Portavoz de Médicos Sin Fronteras en Afganistán: “La situación humanitaria desde la llegada de los talibanes se agravó mucho”

Hospital MSF
Hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras en la localidad de Lashkar Gah, provincia de Helmand, en enero de 2022. Foto: MSF/Oriane Zerah

José Mas Campos explica a La Tercera que una serie de factores han deteriorado el estándar de vida de los afganos, como la sequía, la falta de liquidez, el desempleo y las enfermedades.


Como coordinador de operaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Afganistán, José Mas Campos ha visitado el país de Asia del Sur en varias oportunidades desde comienzos del año pasado, incluso antes de la llegada de los talibanes al poder el 15 de agosto de 2021.

“Afganistán es un país que lleva en guerra más de 40 años y además en guerras sucesivas contra diferentes rivales, y algunos de ellos incluso tienen guerras intestinas entre señores de la guerra, entre diferentes etnias. Entonces es un país que históricamente cuenta con un sistema de salud deficiente e insuficiente para cubrir las necesidades de toda su población, que en la actualidad se encuentra en torno a los 40 millones. Entonces estas son deficiencias históricas que se han producido desde hace un año hasta la actualidad. La situación previa a la toma de poder de los talibanes, en agosto de 2021, ya era mala en este sistema de salud. Sin embargo, estaba apoyado por muchísimos actores humanitarios, de desarrollo, había muchas organizaciones con financiamiento de diferentes donantes, con lo cual había más actores que podían contribuir a prestar servicios médicos a una buena parte de la población”, explica Mas Campos en conversación con La Tercera.

¿Cómo describe la situación humanitaria y médica previa a la llegada de los talibanes?

La llegada de los talibanes fue como un efecto dominó y en dos semanas conquistaron el resto del país. Fue fulgurante, pero llevaban 20 años trabajando en eso, fue una campaña muy larga. Entonces, antes de agosto de 2021, había zonas del país y poblaciones que estaban más aisladas, porque se encontraban más cerca o en las inmediaciones de las zonas de conflicto con frentes abiertos, bombardeos. Esa inseguridad causada por la contienda impedía que mucha gente tuviera acceso a hospitales, a clínicas. Con lo cual había una situación que era bastante deficiente. No toda la población tenía acceso a servicios de salud, ya fuera por la inseguridad o por las meras deficiencias de un sistema de salud, a pesar de los apoyos de actores humanitarios.

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Afganos caminan por las calles de Kabul. Foto: Archivo

¿Qué ocurrió cuando llegaron los talibanes?

Lo que pasó es que, dada la incertidumbre, no se sabía cómo ‘iban a gobernar’ los talibanes, no se sabía qué tipo de regulaciones se iban a imponer. Había miedo de que la violencia ahí pudiera continuar, de que hubiera más rebelión. Y a toda esta incertidumbre se le unieron, además, las sanciones económicas y, por tanto, los recortes. Los recortes de financiamiento humanitario y de desarrollo hicieron que se produjera un éxodo brutal de los otros actores, no sólo en el sector sanitario. Y hasta que los fondos, hasta que el dinero de los donantes no vuelva, de algún modo, muchos, muchos actores entonces optaron por salir. En el caso de Médicos Sin Fronteras, como recibimos financiamiento directamente de personas como tú y como yo, no recibimos financiamiento institucional ni gubernamental, pudimos seguir trabajando, porque teníamos independencia financiera y operacional. Nuestras prioridades las marcan las necesidades de la gente. Entonces concluimos que debíamos seguir trabajando en los cinco proyectos que teníamos abiertos en ese momento. Y lo pudimos hacer porque también teníamos contacto con las partes del conflicto desde hacía tiempo, entonces nos conocían, habíamos explicado nuestro trabajo, quiénes éramos, nuestros principios y nos respetan. Entonces por eso pudimos continuar, ya sea antes, durante y después de agosto de 2021. Pero la situación humanitaria desde entonces se agravó mucho por el éxodo masivo de actores humanitarios.

¿Qué otros factores han influido para este deterioro de las condiciones humanitarias?

Ya había una sequía que se anunciaba el año pasado y que evidentemente ha provocado que mucha gente tenga menos acceso no solo al agua para beber, sino que también al agua para cultivar. Entonces ya se preveía que mucha población se iba a ver afectada por la inseguridad alimentaria. Hay muchos informes que señalan de que muchas personas están en riesgo de inseguridad alimentaria. Es un riesgo. Entonces esa sequía combinada con las sanciones económicas y el corte de financiamiento, ha provocado también una crisis de liquidez brutal. La gente no ha tenido dinero para comprar los alimentos, no ha tenido dinero para pagar los arriendos, para pagar los servicios básicos. Incluso antes hubo un racionamiento y las familias no tenían acceso al gas, a la liquidez. Y ha habido una crisis financiera y económica. Esto se suma al desempleo rampante, con lo cual hay muchas familias que dependen de una sola persona que es la única que tiene empleo y esa persona es la que alimenta a todas estas familias, con lo cual hay muchas familias que de comer tres veces al día han pasado a comer solo una. Estas familias postergan mucho la búsqueda de cuidados médicos debido a que hay que pagar transporte en muchas situaciones, también hay que pagar los servicios médicos. Entonces, debido a esa combinación de factores y luego la inflación de los precios que también se ha producido incluso antes de la guerra de Ucrania, es una crisis humanitaria que ya venía de 40 años, por así decir, pero que se ve acuciada por factores naturales como la sequía. Hace poco también ha habido un terremoto. Esto ha obligado a que todas las familias tengan que apretarse el cinturón y hacer elecciones difíciles respecto de dónde invierten el dinero.

