Recuperar las confianzas: el diseño y las gestiones detrás de la apuesta de Ribera en Cancillería
Junto con una serie de "gestos", el nuevo titular de la cartera inició contactos con exministros de RR.EE. y figuras opositoras. En el gobierno dicen que la idea es lograr un "diálogo fluido" para evitar enfrentamientos como los que hubo con la centroizquierda durante la gestión de Ampuero.
El domingo, tres días después que el Presidente Sebastián Piñera lo nombrara canciller, Teodoro Ribera (RN) llamó por teléfono al exministro de RR.EE. y presidente del PPD, Heraldo Muñoz. Ambos se conocen hace años y fue, de hecho, un diálogo "amistoso" en el que Ribera le transmitió a Muñoz sus intenciones de tener un contacto fluido y mantener buenas relaciones. Además, le consultó su opinión sobre varios temas, por ejemplo, el acuerdo TPP-11. Ese mismo día, según fuentes de gobierno, el ministro también contactó, bajó los mismos términos, a la excanciller Soledad Alvear y a otros de sus antecesores en la cartera.
Las señales –dicen en la Cancillería– grafican el estilo que busca impulsar Ribera en un ministerio que había estado en el foco de cuestionamientos de la oposición durante los 15 meses en los que estuvo Roberto Ampuero. Así, la apuesta del nuevo canciller, según sostienen las mismas fuentes, es recuperar las confianzas con el Poder Legislativo, particularmente con la centroizquierda, y mantenerlas en el tiempo.
En esa línea, explican que Ribera realizó "varios gestos" durante su primera semana en el cargo. Primero, el lunes se trasladó hasta la sede del Congreso en Santiago para saludar protocolarmente a la Comisión de RR.EE. del Senado, lugar en el que aprovechó de reunirse -por más de veinte minutos- con el presidente de la instancia, José Miguel Insulza (PS). Luego, saludó a todos los integrantes de la comisión y se quedó escuchando la intervención del Muñoz sobre el TPP-11. "Está mostrando que le interesa escuchar a sus antecesores", sostiene una fuente de gobierno.
De hecho, ese mismo día Ribera realizó declaraciones que fueron leídas por la centroizquierda como un contraste con Ampuero. "El Presidente Piñera me entregó instrucciones claras de fortalecer las relaciones internacionales como política de Estado y, por tanto, en ello estamos", señaló, marcando un énfasis distinto al que había en el gobierno antes del ajuste de gabinete: poco antes de dejar el cargo, Ampuero había dicho que "no toda política exterior es una política de Estado", en línea con un mensaje similar que había entregado el propio Piñera cuando defendió la decisión de no sumarse al Pacto migratorio de la ONU.
En el Ejecutivo dicen, en todo caso, que los dichos de Ampuero no estaban "alejados de la realidad", ya que reconocen que cada gobierno "pone su impronta" a la conducción de las relaciones exteriores. Sin embargo, explican que la diferencia está en que se mantenga un "diálogo fluido" con la oposición para evitar enfrentamientos, ya que advierten que "las confianzas se ganan y se rompen". Y eso, reconocen, fue lo que le faltó a Ampuero.
En el gobierno afirman que una segunda señal es que Ribera convocó rápidamente a una reunión con el Consejo de Excancilleres, cita que se concretó esta mañana y que se prolongó por cerca de dos horas. A la salida, Ribera haría otro gesto público al decir que "los excancilleres son personas de experiencia que aportan no solamente criterios distintos, sino que experiencias personales". Y agregó: "Ellos fortalecen la imagen país y una política internacional de Estado". En la cita participaron nueve exministros y no pasó desapercibida la ausencia de Ampuero.
