Rebecca Bill Chavez, presidenta de Diálogo Interamericano: “Chile ha mostrado mayor madurez democrática que EE.UU.”
Para la actual presidenta del think tank Diálogo Interamericano, al contrario de lo que sucedió en Estados Unidos tras el asalto al Capitolio, en Chile tras el triunfo del Rechazo en lugar de ahondar la polarización se optó por seguir adelante con el proceso, lo que habla bien, según ella, de “la fortaleza de las instituciones”. En esta entrevista, la experta y exsubsecretaria de Defensa para el Hemisferio Occidental de Barack Obama, aborda también el actual panorama de la región.
El 9 de febrero pasado, cuando el régimen de Daniel Ortega liberó a más de 200 presos políticos y los envió en un vuelo a Estados Unidos, Rebecca Bill Chavez estaba en Washington junto a un grupo de nicaragüenses, en una jornada de trabajo en Diálogo Interamericano, el think tank que preside. Por eso, recuerda, que apenas tuvieron conocimiento del hecho fueron al aeropuerto. “Fue una increíble coincidencia”, recuerda emocionada a La Tercera, durante su reciente visita a Chile. Pese a ello, reconoce que es difícil ver una salida a la crisis de Nicaragua.
Desde abril del año pasado la exsubsecretaria de Defensa para el Hemisferio Occidental en el gobierno de Barack Obama fue nombrada presidenta de Diálogo Interamericano, en reemplazo de Michael Shifter, uno de los centros de estudio más prestigiosos de Washington, que tiene en su junta directiva a expresidentes latinoamericanos, como Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso y Ernesto Zedillo, y Sergio Bitar es uno de sus fellows. Reconocida experta en la región, Bill Chavez sigue con especial atención el devenir de América Latina.
En el último tiempo se ha visto un giro hacia la izquierda en América Latina que llevó a algunos a decir que esta cercanía ideológica favorecería mayores espacios de colaboración y unidad regional. Pero lo que se ve hoy son crecientes tensiones y gobiernos de izquierda muy diversos entre sí. ¿Cómo analiza el panorama que vive actualmente la región?
Creo que esa diversidad de izquierdas de la que habla es un punto importante que muchos en Estados Unidos no entienden. Pienso que la actual administración sí lo entiende, pero muchos análisis en Estados Unidos hablan de la nueva marea rosa, de este giro hacia la izquierda en América Latina. Pero no es una izquierda monolítica. Boric es muy distinto, por supuesto, a Maduro, pero también a Lula, a Petro. Me gustaría que eso fuera mejor entendido en Estados Unidos. Pienso que la administración Biden lo entiende, pero hay una tendencia a mirar hacia la región y decir “Oh, dios mío”, se está moviendo hacia la izquierda. Hay muchos análisis en la prensa, muy alarmistas, que dicen que América Latina está siguiendo la senda de Maduro, pero lo que realmente es importante y, lo que deberíamos mirar con más atención, es el estado de la democracia en la región, esa debería ser una consideración más relevante.
Y en ese sentido, ¿cree que hay una mala comprensión de la idea de democracia en algunos de estos gobiernos de izquierda? Se lo pregunto por la polémica que se generó luego de que algunos gobiernos latinoamericanos defendieran a Pedro Castillo, pese su intento de golpe en Perú, que no difería mucho del llevado a cabo por Fujimori en 1992, con la diferencia que esta vez fracasó.
En México, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es muy directo sobre eso último. Estoy de acuerdo, lo de Pedro Castillo fue un intento de autogolpe al estilo de Fujimori. Creo que en el caso de López Obrador, él mismo no es muy democrático. Está minando la democracia, desmantelando la institucionalidad democrática. Lo más reciente fue el cambio del consejo electoral. En su caso, no sé si no entiende la democracia, pero sí se le puede hacer una fuerte crítica sobre las restricciones que ha impuesto a la democracia y el socavamiento de la institucionalidad democrática en México.
¿Cree que en México hay un riesgo de que se siga el camino de Hugo Chávez, como advierten algunos críticos de AMLO?
No veo a México siguiendo el camino de Venezuela, pero sí veo problemas de largo plazo. Uno son las elecciones y el otro la militarización que se está produciendo en México, que creo que no es un problema exclusivo de ese país, lo vimos en otros países de la región. Hay pasos que está tomando AMLO que no quieren decir necesariamente que seguirá el camino de Venezuela, pero sí son peligrosos para la democracia. Cuando AMLO hizo campaña para la presidencia, uno de sus lemas era abrazos no balas, es decir tenía esa idea de sacar a los militares de la seguridad pública, pero está haciendo todo lo contrario. Les está dando a los militares roles que no son tradicionalmente ocupados por militares, como el control de los puertos, la construcción del tren maya o los aeropuertos. Creo que es muy peligrosa la relación que se está estableciendo entre civiles y militares en México.
¿Por qué cree que López Obrador está haciendo eso?
Creo que está politizando a los militares para asegurar que estén de su lado. Uno ve a los militares hoy haciendo declaraciones apoyando las políticas de AMLO, que no es el rol de los militares.
Una de las principales crisis hoy en América Latina es Perú. ¿Cómo ve la situación en ese país y cuáles son los principales problemas que explican, según usted, lo que pasa hoy?
Perú es muy interesante, porque es un país que a pesar de la inestabilidad ha sido capaz de mantener un crecimiento económico. Uno de los principales desafíos es saber si esta crisis va a ser el fin de eso o no. Creo que la intransigencia del Congreso a la idea de convocar a elecciones adelantadas es un problema.
