó el miércoles y qué será emitida este domingo en Mega, el Presidente Gabriel Boric ya había ocupado esos términos para referirse a su antecesor, a quien en el pasado había emplazado en duros términos durante la campaña presidencial.

Pero, esta vez, los elogios abundan para Piñera en las conversaciones con algunos ministros del comité político y asesores más cercanos, luego de que el exmandatario se decidiera a firmar el compromiso “Por la democracia, siempre” en la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado. Y es que para Boric ese texto se transformó en un elemento clave de cara al próximo 11 de septiembre. No solo negoció los términos de su contenido, sino que se encargó de pedir él mismo a sus antecesores y a los presidentes de los partidos políticos que lo firmaran, apostando su capital político en el asunto. Una jugada que, de todas formas, le salió a medias: solo adhirieron los exmandatarios ante la negativa de las colectividades de oposición.

Desde el viernes pasado, cuando recibió a Piñera en La Moneda, hasta el jueves -que fue cuando dio a conocer formalmente el documento ante los medios de comunicación-, Boric se jugó todo por un acuerdo, encabezando durante 168 horas frenéticas tratativas para cumplir con su objetivo.

Así, fue él quien llamó y negoció directamente el texto, lo que ha expuesto nuevamente, según reconocen en el Ejecutivo, la debilitada gestión política del gobierno. En esta ocasión, dicen las mismas fuentes, quienes más lo ayudaron fueron los ministros de la Segpres, Álvaro Elizalde, y su par de Interior, Carolina Tohá, quien también tomó el celular para negociar los términos de un consenso.

El viernes 1 de septiembre Boric recibió a Piñera en su oficina en La Moneda, luego de llamarlo directamente para invitarlo. Ese fue el primer paso para firmar la declaración. Los primeros esbozos del acuerdo ya habían salido entre ambos en las conversaciones que sostuvieron en el cambio de mando en Paraguay, el 15 de agosto.

Para el día de la reunión con Piñera, el Presidente ya tenía un adelanto del documento, que por esos días se titulaba “Compromiso de Santiago” y que contaba con cuatro ejes con prioridad en proteger los derechos humanos y fortalecer la democracia. En ese texto habían participado sus asesores del Segundo Piso: Manuel Guerrero, jefe de contenidos, y también el asesor internacional, Carlos Figueroa.

Pero al exmandatario le pareció que faltaba algo: no era posible sumarse el acuerdo sin condenar también la violencia en todas sus formas, lo decía pensando en el estallido de octubre de 2019. Por ello le hizo sus propios ajustes al texto, también sobre la forma en que se referían al golpe de Estado. A Boric le pareció justo. Su antecesor, por su parte, quedó de ayudarlo con los presidentes de los partidos Chile Vamos, a quienes citó a una reunión el mismo día.

Pero Boric no se quedó solo esperando que Piñera hablara con ellos. Una vez que terminó la cita con el expresidente, contactó directamente a algunos personeros de esa coalición con el objetivo de explicarles el alcance del documento del acuerdo. A ellos les insistió para que se sumaran a la declaración y también al acto en La Moneda del 11 de septiembre.

En la oposición hubo resistencia desde el inicio. El ambiente no era el mejor, a raíz de las últimas declaraciones del Presidente, quien había dicho que Sergio Onofre Jarpa, fundador de RN y exministro, “murió impune” y que el exbrigadier Héctor Chacón, condenado por el homicidio de Víctor Jara, “falleció de manera cobarde”, luego de que se suicidara el mismo día en que murió el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier.

Para peor, el 30 de agosto, el día del Detenido Desaparecido, el Jefe de Estado lamentó la ausencia de Chile Vamos y aseguró que “los habían invitado a todos”. Eso generó un caos en La Moneda, porque se percataron que se habían producido grandes desprolijidades entre los equipos de producción y avanzada de Presidencia y que no se habían asegurado de que los correos electrónicos llegaran a todos.

Por ello, tanto Piñera como los presidentes de Chile Vamos le pidieron un cambio en el tono, sobre todo el senador y presidente de la UDI, Javier Macaya, con quien Boric tiene una relación de confianza.

Así llegó al domingo en Mesa Central, y mientras el Presidente hablaba, todos apreciaron un cambio de tono: reconoció el error con lo de Chacón (algo que le costó asumir) y nuevamente habló de los errores del gobierno de la Unidad Popular, pero cuando se le consultó por el acuerdo, provocó un nuevo conflicto con las directivas de Chile Vamos, porque transparentó las conversaciones con Piñera, Macaya, Gloria Hutt (Evópoli) y Francisco Chahuán (RN) y dijo que estaba esperando su respuesta.

En la oposición no querían adelantar nada, porque buscaban no quitarle protagonismo al aniversario del triunfo del Rechazo, el 4 de septiembre.

