Britney Spears: encarcelada sin rejas
Toxic, Circus, I’m slave 4 U, Me against the music, Overprotected. Son todos grandes hits de la princesa del pop que bien podrían describir el calvario bajo la estricta tutoría legal de su padre. Después de 13 años, y a pesar de haber reconocido previamente los beneficios iniciales de la medida y cómo ésta ayudó a salvar su carrera, ayer clamó públicamente para recuperar su vida. Los tribunales de las redes sociales exigen libertad, pero el caso es más complejo que el espíritu tras un hashtag.
“Han hecho un buen trabajo al explotar mi vida”, dijo Britney Spears en referencia a los medios de comunicación exigiendo que su testimonio fuera público, mientras imploraba ayer por su libertad vía Zoom a una corte de Los Angeles. A los 39 años la estrella pop más grande de este milenio no toma decisiones de ningún tipo respecto de su existencia.
Desde 2008 una orden judicial determinó una tutela que recae en su padre James Spears (68), tras un descalabro emocional con episodios tristemente memorables que la prensa transmitió con ánimo carroñero. El público también hizo su parte. Celebró el ascenso de la chica sureña de origen humilde y virginal ungida princesa del pop en una mezcla de admiración y pleitesía, para luego presenciar su caída con la bilis del regocijo ante la desgracia ajena. Britney y su familia por cierto, en particular la madre, empujaron una carrera desde la infancia con la absoluta determinación de convertirse en estrella pop. “He trabajado toda mi vida”, resumió ayer.
James Spears tiene potestad junto a un fideicomiso sobre su fortuna que asciende a 54.7 millones de dólares. Mientras Britney maneja apenas entre 1500 y 2000 dólares a la semana, James recibe 16 mil mensuales. Según las denuncias de ayer, Britney aseguró ser internada de inmediato ante cualquier desavenencia y drásticos cambios en la medicación incluyendo litio. No puede elegir a sus amistades ni ejercer derechos reproductivos, obligada a utilizar un dispositivo intrauterino que le imposibilita ser madre por tercera vez. Dejó los escenarios en 2019 bajo rumores de un retiro definitivo, a exactos 20 años de su fenomenal debut con “... Baby one more time”, uno de esos momentos en que la cultura pop torció su curso, para abrir paso a una era musical inédita dominada por mujeres.
Envalentonada por el movimiento #FreeBritney que exige desde 2017 por redes sociales y manifestaciones públicas recuperar las decisiones sobre su vida, causa que además ha sido apoyada por estrellas como Cher y Miley Cyrus entre varias, la artista exigió a la corte el fin de la tutela que la ha sometido por más de una década. “Merezco tener una vida”, sentenció, describiendo una existencia miserable. “No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enojada y deprimida. Lloro todos los días”.
La artista también manifestó su disconformidad con asistir tres veces por semana al psiquiatra, descartando los efectos de la terapia. “Siempre he pensado que puedo llevar mis problemas a Dios”. Por lo mismo, no desea ser evaluada para recuperar su libertad.
La jueza Brenda Penny le pidió en un par de ocasiones que hablara más lento en beneficio de la transcripción, en medio de un discurso que se extendió por 20 minutos.
Tóxica
En los tribunales de las redes sociales esta es una historia de blanco y negro donde Britney es la heroína encarcelada sin justificación, el padre el villano, y los usuarios como escuderos llamados a defender su libertad ante la justicia.
Por supuesto, la realidad del caso es mucho más compleja. La intervención de tribunales en 2008 no fue un asunto parcializado y antojadizo, sino basado en una debacle personal y artística de generosa cobertura mediática, que arrastraba episodios como un efímero matrimonio en Las Vegas en 2004, la tumultuosa relación con el bailarín Kevin Federlaine, el padre de sus hijos que se involucró con la cantante cuando tenía embarazada a una novia, y con quien protagonizó un vulgar reality show titulado apropiadamente Britney & Kevin: Chaotic (2005).
Fueron los años en que Britney daba noticias por las regadas fiestas junto a Paris Hilton incluyendo fotos sin ropa interior (que lance la primera piedra la estrella pop que no atravesó la fase parranda 24/7), y un comportamiento irresponsable tras el volante manejando con uno de sus bebés en el regazo.
La crisis estalló en febrero de 2007, el incidente donde se rapó ante las cámaras para luego emprender a paraguazos contra los paparazzis. Fue el episodio definitivo retratando su desesperación y hastío. Cuando reapareció en los premios VMA de septiembre de 2007 era una autómata. En la serie animada South Park no dejaron pasar su calvario. Britney Spears protagonizó un memorable, cáustico y triste episodio con la estrella pop sobreviviendo a un intento de suicidio, a pesar de perder la mitad de la cabeza incluyendo el cerebro.
La justicia de California establece una curatoría o tutela que protege a quien “no puede satisfacer adecuadamente sus necesidades personales de salud física, comida, ropa o refugio”, o para alguien “sustancialmente incapaz de administrar sus propios recursos financieros o resistir el fraude o la influencia indebida”.
Si la justicia no hubiera intervenido, quizás el destino de Britney hubiera sido el mismo de Whitney Houston, muerta en una bañera en 2012, otra estrella encarcelada por el éxito y demonios internos. En cambio, con la tutoría Britney retomó su carrera publicando tres álbumes, participando con una paga récord como jurado en un programa de talentos, y una exitosa residencia en Las Vegas.
A diferencia de lo sostenido por los defensores del #FreeBritney, convencidos que la cantante siempre fue reacia a la medida legal, la artista ha reconocido en otras declaraciones ante el tribunal que la intervención la libró “de un colapso, la explotación por parte de individuos depredadores y la ruina financiera”, permitiendo que recuperara su “posición como artista de clase mundial”.
Los seguidores bajo el hashtag también creen que el padre se ha enriquecido, pero lo cierto es que James Spears tiene que dar cuenta detallada de sus gastos al tribunal, más los informes que el propio juzgado elabora.
El padre ha cedido parcialmente la tutoría. Desde 2019 sólo mantiene el aspecto financiero de su hija (ha configurado 16 empresas para esos manejos), mientras los asuntos cotidianos y domésticos están a cargo de Jordi Montgomery, profesional nominado por la justicia.
Britney Spears dijo ayer que su padre merece cárcel. Sus abogados hablaron de “miedo” de la estrella hacia su progenitor. Tanto Britney como su madre han calificado como alcohólico a James Spears. La ex esposa, con quien estuvo casado hasta 2002 para luego volver en 2010 y separarse nuevamente (entre medio James se sometió a una vasectomía que no controló y la embarazó), calificó en noviembre como “tóxica” la relación entre padre e hija. En lo inmediato, Britney Spears ha dejado en claro que mientras persista este régimen que considera carcelario bajo su progenitor, no retomará la música.
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