Subdere en problemas: Salaberry, el UDI que ocupa uno de los cargos más codiciados del Estado
En La Moneda le dijeron que debe demostrar que es falsa la denuncia de que se pasó tres luces rojas y que insultó a un funcionario municipal. Por mientras, sigue en su cargo. Pero la Subdere ha sido por décadas un botín político, con el poder de asignar millones y millones en proyectos vitales para los alcaldes que pelearán su reelección el próximo año. Y el ex diputado UDI ha cosechado adversarios.
"Si lo llegan a sacar de ahí, le declaran la guerra a la UDI. Así de simple". Con ese ánimo amanecieron en la directiva del antes conocido Partido Popular cuando vieron que tambaleaba una de sus piezas vitales en el tablero. Divulgada la nota de Radio Biobío que narraba la denuncia de un inspector municipal de Ñuñoa, que afirmaba que Felipe Salaberry Soto (53) se había pasado tres luces rojas y que lo había empapelado a floridos insultos cuando se le acercó, los adversarios y críticos que había sembrado en el oficialismo -dicen allí- comenzaron a pedir nuevamente su cabeza.
Cuentan que el Presidente Sebastián Piñera venía bajándose del avión, con el modo Greta todavía activado, cuando se enteró del desgraciado incidente. Partió a La Moneda a reunirse con sus ministros políticos -como lo hace a cada regreso-, con el asunto de Salaberry engrosando una de sus pilas de pendientes: la relacionada con cargos, cupos, demandas y presiones de sus partidos de cara a las campañas electorales a gobernadores y municipales. Pero pensar siquiera en remover de su puesto al subsecretario de Desarrollo Regional es más complicado que elegir un favorito para la Gobernación Metropolitana, o escoger nuevo intendente o intendenta. Si la UDI, RN y Evópoli rasgan togas cada vez que el mandatario le da un like a tal o cual aspirante o candidato, ni pensar en la Subdere.
El puesto que todavía ocupa este ex diputado UDI, que hizo carrera en su colectivo al alero de Juan Antonio Coloma y Jovino Novoa (los ex coroneles del bando rival al de Pablo Longueira y Andrés Chadwick), lleva décadas cargando con la fama de ser uno de los más codiciados del aparato estatal. Y eso se nota justo en época preelectoral. Es una de las dos subsecretarías dependientes de Interior, y a las autoridades de otras regiones les asigna millones y millones de pesos en fondos discrecionales -términos y siglas como PMU, Programa de Mejoramiento Urbano, o PMB, Programa de Mejoramiento de Barrios- y fondos concursables, que más de alguna vez terminan siendo "asignables", dice un ex funcionario. Pobre del subsecretario si favorece a un bando por sobre otro, porque siempre hay reclamos. O se asigna y procede sin titubear, o se avanza pisando el freno.
Ha habido autoridades y personeros de RN que han cuestionado a Salaberry; han dicho que actúa y decide algo lento. El partido capiteaneado por Mario Desbordes, relatan en el sector, ha reclamado por esto en Palacio. Y con el escándalo de hoy en la mañana, Piñera llegó a analizar esto con sus ministros. En paralelo, la UDI presionó intensamente para afirmarlo en su cargo.
"Sería grave que lo sacaran", insiste la presidenta Jacqueline van Rysselberghe a La Tercera. Asegura que "tenemos una muy buena evaluación del trabajo de Salaberry. Sin duda que durante todo este tiempo, la Subdere es un cargo que genera cierta codicia política. Sería grave". La senadora y otros dirigentes hicieron llamados y advirtieron de las consecuencias de una remoción.
En la sede de gobierno partieron por ordenarle primero silencio a Salaberry. Y optaron por la prudencia. Le advirtieron que si la denuncia era falsa, cómo él les ha dicho, pues ha de demostrarlo.
Por eso la ministra vocera Cecilia Pérez dijo que hay "dos versiones" sobre el incidente. También dijo que Salaberry sigue en su cargo. Dependiendo de la investigación, claro. Luego se le autorizó a divulgar su versión a través de un comunicado -nada de puntos de prensa con preguntas todavía, página uno del manual antiaprietos- y de ahí la acontecida autoridad fue al Juzgado de Policía Local de Ñuñoa.
La advertencia de su antecesor
La jefa de la UDI, dicen ahí, no habría colocado sus manos sobre las brasas si no tuviera seguridad de que Salaberry no le estaba mintiendo. Pero además se conocen bien y son cercanos. Los dos son de la facción de Coloma y Novoa. A mediados de la década pasada, Jovino articuló una recordada maniobra interna para sofocar cualquier intento serio de Pablo Longueira por convertirse en el candidato presidencial del colectivo. Una de sus operaciones fue "levantar" el nombre de Van Rysselberghe como la próxima esperanza gremialista después de dos fracasos de Joaquín Lavín: Salaberry fue uno de los diputados que la apoyó.
Fue diputado entre el 2002 y el 2014, luego de varios años de hacer el Servicio Militar gremialista y de crecer políticamente ligado al tronco histórico del partido. Estuvo en varios y sucesivos cargos internos de confianza, y cuando fue electo (2001), lo hizo junto a una nueva bancada, entonces denominada "la tercera generación de la UDI". Entre ellos estaban, decían entonces, los últimos-últimos que habían sido alumnos de Jaime Guzmán: Marcela Cubillos, José Antonio Kast, Rodrigo Álvarez y tantos otros.
Con Kast se cruzó varias veces: Salaberry estuvo firme junto a Coloma las dos veces en que el hoy Acción Republicana lo desafió en sucesivas elecciones internas. Nunca le agradaron mucho los "iluminados", como sus rivales denominaban despectivamente al lote de Kast, Ernesto Silva, Jaime Bellolio y Javier Macaya antes de que se disgregara. Cuando Silva se enfrentó con Víctor Pérez por la interna UDI (2014), Salaberry se cuadró con el senador y murió con las botas puestas cuando se bajó.
En el primer período de Piñera (2010-2014) apostó a hacer buenas migas con el también entonces subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla. Logró instalar colaboradores suyos en esa cartera. Acompañó al mandatario en algunos viajes. Después de que perdió su cuarta elección a diputado, el 2013, se tuvo que reconvertir: lobbista. Abrió una firma: F & S Consultores. Volvió a visitar el Congreso, bien seguido, pero ahora como contraparte de sus ex colegas. Era muy común verlo allá.
Piñera ganó de nuevo. Con la Subdere ya en sus manos, Salaberry dijo que iba a vender su parte de la consultora. Por segunda vez, un UDI o alguien ligado al partido ocupaba el codiciado cargo. En Piñera Parte I, ese partido quería esa subsecretaría o la de Interior. Pero el Presidente y su entonces brazo derecho Rodrigo Hinzpeter fueron inflexibles: solo pueden tener una. Ubilla eligió Interior y la Subdere fue para Miguel Flores, ex cabeza de la Fundación Jaime Guzmán. Sobrevivió todo el período, pese a los tironeos.
Cuando el año pasado se supo que Salaberry accedía a su puesto, Flores le advertía que tuviera cuidado con "muchas y permanentes presiones" y que "nunca se puede dejar a todo el mundo satisfecho". Y también sinceró que "un grupo cree que este cargo es un botín de guerra".
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