MSF
Un médico y un enfermero de MSF examinan a un paciente en el hospital, apoyado por la organización en la localidad de Lashkar Gah, provincia de Helmand, en enero de 2022 Foto: MSF/Oriane Zerah

¿Entonces, las sanciones junto con el éxodo de las organizaciones humanitarias provocaron un deterioro de la ya mala situación?

Exacto. Sin entrar evidentemente en discusiones políticas que no son nuestra labor, lo que vemos es que el sistema de salud ya era precario antes de la toma de poder de los talibanes y era insuficiente para cubrir todas las necesidades de toda la población afgana. Aunque se ha aliviado un poco, porque se aliviaron las sanciones económicas que se impusieron justo después de la llegada de los talibanes, sigue sin ser bueno, porque es un sistema de salud que está infrafinanciado y recibe menos dinero ahora que antes de los talibanes. No hay suficiente suministro médico, ni equipamiento médico, ni medicamentos, y no hay suficiente personal sanitario.

¿Cuál es la situación a nivel sanitario?

Hay cosas más estructurales que ocurren cada año, que son estallidos epidémicos, porque el sistema de salud no permite que haya un programa de vacunación de rutina que alcance una cobertura mínima en los niños, por ejemplo, de menos de cinco años. Entonces ahí hay un sarampión que este año ha matado muchos niños. Incluso se habla de que pudiera resurgir la polio, que debería ser una enfermedad erradicada. Tenemos cosas estructurales como la diarrea estacional durante el invierno. Con las temperaturas tan extremas, las neumonías y las infecciones respiratorias también traen muchos niños a los hospitales y en muchas ocasiones tenemos dos o tres niños por cama, porque no hay espacio suficiente. Ahora parece que también ha habido sospecha de cólera, aunque no está confirmado, pero hay sospecha de cólera en algunas regiones donde azotó el terremoto, por ejemplo. Y luego siempre está el clásico de la mortalidad maternal o los problemas perinatales.

¿Cómo ha visto las restricciones que les han aplicado a las personas, a las mujeres con la llegada de los talibanes?

Lo que se vio después de las dos primeras semanas de agosto es que la gente dejó de moverse para ir a los hospitales, por ejemplo, porque tenía miedo, no porque la guerra estaba en la puerta de sus casas. Cuando la guerra acabó, lo que se vio, a los pocos días, es que la gente tuvo más acceso, la gente tenía libertad de circulación, porque ya no había guerra, ya no había bombas, no había minas. Entonces la gente se movió más en masa y ahora puede circular más en masa. Eso sí, solo aquellos que tienen suficiente poderío económico para pagar transportes, la gente que sigue, como te digo, afectada por la crisis no. Eso sí propició que los pocos hospitales que estaban abiertos estuvieran desbordados, porque la gente venía desde todos lados para tratarse precisamente esas enfermedades que no habían podido tratarse durante un tiempo. Entonces eso desbordó el sistema de salud y nos obligaba a tener varios pacientes por cama. En todo caso, varía mucho de región a región. Nosotros en los hospitales de Médicos Sin Fronteras hemos podido continuar nuestras actividades del mismo modo en el que las veníamos desarrollando antes de la toma de poder de los talibanes. No hemos recibido ningún tipo de injerencia, ni de interferencia relativa al desempeño y al trabajo de nuestro personal femenino en los hospitales. Hay ciertos proyectos, como la maternidad en un hospital, que es llevada por mujeres y para mujeres. Si no tuviéramos colegas femeninas no podríamos desarrollar ciertos proyectos. Entonces, para nosotros es de vital importancia. Las tradiciones culturales que imperan en Afganistán van más allá de los talibanes, esa es otra cosa.

¿Han visto restricciones de otro tipo?

Solo las mujeres pueden desarrollar cierto tipo de trabajos. Entonces, al menos nosotros en el sector de salud, en nuestro caso de Médicos Sin Fronteras en concreto, no hemos recibido ningún tipo de interferencia. Sí hemos visto algunos ejemplos en cuanto al comportamiento de las mujeres, por ejemplo, en la respuesta a la emergencia por el terremoto de junio. Nos llegaban informes de poblaciones que seguían bastante aisladas y señalaban que las mujeres ya no se habían aventurado a venir a los hospitales de campaña que se habían montado. Primero, por falta de personal femenino. Evidentemente, hay escasez de personal médico femenino en muchas ocasiones. Y también porque las autoridades religiosas no se lo habían permitido hasta ese momento. Entonces nos llegaban rumores de que podía haber mujeres con heridas infectadas que todavía estaban en sus casas, o con otras enfermedades que no venían a tratarse. Esto después, sin embargo, fue cambiando. Pudimos hablar con las autoridades, con quien hacía falta y fueron viniendo más. Pero es cierto, dependiendo de cada región, puede ser que haya ciertas regulaciones que impidan de algún modo o que afecten el acceso a la salud de las mujeres, por ejemplo. Lo que sí sabemos también es que en algunas ocasiones la decisión de recurrir a los servicios médicos no depende de la mujer. Es el marido quien la toma. O es alguien de la familia, puede ser la suegra, por ejemplo. Otra cosa que también afecta es el viaje, ya que tiene que estar acompañada por un miembro masculino de su familia. Este tipo de sistema familiar tradicional, evidentemente afecta al acceso a la salud de las mujeres.

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