La inestabilidad es un problema crónico en América Latina, ¿por qué cree que la región no logra estabilizarse? ¿Cuáles cree usted que son las principales causas?
Los problemas que está causando la migración en la región, por ejemplo, son los mismos factores que causan esta inestabilidad. En el caso de América Central, la falta de oportunidades, la creciente brecha entre ricos y pobres y la inseguridad de la ciudadanía, que en Chile también está siendo un problema como no lo había sido antes, son algunos de esos factores. No digo que estos estos puntos sean uniformes para todos los países, pero uno lo ve principalmente en América Central. La corrupción y los gobiernos débiles también contribuyen. Y creo que también, la incapacidad de algunos gobiernos de entregar necesidades básicas a la población, como seguridad física y seguridad económica. Esto último es una de las razones de por qué la gente está perdiendo fe en la democracia y apoya gobiernos antidemocráticos como el de Bukele en El Salvador.
¿Cree que los problemas de seguridad en la mayoría de los países de América Latina pueden llevar a que surjan otros Bukele? ¿Cree que ese modelo está despertando simpatías?
Eso ya está sucediendo. No quiero decir que México sea como El Salvador, pero ese apoyo a los militares y esa reversión hacia la vieja mano dura va en esa dirección. El hecho, además, de que Bukele sea tan popular y haya bajado los niveles de homicidios envía un mensaje a otros gobiernos de que eso puede funcionar. Pero no es una solución de largo plazo y lo sabemos por la historia, hemos pasado por otros períodos como estos, donde los gobiernos han recurrido a esta mano dura. Creo que el tema de la militarización es peligroso. Lo vimos en Brasil con Bolsonaro.
¿Cree que la seguridad es hoy el principal desafío de la región?
No, no creo que la seguridad sea el principal desafío, pero sin duda es importante, porque cuando uno les pregunta a las personas cuál es su principal preocupación, la gente va a decir la seguridad. Creo que una recuperación inclusiva post Covid también es clave y es un gran desafío.
Hay también en América Latina un problema de migración como nunca antes se había visto...
Sí, creo que la migración es un desafío para todo el hemisferio. Cuando Estados Unidos habla de inmigración habla de inmigración desde la frontera sur y tiene en el foco el Triángulo Norte, pero hoy ha quedado claro que se trata de un desafío hemisférico que afecta a todos los países de la región. Esto va a requerir colaboración. Sobre este tema, lanzamos algo llamado The City Initiative, porque en varios países muchos de estos asuntos se están manejando mejor a nivel local, por la polarización que existe a nivel nacional. Tuvimos un par de eventos sobre respuestas de las comunidades a la inmigración y hay políticas muy interesantes, como una propuesta para abordar la xenofobia a nivel local. La respuesta de la comunidad internacional a la migración en América Latina ha sido mínima comparado con la que hubo con la crisis en Siria, pese a que los números son mayores aquí. La comunidad internacional tiene que hacer mucho más para afrontar lo que está pasando en el hemisferio. Es necesario abordar el tema de movimiento de los migrantes, pero también los problemas domésticos en cada país que causan la migración.
En ese sentido, ¿cómo ve la situación en Venezuela, que ha sido la principal causa del aumento de la migración en Sudamérica?
Es interesante el cambio de política de Estados Unidos hacia Venezuela y no creo que todo sea por el petróleo y la crisis en Ucrania. La campaña de máxima presión que llevó a cabo Trump no funcionó y las sanciones golpearon más a los venezolanos que al régimen, entonces la estrategia que se está considerando ahora tiene sentido. El problema es que hemos aprendido que cuando se lleva a Maduro a la mesa de negociaciones, éste lo aprovecha para afirmarse en el poder, entonces tiene que haber condiciones claras; y si no se cumplen, poner fin a las conversaciones.
¿Es optimista?
Es difícil ser optimista sobre Venezuela. Estoy feliz de que haya una nueva oportunidad, pero no diría que soy optimista. Sobre lo que sí soy optimista es sobre el aumento de la ayuda humanitaria y que esto debe seguir siendo una prioridad.
En el caso de Chile, ¿qué análisis hace del gobierno de Gabriel Boric y cómo lo están viendo en Estados Unidos?
Creo que el gobierno de Estados Unidos no envió una buena señal en el momento de la asunción al no mandar a nadie de alto nivel, pero creo que ahora hay una mayor comprensión de que Boric representa a una nueva izquierda y que es un demócrata. Sus declaraciones sobre la violación de derechos humanos y las normas democráticas en lugares como Nicaragua es algo que debe ser destacado. Creo que otra cosa que es muy positiva y he pensado mucho en esto en comparación con lo que pasó en Estados Unidos después del 6 de enero, donde en lugar de unirnos nuestro nivel de polarización se extremó. En lugar de tratar de curar las heridas fuimos más adelante. En cambio, lo que veo en Chile después del Rechazo es que en lugar de que los dos lados tomaran vías separadas, hubo una aceptación de la derrota y un nuevo intento de seguir adelante con el proceso. Eso creo que es muy positivo y habla bien de la fortaleza de las instituciones chilenas.
¿Cree que hubo un cambio en la visión de Chile tras el triunfo del Rechazo?
No, no es el triunfo del Rechazo por sí solo, lo que importa es que las instituciones democráticas son fuertes y se puede avanzar. No es un comentario sobre el contenido de la Constitución, sino sobre la capacidad del país para seguir adelante. No puedo dejar de compararlo con la derrota de Trump y como respondimos. Chile ha mostrado mayor madurez democrática que Estados Unidos.
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