Llegada de Rodrigo Mardones como director médico agita aún más las aguas en la pugna intramuros de la CLC

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El nombramiento lo hizo el grupo controlador y el fin es apaciguar la batalla que se ha generado entre los accionistas mayoritarios y los médicos accionistas. No obstante, se avizora un complejo panorama para lograr el fin encargado.


La tensión entre el cuerpo médico de Clínica Las Condes y la administración puesta por la controladora Cecilia Karlezi, sigue andando. Y es que en medio de la disputa legal que mantiene hoy día enfrentada a las partes en la justicia, se le suma el arribo de Rodrigo Mardones como nuevo director médico de CLC, situación que cae como un balde de agua fría entre los profesionales de ese centro de salud.

Rodrigo Mardones pasa a ser el director de los médicos de CLC.

El nombramiento lo hizo el grupo controlador y el fin es apaciguar la batalla que se ha generado entre los accionistas mayoritarios y los médicos accionistas. El presidente de la compañía y pareja de Cecilia Karlezi, Alejandro Gil, hasta ahora no ha dado su brazo a torcer, a tal punto que se ha parado de una reunión en que debían acercar posiciones con los médicos. Estos últimos, conformaron un equipo negociador por otro que sabe de peleas duras: César Barros. No obstante, la llegada de Mardones tendrá un terreno difícil para lograr el objetivo.

Conocido entre sus pares por tener un carácter fuerte, Mardones sería la nueva carta que se jugaría el presidente de CLC Alejandro Gil para fungir el rol de intermediario en el conflicto entre la administración y el cuerpo médico. Sin embargo, “lo que ellos no saben, es que tiene poco arrastre dentro de los médicos”, cuenta uno de los doctores de ese centro de salud. El nuevo director médico no es visto, hasta ahora, como alguien que genere cohesión en este momento de crisis.

Mardones es médico egresado de la Universidad de Chile, con una especialización en cirugía reconstructiva de cadera y rodilla, y además cuenta con otra especialización en terapia celular. Pero más allá de lo meramente profesional, también es conocido por su veta empresarial, ya que, entre otras cosas, en 2013 fundó un banco de células madres (Bioscell) con patrocinio de Corfo, y a su vez ha tenido una activa participación en el negocio inmobiliario. Una muestra de ello fue su paso por la Inmobiliaria Marina Golf Rapel.

En declaraciones realizadas en 2017 a Diario Financiero, en su calidad de representante de Gami (Grupo de Accionistas Médicos Independientes), un grupo de médicos accionistas de la CLC, se había manifestado a favor de que hubiera un grupo controlador más definido en la sociedad. “Cuando existe un controlador las cosas se pueden resolver más rápido, pero tampoco es garantía. El éxito en cualquier hospital, con cualquier naturaleza jurídica y régimen de propiedad, estará determinado por el nivel de integración y visión compartida entre la empresa y los equipos clínicos”, afirmaba.

Otra declaración que da algunas luces de su pensamiento sobre CLC es la que hizo a La Segunda en 2014: “Clínica Las Condes está dejando de ser esa empresa familiar que hace treinta años la formó un grupo de amigos con un sueño. El poder corporativo hoy está definido por el poder de las acciones”.

Ahora, lo que más inquieta al cuerpo médicos de CLC es el por qué poner a Mardones en un rol negociador. Creen que la jugada de Gil va a actuar como acelerador en el conflicto que se vive al interior de la clínica. “Lo que necesita es una figura de consenso, alguien dialogante, no impositivo”, sostiene un médico.

En qué va el conflicto

Tras la intención de la administración de Cecilia Karlezi de cambiar el contrato marco de arrendamiento a partir del próximo primero de octubre, mejorando las condiciones para la empresa, el cuerpo médico de ese centro de salud interpuso a principios de mes ante la Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de protección para impedir este cambio y alegar vulneración a sus derechos fundamentales.

Dicho recurso fue declarado admisible por la instancia legal el 9 de septiembre pasado y, además, se dictó orden de no innovar, con lo que la intención de la administración por cambiar el contrato marco quedó congelada hasta tanto la disputa legal no se resuelva.

La disputa legal sigue andando, y hasta ahora no se ve una pronta resolución del conflicto. Pese a que a la interna las negociaciones se han seguido dando, las partes no logran concitar acuerdos. Desde el cuerpo médico el principal reproche responde a la unilateralidad en que la administración ha tomado las decisiones, mientras que del lado del controlador la visión por modernizar la institución es la que pesa.

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