El excanciller Muñoz, además, tras la cita dijo que "me parece un buen camino el que a menos de una semana de su designación se haya reunido con los excancilleres para compartir los principales ejes de la política exterior y poder conversar en privacidad, en reserva, de lo que le interesa al país". Y agregó: "Eso nos interesa a nosotros, cooperar con el ministro para que a Chile le vaya bien. Y eso me parece muy positivo: que se recupere, además, el rumbo perdido de una política de Estado. Eso habla bien del camino que se está emprendiendo".
Muñoz, además, recalcó que "no quiero marcar contrastes, solo quiero decir que el ministro Ribera va por buen camino, un camino que es distinto al que se había tomado antes y creo que es importante abandonar el ideologismo y retomar el sentido de política exterior de Estado".
En el Ejecutivo afirman que Ribera busca mantener buenas relaciones, las que -dicen en el gobierno- se encontraban "dañadas" durante la gestión de Ampuero. Y agregan que, para ese objetivo, le juegan a su favor sus conexiones políticas y el haber sido parlamentario. "No creo que él (Ampuero) haya tenido una mala relación, pero es indudable que mi pasado parlamentario facilita desentrañar más rápido los códigos", dijo Ribera el lunes, dejando entrever parte de ese diagnóstico. Así, en el entorno del secretario de Estado sostienen que su idea es generar "posibilidades de diálogo mucho más directas y estableciendo puentes que sirvan más allá de las formalidades de temas de Estado".
En la oposición, de hecho, ya ven con optimismo la llegada del nuevo canciller. "Es una persona conocedora de los temas de derecho y de derecho internacional en particular, es decir, conoce mucho los problemas de temas fronterizos, limítrofes del país (...). Me queda claro que para él los temas del derecho internacional están muy presentes. Creo que vamos a tener una buena relación con él, es una persona bien intencionada que quiere resolver los problemas que hay", señala Insulza, respecto a la conversación que sostuvo con Ribera.
División de tareas con Piñera
En su primera semana como canciller, Ribera tuvo una intensa agenda. El lunes, además de ir a saludar a la Comisión de RR.EE., se reunió con el jefe del Segundo Piso de La Moneda, Cristián Larroulet, con el objetivo de hacer un levantamiento de toda la información relativa a su cartera. Posteriormente, se reunió con la ministra de la Segegob, Cecilia Pérez, quien le entregó las primeras instrucciones comunicacionales. Y al día después tuvo su primera reunión bilateral con Piñera, instancia en la que le fijó las directrices para su gestión.
En esa oportunidad, según fuentes de gobierno, se acordó que habrá una distribución en la agenda internacional entre el Mandatario y el canciller. Por ejemplo, para la gira a Palestina, Israel y Japón -que iniciará este domingo el Mandatario- no irá el canciller. Ribera, sin embargo, viajará a Medellín para participar del encuentro de la OEA, instancia para la que ya tiene agendadas reuniones bilaterales con sus pares y espera reunirse con miembros del Grupo de Lima para conversar sobre Venezuela. Sobre este último tema, además, el canciller encabezará entre el 23 y 25 de junio el seminario "transición pacífica a la democracia: el caso de Chile". De igual manera, según las mismas fuentes, Piñera instruyó a Ribera para que asista al cambio de mando en Panamá.
Si bien Ampuero también tenía actividades paralelas a las del Mandatario, este diseño, según cercanos a Ribera, marca un "contraste" con lo que el Presidente hacía con Ampuero. "Hay una sincronización distinta y división de roles para optimizar la política exterior", aseguran.
El jueves, en tanto, Ribera se trasladó al Congreso en Valparaíso, lugar donde se reunió con el presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores (DC). Ese día, además, se aprobó su primer proyecto: el acuerdo de asociación entre Chile y Reino Unido.
Entre los desafíos al corto plazo que deberá enfrentar el nuevo titular de Relaciones Exteriores está la modernización a la Cancillería que entra en vigencia en julio y las relaciones bilaterales con sus vecinos, particularmente Bolivia, sobre todo por la demanda ante La Haya por el caso Silala.
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