El día de Allende

El lunes 4 de septiembre a varios integrantes del Partidos Socialista les llamó la atención que el Presidente no dedicó ninguna palabra al aniversario del triunfo de Salvador Allende en 1970. No fue la primera vez, porque el año pasado, en medio del plebiscito constitucional, tampoco se refirió a esa elección.

A las 12:00, mientras todos los partidos participaron de un hito político por Allende en Morandé, el Mandatario -quien había sido invitado- estaba en una actividad por el proyecto de Ley del Sernac. Eso sí, La Moneda facilitó todas las sillas y producción del evento. La única ministra que participó fue la titular de la Segegob, Camila Vallejo (PC).

Apenas Boric retornó a La Moneda se reunió con la expresidenta Michelle Bachelet, mientras su jefe de gabinete, Carlos Durán, empezaba a compartir el documento con los partidos oficialistas, donde llamó la atención que recibieran el compromiso después que la oposición. Incluso a algunos les llegó al día siguiente, lo mismo que las invitaciones que se han convertido en un dolor de cabeza para el equipo de asesores del Presidente.

Para Boric era importante ser muy cuidadoso con cada actividad en la que participaba, y estaba dispuesto a recibir críticas oficialistas con tal de llegar a un acuerdo con todo el espectro político. Pero los presidentes de Chile Vamos continuaron firmes en su negativa. Macaya el mismo lunes descartó toda posibilidad de firmar un compromiso. De todas formas, las esfuerzos continuaron.

Ese lunes en la noche, el Mandatario fue a ver al expresidente Ricardo Lagos, quien se encontraba con licencia médica en su casa. Con él también conversó sobre el acuerdo y lo sumó a firmar el documento.

El martes, Boric seguía transmitiendo a sus asesores que confiaba en que podía convencer a Chile Vamos de participar. Habló nuevamente por teléfono con Macaya, también con Chahuán y con Hutt, quien se mostraba, al menos públicamente, más disponible a firmar. En esos días el Presidente les explicó que si lo que les molestaba era participar del homenaje y el tono de las actividades, podían hacer algo sobrio, el día anterior, en el ex Congreso Nacional. Así lo confesó el mismo Mandatario en un punto de prensa el jueves en La Moneda, lo que también generó molestia.

Además, el Jefe de Estado hizo un esfuerzo adicional y limitó sus invitaciones personales al acto del 11 -entre los que están la escritora argentina Mariana Enríquez; Mónica Baldotano, y los músicos Tom Morello (Estados Unidos) y la chilena Mon Laferte, entre otros- con el objetivo de ser cauteloso y no generar un clima de tensión. Sin embargo, como los partidos también cuentan con invitaciones, al final la idea de La Moneda no resultó y las colectividades terminaron convocando a personeros como el fundador de Podemos, Pablo Iglesias, cuya figura genera recelo en la oposición.

El miércoles, en tanto, el Mandatario se reunió con el expresidente Eduardo Frei, quien no estará el 11 de septiembre en la conmemoración por un viaje a Estados Unidos, lo que resintieron en el gobierno. Ese mismo día, Piñera tomó la decisión de suscribir al texto, pero de no asistir al evento en la Plaza de la Constitución.

Durante la misma jornada, Boric también optó por no asistir, para evitar polarizar el ambiente, al estreno de la película “El Conde”, del director Pablo Larraín, en la que el protagonista es Augusto Pinochet, que no ha muerto y es un vampiro.

Al día siguiente, con las firmas de todos los expresidentes vivos, el Mandatario salió a presentar el compromiso, entre la alegría de haberlo conseguido y la frustración de no haber convencido a los partidos de Chile Vamos, que se sumaba al clima de tensión entre oficialismo y oposición en el Congreso.

En la ocasión, Boric no solo optó por volver a exponer sus conversaciones privadas con las directivas (al manifestar la intención de hacer el acto el día anterior) y también, en vez de valorar la declaración de Chile Vamos por la conmemoración, decidió volver a criticarlos: “Hay muchos personeros de Chile Vamos que han dicho persistentemente que sin Allende no hubiese habido Pinochet. Yo pregunto honestamente qué es lo que significa eso. ¿Que si hoy tuviéramos un gobierno constitucional que no les gusta podría haber otro Pinochet? Yo espero que no, y en eso creo que todos debemos ser claros”.

Esas declaraciones crisparon aún más los ánimos entre ambos lados, y en Chile Vamos reiteraron que no participarán de ninguna actividad oficial el 11 de septiembre, al igual que Piñera. Tampoco lo hará el Partido Republicano y en Amarillos están en reflexión. Finalmente, la intención del Presidente de hacer un acto transversal, que integre a todo el arco político, terminará en lo que en algún minuto temió: un evento casi en su totalidad del oficialismo, con invitados internacionales.

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